domingo, junio 13

Difícil de creer. [[[[Sebastián]]]]

La primera vez que vi a Violeta ella había estado gritándole a alguien por teléfono, en pijama y con el cabello hecho un nido de pájaros. Yo bajé a su apartamento porque iba a pedirle un CD de Queen a Diego y cuando él entró para ir por el disco, pude ver a su hermana a punto de arrojar el plato que sostenía en la otra mano contra el ventanal de la sala. Ella ni siquiera notó que yo estaba parado en su puerta mirándola como imbécil y tratando con todas mis fuerzas de no reventar a carcajadas ahí mismo. "Pues no me importa -decía-. Yo no tuve la culpa y tú lo sabes. Fuiste tú quien lo hizo. No quieras venir a reclamarme por algo que tú ocasionaste, y en todo caso, ¿por qué tienes el descaro de llamarme? ¿Tienes amnesia, o sólo es tu falta de coeficiente?"

Desde ese día le puse el apodo de "pequeña salvaje". Me parecía sorprendente que una persona que lucía tan frágil pudiera inyectar tanto veneno de una sola vez. Diego me había dicho que su hermana podría haber traumado a Freud si lo hubiese conocido y éste la hubiera hecho enojar, pero yo no le creí hasta aquel momento. Me gustó. Quise entrar, decir "me llamo Sebastián, guapa, soy tu vecino de arriba", y luego besarla ahí mismo. El único problema fue que si ella era lo que parecía, iba a rebanarme el cuello antes de que pudiera acercarme siquiera, y además Diego estaría ahí para darme el tiro de gracia.

No hablé con ella hasta muchos días después. Toqué en su puerta para regresarle a Diego un videojuego que me había prestado, pero él no estaba y fue ella quien abrió la puerta. Estaba hermosa. Su rostro al verme fue de una total decepción, ya que al parecer estaba esperando a alguien más -seguramente a Jonathan-, pero me trató como si me conociera de toda la vida. Y de nuevo quise tomarla por la cintura, besarla y luego llevarla a Las Vegas para casarme con ella, pero en vez de eso me puse todo colorado, dije "gracias" y regresé a mi apartamento.

Debería admitir que saber que estaba con Jonathan se sintió como una patada en la espinilla, o como un golpe en el nervio del codo. ¿Por qué era su novia? Él era más alto que ella, pero unos cinco o diez centímetros más bajo que yo, le hacían falta unos tres años en el gimnasio para que su cuerpo se pareciera un poco al mío, tenía cara de niña con todo y los ojos verdes, además de que sus ricitos castaños le caían sobre el rostro como si hubiera usado crema para peinar y hubiera posado para un comercial diciendo "mi mami sí que me lo cuida". Lo peor fue ver cómo se miraban. Era como si yo no estuviera ahí.

Luego de que Violeta casi se asfixiara por su cómica alergia a las almendras decidí que después de todo ni siquiera la había tratado lo suficiente como para que me gustara de aquella manera. La había visto dos veces antes de querer proponerle matrimonio y ahora que lo pensaba no quería casarme tan joven. Y conocí a Jonathan. Era el tipo de chico que yo habría querido como hermano, y a pesar de que era dos años menor, parecía mucho más grande y podría ponerme en mi lugar si quisiera. Así que todo se complicó, porque a mí definitivamente me seguía gustando Violeta, pero de ninguna manera le haría daño a mi amigo.

Y ahora también estaba ella.

—...tarado cuando te hablo —Mateo bufó y se recostó en el pasto, a mi lado.
—¿Qué? —pregunté, regresando a la escuela, con mis amigos.
—Que odio cuando pones esa cara de tarado cuando te hablo —repitió él, poniendo los ojos en blanco—. Eres un imbécil, amigo.
—¿Y si la llamo? —pregunté en voz baja para que los demás no pudieran escuchar.

Había pensado en ella todo el fin de semana. No nos habíamos visto y me sorprendí al darme cuenta de que la extrañaba. Yo. Sebastián. Tenía a todas las chicas del colegio sobre mí y a mí se me ocurría tener esta extraña fijación por una chica que había agitado las pestañas y sonreído unas cuantas veces. Pero era muy extraño que ella sonriera... y tenía una sonrisa tan hermosa...

—¿Quién es la afortunada? —preguntó Mildred, una chica que conocía desde el jardín de niños y a la que odiaba con todo mi ser.
—El diablo —contesté de mala gana.
—Ahora no sólo resultó arriesgado, además es gay —dijo ella. Todos los demás rieron.
—¿Tú qué sabes? —Mateo sonrió soñadoramente bajo las gafas—. El diablo podría ser una morenaza sexy de un metro ochenta con las medidas perfectas.
—Entonces, espero que no te topes un día con el diablo —intervino Edgar, suprimiendo por completo la sonrisa de Mateo.
—¿Por qué no? —preguntó éste.
—Porque le llegarías a las rodillas, Dexter.

Todos se echaron a reír de nuevo. Edgar había estado conmigo en la secundaria, preparatoria y justo ahora, en esto que parecía más un purgatorio que un colegio intermedio. Era una escuela para fracasados con mucho dinero o gente que quería tomarse un año pero sin tener que quedarse en casa. Yo estaba ahí porque no tenía idea de qué quería hacer de mi vida. Cuando salí de la preparatoria estaba decidido a estudiar derecho, pero me acobardé unos días antes de entrar a la universidad y como tampoco quería estar en mi casa vacía todo el tiempo, le dije a mi madre que sería bueno entrar al colegio de los perdedores. Aunque aquí todos se creían súper genios de la ciencia por tener dinero, ninguno de ellos sabía qué iba a hacer en el futuro. Excepto Mateo, quien quería estudiar Ingeniería en Sistemas Computacionales, pero su padre lo había mandado a esta escuela un año para ver si recapacitaba y se decidía por Contabilidad o algo más digno de su apellido.

—Si me lo preguntas, le tengo más miedo a tu chica que a la morenaza sexy de uno ochenta —murmuró Mateo—. Pero es tu asunto. Llámala. Si un día sales con ella y comienza a empalarte o a desollarte yo estaré ahí para decir "te lo dije"... no me mires así, es broma. Yo estaré ahí para ayudarte y evitar que te mate... si es que no me mata a mí también.

No pude evitar reír. Sacudí la cabeza y me alejé del lugar. No quería que ellos escucharan ni una sola palabra de la conversación que estaba a punto de tener. Saqué el celular y busqué su nombre en la agenda. Ella contestó luego de haberme mandado al buzón una docena de veces. Sabía que tarde o temprano se hartaría y tomaría la llamada, aunque fuera sólo para mandarme con la súper-modelo dueña del infierno.

—¿Qué quieres? —contestó a manera de saludo—. ¿Vas a burlarte de mí? Porque ya se han burlado mucho de mí estos días y tú eres la última persona en el planeta con la que quiero hablar. Así que haré como que te pongo atención mientras recitas tu perorata. Escupe.
—Violeta me dijo lo que pasó en tu escuela —y sí, también odiaba el hecho de que ellos ya estaban de vacaciones y yo no—. Sam... nos hemos visto... ¿tres veces? ¿cuatro?
—Y ahora me vas a decir que estoy loca. Por eso nunca dejo que un retrasado mental me guste, sienten que son especiales porque una inadaptada social como yo anda tras ellos. Y tú eres igual. Termina de una vez por todas, porque voy a colgar en veinte segundos.
—¿Cómo puede alguien tan idiota gustarme tanto? —había pensado en voz alta. Gran error. Quise taparme la boca en cuanto lo dije, pero me vería muy afeminado y eso echaría a perder mi reputación.

Silencio. Podía escuchar la respiración de Samantha del otro lado de la línea, pero ninguno de los dos dijo una sola palabra durante un largo rato. Estuve a punto de decir "gracias, seguiré participando" y colgar, cuando ella habló.

—No soy idiota —dijo.
—Eres idiota —afirmé—. Eres tonta, presuntuosa, grosera, egoísta e idiota. Y me encanta.
—Pues gracias por los cumplidos, imbécil.
—El hecho es que Violeta me dijo lo que sucedió el viernes...
—Y es justo por eso que voy a apretujar su cuello hasta que se le boten los ojos cuando la vea —interrumpió.
—¿Te puedes callar? —soné enojado, pero necesitaba que cerrara la boca un segundo—. Esa noche estuve dando vueltas en la cama, preguntándome cómo podía alguien como tú impedirme dormir. He pensado en ti desde que despierto hasta que me acuesto y sueño contigo, Samantha. Dime loco, psicópata, enfermo si quieres, pero no estaría diciéndote esto si no estuviera harto de tenerte en mi cabeza todo el tiempo. Ya sal de ahí.
—¿Y a ti quién diablos te dio permiso de entrar en la mía, grandísimo cretino? —contestó ella con una nota de diversión en la voz.




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Hoy se abrió el cielo y Zeus me iluminó. Se ha ido mi bloqueo mental.

No saqué adelante la entrada anterior, pero decidí hacer una ronda por todos los personajes antes de "la gran aventura". Creo que no he hablado suficiente de ellos y hasta yo quiero descansar de Violeta y Jonathan por unos días.

Esta fue la primera entrega desde el punto de vista de Sebastián. Es que me di cuenta de que algunas cosas no las puedo describir desde la perspectiva de Violeta, porque obviamente ella no vive con todos los personajes, así que ustedes estarán en las cabezas de todos ellos antes del gran día. Espero que eso no les parezca aburrido.

Siento que el capítulo haya sido taaaan enorme, pero ahora que me desbloqueé creo que me dejé llevar xD

-Betzabé.

5 encontraron un motivo para comentar:

Melissa dijo...

Es bueno saber que pasa por la cabeza de los otros xD Y Sebastián me cae demasiado bien. Besos!!

andrea!! dijo...

Wow! mmm... no se que deberia decir...
Mmm... wow 8-)
No em lo esperaba para nada,
digo, yo pense que iba a llamar a Violeta, y luego me confundi todita,
haber, entonces si le gusta Violeta, o ya no le gusta? o le gusta mas Samantha?
Hay, Betzabé, odio cuando haces que todo mi mundo, bueno, todo mi mundo en tu historia, se complique.

La verdad, ame la enytrada, ya lo sabes C:

Y yo lo sabia, sabia que a Sebastian le gustaba Violeta C:

Abril G. Karera dijo...

Me gustó.
Creo que el bloqueo dejó toda una lista de cosas positivas por plasmar. :D
No me aburriré para nada. Espero los próximos capítulos :)

y aaaaaaaay qué bonitos *.*

saludos n.n

Anónimo dijo...

lo sabia!!
Sabia que a Sebastian le
gustaba Violeta!!
Yo reo que es buena idea
darnos una perspetiva de
lo que piensa cada uno.

Anónimo dijo...

wOw!!! me encantO :D
Yo tambien crei por un momentO
que llamaria a Violeta!
Me gusto saber que talvez ellos anden ... creo que formarian una bonita pareja.

Que bueno que tu bloqueo mental haya desaparecido, comenzaba a creer que ya no escribirias por lo que dijiste la vez anterior en una entrada de tu otro blog; Me encanta volver a saber de Violeta, bueno mas bien de Sebastián!!!

Tu blog de reseñas me parecio muy interesante, comenzare a leerlo tambien.

Espero y estes de maravilla. Saludos desde Colima.

Rox Tinoco.

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