domingo, enero 10

Episodio desafortunado y un chico lleno de miedo [[[Jonathan]]]

--¿Y esto? --preguntó Violeta cuando le abrí la puerta del auto.
--Se le dice caballerosidad --contesté, sabiendo que no se refería a eso.
--Estoy hablando del auto, tonto.
--Mis papás salieron de viaje esta mañana y mi padre dijo que podía usarlo mientras él estaba fuera.
--Tu mamá... ¿está en condiciones de salir? --preguntó.
--Claro que sí --contesté--. Sólo que ésta mañana salió de casa repitiendo una y otra vez "creo que se me olvida algo". ¿En serio, mamá? Yo creo que eso ya lo habíamos notado todos.
--Qué malo eres.

Cuando entramos al pequeño pero acogedor restaurante de Teo, llamado "Teo's house" (qué original), Violeta se apresuró a gritar su nombre hasta que, tres segundos después, Teo apareció del otro lado de la barra.

--¡Violeta, Jonathan! --exclamó él--. ¡Hace tiempo que no los veo!
--Mis papás murieron, Diego y yo nos mudamos y nuestra nueva casa está algo lejos de aquí --aseguraba Violeta mientras abrazaba a Teo con suma emoción.
--¿Murieron? ¿Y por eso tienes una gran sonrisa en la cara?
--No murieron --dije yo, al tiempo que le daba un fuerte abrazo al hombre--. Violeta y su hermano se salieron y ahora ella está empeñada en convencer al mundo entero de que se fueron a dar un paseo al otro mundo.
--Eso no está bien, Violeta --aseguró Teo.
--Sí, como sea... ¿qué tienes hoy de comer?

Teo era un hombre de unos treinta y muchos o cuarenta y pocos. Tenía una barriga del tamaño de un globo aerostático y un bigote tan abundante como escaso era su cabello. Siempre, desde que lo conocí (unos meses antes que Violeta), había usado un delantal blanco que la mitad del tiempo tenía manchas de jitomate, salsa o aceite, y de hecho no podía imaginármelo sin ese delantal o sin el pedazo de tela medio mugroso que siempre usaba para limpiarse las manos. Al final de un día de trabajo, Teo se quedaba a limpiar las mesas y a lavar su trapo y delantal.

--Pues lo de siempre, preciosura.
--Dame lo de siempre, entonces.
--Dos de lo de siempre --dije yo.

Nos sentamos en una de las mesas junto a la gran ventana del fondo que normalmente era la única desocupada, pero como era temprano, aún no llegaba la clientela hambrienta a alborotar el lugar. Unos minutos después Teo apareció con dos platos servidos con lo de siempre: filete de pescado empanizado, ensalada de verduras y arroz. Violeta me miró de una forma extraña y luego empezó a comer como si Zeus hubiese preparado el platillo y ella estuviese a punto de entrar al Olimpo a visitar a los mismísimos Dioses.

--Sí que te gusta el pescado eh... --advertí.
--Hace siglos que no como algo que no sea chatarra.

Era cierto. Siempre que iba a casa de Violeta, comíamos hot-dogs, pizza, hamburguesas y refresco. Creo que si yo viviera solo, también pasaría mi tiempo comiendo porquerías, porque a pesar de que adoraba cocinar, odiaba ir al supermercado y preguntarme cuál harina sería mejor: la de maíz o la de trigo.

Teo nos sirvió un trozo de pastel a cada uno, a pesar de que Violeta alegó estar llena y no querer postre. Ella y yo seguimos platicando un rato, hasta que ella comenzó a toser como si tuviese pulmonía.

--¿Y bien? --pregunté--. ¿Quién es ese supuesto nuevo integrante que ya tienes en mente?
--Sebastián --susurró.
--¿Ese idiota?
--Oye, él te ha llamado espagueti y no se lo permití, así que tú le vas a decir Sebastián o sabrás cuánto dolor puedo ser capaz de provocar en tu cuerpo, Jonathan.
--Ya, ya, está bien... --tragué saliva y ella se echó a reír, aunque parecía un graznido, por la tos--. Pero... ¿él?
--Es un poco fanfarrón, pero vamos a necesitar ese cuerpo enorme para entrar a la casa del militarcillo cuando....
--Wow, ¿entrar?
--Sí, tenemos qué.
--Está bien, pero no le vayas a decir nada hasta que tengamos un equipo extenso, una estrategia y muchos testigos por si quiere matarme algún día --ella comenzó a reírse y depués empezó a jalar aire como si se estuviera ahogando.
--¿Estás bien? Vio...
--No es nada, sólo iré por un vaso de agua y...

Violeta se llevó la mano a la garganta y tosía estruendosamente. Se levantó de la silla y caminó exactamente tres pasos en dirección a la barra del restaurante antes de desplomarse a medio piso. Teo salió de la barra y vino hacia nosotros, queriendo ayudarla de alguna forma, aunque yo ya estaba tratando de hacer eso.

--Puede que se le haya atorado un pedazo de pastel --sugirió Teo.
--Tal vez... aunque... ¿de qué era?
--Pues de chocolate, tú mismo lo probaste.

Violeta había dejado de toser, pero intentaba hacer que el aire entrara a su cuerpo a como diera lugar. Cuando acomodé su cabeza hacia arriba, pude sentir su piel ardiendo; sudaba y algunos mechones de cabello se pegaban a su frente y a su cuello. Tomé su plato y revolví el contenido con el tenedor, hasta que un pequeño trozo de color café apareció por ahí. Claro. Maldita sea.

--¡¿Qué diablos es esta cosa?! --pregunté, sólo para asegurarme de que mi teoría era la correcta y no la de Teo.
--Almendras, por supuesto --dijo él, que usaba un mantel para echar aire al rostro de Vio.
--¿Eres idiota, Teo? ¡Violeta es alérgica a las almendras!
--Eso ya lo sabía, por eso te di a ti el pastel con almendras y a ella el que no las tiene.
--Te equivocaste de comensal, grandísimo imbécil.

Violeta había cerrado los ojos y su respiración era casi imperceptible. Sus labios estaban rojos, igual que el resto de su rostro y cuello. Coloqué mi brazo debajo del pliegue de sus rodillas y el otro en su cintura, la levanté y eché a correr al auto.

--Violeta, despiértate --repetía--. Vio, por favor. Te prometo que no volveremos a venir a este lugar si no te mueres ¿está bien? Sólo bromeaba... Violeta, despierta.

Tenía una mano aferrada al volante y con la otra le daba golpecitos en las mejillas. Sabía que eso no la despertaría, pero estaba asustado, nervioso y mi mente estaba algo bloqueada. Pensé en llevarla a casa, para que Diego la viera, pero ella no tenía mucho aire a su disposición -o mejor dicho, su garganta no dejaba entrar todo el aire que ella necesitaba--, así que conduje lo más rápido que pude hasta el hospital más cercano, que para mi mala suerte, estaba a veinte minutos de distancia, aún con la velocidad ilegal a la que iba.

Cuando llegamos al Médica Sur, ni siquiera estacioné el auto. Salí con ella en brazos y entré por la puerta de emergencias. Probablemente una alergia no era algo de mucho cuidado, pero yo estaba demasiado asustado para pensar coherentemente. Una doctora nos vio entrar y corrió hacia nosotros, gritando para que alguien trajera una camilla. No sabía si así de efectivo era el personal o ella sólo se dio cuenta de mi presencia histérica por la expresión apanicada en mi rostro.

--¿Qué le pasó? --preguntó ella, con voz tranquilizadora.
--Ella es alérgica a las almendras y...
--¿Hace cuánto tiempo las comió?
--No sé... tal vez veinte o veinticinco minutos... puede que sea media hora, si contamos el tiempo que llevábamos comiendo el pastel y...
--De acuerdo --dijo mientras un individuo con bata a blanca la colocaba en la camilla y echaba a correr por un largo pasillo--. Vamos a ver qué podemos hacer ¿sí? Relájese y siéntese. ¿Es usted familiar de la chica?
--No yo... yo soy su novio, nada más.
--¿Es ella mayor de edad?
--Sí, acaba de cumplir dieciocho hace unas semanas.
--¿Es usted mayor de edad?
--Tengo diecinueve... --saqué mi credencial de la billetera y se la mostré. A pesar de que era mucho más alto que ella, podía ser que no me creyera eso de la edad por la forma en que balbuceaba.
--¿Sus padres...?
--Murieron --interrumpí. Me arrepentiría, pero respiraba tan agitadamente que me concentraba más en no desmayarme que en decir la verdad--. Pero su hermano vive a una hora de aquí y...
--Está bien, llámelo y pídale que venga, por favor.
--Oiga, ¿a dónde se llevaron a Violeta?
--Van a entubarla para que pueda respirar, luego van a inyectarle una serie de antialérgicos para que se recupere y tal vez se quede a observación. No se preocupe, su novia estará bien.
--Más le vale --sentencié. Ella se echó a reír... como si fuera tan gracioso--. ¿Puedo ir... a donde la llevaron?
--Claro, pero tendrá que relajarse primero ¿está bien?

--No es su novia quien está muriendose ¿verdad?
--Entiendo, pero no podemos pasarlo si sólo se va a dedicar a alterar a los otros pacientes.
--Voy a llamar a su hermano y después iré ¿sí?
--Claro, voy a mandar una enfermera para que lo revise, porque se ve algo alterado. Luego ella lo llevará con su novia. Todo va a estar bien.

Asentí y saqué el celular del bolsillo derecho de mi pantalón. Marqué el número de la casa de Violeta, deseando que ese tal Sebastián no estuviera ahí.

--¿Bueno? --contestó Diego.
--Oye, ya sé que me vas a matar y lo entiendo, yo mismo te ayudaré a hacerlo ¿sí? Pero justo ahora necestio que...
--¿Qué pasa, Jonathan? --preguntó.
--Es que... Violeta...
--¿Qué pasó? --preguntó, esta vez más alerta--. ¿Qué diablos le hiciste?
--Fuimos con Teo y ella es alérgica a las almendras... yo... eh... nosotros...
--¿Dónde está? --preguntó él, mientras una pequeña mujer de uniforme blanco me pedía permiso para medir mi pulso.
--Estamos en el Médica Sur, creo que tienes que venir para llenar formas y todo eso...
--¿Está bien? --interrumpió.
--Yo... no lo sé... se la llevaron y la doctora dice que no le va a pasar nada.
--Voy para allá.

La mujercita me miró y negó con la cabeza en símbolo de desaprobación.

--Tiene la presión peligrosamente alta, señor, va a tener que acompañarme a...
--Espere un momento, ¿y Violeta? Dijo esa mujer que usted me llevaría y...

Luego mis rodillas se doblaron y caí con un golpe sordo al piso. La mujer pidió ayuda y comenzó a hablarme para que abriera los ojos, pero no podía. Qué débil eres, Jonathan, me repetía, tu chica está en algún lugar siendo entubada y picoteada y tú te desmayas del pánico. Qué risa me das.





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Ustedes perdonarán el capítulo tan enorme, pero no me fijé que estaba demasiado grande hasta ahora, así que éste capítulo continuará en la próxima entrada.

Betzabé

6 encontraron un motivo para comentar:

Anónimo dijo...

se desmayo...
por el panico...
se parece a mi madre!!!

andrea!! dijo...

nooo, nunca digas que tus capitulos son grandes porque siempre me quedo con ganas de mas xD

jaja me encanto el cap

ahora esta historia es oficialmente mi favorita :)

postea pronto pliss!!!

Unknown dijo...

wow divina la vivencia :S si se que siente cuando puf te desvanese y tu cabeza comeinza q decirte noooo levantate :S pero me agrado muchisisismo el post y espero con ancias el proximo cap y mas les vale q sea pronto jeje by3

ooo ya soy seguidora wiii

a y te invito a mi blog
http://ins9irac10nlun4r.blogspot.com/

Unknown dijo...

me encanto las hisoria espero el otro cuidense by3

Abril G. Karera dijo...

O.O
jaja hasta sentí que yo era la desmayada

me gustó mucho

te pido permiso para poner el banner de este blog en el mío si??

espero la siguiente parte
aunque ya la tienes vdd??

saludos!

Anónimo dijo...

Genial!
Tus historias son increíbles.

Siempre es un gusto leerte

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