domingo, octubre 11

Engañada.

Esto no estaba resultando como yo quería. Sentir a Jonathan como no lo había sentido antes me traía conflictos internos, ya que una parte de mi cerebro decía "anda, disfrútalo, después de todo Rodrigo nunca será tuyo", mientras que la otra gritaba "¿qué diablos haces? ¡retíralo inmediatamente! ¡Tú te debes a Rodrigo! ¡Lo amas!". Y cuando estuve a punto de hacerle caso a la parte más cuerda de mi cabeza, que me decía que no fuera estúpida y que Jonathan era algo menos que un hermano para mí, él me tomó por la nuca y no me permitió hacer movimiento alguno.

Ya qué.




Esa noche no pude dormir bien. Si todo seguía como hasta ahora iba a necesitar un sedante o drogas para conciliar el sueño. Sólo pensaba en la reacción de Jonathan cuando le dije que eso no había estado bien y que olvidaramos lo sucedido. Al llegar a casa estaba tan confundida que hasta Diego -el amo de la ignorancia- notó mi precario estado de ánimo. Recordé la conversación mientras daba vueltas entre las sábanas:

--¿Y ahora? --había preguntado él.
--Mamá fue a la escuela, deberías llamarla para dejarle claro que la odias... que la odiamos.
--¿Y por eso traes esa cara? --preguntó, incrédulo--. Menuda pelea debió haber sido aquella.
--Sólo gritamos un poco y luego ella hizo lo que mejor sabe...
--¿Llorar?
--Ajá.
--¿Estás segura de que no quieres regresar a casa? Porque te noto algo extraña.
--Esta es mi casa, Diego, pero si tú quieres regresar a ese infierno, adelante, hazlo.
--¿Infierno? ¿Llamas infierno a tu antiguo hogar?
--Oye, estoy de acuerdo con eso de que sólo me golpeó una vez y también con que me ocultaron el maltrato hacia ti, pero ¿no crees que era suficiente infierno verlos pelear por todo? Mi mamá no pudo creer que los moretones aún no se quiten... se puso medio histérica cuando le dije que el resto de mi cuerpo estaba peor.
--No son moretones mágicos... sólo han pasado unos días y...
--No importa, sólo cambia de tema y ya.
--Está bien... ¿qué mejor tema que hablar de lo que te tiene así? --de pronto quise regresar a la conversación anterior.

Sí. Acepto que Diego y yo no éramos los hermanos más unidos del mundo, pero él y Jonathan eran lo único que me quedaba ahora que me habían desheredado mis padres, y ciertamente prefería hablar del tema con él que con Casandra, que no vería del todo bien el hecho de que yo no podía estar con Jonathan porque amaba a su novio.

--Jonathan...
--¿Te peleaste con él? --se adelantó-- No inventes... sí que tienes mala pata. Ahora te peleas con el único chico que te quiere.
--No eres gracioso --aseguré--. Y no, no peleé con él... más bien...

Está bien, ésto era más difícil de lo que yo habría imaginado.

--Es que... nos... ¿cómo se dice? --tomé aire y...--. Él me besó.

Tardé más en decir esas tres palabras, que él en soltar tremenda carcajada que me hizo pegar un brinco. Claro... era mucha belleza que a Diego le interesara mi estado de ánimo.

--¿Te besó? --preguntó, entre risas--. ¿Enserio te besó?
--Buenas noches --Tomé mi mochila y caminé hacia mi habitación.
--Oye, oye... ¡espera! --dijo él y yo retrocedí-- Es sólo que ya me imaginaba que tanta amabilidad de parte de ese chico no era simple amistad...
--Pues para mí no era tan obvio.
--Es que tú eres ciega --aseguró--. Y también le gustas a ese chico... Rodrigo. Y ya sé que a ti también te gusta... lástima que esa Casandra sea tan entrometida.
--¿Eh? ¿Yo le gusto a...?
--Bueno --interrumpió-- me ibas a contar qué pasó después. Anda hermanita, que no te de pena.
--No sé qué diablos pasó.
--Explícate.
--Pues no sé... es que quería besarlo, tal vez era curiosidad, o tal vez quería pensar que era Rodrigo y... pero él es mi mejor amigo ¿sí? ¿Qué se supone que voy a hacer de ahora en adelante? Si hubieras visto la cara que puso cuando le dije que olvidara lo que había pasado...
--Espera... ¿que le dijiste qué?
--Que lo ovidara, yo...
--Esas cosas no se olvidan así como así, Violeta, no puedes pedirle a un chico que olvide el beso que le dió a la mujer que ama.
--Él no me ama.
--Pero le gustas, y ¿sabes? La mitad de las chicas a quienes beso no me gustan, es más, ni siquiera conozco el nombre de las dos terceras partes de ellas, pero cuando una me gusta enserio no puedo olvidar su nombre, ni su cara, ni lo que sentí cuando la besé. ¿Me entiendes?

No pude decir nada ante eso. Simplemente no pude, por una parte mi hermano era lo suficientemente idiota como para aceptar que podría besar a una escoba con falda, pero también era lo suficientemente valiente para decirme que había chicas que le gustaban enserio, y lo más importante en ese sermón fue que él entendía todo desde el punto de vista de Jonathan y no desde el mío, lo cual me ayudaba y me confundía a la vez.



Me senté en el borde de la cama, encendí la luz y luego me acosté de nuevo. Miraba el techo lleno de estrellas fluorescentes que mi hermano había colocado con esmero para que pareciera una especie de galaxia personal, y aunque eso era de niños, lo adoraba. Apagué la lámpara y me tiré de panza, esperando conciliar el sueño esta vez, aunque me rendí a los veinte minutos.

Brrrr, brrrrr.

Reconocía ese sonido. Era mi celular vibrando en alguna parte de la habitación. Pero no quería contestar, no, así que dejé que vibrara todo lo que quisiera hasta que dejó de hacerlo. Me levanté de la cama y fui a sentarme junto al alféizar de la ventana, donde Diego había colocado una linda mesedora. Prefería mirar las estrellas reales que las de mi techo, pero la espesa nube de smog tan característica de la ciudad me impidió hacerlo.

Brrrr, brrrrrr.

De nuevo aquel maldito aparato. Me levanté y fui hacia el buró donde tenía el celular, al ver el número sentí una especie de acidez que viajó desde mi estómago hasta mis rodillas y luego subió de pronto hasta mi garganta.

El aparato vibraba insistentemente en mi mano mientras yo me decidía a contestar. Finalmente apreté el botoncillo verde y me llevé el auricular al oído.

--Violeta --contesté.
--No puedo dormir --su voz sonaba algo más baja de lo normal y tal vez un poco ronca también.
--Yo tampoco --susurré.
--Siento haber hecho lo que hice después de lo que pasó con tu madre --se disculpó-- fue algo muy estúpido de mi parte. Creo que ahora tienes más estrés del que tu cuerpo puede aguantar.
--Oye...
--Quería disculparme por eso --dijo--. El asunto me ha dado miles de vueltas en la cabeza.
--No creo que...
--Escucha, estoy de acuerdo contigo ¿sí? --interrumpió de nuevo--. Vamos a olvidar este estúpido asunto y sigamos siendo los de siempre ¿está bien?
--No.

¿Qué? ¡Violeta! ¿Qué diablos acabas de decir, pedazo de idiota? ¿No? ¡¿NO?! ¿Pretendes que las casi nulas oportunidades que tienes con Rodrigo se vayan por la cañería? Eres una tarada, Violeta Lazcano. Te mereces una buena paliza como la que te dio tu padre, para ver si con eso aprendes que las oportunidades no se deben perder así como así.

Pero yo no tenía oportunidades qué perder. Porque Rodrigo era el novio de mi amiga, y pasara lo que pasara no iba a traicionarla...

--¿No? --preguntó confundido.

Me quedé callada durante unos segundos y después continué.

--Digo... lo que sucedió ya sucedió y debo decir que... no estuvo tan mal.
--¿Eh? --su voz tenía un leve tono de emoción que me hizo sonreír --¿Qué quieres decir? Vio, por favor no juegues conmigo de esa manera ¿sí?
--Es que no estoy jugando, Jonathan.
--¿Es enserio? --preguntó-- ¿No me estás mientiendo, enserio?
--Oye, relájate. No estoy diciendo que seas el amor de mi vida ¿está bien?
--Ah, pero eso ya lo sé.
--No quiero que tomes esto a la ligera...

Él se quedó callado unos minutos que me parecieron eternos, y cuando tomé aire para despedirme, habló de nuevo.

--Y yo no quiero que hagas esto sólo porque tu vida es un asco.
--Yo no...
--Me gustas. Besarte es algo con lo que había soñado desde primer año, pero yo sé que no soy tu tipo... bueno, pensaba que no era tu tipo. Y lo que pasó hoy fue algo maravilloso ¿sí? Si tú supieras lo que yo sentí... si entendieras que mi estómago estuvo a punto de atravesar mi cuerpo y caer al pasto, entonces sabrías lo que ese beso significó realmente --estuve a punto de interrumpirlo, pero él continuó--. Y sí, he deseado estar contigo desde aquel día en la clase de química, cuando me dijiste que la ionización era lo más fácil de entender, y sí, me muero por estar contigo cada día cuando te me acercas... pero ahora tú no estás pasando por un buen momento y no quiero que te obligues a estar conmigo sólo porque necesitas algo de cariño, o porque crees que no hablaré más contigo si me rechazas. Quiero que elijas. Quiero que lo que estás a punto de decirme salga desde el fondo de tus entrañas y que no esté influido por todos los problemas que te rodean.

Oh. La voz en mi cabeza se quedó sorprendida con lo que ambas acabábamos de escuchar. Bueno... él es lindo... muy lindo. Pero eso no significa que sea mejor que Rodrigo ¿verdad que no? Violeta, tú sabes que necesitamos a Rodrigo, que él lo es todo para nosotras, ¿cómo piensas que Jonathan, que es casi tu hermano, puede hacerte feliz de esa manera?


Ay, vete al diablo.
Mascullé para mis adentros, dirigiéndome a esa molesta voz que sólo era un reflejo de lo que yo temía ser.

--¿Violeta? --preguntó él, con un todo tal vez avergonzado, tal vez cansado o simplemente molesto.
--Sí.
--¿Sí?
--Estoy consciente de lo que dices. Estoy segura. No había sentido bichos en la panza desde hace algún tiempo.

Mentirosa.

Cierra el maldito pico.

--
Mentirosa.

Te lo dije. Bah, odiaba a mi conciencia, que sólo aparecía para hacerme discutir conmigo misma.

--Bueno, Jonathan, ¿estamos en esto o no? --pregunté, determinante.
--Sabes mi respuesta, Violeta, sólo quiero que tú estes segura.
--Nos vemos mañana ¿sí? --creí que eso valía más que mil palabras-- Promete que no pensarás que esto es sólo porque mi vida es un asco.
--Lo prometo --su voz cansada me hizo pensar que ya se le había pasado la inquietud--.
--Te veré mañana.
--Gracias. Por no partirme la cara hoy.
--Te quiero Jonahtan, y al parecer te quiero más de lo que yo misma creí.

Escuché su risa despreocupada al otro lado de la línea, y yo misma sonreí.

--Te quiero, buenas noches.
--Adiós --dije, antes de colgar.

Bien. Tu estupidómetro ha llegado a niveles críticos. No sólo acabas de renunciar a Rodrigo, también acabas de perder a tu mejor amigo.

Oye, tal vez mi mejor amigo tenía que ser algo más que eso.

Sabes que no es cierto.

Continué discutiendo conmigo misma durante unos minutos, antes de quedarme dormida.

No era cierto que me estaba engañando a mí misma... ¿verdad que no?

3 encontraron un motivo para comentar:

Anónimo dijo...

ahahha!!! :P
Pues el capítulo me ha parecido genial... eso de andar pelandose con uno misma es de lo más desgastante!, pero tan realista....

Creo que la historia va de maravilla, hasta ahora no hay nada que me desagrade... así que tu sigue escribiendo... y no importa que tardes un poco.. así el interés crece.. claro, sin exagerar tampoco, ok?, pues puede que me de un colapso violetezco... y nono, no, jiji

Te dejo... GRACIAS por escribir!!!!

saludos desde algún punto del DF
buen lunessss!!

Anónimo dijo...

por cierto que olvidé decir que... es interesante eso de Jonathan con Vio.... no sé si será un engaño... pero esa es la pregunta que uno siempre se hace ¿o no?... como puede llegar a ser una buena relación... puede que la amistad se vaya al caño... aunque me parece que para Vio, ésta es una de esas ocasiones en que es mejor tomar la oportunidad y ver que pasa....

ahora si.. ya me voy :P
saludos de nuevo!!

NayoBlogger dijo...

Oye que chido eh, me parece fantastica la historia, tienes un nuevo seguidor.

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