viernes, marzo 12

Caliente y frío.

--A ver --dije, colocando mi dedo debajo del renglón donde se encontraba la respuesta a la pregunta que iba a hacer--, ¿cuáles son los dos tipos de especiación?
--Alopátrica y simpátrica --dijo él, sin despegarme los ojos de encima.
--¿En qué consiste cada una? --pregunté, concentrándome en el estudio.
--¿Por qué estás tan seria? --acarició el dorso de mi mano con la punta de sus dedos.
--Punto número uno: me peleé con Casandra. Punto número dos: ¡estámos estudiando! --retiré mi mano y la puse debajo de mis piernas.

Jonathan y yo estábamos tirados en el suelo de la sala, con los cuadernos extendidos por toda la mesita de centro, y sobras de comida en platos regados por la alfombra. Habíamos ido a mi casa para estudiar, pero al parecer él ya tenía muy bien aprendida la unidad y estaba más que preparado para el examen. Yo acababa de enterarme hacía unos días, así que tendría qué esforzarme si es que quería obtener una buena nota. Jonathan había pasado tres cuartos del tiempo acariciándome el dorso de la mano, el antebrazo, jugando con mi cabello... eso me distraía más que cualquier otra cosa, y por más que le pedía que dejara de hacerlo, sólo sonreía y seguía molestando.

--Qué enojona. ¿Te acuerdas cuando sonreías de vez en cuando? Estás más amargada que mi abuela --dijo. Apiló un montoncito de hojas y comenzó a leer al artículo.
--Eso sí que me ofendió --contesté sarcásticamente, mientras ponía los ojos en blanco.
--¿Sabes qué? Ya me aburrí de estudiar, voy a casa de Sebastián para ver qué hay de divertido ahí... aunque... pensándolo bien su casa ha de parecer museo, con eso de que siempre está metido aquí... --dijo, al tiempo que se levantaba del piso y se sacudía el pantalón.
--Regresa ese trasero al suelo y ayúdame a estudiar un poco, Jonathan. No puedo reprobar el examen.
--¿Por qué estás pensando en mi trasero? --sonrió.
--Era sólo una expresión.
--¿Por qué te expresas pensando en mi trasero?
--Porque es el trasero más lindo de todos --bromeé--. Ahora, siéntate o lo patearé tan fuerte que no te va a entrar el pantalón de lo hinchado que lo vas a tener.
--¡¿Y ahora me imaginas sin pantalón?! --exclamó--. Guau, me estás intimidando, cariño.
--Mhmmm... vete al diablo. O con Sebas, que vendría siendo lo mismo, pero sin los cuernos y la cola. Yo voy a estudiar sola. Sin tu ayuda. Pobre de mí.
--¿Te haces la mártir? --preguntó--. No te queda muy bien ese papel.
--Ya sé que prefieres a Sebastián sobre mí. Está bien, lo entiendo --sonreí. De verdad no me quedaba el papel de niña berrinchuda.
--Oh, mi pobre Violeta me quiere chantajear --Jonathan se hincó frente a mí y me besó los labios.
--Claro que no --susurré--. Sólo te estoy diciendo que te puedes ir con él si tienes ganas de pasar un rato sólo de chicos.
--Yo creo que ya estoy cambiando de opinión --dijo mientras me besaba de nuevo y acunaba mi rostro entre sus manos.
--¿Ah sí? --reí--. ¿Y eso?
--No sé... hay cosas aquí que no podría hacer allá --se las ingenió para quitar los cuadernos que descansaban sobre mi regazo y colocó su vientre en lugar de ellos.
--¿Estudiar? --pregunté--. Porque eso es lo único que vamos a hacer.
--Pero podemos estudiar después --sus manos se deslizaron hasta mi cintura y tuve que inclinarme hacia atrás para no perder el equilibrio. Recargué la mitad de mi espalda en el sofá y el resto de mi cuerpo yacía extendido en el suelo, debajo del suyo.

Tenía que estudiar, pero sentirlo tan cerca de mí me nublaba la razón y de pronto me pareció que la escuela podía esperar un poco. Puse mis manos en su pecho y lo alejé de mí; él me miró como si le hubiese dado una cachetada o algo parecido. Me levanté del suelo y caminé hacia mi habitación. Jonathan pareció haber entendido la indirecta, porque en menos de dos segundos escuché sus pasos justo detrás de los míos. Me abrazó por la cintura y cerró la puerta detrás de nosotros.

No era como la vez anterior, cuando todo este asunto nos había tomado desprevenidos a ambos. Ahora estábamos conscientes de lo que sucedería, de que ambos lo queríamos y de que estábamos con la persona indicada... el problema era que yo no tenía idea de cómo hacerlo sin que los nervios me comieran viva. Sus besos eran más tranquilos, más tiernos y lentos. Me abrazaba y me acercaba más a él, de manera que tenía que arquearme un poco para poder mantenerme en pie sin tener que pisarlo. Desabrochó los botones de mi blusa lentamente y luego ésta desapareció. Jonathan se tomó su tiempo recorriendo mis brazos con la punta de sus dedos y haciéndome caminar hacia la cama. De pronto se apartó de mí y me miró a los ojos.

--¿Estás segura? --susurró. Pude notar que su respiración estaba algo agitada, a pesar de que no habíamos desbordado pasión como en las telenovelas. Luego me di cuenta de que yo también respiraba irregularmente. Lo miré unos instantes a los ojos y luego asentí.

Me besó de nuevo y yo quité su playera de la escena. Ambos nos recostamos en la cama y él rodeó mi cintura con una mano, mientras que la otra recorría mi cuerpo lentamente, como si se tratara de una pieza de cristal fino en vez de una persona de carne y hueso a quien él acariciaba. Mis manos rodeaban su cuello y de vez en vez descendían por su pecho hasta su vientre y regresaban a su lugar. Jonathan trazó con sus labios un camino que iba desde mi cuello hasta mi vientre, pasando por mis brazos también. No podría describir con palabras cómo me sentía. Había escuchado muchas veces que era como si todo el mundo se esfumara y sólo existiera él, y la mayoría de ellas había estallado de risa antes de la última frase. No podía creer que el cerebro de alguien se nublase de aquella forma, ni mucho menos que todo el mundo desapareciera... sí bueno, ahora mismo me estaba tragando todas mis palabras, una por una.

Me sentía completamente atontada, como si me hubiesen inyectado una gran cantidad de drogas que habían hecho efecto inmediatamente. Sentía toda mi piel cosquillear, aumentar de temperatura poco a poco al contacto con la suya. Mi estómago estaba librando una verdadera batalla consigo mismo; sentía algo muy extraño originarse ahí, aunque la sensación subía hasta mi garcanta y se desplegaba por mis miembros. Por más que quería no podía abrir los ojos, lo cual era una verdadera molestia porque necesitaba ver su rostro. Era como si estuviese en un estado de relajación total donde mis rodillas, codos, muñecas y tobillos se sentían blandos, como si estuvieran hechos de algún material esponjoso parecido al algodón de azúcar. El resto de mi cuerpo sufría una extraña mezcla de sensaciones, todas ellas demasiado agradables para ser reales. Incluso juraría que podía sentir mi cabeza flotar, pero eso era imposible porque no tenía el cráneo lleno de helio.

Jonathan dejó de besarme de nuevo y me miró fijamente a los ojos. Su expresión era tierna, pero había algo en él... como si estuviese enojado por alguna razón, como cuando peleaba con Carter o como cuando le gritaba a alguien. Parecía ira, pero estaba segura de que era otra cosa. Nadie podría sentir ira en un momento como éste.

--Te amo --susurró con voz fiera.
--Yo también, ya lo sabes --musité, antes de besarlo de nuevo.

Nuestra ropa estaba medio regada por la habitación, al rededor de la cama. Ambos teníamos sólo la interior, que, por como iban las cosas, no tardaría mucho en desaparecer también. Suspiré y luego el peor de todos los ruidos interrumpió nuestro pequeño gran momento: alguien llamaba a la puerta. Al parecer Jonathan ni siquiera había escuchado nada, así que seguimos en lo nuestro mientras yo deseaba con todas mis fuerzas que al individuo que molestaba se le cayera la mano con todo y brazo. Entonces el llamado se hizo más insistente y Jonathan pareció haberlo escuchado esta vez, porque se alejó unos centímetros de mí, respirando tan agitadamente como yo.

--Ignóralo --susurré. Lo besé de nuevo y luego la puerta otra vez me tiró de mi nube.
--¡Violeta! ¡Abre! ¡Vio, ábreme por favor! --Diego. Genial. Al muy imbécil se le habían olvidado las llaves de nuevo.

Jonathan se levantó de la cama y se puso el pantalón, luego me dio mi ropa y ambos nos vestimos rápidamente. Arreglé mi cabello un poco antes de abrir la puerta de mi habitación, como si mi hermano estuviese del otro lado con un bate en la mano, dispuesto a molerme a golpes. Atravesé el apartamento y abrí la puerta principal con una cara de pocos amigos que habría echado del lugar hasta a la visita más necia.

Luego lo vi.

Mi hermano tenía lágrimas en los ojos. Su corbata estaba medio floja al rededor de su cuello, tenía sangre en la nariz y en el labio inferior. Me miraba como si se estuviese disculpando por su repentina aparición, aunque obviamente él no tenía ni idea de qué habíamos estado haciendo Jonathan y yo en su ausencia. Diego me abrazó y me besó la coronilla. Parecía que me iba a reventar la clavícula, así que lo alejé de mí y Jonathan lo hizo pasar.

--¿Que sucedió? --preguntó Jonathan a mi hermano, ya que yo me había quedado sin palabras.
--Mamá... --contestó. La voz se le quebró a la mitad de la palabra--. Vio, mi mamá...
--¿Ella te hizo esto? --difícil de creer, lo sé--. ¡¿Por qué?!

Iba a comenzar a gritar y a maldecir a la mujer, cuando mi hermano me tomó por la muñeca y me hizo mirarlo a los ojos. Nunca lo había visto tan triste... de hecho, ni siquiera se parecía a sí mismo.

--¿Quién te golpeó? --preguntó Jonathan mientras me ponía una mano en el hombro. Pude distinguir una nota de preocupación en su voz.
--Mamá... --repetía él una y otra vez.
--¡¿Qué diablos pasó, Diego?! --grité.
--Él le volvió a pegar... yo estaba ahí y quise defenderla, pero... no sé qué pasó... fue él...

Estuve a punto de darle una bofetada, pero Jonathan tomó mi mano y me miró intencionadamente. Luego Diego habló.

--Mamá está en el hospital, Violeta... él le pegó de nuevo, y no sé si vaya a salir de ésta. Se está muriendo... --me miró de nuevo, como queriendo que le dijera algo, pero no podía abrir mi boca. Sentía el cuerpo frío hasta el tuétano.

Si no me daba bronquitis por el cambio de temperatura, me convertiría al cristianismo.

4 encontraron un motivo para comentar:

andrea!! dijo...

NOOOOOOOOOOOOO!!!!!!!!
porque dejas de escribir?? :(
siempre me dejas queriendo leer más. S I E M P R E ! xD

Gracias por el comentario que hiciste en mi blog, de verdad, casi me muero de la emoción de que lo hallas leído xD

Me quede como que: no puede ser, leyó mi blog!!:O


Jaja, esque para mi tu eres como que una persona famosa, porque escribes la mejor historia que pueda existir en todos los tiempos♥

Nunca había dicho esto, peeeero creo que me estoy empezando a enamorar de Jonathan 8-)♥
Necesito hallar a mi Jonathan YA!

Quiero saber cual es tu hipótesis acerca del final de mi blog,
me muero por saberla xD

Porfavor, porfavor, porfavor, te lo ruego, escribe pronto:$
Yo se que debes de estar muy ocupada en la escuela, o no se, pero siempre me quedo pensando ¿que pasará? jaja, pero no estoy exagerando, SIEMPRE lo pienso xD
Si no escribes pronto, me tendré que inventar lo que siguexD
oks not. no se compara en NADA♥

Bueno, creo que eso es todo:)
Oh! y oficialmente soy tu F A N #1
y nadie me lo podrá quitar ehh!

jaja, ADIOS♥










(y escribes prontoxD)

Anónimo dijo...

pff...esto era lo que me hacia falta...
leer tu historia...
vas a escribir pronto ¿verdad?

mlle.Chen dijo...

la espera merece la pena. Pero si puede ser antes, qué más podría
pedir?

otro gran capítulo:)
Pásate por mi blog: strollinsilence.blogspot.com

Unknown dijo...

hace como 3 cap que no te leia mmm crisis pero o.0 espero que escribas pronto quiero saber quele paso :S waaa como esta?

La autora

Mi foto
Betzabé
Una cosa es cierta: Sea lo que sea que estés pensando de mí, estás equivocado.
Ver todo mi perfil

Personajes

Personajes
Violeta

Jonathan

Sebastián

Diego

Amanda

Walter

Hayden

Samantha

Mateo

Oliver

Bruno

Casandra

Rodrigo

Lectores

Derechos reservados

IBSN: Internet Blog Serial Number 97-88496-54-6

Visita