sábado, febrero 27

No me puedo partir en dos.

"La vida es aquello que te va sucediendo mientras te empeñas en hacer otros planes." Dijo alguien en alguna parte algún día... y era justo lo que me pasaba a mí. Cuando tenía quience años y comencé a recibir cartas de un "admirador secreto" le conté todo de mi vida porque de verdad creía en el príncipe azul, y ¿qué podría ser más romántico que conocerlo por medio de cartas anónimas? Mi plan era enamorarme. Yo creía que estaba enamorada de él a pesar de que no tenía idea de quién diablos era, ni dónde diablos vivía, ni qué diablos hacía de su vida. Entonces trató de matarme y mi plan se fue por el retrete.

Cuando comenzaron a llegarme cartas de un chico al que bauticé como "el chico de la fuente", tenía curiosidad por enterarme de quién era, pero lo único que sucedió fue que no recibí más cartas. Jonathan sabía quién era él, y justo por esa razón ya no tenía miedo de que un día se apareciera en mi casa o me citara en algún lugar y me apretara el cuello hasta que sus dedos se juntaran. Si a Jonathan le hubiese parecido peligroso aquel individuo, entonces me lo habría dicho, o por lo menos no estaría tan tranquilo.

Hacía apenas unos seis meses yo estaba peridamente enamorada del novio de mi mejor amiga. Rodrigo era todo en el mundo para mí, gracias a que mi mundo era algo así como una burbuja de depresión. Yo tenía planeado vivir enamorada de él hasta el día en que me arrojaran a una caja negra y me enterraran seis metros bajo tierra... luego de eso me enamoré de mi mejor amigo y Rodrigo pasó a ser algo más que una molestia.

De acuerdo con la filosofía de John Lennon, lo que a mí me sucedía definitivamente se llamaba "vida".

Habían pasado algunas semanas desde que Jonathan había reunido a los chicos en mi apartamento para darnos a conocer que aceptaría el caso "Ricky Ricón". Al parecer no todo lo haríamos tan rápido como Ricardo Ricón -el padre de Ricky- habría deseado, porque a pesar de que éramos un grupo relativamente grande de adolescentes impulsivos y testarudos, sabíamos que Octopus -el malo de la historia- podría deshacerse de nosotros en menos de un segundo si averiguaba lo que planeábamos hacer. Y es aquí donde John Lennon viene a patearme la cara con su filosofía, porque si la vida es "aquello que sucede mientras te empeñas en seguir otros planes" entonces a nosotros nos iba a ir muy, pero muy mal.

Estaba en mi clase de filosofía, tenía la cabeza escondida debajo de mi mochila y estaba medio encogida junto a Jonathan para que la profesora no notara el hecho de que prefería dormir que escuchar sus toerías acerca de la vida y la muerte. Para mí la vida era nada más un accidente del universo, y la muerte era dejar de funcionar y por lo tanto desaparecer... sólo que a ella le parecía que yo debía cerrar el pico y dejarla dar su clase.

--Los animales no piensan --decía--. Si hay algo que ocurre en su cabeza, entonces eso se llama de otra forma, pero el pensamiento es de humanos nada más.
--Es que usted está diciendo que como somos humanos somos superiores, y luego se contradice con que todos somos animales... --refutaba Eva, una chica de color con el cabello más envidiable que yo hubiese podido ver alguna vez en mi vida.
--A ver, no me estás entendiendo --continuó la profesora--. Yo no digo que en su cabeza no pase algo ¿me explico? Pero si ven imágenes y algo les pasa, eso no se llama pensar. El pensamiento es lo que nos hace diferentes de los animales, no superiores. Eva, ¿tú crees que un animal se pone a imaginarse qué habrá después de la muerte? ¡Pues claro que no! Porque un animal ni siquiera sabe que se va a morir... no tienen conciencia de ello.
--¿Ya ha hablado con algún animal? Porque no sé cómo puede estar tan segura de eso, entonces.
--¡Es que no es cosa de hablar con uno y preguntarle! --gritó la profesora, fuera de sus casillas.
--No es ofensa, profesora, pero no estoy de acuerdo con usted... no sé, yo pienso diferente.
--Porque tú piensas de una manera muy infantil, Eva.

Eva se quedó callada. Alcé la cabeza para poder mirar su rostro y el de la profesora. Eva mostraba una sonrisa de suficiencia, como si por su cabeza estuvieran pasando cosas que, si las dijera, le ganarían una suspensión o algo por el estilo; mientras que por el rostro de la profesora cruzaba aquel sentimiento que a Eva le daba la satisfacción que una siente cuando gana la discusión: ira.

--Lean "Justificación del placer" de Sade --dijo ella, luego de algunos segundos de silencio--. Lo vamos a discutir la próxima clase... Violeta, faltaste el día de tu exposición, pero ya me dieron tu justificante, así que antes de Sade tú expones.

Asentí, maldiciendo la hora en que se me ocurrió levantar la mano cuando la profesora preguntó quién quería exponer artistas del romanticismo para subir calificación, el hecho era que ahora no iba a exponer a ningún poeta o pintor, sino al Marqués de Sade. Jonathan me dio una palmada en la espalda para que me levantara, y ambos salimos del aula.

--¿Recuerdas algún día en que Eva no haya estado en desacuerdo con la profesora? --preguntó él, mientras tomaba mi mano y entralazaba sus dedos con los míos.
--No --contesté--. Creo que es su único propósito en la vida.
--Cerca --dijo una voz detrás de nosotros.

Jonathan y yo volteamos y nos dimos cuenta de que no habíamos esperado lo suficiente como para empezar a hablar de la clase. Eva saludó a una chica que estaba esperándola fuera del salón y luego le sonrió a Jonathan.

--Mi propósito en la vida es hacerle entender que los animales no son inferiores a ella --sonrió--. Y la muestra está en que la pobrecilla se enoja a la menor provocación.
--Cualquiera se enfadaría --dijo Jonathan.
--Pero no cualquiera se cree mejor que un cachorrito o que un elefante. La pobre no sabría qué hacer si la pusieran frente a un león... ¿quién sabe? Tal vez lo convencería de que las pasiones tristes como la violencia no lo llevarían a nada bueno.
--O tal vez le diría que tiene una alumna que quisiera conocerlo para tomar el té juntos, dada la gran educación de semejante ejemplar.
--Tal vez... tal vez nos la cenaríamos a ella --dijo Eva, al tiempo que caminaba en dirección opuesta a nosotros.

Jonathan me sonrió y yo lo miré con las cejas enarcadas. Se estaba burlando por mi mueca de asombro, pero ¿qué esperaba? Esa chica estaba algo... loca.

--No deberías tomarte todo tan enserio --dijo él--. Eva es algo rara, pero ¿tú crees que se comería a la profesora? Eso sólo pasa en las películas de terror, Vio.
--En las películas de terror hay locos queriendo matar personas, y ¿sabes qué? En la vida real también.
--Preocúpate cuando la veas tomando el té con un león --bromeó.
--Qué gracioso --contesté mientras ponía los ojos en blanco.

Caminamos unos cuantos metros antes de toparnos con Walter, quien últimamente traía para todos lados a su hermana Hayden y a Samantha, que seguramente no tenía más amigos.

--Walt --saludé--. ¿Qué hay, Hayden, Sam?
--Hola --contestó Walter.
--¿Cómo estás, Jonathan? --a mí me ofendió que el saludo no se extendiera hacia mi persona.
--Bien, Hayden, ¿no tienes clase?
--Educación física --dijo ella, con una mueca de asco que me hizo sonreír.
--Hoy hay que estudiar después de clases --dije, celosa de que a él le preocupara tanto la niña.
--Nosotros dos --dijo Jonathan--. Nada más nosotros dos.
--¿Por qué tienes que ser tan cabeza dura? Ya la invité, Jonathan. Deberías ser bueno y portarte mejor con ella.
--Y tú deberías abrir los ojos, ver cómo es en realidad y luego mandarla al diablo.

Me puse de puntitas y coloqué mi mano libre en su rostro antes de besarlo. Samantha hizo un sonido desagradable y Walter se echó a reír diciéndole que lo superara, que era un beso nada más y que las personas normales no se sorprendían por una cosa tan simple. Cuando Jonathan comenzó a besarme de aquella forma en la que estaba recordándose a sí mismo que nos encontrábamos en un lugar público y que no había ninguna cama cerca para hacer eso que no habíamos tenido oportunidad de hacer... retiré su rostro y me alejé de él, aunque mantuve mi mano en la suya.

--¿Eso te gustó? --pregunté. Como respuesta, él se acercó para besarme de nuevo, pero yo eché mi rostro hacia atrás--. ¿Te gustó?
--Ya sabes que sí --contestó.
--Bueno, si quieres más de lo mismo, entonces vas a tener que portarte bien con Casandra ¿está bien?
--¡¿Qué?! --gruñó--. ¡Eso no es justo!
--Son mis reglas.
--Al diablo con tus reglas --. Intentó besarme de nuevo, y de nuevo me alejé de él.
--Al diablo con los besos, entonces --sentencié.
--¿Si trato bien a esa maldita bruja vas a dejar esta tontería de lado? --preguntó, molesto.
--Si tratas bien a Casandra, voy a dejar esta tontería de lado --corregí.
--Ya sabes que va a ser lo más hipócrita del mundo, ¿no? --asentí y él continuó--. Está bien...
--Lo tienes donde lo quieres, chica --rió Samantha, que miraba a Jonathan con cara burlona.
--Cierra la boca --dijo él antes de besarme para mostrar que ella estaba en un error.

Walter carraspeó cuando retiré mis labios de los de Jonathan y asintió a nuestras espaldas. Jonathan miró hacia la dirección en que su amigo asentía con una discreción infructuosa, e inmediatamente un sonido de asco brotó de su garganta.

--La maldita bruja quiere pasar tiempo con su amiga --dijo Casandra, que se paró junto a mí antes de que yo pudiese mirar en su dirección.
--Si no me tuvieran amenazado, tendría una excelente respuesta para eso --dijo Jonathan.

Él soltó mi mano y pasó el brazo por los hombros de Walter, luego Hayden y Samantha echaron a andar hacia la cafetería. Miré a Jonathan cuando estuvo junto a su amigo, esperando que me tomara de la mano de nuevo y me llevara a donde quiera que tuviese pensado ir... pero eso no pasó.

--Lo de los besos ya es suficiente castigo --murmuró--. No voy a desperdiciar mi tiempo con ella.

Luego él y Walt caminaron detrás de Hayden y Samantha, dejándome ahí parada. Genial. Ya había comenzado el asunto de ella-o-yo que tanto temía. Bueno, verdaderamente prefería eso a que...

--¿Y tú qué haces aquí? --pregunté--. Se supone que Cass y yo vamos a pasar tiempo de amigas. Solas.
--Nadie dijo nada acerca de eso, Vio --intervino Casandra mientras Rodrigo le pasaba un brazo por la cintura.

Doblemente genial. No sólo había ahuyentado a mis amigos y a mi novio... ahora también tenía que pasar mi tiempo de amigas con Rodrigo. Rechiné los dientes y apreté los puños. No tenía la más mínima intención de estar cerca de él, pero tampoco quería dejar a Cass.

Tal vez ahora entendía cómo se sentía Jonathan con todo este asunto...


3 encontraron un motivo para comentar:

andrea!! dijo...

me quede con ganas de seguir leyendo!! :C

y si no publicas pronto, me tendre inventare la parte que sigue 8-)
oks not

ya sabes, me encanto.

Anónimo dijo...

hace mucho que no te leia...
hace mucho que ni usaba el
internet...
una pregunta Hayden es Dakota faning??

Abril G. Karera dijo...

geniial

mi pregunta del post pasado ha quedado resuelta XD

buen capítulo!

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