tag:blogger.com,1999:blog-48219361898076018942024-03-14T01:11:28.179-07:00VioletaAlgunas veces nada sale como lo planeas...Betzabéhttp://www.blogger.com/profile/14814676873361906568noreply@blogger.comBlogger47125tag:blogger.com,1999:blog-4821936189807601894.post-78282140647046592442010-07-19T23:17:00.000-07:002010-07-20T01:57:07.470-07:00Una linda mañana [[[Oliver]]]<div style="text-align: justify;">Romina corría por toda la casa, como siempre. Entró a mi cuarto y me sacudió hasta que le arrojé una almohada a la cara, como siempre. Fue con mi tía y le dijo que yo la había golpeado, como siempre. Mi tía vino y me jaló de los pies hasta que me caí de la cama, como siempre. Dijo que era un vago y que no tenía derecho de tratar a Romina de esa manera, porque ella era una niña y sólo quería jugar conmigo... como siempre.</div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;">–Controla a tu maldita bestia, entonces –encendí un cigarrillo y ella me miró como si hubiera decapitado a alguien frente a sus ojos.</div><div style="text-align: justify;">–A veces me pregunto qué hice para merecerte. Ni siquiera eres mi hijo, no debería estar soportando esto –dijo, con las manos en la cintura—. ¿Me estás escuchando, Oliver? Báñate y lárgate antes de que me dirija a la computadora y te compre un boleto de avión a Canadá.</div><div style="text-align: justify;">—Sí que te escuché. Es sólo que no me interesa lo que dices. Tu hija se la pasa molestándome y tú jamás le dices nada, pero claro, el vago soy yo. ¿Ya viste quién está tirada en la alfombra del cuarto de Samantha? Es Hayden. Otra vez. Y claro que a ella no le dirás nada, porque es preferible que una borracha sin oficio ni beneficio vomite tu baño, a que tu sobrino, sangre de tu sangre, pida un poco de paz por una maldita noche.</div><div style="text-align: justify;">—Es la una y media de la tarde, Oliver —dijo, sin importarle mi comentario anterior—. Levántate de una vez.</div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;">Dejé que el humo que salía de mis pulmones rozara el rostro de mi tía. Ella se enfureció y salió de mi habitación con Romina pegada a sus faldas. La pequeña me hizo una mueca antes de cerrar la puerta y yo le enseñé el dedo corazón. Esa mocosa era tan diferente a su hermana que resultaba casi imposible creer que compartían el ADN. Enrollé el edredón en mi cintura y fui al cuarto de Sam, entré sin tocar antes y me arrepentí enseguida; Hayden estaba tirada en la alfombra, tal y como le había dicho antes a mi tía, pero no traía blusa y la falda descansaba plácidamente en el tocador de mi prima. Me eché a reír y le puse el pie en la mejilla, golpeándola suavemente con él para que se despertara. Luego de un rato le puse el cigarro debajo de la nariz y se despertó echando maldiciones. </div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;">—Diablos, Carter, ¿qué te sucede? Es demasiado temprano como para que estés ya inhalando esa porquería. Existe el cáncer de pulmón, ¿sabes? Se te secan los genitales y se caen.</div><div style="text-align: justify;">—¿Qué tiene que ver eso con el cáncer de pulmón, amada mía? —pregunté en tono burlón.</div><div style="text-align: justify;">—¿Eh?</div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;">Samantha entró por la puerta y se echó a reír en cuanto escuchó lo que dije. Tomó la falda de Hayden del tocador y se la arrojó a la cara antes de sentarse en la cama, junto a mí.</div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;">—¿Para qué tanta ropa negra, si traes calzones de colores? —preguntó ella sin poder aguantar la risa—. No creo que las medias de red combinen con ropa interior color arco iris, Hay.</div><div style="text-align: justify;">—A la mierda —dijo ella—. ¿Saben si anoche hice algo de lo que deba arrepentirme? Después de que me tomé la quinta absenta ya no recuerdo mucho.</div><div style="text-align: justify;">—¿Además de que dejaste que te manoseara un borracho calentón? —pregunté.</div><div style="text-align: justify;">—Ughh...</div><div style="text-align: justify;">—¡Oh! ¡Yo tengo otra! —Sam alzó la mano, como pidiendo la palabra—. Besaste a Oliver tantas veces que casi vomito en el tablero del coche.</div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;">Ambos nos echamos a reír cuando vimos la cara de Hayden. Su rostro cambió de color y se puso la falda de inmediato, antes de sacar la blusa de debajo de la cama y ponérsela también. Se levantó del suelo y atrapó mi rostro entre sus manos, haciendo que la mirara directo a los ojos. Samantha no dejaba de reír, pero yo me quedé helado en cuanto Hayden abrió la boca para hablar.</div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;">—Escúchame bien —dijo—. Si alguna vez le dices a alguien, o te atreves a recordarme lo que hice, te voy a vender por kilo en la primera carnicería que vea, ¿está claro? </div><div style="text-align: justify;">—Sólo si me das un beso, amor —contesté. Ella me soltó, tomó su bolso y bajó corriendo las escaleras.</div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;">Sam fue tras ella sin dejar de burlarse, pero yo tuve que ir más lento para no tropezarme con el edredón que aún llevaba enrollado en la cintura. El teléfono sonó antes de que pudiera encontrarme con ellas en la cocina, y como nadie tuvo la decencia de ir a contestar, me acerqué y oprimí el botón de altavoz.</div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;">—¿Qué? —pregunté. </div><div style="text-align: justify;">—Hola, hermano, ¿te importaría decirme qué hago en el coche de Samantha?</div><div style="text-align: justify;">—¿Bruno?</div><div style="text-align: justify;">—No, el hada de los dientes, Oliver, ¿tienes alguno que me puedas dar a cambio de una moneda?</div><div style="text-align: justify;">—Vamos a desayunar, ¿vienes?</div><div style="text-align: justify;">—De hecho estaba pensando en quedarme aquí, ¿sabes? Me gusta descansar en la parte de atrás de un auto con el sol golpeándome la cara cuando estoy crudo. </div><div style="text-align: justify;">—Fue tu culpa. Me sorprende que no te haya dado un ataque cardíaco ni nada parecido. ¿Qué tanto fumaste anoche? Estabas emocionadísimo con la máquina de burbujas.</div><div style="text-align: justify;">—Ni me lo recuerdes. Prepárame unos hot cakes, ¿no? Entro enseguida.</div><div style="text-align: justify;">—Vete al diablo, Bruno, entra y prepárate tu propia comida —oprimí el botón de nuevo y colgué.</div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;">Unos segundos después abrí la puerta para dejar entrar al muñeco de trapo que decía ser mi mejor amigo. Me pregunté dónde estarían mis tíos y Romina, pero la verdad era que no me importaba ni un rábano. Podían irse derechito al infierno si querían. </div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;">—Lindo atuendo —dijo Bruno mientras caminábamos hacia la cocina. Me quitó el cigarrillo y le dio unas cuantas fumadas antes de devolverlo. Lo tiré en el bote de basura porque, por más que fuera mi amigo, el aliento de Bruno era peor que el de una nutria.</div><div style="text-align: justify;">—¿Segura? Mhmm... creo que sí. Bueno, sería mejor que nos viéramos en casa de Sebastián, ¿no? Ah, por supuesto. Sí. ¿Hoy? No sé. Vete al carajo, Violeta. Pues vaya bromitas las tuyas, y ahora que recuerdo, me debes una buena explicación acerca de... ¿Qué? ¿Oliver? ¿Para qué? Oh, vamos, él no va a decir nada, se los puedo asegurar. ¿Qué? No, claro que no. Bueno, ¿y qué piensan hacer? ¿Lavarle el cerebro? No seas idiota, Violeta. ¡No es cierto! Ahora que lo pienso, él podría ayudar. Sí, te odia a ti, pero a mí no. Entonces que nos maten a todos. Ah, tírate de un puente, maldita obsesiva.</div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;">Samantha colgó el celular y nos miró sorprendida cuando se percató de que habíamos escuchado toda su conversación. Hayden estaba demasiado distraída mirando cómo se calentaba su taza de café en el microondas como para prestarnos atención alguna, pero pude ver que sus hombros se tensaron en cuanto notó nuestra presencia en el lugar.</div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;">—Hablando con tus amigos raros, ¿eh? —dije.</div><div style="text-align: justify;">—Parece que se traen algo entre manos —observó Bruno.</div><div style="text-align: justify;">—Eso no te importa —dijo Hayden, que de pronto pareció restarle importancia al microondas.</div><div style="text-align: justify;">—Estaban hablando de mí. La rara y Sam. Así que, sí, Hayden, me importa y mucho.</div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;">Violeta. Esa chica había hecho que mi hermosa y perfecta nariz se viera chueca. Había dejado una marca de sus asquerosos dientes en el dorso de mi mano derecha. Y había provocado que Samantha y yo nos peleáramos por primera vez en la vida. Antes era cuestión de apoyar a Bruno, pero ahora era algo personal. Cuando Bruno me contó lo que había pasado entre él y Jonathan, me dediqué a fastidiarles la existencia a él y a todos sus amigos sólo por diversión. Ni siquiera me interesaba odiarlos de verdad, porque jamás me habían hecho nada a mí. Pero ahora todo era diferente. </div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;">Ella era algo atractiva. Recuerdo que la primera vez que la vi hasta me gustó porque parecía odiar a todos y jamás dejaba que un chico se le acercara a menos de diez metros de distancia. Me parecía extraña, pero original. Luego me di cuenta de que le encantaba llamar la atención haciéndose la víctima siempre. Las mujeres así nunca fueron mi tipo, así que una semana después de su llegada, dejó de interesarme por completo. Entonces las peleas con Jonathan se hicieron parte de la rutina, y por consecuencia también lo fueron las visitas a la oficina del director y las amenazas de expulsión. El muy idiota se maquillaba los moretones de la cara, como si la gente no fuera a notar que era un perdedor, de cualquier forma.</div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;">—Sam, ¿ya le llamaste? —pregunté de pronto, recordando nuestra conversación de anoche.</div><div style="text-align: justify;">—No... estaba pensando... —ella dudó un poco, miró a Bruno y Hayden, quienes se habían enfrascado en una conversación de lo más banal, y prosiguió—. Estaba pensando en hablar con él más tarde, hoy Hay y yo vamos a ir a su casa y...</div><div style="text-align: justify;">—¿Hay y tú?</div><div style="text-align: justify;">—Oliver... —ella miró de nuevo a los chicos y se acercó un poco más a mí, colocando sus labios cerca de mi oído—. Se supone que nadie además de nosotros debe saber esto, pero... si me pasa algo... </div><div style="text-align: justify;">—¿Cómo que "si te pasa algo"?</div><div style="text-align: justify;">—Vamos a... me refiero a Jonathan, Vio, Sebas, los tórtolos imbéciles, el enano ñoño, Walter, Hay y yo... </div><div style="text-align: justify;">—¿De qué, maldita sea, estás hablando, Samantha?</div><div style="text-align: justify;">—Vamos a meternos a la casa de un señor muy importante, ¿sí? Alguien que con sólo tronar los dedos podría mandarnos a todos a la guillotina. Vamos a robarle unos papeles y nos van a pagar por ello. Hayden, Walter y Jonathan lo están planeando todo muy bien, pero existe la posibilidad de que nos atrapen y nos maten o algo parecido. Si lo hacen... si me pasa algo... yo quiero que seas tú quien lo arregle todo, ¿sí? No quiero un funeral donde mi ataúd esté rodeado de ancianas chillonas, mejor has una fiesta. Quiero que lleves mi ataúd a La Cueva, quiero que pongan música de Crystal Castles y que todos los invitados fumen porros mientras bailan...</div><div style="text-align: justify;">—¿¡Qué diablos te pasa!? —grité—. ¡No vas a ir con ésos imbéciles a arriesgarte como si no importara nada más! ¿¡Qué hay de tu familia!? ¿¡Qué hay de tu madre, de Hernán, de Romina!? ¿¡Qué hay de mí!? ¡No vas a ir a un lugar donde es seguro que te van a matar, sólo por diversión, Samantha! ¡No lo harás! ¿Y qué clase de amigos te has conseguido, si te invitan a participar en un suicidio colectivo? ¡Ni siquiera yo soy tan idiota, por el amor de Dios!</div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;">Bruno y Hayden habían interrumpido su conversación para escuchar mi letanía. Samantha me miró con los ojos como platos y gritó mi nombre unas veinte veces cuando salí de la cocina y fui a mi cuarto. Me puse los pantalones, una camiseta negra y la chamarra de cuero que apestaba a marihuana por la noche anterior. Me coloqué las botas y salí hecho un vendaval en dirección a la puerta, prendiendo otro cigarrillo en el camino. Sam me tomó por el brazo antes de que abriera la puerta del auto y me hizo mirarla.</div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;">—¿Adónde vas, Oliver?</div><div style="text-align: justify;">—A casa de tu amiguito Jonathan. Le voy a pedir amablemente que se vaya a sugerir idioteces a otra parte, porque nuestra familia ya tiene suficientes problemas —me solté de su agarre y entré al auto.</div><div style="text-align: justify;">—Jonathan no está en su casa, Oliver, está con Violeta y tú no sabes dónde vive ella.</div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;">Salí del auto y entré a la casa de nuevo. Fui hasta la cocina con Sam pisándome los talones, y me acerqué tranquilamente, como si nada pasara, a Hayden. </div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;">—¿Está bueno el desayuno? —pregunté.</div><div style="text-align: justify;">—Delicioso —dijo ella, tomando un trozo de comida para llevárselo a la boca.</div><div style="text-align: justify;">—Oye, Hay, ¿tú sabes dónde vive Violeta? </div><div style="text-align: justify;">—¿Te acuerdas de la casa que me gustó un día que me llevaste al concierto de U2?</div><div style="text-align: justify;">—La enorme con las ventanas negras.</div><div style="text-align: justify;">—Ella vive en el edificio de enfrente.</div><div style="text-align: justify;">—¿Ah sí? ¿Y vive en el primer piso, o más arriba?</div><div style="text-align: justify;">—Pues no tengo la menor idea, cada que vamos es Walter quien nos dice dónde bajar y yo nunca he puesto atención en el número que aprieta en el ascensor... Yo creo que los señores que abren la puerta han de conocerla —comió otro bocado y me miró, pensativa—. Y a todo esto, ¿tú para qué quieres saber dónde vive Violeta?</div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;">Di la media vuelta, quité a Sam de mi camino, y salí otra vez de la casa para meterme al auto. Lo encendí y dejé a mi prima gritando maldiciones en la acera. Por lo poco que entendí, ella iba a descuartizarme en cuanto regresara. </div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;">Ese Jonathan podía ser un lindo costal de Box y eso me divertía, pero si se metía con mi familia, yo iba a hacer algo más que dejarle el ojo morado.</div>Betzabéhttp://www.blogger.com/profile/14814676873361906568noreply@blogger.com3tag:blogger.com,1999:blog-4821936189807601894.post-41143119369710962142010-07-05T17:30:00.000-07:002010-07-05T19:03:14.438-07:00Niñera [[[Oliver]]]—¿Has visto a <span class="blsp-spelling-error" id="SPELLING_ERROR_0">Bruno</span>? —grité para que <span class="blsp-spelling-error" id="SPELLING_ERROR_1">Hayden</span> pudiera escucharme por encima del ruido de la música.<br />—¿Qué? —preguntó mientras se acercaba más a mí para poder escuchar.<br />—Que si sabes dónde se metió <span class="blsp-spelling-error" id="SPELLING_ERROR_2">Bruno</span> —grité.<br /><br /><span class="blsp-spelling-error" id="SPELLING_ERROR_3">Hayden</span> negó con la cabeza y me abrazó. Estaba bastante ebria y seguro dormiría en casa de mis tíos para que sus papás no se enteraran. A ella no le gustaba que yo fumara y siempre rompía mis cigarrillos como si fuera mi madre, pero yo no podía decirle nada si se embriagaba porque se ponía de mal humor. Además, tenía que cargarla hasta el auto y después subirla a la habitación de <span class="blsp-spelling-error" id="SPELLING_ERROR_4">Sam</span> sin que se despertara, o comenzaría a gritar como una histérica.<br /><br />Me sentía un poco responsable por ella. Su hermano era un imbécil que se juntaba con Violeta y todos los nuevos <span class="blsp-spelling-error" id="SPELLING_ERROR_5">amiguitos</span> de <span class="blsp-spelling-error" id="SPELLING_ERROR_6">Sam</span>. Nunca estaba en las fiestas y estaba seguro de que ni siquiera la había visto borracha. Era una niña. Tenía quince años y yo diecinueve, por eso sentía que tenía que cuidarla, estar siempre al pendiente de ella... Pero por ahora no tenía tiempo para escuchar sus quejas ni sus repetitivas historias sobre cuánto extrañaba a su <span class="blsp-spelling-error" id="SPELLING_ERROR_7">noviecito</span> inglés. Tenía que buscar a <span class="blsp-spelling-error" id="SPELLING_ERROR_8">Bruno</span> antes de que le diera una <span class="blsp-spelling-error" id="SPELLING_ERROR_9">sobredosis</span> o algo parecido.<br /><br />Fui hasta el costado del lugar, donde había cubículos para que las parejas tuvieran sexo sin tener que salir de ahí. Los abrí todos, uno por uno, esperando que <span class="blsp-spelling-error" id="SPELLING_ERROR_10">Bruno</span> hubiera conseguido un ligue y así poder llevármelo de una buena vez. Las parejas ni siquiera se daban cuenta de que un intruso abría sus cortinas, algunos estaban demasiado drogados y otros demasiado ebrios como para notar mi presencia. Abrí la novena cortina y vi a <span class="blsp-spelling-error" id="SPELLING_ERROR_11">Sam</span> en el diván, sentada con las rodillas en el pecho. Miré alrededor y entré. Me senté a su lado y la miré durante unos segundos, esperando a que dijera algo, pero no lo hizo.<br /><br />—¿Qué haces aquí? —pregunté.<br />—<span class="blsp-spelling-error" id="SPELLING_ERROR_12">Sebastián</span> me llamó hace unos días. Me dijo que le gustaba, pero... ¿y si no es cierto?<br /><br />Me quedé callado. <span class="blsp-spelling-error" id="SPELLING_ERROR_13">Samantha</span> solía arreglar sus problemas ella sola, contándome lo que le sucedía sólo para desahogarse y no para que le diera un consejo, pero ¿sobre su vida amorosa? Ella nunca hacía eso. Ni siquiera creía que ella tuviera una vida amorosa. Se besaba con los tipos de las fiestas y a veces hasta dormía con ellos si estaba medio borracha, pero ¿un novio? No, jamás. Y ahora estaba aquí, <span class="blsp-spelling-error" id="SPELLING_ERROR_14">completamente</span> sobria, sola en un cubículo apartada de la fiesta y pensando en un tipo al que <span class="blsp-spelling-error" id="SPELLING_ERROR_15">prácticamente</span> acababa de conocer. Algo <span class="blsp-spelling-error" id="SPELLING_ERROR_16">definitivamente</span> andaba mal.<br /><br />—¿Te das cuenta de lo patética que suenas?<br />—Sí.<br />—Sí que te gusta, ¿no es cierto? —ella se recostó, poniendo su cabeza en mis piernas.<br />—Sí.<br />—Oye, es un idiota... bueno... no...<br />—Ni siquiera lo conoces —dijo. Hablaba lento y en voz baja, como si apenas estuviera poniendo atención a lo que decía.<br />—No lo conozco, pero tiene que ser un idiota para que tú le gustes.<br />—Tú eres un idiota y no te gusto —musitó.<br />—Pero porque si me gustaras sería algo enfermo.<br />—Me dijo que pensaba mucho en mí. Violeta le contó lo imbécil que te portaste en la biblioteca y todo lo que dijiste.<br />—¿Violeta? —otra vez ella. En todo estaba esa Violeta.<br />—Estaba muy ocupada pensando en cómo la iba a torturar cuando la viera, pero hoy como que terminé de procesar que eso no importaba mucho, porque... yo le gusto a <span class="blsp-spelling-error" id="SPELLING_ERROR_17">Sebastián</span>.<br />—Te voy a decir algo —dije—. Tú ve a buscar a <span class="blsp-spelling-error" id="SPELLING_ERROR_18">Sebastián</span>. <span class="blsp-spelling-error" id="SPELLING_ERROR_19">Llámale</span>, o lo que quiera que pretendas hacer. Habla con él. Yo me ocupo de torturar a Violeta. Y si ese inútil te hace algo, también me encargo de él ¿está bien?<br />—Gracias —<span class="blsp-spelling-error" id="SPELLING_ERROR_20">Sam</span> me miró y me besó la mejilla.<br />—¿Estás consciente de que si vuelves a hacer eso, te voy a sacar las rótulas con un tenedor?<br />—Por supuesto que sí.<br /><br />Me levanté del diván, dejando caer su cabeza en una de las almohadas. No sabía para qué se preocupaban por adornar tanto el lugar, si al fin y al cabo sólo se usaba para tener sexo de una noche. Ni siquiera creía que alguna pareja de novios hubiese tenido sexo ahí alguna vez. Al salir del cubículo me topé con <span class="blsp-spelling-error" id="SPELLING_ERROR_21">Bruno</span>. Traía una copa en una mano y un porro en la otra.<br /><br />—¿Con tu prima? ¡Con tu prima! —balbuceó él. Tenía los ojos entrecerrados y echaba humo de la boca como si fuera un tren.<br />—¿Dónde diablos has estado toda la noche, idiota?<br />—Yo... yo estaba... ¡mira, luces! —observó el láser del techo como si nunca antes lo hubiera visto. Me dieron ganas de romperle la nariz, pero al día siguiente no recordaría por qué, así que no merecía la pena.<br />—¿Qué te has metido, <span class="blsp-spelling-error" id="SPELLING_ERROR_22">Bruno</span>?<br />—¡Nada, amigo! ¡Estoy bien! ¡De verdad!<br />—¿Dónde está <span class="blsp-spelling-error" id="SPELLING_ERROR_23">Hayden</span>? Nos vamos.<br />—Oh, ¡amo esa canción! —Lo tomé por la manga mientras él comenzaba a bailar y me asomé por la cortina de nuevo.<br />—<span class="blsp-spelling-error" id="SPELLING_ERROR_24">Sam</span>, busca a <span class="blsp-spelling-error" id="SPELLING_ERROR_25">Hayden</span>, ya vámonos de este lugar.<br /><br /><span class="blsp-spelling-error" id="SPELLING_ERROR_26">Samantha</span> marcó un número en su celular y sonrió.<br /><br />—No tiene idea de lo que dice, pero creo que está en la barra. Lo bueno de que dejen entrar a menores de edad, es que siempre los encuentras en la barra. ¿No es horrible? No tomé ni una copa... y tú también estás sobrio. Estamos perdiendo el toque.<br />—Vendremos mañana, pero sólo nosotros dos. Ya estoy harto de tener que cuidar adictos y ebrias con problemas <span class="blsp-spelling-error" id="SPELLING_ERROR_27">existenciales</span>... —pensé unos segundos y rectifiqué—. Vendremos sólo si <span class="blsp-spelling-error" id="SPELLING_ERROR_28">Sebastián</span> no te manda por un tubo. Tampoco tengo ganas de emborracharme con alguien con líos amorosos.<br />—¿<span class="blsp-spelling-error" id="SPELLING_ERROR_29">Oliver</span>?<br />—¿<span class="blsp-spelling-error" id="SPELLING_ERROR_30">Mhmm</span>? —alcé la cabeza para ver si encontraba a <span class="blsp-spelling-error" id="SPELLING_ERROR_31">Hayden</span> en la barra y lo hice: estaba besando a un tipo que parecía tener más brazos que un pulpo.<br />—¿De verdad es una buena idea que vaya a buscar a <span class="blsp-spelling-error" id="SPELLING_ERROR_32">Sebastián</span>?<br />—Escucha, lleva a <span class="blsp-spelling-error" id="SPELLING_ERROR_33">Bruno</span> al auto ¿sí? Yo voy por <span class="blsp-spelling-error" id="SPELLING_ERROR_34">Hayden</span>.<br />—Pero <span class="blsp-spelling-error" id="SPELLING_ERROR_35">Oliver</span>...<br /><br />Dejé a <span class="blsp-spelling-error" id="SPELLING_ERROR_36">Bruno</span> con <span class="blsp-spelling-error" id="SPELLING_ERROR_37">Samantha</span> y caminé hasta la barra. Genial. Por cómo estaban besando a <span class="blsp-spelling-error" id="SPELLING_ERROR_38">Hayden</span>, parecía que ni siquiera se daría cuenta si en cualquier momento el tipo aquel le desaparecía la blusa. Logré abrirme paso entre los cuerpos apretujados que bailaban al ritmo de la música electrónica y llegué hasta donde el chico comenzaba a meter las manos donde no debía.<br /><br />—¡<span class="blsp-spelling-error" id="SPELLING_ERROR_39">Hayden</span>! —grité, pero ella seguía ocupada en lo suyo.<br /><br />Empujé al tipo por el hombro y escuché una vaga exclamación de su parte. <span class="blsp-spelling-error" id="SPELLING_ERROR_40">Hayden</span> lo miró, luego a mí, sonrió y me besó. Su aliento era alcohólico, sus labios sabían a tequila y su piel <span class="blsp-spelling-error" id="SPELLING_ERROR_41">olía</span> a la loción del tipo al que acababa de besar. Enredó sus manos en mi cabello, atrayéndome hacia ella, y cuando la tomé por la cintura para empujarla, enroscó sus piernas en mi cadera. Genial. Ahora tenía pegado a un <span class="blsp-spelling-error" id="SPELLING_ERROR_42">changuito</span> besucón del que no me podía deshacer.<br /><br />—<span class="blsp-spelling-error" id="SPELLING_ERROR_43">Hayden</span>... deja de... ¡<span class="blsp-spelling-error" id="SPELLING_ERROR_44">Hayden</span>! —grité cuando me dio un respiro.<br />—<span class="blsp-spelling-error" id="SPELLING_ERROR_45">Oliver</span>... —me besó de nuevo, pero esta vez fue más fácil alejarme de ella.<br />—Mañana te vas a arrepentir —dije—. Yo ya lo estoy haciendo...<br /><br />La cargué y caminé con ella en brazos hacia la salida, donde <span class="blsp-spelling-error" id="SPELLING_ERROR_46">Sam</span> ya estaba al volante de coche con <span class="blsp-spelling-error" id="SPELLING_ERROR_47">Bruno</span> totalmente dormido en el asiento de atrás. Subí y ella condujo hasta la casa. No hablamos. <span class="blsp-spelling-error" id="SPELLING_ERROR_48">Bruno</span> hacía ruidos como un león hambriento y era muy molesto... lo dejaríamos ahí hasta que despertara en la mañana y se diera cuenta de que se había puesto mal otra vez. <span class="blsp-spelling-error" id="SPELLING_ERROR_49">Hayden</span> despertaba de vez en cuando, me besaba y se volvía a dormir.<br /><br />—Pues no parece que te vaya tan mal —dijo <span class="blsp-spelling-error" id="SPELLING_ERROR_50">Samantha</span> en tono burlón.<br />—Va a ser genial recordárselo mañana ¿no? —reí.<br />—Eso puedes apostarlo.<br /><br /><br />______________________________________________________<br /><span style="font-style: italic;">Hola niñas!!! Bueno, había problemas en casa y lo más cerca que estuve de Internet fue <span class="blsp-spelling-error" id="SPELLING_ERROR_51">twitter</span>, así que no había podido actualizar, pero acá estoy. No he muerto <span class="blsp-spelling-error" id="SPELLING_ERROR_52">xD</span></span><br /><br /><span style="font-style: italic;">El punto de vista de <span class="blsp-spelling-error" id="SPELLING_ERROR_53">Oliver</span> va a ser de dos partes, porque hay mucho que decir de éste personaje. Si se aburren, me dicen, ¿¿eh??</span><br /><br /><span style="font-style: italic;"><span class="blsp-spelling-error" id="SPELLING_ERROR_54">Betzabé</span>.</span>Betzabéhttp://www.blogger.com/profile/14814676873361906568noreply@blogger.com1tag:blogger.com,1999:blog-4821936189807601894.post-62043143248938587652010-06-17T15:46:00.001-07:002010-06-18T00:26:17.483-07:00Lejos. [[[[Hayden]]]]<div style="text-align: justify;">Acaricié el pasto húmedo, cerré los ojos, olí el aire... no era Londres.<br /><br />Extrañaba mi país. Quería más que cualquier cosa regresar a Inglaterra; hablar de la Reina, recorrer las calles de Londres, ir a Knightsbridge y hacer compras en Harrods. Extrañaba el colegio, los pilares blancos soportando la marquesina que rezaba "Qeen's College" en todo su esplendor. Quería que las visitas a Yorkshire los fines de semana regresaran, quería volver a ver a Caitlyn, Heather, Julianne y Harriet, salir con ellas a Covent Garden y saltar en los charcos que casi vivían en las avenidas. Pero sobre todo extrañaba a Alec.<br /><br />La decisión fue tomada por mis padres sin algún tipo de democracia. Un día se levantaron y papá resolvió que regresaríamos a la tierra de mi madre, que ella había pasado más de veinte años alejada de los suyos y que era justo que nosotros hiciéramos sacrificios como los que ella hizo una vez. Era estúpido mi padre. Podría haberme dejado en uno de esos bonitos internados, pero alegó que no sería buena idea alejarme de Walter. ¿Alejarme de Walter? En Londres jamás estuvimos en la misma escuela. Era raro vivir en México, donde las escuelas estaban plagadas de alumnos de ambos sexos. Antes Walter y yo no convivíamos mucho, él se iba con sus amigos y yo con las mías. Pero papá decidió también que ahora viviríamos como una bonita familia mexicana.<br /></div><br />Odiaba este país. Aborrecía los días calurosos, gracias al clima tuve que cambiar mi guardarropa por completo. Adiós a las botas de lluvia. Adiós a las bufandas. Adiós a todo. Las calles aquí eran horribles, con esas líneas amarillas en las banquetas, los autos haciendo ruido y sus volantes del lado equivocado. Las casas eran todas de concreto frío y sin clase, estaban pegadas unas a otras sin jardines o bardas que las separaran. Los uniformes de las escuelas eran todos iguales... igual de feos.<br /><div style="text-align: justify;"><br />Y se sorprendieron de que me costara adaptarme. Mamá pasaba su tiempo molestando: al llegar aquí se le olvidó todo lo que había aprendido en Gran Bretaña. Dejó de hablar inglés y al principio yo no entendía nada de lo que decía, razón por la cual -además de mi rencor hacia su persona por haberme apartado del lugar a donde pertenecía- dejé de notar su presencia en la casa, o mejor dicho, decidí ignorarla. Walter socializó más rápido de lo que yo habría imaginado, llegó una semana después de que nos inscribieron a la preparatoria con Jonathan prendido a él como si se conocieran desde siempre. Mi hermano hablaba el español perfectamente bien, lo había aprendido mirando películas policíacas y series con subtítulos. En cambio, tuvieron que pasar algunos meses antes de que yo pudiera decir "hola" sin vomitar bilis.<br /><br />Samantha fue la única en el colegio que decidió no burlarse de mi cabello rubio y mis ojos claros. ¡Cómo había odiado que todos me llamaran Barbie! En Londres muchas de las chicas del colegio tenían el mismo color de cabello y ojos que yo, pero aquí mi pálida piel resaltaba como un farol rojo en medio de la oscuridad. A Sam le conté todo. Le dije cómo era Londres, cómo olía el aire en Yorkshire, a qué sabía el agua no embotellada... le conté sobre Alec.<br /><br />Alexander era un chico del Dulwich College, compañero de Walter a quien mi hermano odiaba con todo su corazón por motivos estúpidos. Era también hermano de Harriet, una de mis mejores amigas. Pero sobre todo, Alexander Vaughan era el chico con el que creí que pasaría toda mi vida. Teníamos planes de entrar a la misma universidad y seguir juntos después de terminar la carrera, pero los intereses de mi madre siempre eran más importantes que cualquier otra cosa y jamás le interesó nada que no fuera regresar a su maldito país.<br /><br />Alec hizo todo un drama cuando le dije que dejaríamos Londres. Juró que jamás volvería a pelear con mi hermano, incluso se disculpó por todos los moretones que le había causado ya, fue a hablar con mi padre para rogarle que no me llevara con ellos, se metió al Queen's College una noche y dejó en el escritorio de la directora una nota que supuestamente había mandado mi padre para decir que olvidara darme de baja porque me iba a quedar. Esa vez casi lo expulsan de Dulwich por insensato. Alec le suplicó a mi madre que cambiara de opinión acerca de regresar a América, trató de convencerla diciéndole que en ningún otro lugar Walter y yo tendríamos la educación que podíamos tener en Inglaterra.<br /><br />Ante los rechazos de mis padres y luego de que los suyos llamaran a mi casa para disculparse por sus impertinencias, nos escapamos juntos a Windsor. Consiguió una habitación, robó dinero a sus padres y nos fuimos en el auto de mi abuela, quien al parecer apoyaba nuestra trágica y romántica situación con los ochenta años que cargaba sobre sus hombros. La policía nos encontró dos semanas después y yo subí al avión que me alejaba de todo lo que quería en la vida hecha una furia.<br /><br />Contrario a lo que se podría pensar, Samantha no se echó a reír ni se burló de mí diciendo que una chica de quince años y un adolescente de dieciocho no podrían estar juntos para siempre ni aunque a Zeus se le diera la gana. No fastdió con que mi obsesión por Inglaterra era una estupidez ni se ofendió por todas las veces que maldije su país, sus tradiciones y su idioma. Samantha era más grande que yo y me trataba como a una hermana pequeña. Ella y su familia eran lo único bueno que yo había podido encontrar en América.<br /><br />—¿Por qué tan sola, Quighley? —y otra vez esa voz. Aunque esta vez no estaba en mi cabeza.<br />—¿Qué haces aquí? —pregunté sin despegar la cara del pasto y sin abrir los ojos. Sabía quién era, sólo que no estaba de humor para aguantarlo.<br />—El parque es propiedad de todos, no sólo de los extranjeros chulos que se sienten dueños de todo —rió con ironía.<br />—¿Y me lo dice un mexicano? Porque de otro modo tendré que patearte el trasero.<br />—He vivido más tiempo aquí que en Canadá. Ya soy producto nacional... y además, no tengo ese acento tan extraño que tienes tú.<br />—Aunque vivieras en Canadá no tendrías mi acento, Oliver —dije de mala gana—. Soy inglesa. Tengo más clase de la que tú podrías llegar a tener algún día.<br />—¿Desprecio británico, Quighley? Creí que el rencor entre europeos y americanos era puro mito.<br />—No cuando los americanos arruinan tu vida... no cuando tu madre americana arruina tu vida.<br /><br />Abrí los ojos y si no hubiera sido por la rapidez de su mano al taparme la boca, mi grito habría ahuyentado a todas las palomas que buscaban alimento junto a la presa, y de paso atraído a los policías que se encontraran diez cuadras a la redonda. Oliver estaba acostado junto a mí, con su hombro casi tocando el mío, y yo ni siquiera me había dado cuenta.<br /><br />—¡Tranquila! Ni que hubieras visto a Jack el Destripador —soltó una sonora carcajada y me miró burlonamente—. Si no lo viste en Londres que es donde vivió, no lo verás aquí, Hayden.<br />—¿Sabes qué? Seguramente tengo cosas mejores que hacer, como por ejemplo echarme a dormir. Nos vemos luego, Oliver.<br /><br />Me levanté del suelo y sacudí el pasto mojado que se me había pegado a las piernas. Tal vez... sólo tal vez, lo bueno del clima caluroso era que podía usar falda sin tener que usar unas gruesas mallas abajo para que no se me congelara la piel.<br /><br />—A mí también me gusta Korn —dijo él, mirando mi blusa intencionadamente.<br />—Qué bueno que me dices —contesté mientras retiraba un poco de césped de mi cabello—. Llegando a casa voy a quemar todos sus discos y las camisetas también.<br />—Estás dejando muy mal parados a los de tu tierra, Quighley. Se supone que los ingleses son educados, no una bola de gente sin cortesía.<br />—No tengo por qué demostrar mis modales frente a zánganos como tú, Carter.<br />—¿De verdad estás tan enojada? Eres la primera persona en toda la historia a quien le pido disculpas. Deberías estar agradecida.<br /><br />Una semana antes, Oliver había dicho que cuando era niño le escupió a una bandera de Inglaterra. Lo que me molestó fue que ni siquiera lo dijo como una anécdota de su infancia: me miró directo a los ojos, ignorando a sus tíos, a Sam, a Romina y al hockey. Quería hacerme sentir mal. Oliver Carter aprovechaba cualquier situación para recordarme que probablemente jamás regresaría a Europa. Disfrutaba haciendo que se me formara un nudo en la garganta y que tuviera la repentina necesidad de golpear una de las horribles paredes de concreto con el puño.<br /><br />—Si no hubiese un maldito charco separándome de mi país, yo ya no estaría aquí. No es mi culpa, Carter. Y sí, estoy enojada. Me repugna que te empeñes en hacerme sentir mal. Eres mi amigo... se supone que deberías apoyarme, ¿no crees?<br />—¿Ya dije que eres la única persona a la que le he pedido perdón? —preguntó, ignorando mi comentario.<br /><br />Lo miré a regañadientes. Estaba echado en el pasto justo donde yo había estado unos segundos atrás, recargado sobre los codos. Usaba esa chamarra de cuero que llevaba a todas partes y sus pantalones tenían un agujero en el muslo. Era guapo. Violeta le había roto la nariz y la tenía torcida ahora, pero seguía siendo muy atractivo. Lástima que fuera tan imbécil. Con todo, me senté a su lado y puse la cabeza entre las piernas, estirando la tela negra de la falda para no enseñar de más.<br /><br />—Quiero regresar, Oliver —odié que se me quebrara la voz—. Quiero regresar y no puedo. Quiero tener la vida que tenía antes.<br /><br />Dejé que las lágrimas de impotencia cayeran por mis mejillas y comencé a sollozar audiblemente. No importaba que Carter estuviera ahí. Él y Samantha eran los únicos con quienes podía hacer rabietas y llorar sin que se burlaran. Oliver no habló, se quedó en su lugar completamente en silencio y unos segundos después percibí el olor del cigarrillo que acababa de encender. Odiaba que fumara, pero no dije nada. Sentí su cerpo cerca del mío y luego sus brazos me envolvieron, acunando mi cabeza contra su pecho.<br /><br />No había nada bueno en México, pero por lo menos tenía con quien desahogarme.<br /></div>Betzabéhttp://www.blogger.com/profile/14814676873361906568noreply@blogger.com4tag:blogger.com,1999:blog-4821936189807601894.post-88788476345365846662010-06-13T02:28:00.000-07:002010-06-13T03:49:38.406-07:00Difícil de creer. [[[[Sebastián]]]]<div style="text-align: justify;">La primera vez que vi a Violeta ella había estado <span class="blsp-spelling-error" id="SPELLING_ERROR_0">gritándole</span> a alguien por teléfono, en pijama y con el cabello hecho un nido de pájaros. Yo bajé a su apartamento porque iba a pedirle un <span class="blsp-spelling-error" id="SPELLING_ERROR_1">CD</span> de <span class="blsp-spelling-error" id="SPELLING_ERROR_2">Queen</span> a Diego y cuando él entró para ir por el disco, pude ver a su hermana a punto de arrojar el plato que sostenía en la otra mano contra el ventanal de la sala. Ella ni siquiera notó que yo estaba parado en su puerta mirándola como imbécil y tratando con todas mis fuerzas de no reventar a carcajadas ahí mismo. "Pues no me importa -decía-. Yo no tuve la culpa y tú lo sabes. Fuiste tú quien lo hizo. No quieras venir a reclamarme por algo que tú ocasionaste, y en todo caso, ¿por qué tienes el descaro de llamarme? ¿Tienes amnesia, o sólo es tu falta de coeficiente?"<br /><br />Desde ese día le puse el apodo de <span style="font-style: italic;">"pequeña salvaje"</span>. Me parecía sorprendente que una persona que lucía tan frágil pudiera inyectar tanto veneno de una sola vez. Diego me había dicho que su hermana podría haber <span class="blsp-spelling-error" id="SPELLING_ERROR_3">traumado</span> a <span class="blsp-spelling-error" id="SPELLING_ERROR_4">Freud</span> si lo hubiese conocido y éste la hubiera hecho enojar, pero yo no le creí hasta aquel momento. Me gustó. Quise entrar, decir <span style="font-style: italic;">"me llamo <span class="blsp-spelling-error" id="SPELLING_ERROR_5">Sebastián</span>, guapa, soy tu vecino de arriba"</span>, y luego besarla ahí mismo. El único problema fue que si ella era lo que parecía, iba a <span class="blsp-spelling-error" id="SPELLING_ERROR_6">rebanarme</span> el cuello antes de que pudiera acercarme siquiera, y además Diego estaría ahí para darme el tiro de gracia.<br /><br />No hablé con ella hasta muchos días después. Toqué en su puerta para <span class="blsp-spelling-error" id="SPELLING_ERROR_7">regresarle</span> a Diego un <span class="blsp-spelling-error" id="SPELLING_ERROR_8">videojuego</span> que me había prestado, pero él no estaba y fue ella quien abrió la puerta. Estaba hermosa. Su rostro al verme fue de una total decepción, ya que al parecer estaba esperando a alguien más -seguramente a <span class="blsp-spelling-error" id="SPELLING_ERROR_9">Jonathan</span>-, pero me trató como si me conociera de toda la vida. Y de nuevo quise tomarla por la cintura, besarla y luego llevarla a Las Vegas para casarme con ella, pero en vez de eso me puse todo colorado, dije <span style="font-style: italic;">"gracias"</span> y regresé a mi apartamento.<br /><br />Debería admitir que saber que estaba con <span class="blsp-spelling-error" id="SPELLING_ERROR_10">Jonathan</span> se sintió como una patada en la espinilla, o como un golpe en el nervio del codo. ¿Por qué era su novia? Él era más alto que ella, pero unos cinco o diez centímetros más bajo que yo, le hacían falta unos tres años en el gimnasio para que su cuerpo se pareciera un poco al mío, tenía cara de niña con todo y los ojos verdes, además de que sus <span class="blsp-spelling-error" id="SPELLING_ERROR_11">ricitos</span> castaños le caían sobre el rostro como si hubiera usado crema para peinar y hubiera posado para un comercial <span class="blsp-spelling-corrected" id="SPELLING_ERROR_12">diciendo</span> "<span style="font-style: italic;">mi <span class="blsp-spelling-error" id="SPELLING_ERROR_13">mami</span> sí que me lo cuida</span>". Lo peor fue ver cómo se miraban. Era como si yo no estuviera ahí.<br /><br />Luego de que Violeta casi se asfixiara por su cómica alergia a las almendras decidí que después de todo ni siquiera la había tratado lo suficiente como para que me gustara de aquella manera. La había visto dos veces antes de querer proponerle matrimonio y ahora que lo pensaba no quería casarme tan joven. Y conocí a <span class="blsp-spelling-error" id="SPELLING_ERROR_14">Jonathan</span>. Era el tipo de chico que yo habría querido como hermano, y a pesar de que era dos años menor, parecía mucho más grande y podría ponerme en mi lugar si quisiera. Así que todo se complicó, porque a mí <span class="blsp-spelling-error" id="SPELLING_ERROR_15">definitivamente</span> me seguía gustando Violeta, pero de ninguna manera le haría daño a mi amigo.<br /><br />Y ahora también estaba ella.<br /><br />—...<span class="blsp-spelling-error" id="SPELLING_ERROR_16">tarado</span> cuando te hablo —Mateo bufó y se recostó en el pasto, a mi lado.<br />—¿Qué? —pregunté, regresando a la escuela, con mis amigos.<br />—Que odio cuando pones esa cara de <span class="blsp-spelling-error" id="SPELLING_ERROR_17">tarado</span> cuando te hablo —repitió él, poniendo los ojos en blanco—. Eres un imbécil, amigo.<br />—¿Y si la llamo? —pregunté en voz baja para que los demás no pudieran escuchar.<br /><br />Había pensado en ella todo el fin de semana. No nos habíamos visto y me sorprendí al darme cuenta de que la extrañaba. Yo. <span class="blsp-spelling-error" id="SPELLING_ERROR_18">Sebastián</span>. Tenía a todas las chicas del colegio sobre mí y a mí se me ocurría tener esta extraña fijación por una chica que había agitado las pestañas y sonreído unas cuantas veces. Pero era muy extraño que ella sonriera... y tenía una sonrisa tan hermosa...<br /><br />—¿Quién es la afortunada? —preguntó <span class="blsp-spelling-error" id="SPELLING_ERROR_19">Mildred</span>, una chica que conocía desde el jardín de niños y a la que odiaba con todo mi ser.<br />—El diablo —contesté de mala gana.<br />—Ahora no sólo resultó arriesgado, además es <span class="blsp-spelling-error" id="SPELLING_ERROR_20">gay</span> —dijo ella. Todos los demás rieron.<br />—¿Tú qué sabes? —Mateo sonrió <span class="blsp-spelling-error" id="SPELLING_ERROR_21">soñadoramente</span> bajo las gafas—. El diablo podría ser una <span class="blsp-spelling-error" id="SPELLING_ERROR_22">morenaza</span> <span class="blsp-spelling-error" id="SPELLING_ERROR_23">sexy</span> de un metro ochenta con las medidas perfectas.<br />—Entonces, espero que no te topes un día con el diablo —intervino <span class="blsp-spelling-error" id="SPELLING_ERROR_24">Edgar</span>, suprimiendo por completo la sonrisa de Mateo.<br />—¿Por qué no? —preguntó éste.<br />—Porque le llegarías a las rodillas, <span class="blsp-spelling-error" id="SPELLING_ERROR_25">Dexter</span>.<br /><br />Todos se echaron a reír de nuevo. <span class="blsp-spelling-error" id="SPELLING_ERROR_26">Edgar</span> había estado conmigo en la secundaria, preparatoria y justo ahora, en esto que parecía más un purgatorio que un colegio intermedio. Era una escuela para fracasados con mucho dinero o gente que quería tomarse un año pero sin tener que quedarse en casa. Yo estaba ahí porque no tenía idea de qué quería hacer de mi vida. Cuando salí de la preparatoria estaba decidido a estudiar derecho, pero me acobardé unos días antes de entrar a la universidad y como tampoco quería estar en mi casa vacía todo el tiempo, le dije a mi madre que sería bueno entrar al colegio de los perdedores. Aunque aquí todos se creían <span class="blsp-spelling-error" id="SPELLING_ERROR_27">súper</span> genios de la ciencia por tener dinero, ninguno de ellos sabía qué iba a hacer en el futuro. Excepto Mateo, quien quería estudiar Ingeniería en Sistemas Computacionales, pero su padre lo había mandado a esta escuela un año para ver si recapacitaba y se decidía por <span class="blsp-spelling-error" id="SPELLING_ERROR_28">Contabilidad</span> o algo más digno de su apellido.<br /><br />—Si me lo preguntas, le tengo más miedo a tu chica que a la <span class="blsp-spelling-error" id="SPELLING_ERROR_29">morenaza</span> <span class="blsp-spelling-error" id="SPELLING_ERROR_30">sexy</span> de uno ochenta —murmuró Mateo—. Pero es tu asunto. <span class="blsp-spelling-error" id="SPELLING_ERROR_31">Llámala</span>. Si un día sales con ella y comienza a <span class="blsp-spelling-error" id="SPELLING_ERROR_32">empalarte</span> o a <span class="blsp-spelling-error" id="SPELLING_ERROR_33">desollarte</span> yo estaré ahí para decir "te lo dije"... no me mires así, es broma. Yo estaré ahí para ayudarte y evitar que te mate... si es que no me mata a mí también.<br /><br />No pude evitar reír. Sacudí la cabeza y me alejé del lugar. No quería que ellos escucharan ni una sola palabra de la <span class="blsp-spelling-error" id="SPELLING_ERROR_34">conversación</span> que estaba a punto de tener. Saqué el celular y busqué su nombre en la agenda. Ella contestó luego de haberme mandado al buzón una docena de veces. Sabía que tarde o temprano se hartaría y tomaría la llamada, aunque fuera sólo para mandarme con la <span class="blsp-spelling-error" id="SPELLING_ERROR_35">súper</span>-modelo dueña del infierno.<br /><br />—¿Qué quieres? —contestó a manera de saludo—. ¿Vas a burlarte de mí? Porque ya se han burlado mucho de mí estos días y tú eres la última persona en el planeta con la que quiero hablar. Así que haré como que te pongo atención mientras recitas tu perorata. Escupe.<br />—Violeta me dijo lo que pasó en tu escuela —y sí, también odiaba el hecho de que ellos ya estaban de vacaciones y yo no—. <span class="blsp-spelling-error" id="SPELLING_ERROR_36">Sam</span>... nos hemos visto... ¿tres veces? ¿cuatro?<br />—Y ahora me vas a decir que estoy loca. Por eso nunca dejo que un retrasado mental me guste, sienten que son especiales porque una inadaptada social como yo anda tras ellos. Y tú eres igual. Termina de una vez por todas, porque voy a colgar en veinte segundos.<br />—¿Cómo puede alguien tan idiota gustarme tanto? —había pensado en voz alta. Gran error. Quise taparme la boca en cuanto lo dije, pero me vería muy afeminado y eso echaría a perder mi reputación.<br /><br />Silencio. Podía escuchar la respiración de <span class="blsp-spelling-error" id="SPELLING_ERROR_37">Samantha</span> del otro lado de la <span class="blsp-spelling-corrected" id="SPELLING_ERROR_38">línea</span>, pero ninguno de los dos dijo una sola palabra durante un largo rato. Estuve a punto de decir <span style="font-style: italic;">"gracias, seguiré </span><span style="font-style: italic;" class="blsp-spelling-error" id="SPELLING_ERROR_39">participando</span><span style="font-style: italic;">"</span> y colgar, cuando ella habló.<br /><br />—No soy idiota —dijo.<br />—Eres idiota —afirmé—. Eres tonta, presuntuosa, grosera, egoísta e idiota. Y me encanta.<br />—Pues gracias por los cumplidos, imbécil.<br />—El hecho es que Violeta me dijo lo que sucedió el viernes...<br />—Y es justo por eso que voy a apretujar su <span class="blsp-spelling-corrected" id="SPELLING_ERROR_40">cuello</span> hasta que se le boten los ojos cuando la vea —interrumpió.<br />—¿Te puedes callar? —soné enojado, pero necesitaba que cerrara la boca un segundo—. Esa noche estuve dando vueltas en la cama, preguntándome cómo podía alguien como tú impedirme dormir. He pensado en ti desde que despierto hasta que me acuesto y sueño contigo, <span class="blsp-spelling-error" id="SPELLING_ERROR_41">Samantha</span>. <span class="blsp-spelling-error" id="SPELLING_ERROR_42">Dime</span> loco, psicópata, enfermo si quieres, pero no estaría diciéndote esto si no estuviera harto de tenerte en mi cabeza todo el tiempo. Ya sal de ahí.<br />—¿Y a ti quién diablos te dio permiso de entrar en la mía, <span class="blsp-spelling-error" id="SPELLING_ERROR_43">grandísimo</span> cretino? —contestó ella con una nota de diversión en la voz.<br /><br /><br /><br /><br />______________________________________________________<br /><span style="font-style: italic;">Hoy se abrió el cielo y </span><span style="font-style: italic;" class="blsp-spelling-error" id="SPELLING_ERROR_44">Zeus</span><span style="font-style: italic;"> me iluminó. Se ha ido mi bloqueo mental. </span><br /><br /><span style="font-style: italic;">No saqué adelante la entrada anterior, pero decidí hacer una ronda por todos los personajes antes de "la gran aventura". Creo que no he hablado suficiente de ellos y hasta yo quiero descansar de Violeta y </span><span style="font-style: italic;" class="blsp-spelling-error" id="SPELLING_ERROR_45">Jonathan</span><span style="font-style: italic;"> por unos días. </span><br /><br /><span style="font-style: italic;">Esta fue la primera entrega desde el punto de vista de </span><span style="font-style: italic;" class="blsp-spelling-error" id="SPELLING_ERROR_46">Sebastián</span><span style="font-style: italic;">. Es que me di cuenta de que algunas cosas no las puedo describir desde la perspectiva de Violeta, porque obviamente ella no vive con todos los personajes, así que ustedes estarán en las cabezas de todos ellos antes del gran día. Espero que eso no les parezca aburrido.</span><br /><br /><span style="font-style: italic;">Siento que el capítulo haya sido </span><span style="font-style: italic;" class="blsp-spelling-error" id="SPELLING_ERROR_47">taaaan</span><span style="font-style: italic;"> enorme, pero ahora que me desbloqueé creo que me dejé llevar </span><span style="font-style: italic;" class="blsp-spelling-error" id="SPELLING_ERROR_48">xD</span><br /><br /><span style="font-style: italic;">-Betzabé.</span><br /></div>Betzabéhttp://www.blogger.com/profile/14814676873361906568noreply@blogger.com5tag:blogger.com,1999:blog-4821936189807601894.post-89176476342325625762010-05-28T14:44:00.000-07:002010-06-09T14:03:15.199-07:00El mundo es un pañuelo.<div style="text-align: justify;"><span style="font-size:100%;">—Muévete, Carter y dame eso —intenté tomar la lista, pero él fue más rápido y la alejó de mí.<br /><br />Puso la mano sobre su cabeza, moviendo la lista como un pequeño señuelo que yo debía alcanzar. Salté dos veces para poder arrebatarle la hoja, pero él reía y la ponía más arriba, impidiendo siquiera que yo la tocara. Carter puso su mano en mi frente y me alejó como si fuera un mocoso fastidioso al que quería mantener alejado. Jalé del cuello de su chamarra de cuero y salté de nuevo, quitándole por fin la nota.<br /><br />—Guau, eso fue ingenioso —Oliver me tomó de la cintura cuando le di la espalda y volvió a quitarme la hoja. Comenzaba a sentirme realmente torpe.<br />—Déjala, Carter —Jonathan quitó sus dedos de mi blusa y me alejó de él tanto como pudo.<br /><br />Samantha y Hayden se alinearon con nosotros. Walter caminó hasta ponerse frente a mí. Por unos segundos pensé que Carter iba a golpearlo o algo parecido, pero solamente le extendió la lista y se dio la media vuelta. Bruno me miró como si fuera una cucaracha asquerosa y me hizo una seña con la mano. Esta vez, en contra de todo lo que me había prometido el día en que peleamos, me solté de la mano de Jonathan y me arrojé sobre él. Puse mis piernas alrededor de su cintura y le jalé el cabello tan fuerte como pude, él trató de tirarme, pero yo estaba bien aferrada a su espalda y solamente ayudó a que mis dedos se afianzaran mejor en su melena.<br /><br />—Ay, maldición —musitó Jonathan—. Aquí vamos de nuevo.<br /><br />Entonces, justo cuando pensé que todo el mundo comenzaría a pelear, Carter apartó de un empujón a Jonathan y me tomó de la cintura con un brazo, quitando mis dedos del cabello de su amigo con la otra mano. Pataleé y traté de rasguñarle la cara, pero él era fuerte y no pude hacer más que resignarme. Bruno estuvo a punto de golpearme el rostro cuando Carter paró su golpe con la misma mano que había utilizado para liberar los cabellos del mismo. Todos lo miramos estupefactos, mis piernas aún estaban a varios centímetros del suelo y él parecía aguantar mi peso sin ningún esfuerzo.<br /><br />—Ya, contrólense —dijo éste.<br /><br />Oliver me depositó en el suelo y ayudó a Jonathan a levantarse del mismo, éste dudó un poco antes de aceptar la mano que le tendían y luego de unos segundos estaba parado junto a mí con la misma cara de sorpresa que yo. Bruno comenzó a soltar maldiciones y calló cuando Carter le miró fulminante. Samantha caminó hacia él y lo miró furiosa, con ambas manos en la cintura.<br /><br />—¿Me quieres decir qué diablos estabas pensando? —preguntó ésta. Carter bajó la vista y negó con la cabeza.<br />—Cierra la boca, Samantha —dijo.<br />—¿Cerrar la boca? —preguntó ella, con las cejas enarcadas—. Espera a que le diga a mamá lo que has estado haciendo. Eres un idiota. Voy a llamar a tu padre y le voy a decir que te lleve con él. ¿Eso es lo que quieres?<br />—Oye, no me armes un teatro, ¿sí? Tú te la pasas molestando gente y yo nunca te digo nada. Además, no sabía que te habías unido al club de los perdedores. Ni siquiera sabía que estuvieras enterada de dónde estaba la biblioteca de la escuela.<br />—¿Sabes qué? No voy a llamar a tu padre. Yo misma te voy a subir en el primer avión que salga a Canadá. Ya tenemos una oveja negra en la familia y lamento decirte que ésa soy yo, ahora lárgate y no fastidies.<br />—¿Ah sí? Pues por si no recuerdas acabo de ahorrarle unos cuantos moretones a éste defecto de la naturaleza —ladró él, mirándome furioso—. Si vas a decirle a mi papá lo que he hecho desde que entré a la escuela, por lo menos déjame disfrutar mis últimos momentos aquí. Le partiré la cara a ése imbécil, a ella le voy a dar una buena lección y al hermano de tu amiguita le voy a rapar la cabeza, ¿qué te parece?<br />—Lárgate, Oliver —dijo ella, ignorando el comentario de Carter—. Ve a golpear indefensos a otro lado.<br />—¿Es ése chico del que tanto me hablas, no? ¿Santiago? No... —se corrigió—. Sebastián. Por eso has estado tan rara, ¿verdad? Por eso defiendes a éstos idiotas. Si te juntas con las cucarachas, van a salirte patas.<br />—Vete al infierno —me pareció, aunque no estuve muy segura, que la voz de Samantha se quebraba.<br />—Tú vas a venir conmigo, ¿no? Porque, aunque ahora seas la defensora de los tarados, y aunque te hayas enamorado de un fulano que acabas de conocer... tú y yo fuimos cortados con la misma tijera, primita. ¿Soy un bravucón? Sí, bueno... tú no eres precisamente un ángel del Señor.<br /><br />Pensé que Samantha le iba a arrancar la cabeza cuando él se acercó y le besó la frente en un gesto burlón. Creí que le amputaría las piernas y los brazos con unas tijeras o que agarraría la engrapadora de la bibliotecaria -que gracias al cielo estaba ausente- y le cerraría los labios con un poco de metal. En lugar de eso y para mi sorpresa, Samantha giró y le hizo una seña a Hayden para que la siguiera. Ambas salieron de la biblioteca, seguidas por Oliver y Bruno. Jonathan y yo nos miramos como si acabáramos de presenciar el fin del mundo y hubiésemos sobrevivido, o como si ya hubiéramos descubierto la piedra filosofal...<br /><br />—¿Qué diablos fue eso? —pregunté.<br />—No tengo idea —aceptó, negando con la cabeza.<br />—Punto número uno —dijo Walter, sonriéndome—. Al parecer Samantha sólo nos trata bien porque le gusta ése temible amigo tuyo de las mejillas coloreadas con crayón. Punto número dos... yo pienso que es la primera vez que ella y Carter se pelean así.<br />—¿Cómo? —preguntó Jonathan—. ¿Tú ya sabías que Carter y Sam eran primos?<br />—Ay, claro que sí —puso los ojos en blanco, como si la pregunta resultara absurda.<br />—¿Y no se te ocurrió decirlo alguna vez? —pregunté—. Algo como "oigan, chicos, Samantha es familiar del tipo que quiere asesinarlos cada vez que los ve", o un casual "¿ya les dije que Sam es prima de un homicida?". Cualquiera de las dos habría funcionado perfectamente, Walt.<br />—Creí que ya lo sabían —se encogió de hombros—. Todo el mundo lo sabe.<br />—Pues disculpa si no nos pasó por la cabeza que pudiera haber dos aficionados a la lucha callejera en una misma familia, Walter. La próxima vez lo tendré en mente.<br />—Sí, eso sería una buena idea —coincidió éste, ingenuamente.<br /><br /><br /><br /><br /><br />Mi mente estaba nublada. Sabía que había estado durmiendo los últimos minutos... tal vez horas, pero no recordaba haberme quedado frita en un lindo sillón, ni que un candelabro hermoso hecho de cristales reflectantes que proyectaban cientos de arco iris en la habitación sería lo primero que vería al abrir los ojos. Escuché voces en la cocina, charlando en voz baja. Recordé entonces que Jonathan, Walter y yo habíamos ido a casa de Sebastián porque ellos querían contarle lo que había pasado en la biblioteca... no la parte donde habíamos descubierto la historia familiar de Sam, sino el hecho de que ahora Carter había leído aquella lista que tenía como título "<span style="font-style: italic;">Cosas que se necesitan para entrar a robar los documentos</span>". Sí, había sido tonto dejar que Walter fuera quien escribiera la lista, y más tonto que Jonathan no le cambiara el nombre en cuanto lo leyó.<br /><br />Me levanté del sofá y fui a la cocina. Jonathan y Sebastián reían y conversaban, pero no vi a Walt por ninguna parte, así que creí que se había ido. Me froté los ojos con ambas manos para aclarar la visión y resultó contraproducente; podía ver puntitos de luz en las caras de los chicos.<br /><br />—¿Sebastián? —pregunté, y creo que ambos voltearon a verme.<br />—No, Willy Wonka —dijo él—. No recuerdo que una siesta en mi sillón favorito haya estado incluida en el boleto dorado. Lo siento por ti, no heredarás mi fábrica de chocolates.<br /><br />Jonathan se echó a reír y caminó hacia mí. Me tomó por la cintura y me besó.<br /><br />—Niños, no comiencen con esas porquerías enfrente de mí. Acabo de comer, ¿saben?<br />—Cierra la boca —dije, soñolienta.<br />—Comen carne frente a los pobres —dijo en voz baja—. Eso no es justo.<br /><br />Entonces, repentinamente alerta, recordé lo que había sucedido esa mañana en la biblioteca de la escuela. Sonreí maliciosa y besé a Jonathan de nuevo, sabiendo que Sebastián no mantendría cerrada la boca.<br /><br />—Oye —dijo—. Si vas a besarlo a él, por lo menos ven a darme un poco a mí también. No te haría daño probar un postre diferente al que siempre pides. Soy la especialidad de la casa.<br />—No deberías hacer eso —fruncí el ceño. Su respuesta no era la que yo había esperado, y Jonathan... bueno, él sólo se echó a reír en lugar de decirle algo.<br />—Mírame, soy demasiado sexy como para que puedas resistirte.<br />—Eres un caso perdido —avancé hasta la barra de la cocina y mordisqueé una manzana.<br />—Sólo bromeaba —contestó.<br />—Oye, ¿sabías que le gustas a Samantha? —miré los dibujos que había pegados al refrigerador y tomé uno, contemplándolo detenidamente—. ¿Cuántos años tenías cuando dibujaste esto?<br />—Cuatro —respondió, serio hasta lo imposible—. ¿Cómo que le gusto a Samantha?<br />—¿Y tu madre lo guardó? Tienes veintiún años, esto podría alejar a tus chicas... —reí.<br />—Era todo un artista, no puede deshacerse de ellos —puso los ojos en blanco.<br />—Tienes suerte —dije—. Mi mamá veía mis dibujos y al siguiente día ya estaban en la basura. Creo que jamás guardó uno.<br />—Sí, bueno, a veces yo desearía que mi madre fuera un poco más como la tuya —contestó, sarcástico—. ¿Quién te dijo lo de Samantha?<br />—Si tu madre fuera un poco más como la mía, tú ya no vivirías aquí —musité—. Me lo dijo ella, hoy... bueno, no me lo dijo exactamente a mí, pero...<br />—¿Qué dijo? —interrumpió.<br />—Bueno... tampoco fue exactamente ella quien lo dijo...<br />—Vamos, Violeta, ya dime qué pasó.<br />—¿Qué pasó? Pasó que por lo visto a ella le fascinó tu estupidez. Probablemente le gustan los que bromean para ocultar la ignorancia.<br /><br />Jonathan se echó a reír, pero Sebastián pareció ofendido. Entonces me tomó por la cintura y acercó su rostro al mío lo suficiente como para que su aliento tocara mis mejillas. A Jonathan se le fueron las ganas de seguir burlándose y Sebas me soltó.<br /><br />—Basta de tonterías —dijo—. Ahora ustedes dos van a decirme qué dijo Sam.<br />—Ay, al nene le gusta la niña ruda —dije.<br />—A tí te gusta un tipo que se desmaya cada que pisa un hospital y yo nunca me he burlado de eso... digo... bueno... ricitos es una nena y yo no te hago burla ¿o sí? Así que deja de decir estupideces y cuéntame lo que pasó.<br /><br />Bien hecho. Jonathan estaba enojado, Sebatián realmente parecía enojado... y yo... estaba junto al refrigerador, tratando de recuperarme. Tal vez habría sido más correcto quedarme otro rato echada en el sillón.</span><br /></div>Betzabéhttp://www.blogger.com/profile/14814676873361906568noreply@blogger.com6tag:blogger.com,1999:blog-4821936189807601894.post-43658488864705573992010-05-21T23:57:00.000-07:002010-05-22T01:33:20.698-07:00Hayden, la Diosa.<div style="text-align: justify;"><span style="font-size:85%;">Era el último día de escuela. Había estado tan ocupada sintiendo lástima por mí misma los últimos meses, que había ignorado por completo el cambio de semestre y las últimas semanas de libertad. En unos meses entraría a la universidad y yo había echado por la borda cada uno de los preciosos momentos que pude haber pasado con mis compañeros de clases. Justo ahora, en vez de preocuparnos por despedir y abrazar a los amigos que jamás volveríamos a ver, estábamos sentados en una de las mesas de la biblioteca con las cabezas juntas, mirando el mapa de Jonathan y la lista que había hecho en su casa con las cosas que necesitaríamos.<br /><br />Jamás vlvería a pisar las instalaciones de esa escuela y yo estaba más preocupada por planear bien nuestro próximo acto criminal, ése que nos colocaría oficialmente como una de las pandillas de malandrines más buscadas de la ciudad... o del país. Mis notas habían resultado un completo asco. Los profesores no me habían reprobado única y exclusivamente porque en el pasado había sido una excelente alumna y no creyeron conveniente hacer que me quedara otro año para escarmentar.<br /><br />—Tengo micrófonos en casa —decía Jonathan con la voz más baja que le había escuchado jamás—. Los uniformes los va a conseguir Sebastián. Semantha, te voy a necesitar en una de las entradas con él, por cierto. Hay que pasar inadvertidos y ustedes son los únicos que de verdad dan miedo. Van a ayudar a Vio a entrar a la casa, mi contacto los va a presentar como los nuevos guardias y así no correrán peligro.<br />—¿Por qué Samantha? —preguntó Rodrigo, que había permanecido con los dedos entrecruzados bajo la barbilla, pensativo.<br />—Ya lo dije —dijo Jonathan—. Ella da miedo.<br />—Es una chica —alegó éste—. A nadie le da miedo una chica, y si algo sale mal, preferiría arriesgar a uno de nosotros que a una de ellas, si me lo preguntas.<br />—Pues nadie te preguntó —Samantha lo miró furibunda y lo hizo callar—. No es justo que yo me pierda toda la diversión mientras Violeta se da la buena vida. Quiero ayudar. Ella se va a arriesgar más que cualquiera de nosotros y yo me sentiría mediocre si no coopero en algo... pero claro, ¿cómo diablos vas a saber de qué hablo, si tú vas a estar a medio kilómetro de la casa, vigilando con un par de binoculares? Además de que tu novia va a estar contigo. Gran hazaña, mi amigo, me sorprende tu tenacidad.<br />—Basta, los dos —intervino Jonathan a buena hora.<br /><br />A veces, por más impertinente que resultara, me agradaba tener a Samantha cerca para decir lo que yo habría dicho si no me hubiese propuesto no meterme en más problemas gracias a mi bocaza. Ella era un clon mío, pero con el cabello teñido de color zanahoria y rubio, y unos ojos tan verdes como los de Jonathan.<br /><br />Me di cuenta de que Jonathan no miraba nunca a Rodrigo. Cuando le dirigía la palabra no lo volteaba a ver, sino que fijaba la vista en algo alejado de su persona, como un estante o una pared. Me pregunté si a Jonathan todavía le dolía el recuerdo de lo que había sucedido hacía ya tanto tiempo. ¿Podría ser que odiara tanto a Rodrigo que no podía ni verlo a la cara? O tal vez le daba asco. Hayden me había dicho que le repugnaba ver a Rodrigo porque le parecía que cada una de las palabras que salían de su boca eran de lo más sosas y antipáticas, dijo que le resultaba más divertido ver una piedra completamente gris e inanimada, que verlo a él. Tal vez para Jonathan, Rodrigo carecía de personalidad tanto como para Hayden y era por eso que no se molestaba en observar su rostro.<br /><br />En cambio, el novio de Casandra pasaba la mitad de su tiempo mirándolo a él. Incluso Walter se había dado cuenta y había comentado que comenzaba a dudar acerca de la sexualidad del muchacho. "<span style="font-style: italic;">¿Quién sabe?</span> había dicho, <span style="font-style: italic;">¿Qué tal si te besó para que él terminara contigo y así tener el camino libre para conquistarlo? Yo creo que tantas miraditas de reojo significan algo</span>." Yo me había echado a reír, por supuesto, pero me pregunté si de verdad Rodrigo miraba tanto a Jonathan por una razón específica, aunque ésta no fuera su dudosa orientación sexual. Rodrigo miraba fijamente al chico que estaba sentado junto a mí, negaba con la acabeza cuando éste sugería algo, se encogía cuando le pedía su opinión a regañadientes, fruncía el ceño si Jonathan le hablaba mal a Casandra y parecía tenso cuando se hablaba de su papel en el plan. <span style="font-style: italic;">Es un cobarde, nada más</span>,<span style="font-style: italic;"> </span>pensé<span style="font-style: italic;">, sólo está aquí porque no tiene pensado dejar sola a Cass.</span><br /><span style="font-style: italic;"></span><br /><span style="font-style: italic;"></span>Y Cassandra me miraba fijamente todo el tiempo. Podía sentir su desprecio en cada centímetro de mi piel y me pregunté cómo había podido cambiar tanto nuestra relación en tan poco tiempo. Habíamos tardado más en arreglarnos de nuestro primer pleito, que en pelear y gritarnos otra vez. A lo mejor Casandra y yo ya no éramos mejores amigas. Me era difícil pensar que dos personas podían tener una relación de amistad tan envidiable cuando una de las dos partes ansiaba con todas sus fuerzas desnucar a la otra. Por supuesto que era Casandra quien quería desnucarme a mí... probablemente me torturaría un poco antes de hacerlo, porque en su mirada podía leer que lo que menos quería era que yo tuviera una muerte rápida e indolora. Por un momento quise regresar el tiempo, o ser capaz de arreglar las cosas con ella. Quería que volviera a ser mi confidente y que me perdonara por todas las veces que la había hecho sentir mal. Quería que me pidiera perdón por no haber estado conmigo cuando más la necesitaba, porque, me di cuenta, no era ella la única resentida.<br /><br />—Walter, tú vendrás conmigo. Vamos a entrar, pero no hasta la oficina; tenemos que cuidarle las espaldas a Vio —Jonathan miró a Walt y pude ver en su mirada ese respeto y toda la admiración que le tenía. Pude ver también que era recíproco, porque ellos, después de todo, eran los mejores amigos.<br /><br />Y Sebatián lo era también. Walter era la mano derecha de Jonathan. Estaba segura de que le confiaría la propia vida a su amigo sin pensarlo dos veces. Para Jonathan, el apellido de la Confianza era Walter. Por otro lado, Sebastián era ese chico con el que podía hablar de cualquier cosa. Sebas era como el hermano que jamás tuvo, porque podían pelear y gritarse durante horas sin hacerse daño de verdad. Y Jonathan tenía suerte, porque Walt y Sebas lo querían a él de la misma manera.<br /><br />—Hayden —dijo éste, firmemente—. Tú te quedas en la camioneta con Mateo. Necesito que me des instrucciones y eres una chica inteligente. Sabrás tomar buenas decisiones.<br />—¿Ella? —de nuevo Rodrigo. Samantha le dedicó una mirada fulminante y éste retrocedió.<br />—Escucha, idiota —intervino Jonathan, para mi sorpresa—. Si vas a estar en esto, debes comenzar a confiar en el equipo. Mateo es pequeño pero tiene más cerebro que todos nosotros juntos. Samantha es una chica, pero esa chica te partiría la espina dorsal con un sólo movimiento si se lo propusiera. Sebastián es algo tonto, pero defendería tu estúpido cuerpo asqueroso con el suyo si estuviera en sus manos. Walter jamás comete errores, si no confías en él estás frito. Violeta buscaría la manera de protegernos a todos aunque su vida misma estuviera en peligro. Y Hayden... <span style="font-style: italic;">ella</span> piensa en todo a la vez; sabrá cómo arreglar cualquier complicación si ésta sucediera. Al parecer, los únicos aquí que no tienen nada que aportar son tú y tu noviecilla, así que más vale que comiences a respetar al equipo, porque la próxima vez que dudes de alguien por su tamaño, su intelecto, su sexo o su edad, te las verás conmigo.<br /><br />Miré las expresiones de todos ahí. Casandra estaba boquiabierta, me miró de reojo y alzó la barbilla en un gesto obstinado y orgulloso. Hayden sonreía como si alguien le hubiese dado el título de Deidad, pude ver que estaba orgullosa de sí misma, porque con todo y sus escasos quince años, tenía la tarea más difícil de todas: dirigir correctamente al grupo. Samantha miraba a Jonathan como si fuese su retoño y estuviese orgullosísima de él, incluso pude escuchar un <span style="font-style: italic;">"ése es mi chico"</span> que salía de sus labios. Walter estaba impávido, callado, pero había un atisbo de diversión en sus ojos. Y Rodrigo... él tenía la cara toda roja y los ojos furiosos.<br /><br />—Hecho —habló Rodrigo finalmente.<br />—Y una cosa más —Jonathan apartó la mirada del chico y sonrió despreocupado, como si no hubiera pasado nada—. Que nadie se entere de nada o estamos perdidos.<br /><br />Todos se levantaron de la mesa, incluyéndome. Rodrigo y Casandra apresuraron el paso hacia la salida. Hayden y Samantha se estiraron, relajando los múculos tensos por estar tanto tiempo en la misma posición. Walter se colocó junto a su hermana y comenzó a juguetear con un mechón rosado de cabello que resaltaba sobre un rubio casi blanco. Jonathan me tendió la mano y me besó la frente.<br /><br />—Todo está listo —dijo—. Sólo esperaremos a que Sebas consiga los uniformes y Mateo planee cómo mantendrá las cámaras apagadas durante todo el tiempo que estemos dentro. ¿No te emociona?<br />—La última vez, casi nos arrestan —sonreí—. Mi padre decía que era estúpida por creer que algún día haría algo importante contigo como amigo. Yo creo que mi padre se equivocaba.<br />—Puede que no sea algo muy trascendental —admitió—. Pero creo que nos vamos a divertir mucho. Y ni siquiera tenemos que buscar pruebas inútiles.<br /><br />Ambos miramos el anillo que tenía en la mano derecha. Las pequeñas esferas moradas que parecían tener incrustados cientos de pequeños fragmentos de cristal centelleante habían sido una vez la posible pista de un asunto de la escuela. Al final, la piedra no había servido de nada y Jonathan se las había arreglado para modelarla e incrustarla junto a unos pequeñísimos diamantes en el centro del anillo que me regaló en mi cumpleaños. Yo seguía sin entender cómo un anillo tan sencillo y discreto, podía llevar una descripción tan ostentosa e increíble.<br /><br />De pronto la lista que había estado en la mano de Jonathan fue arrebatada de ésta por unos dedos largos y delgados que tenían cicatrices en los nudillos. Pude ver la forma de mis dientes en el dorso de la mano y supe quién era casi al instante. Yo le había mordido la mano a Oliver Carter en primer año porque no dejaba de fastidiarme con su lápiz.<br /><br />—¿Qué es eso tan divertido de lo que nadie se puede enterar? —preguntó con una sonrisa burlona, mirando la lista con las cejas enarcadas.<br /><br />El cabello de Oliver era del mismo tono rubio que el de Hayden y Walter. Una vez me había preguntado si él era extranjero también, pero la respuesta llegó por sí sola cuando conocí a su padre en una feria: Los padres de Carter eran canadienses, por eso el apellido fuera de lugar y el aspecto de típico chico guapo de película. Para su mala suerte, los chicos de las películas normalmente eran amables y caballerosos, mientras que Carter era un completo cretino. En esos momentos un mechón de sus cabellos le caía sobre los ojos, proyectando una leve sombra que le cubría las pecas de los pómulos. Su nariz estaba algo torcida gracias a la fractura que yo le había provocado en una pelea estúpida. Al parecer, Oliver tenía en su cuerpo más recuerdos míos de los que le gustaría admitir.<br /><br />—Cambio de planes —musitó Jonathan, tan bajo que sólo yo pude oírlo.<br /></span></div>Betzabéhttp://www.blogger.com/profile/14814676873361906568noreply@blogger.com3tag:blogger.com,1999:blog-4821936189807601894.post-51646848983166523902010-05-14T18:39:00.000-07:002010-05-14T20:06:50.623-07:00Un equipo<div style="text-align: justify;"><span style="font-size:85%;">—¡¿Esta cosa es Mateo?! —preguntó Samathta con las cejas enarcadas por la incredulidad.<br /><br />Nos habíamos juntado en casa de Sebas porque su madre había viajado a sabrázeusdónde y no volvería hasta dentro de dos meses. Mi hermano había regresado con Amanda y se había puesto a gritar maldiciones y a lanzar amenazas de muerte porque resultó que habían ido a buscar a mi padre y habían encontrado la casa vacía... Hicimos una votación y por decisión unánime se acordó que mientras Diego actuara de aquella manera (aunque todos sabíamos que no era su culpa) nos reuniríamos en casa de mi amigo.<br /><br />Jonathan, Sebastián y un chico que tenía el tamaño de un chícharo, usaba anteojos pequeños y aferraba contra su pecho una computadora portátil que medía tal vez lo mismo que un cuaderno para la escuela, habían llegado anunciándose con un azotón de puerta. Todos nos levantamos como si nos hubiesen llamado y cuando Sebastián nos presentó al muchacho... bueno, digamos que nos costó mucho trabajo no echarnos a reír en ese mismo instante. Para nuestra mala suerte, Samantha poseía la misma agilidad bucal que yo -pero que yo ya había aprendido a controlar-, e hizo aquel desafortunado comentario mientras aferraba un tazón de palomitas de maíz como si fuera el mayor tesoro sobre la faz de la Tierra.<br /><br />El muchacho nos miró a todos por encima de los anteojos como si fuésemos una especie desconocida para él, o tal vez era que a un chico aficionado a las computadoras le parecía extraño ver a tantas personas a su alrededor sin que éstas tuviesen la menor intención de hacerle daño.<br /><br />—Mucho gusto —dijo Walter, estrechando la mano de Mateo, al tiempo que le daba un codazo en las costillas a Samantha.<br />—Así que... ¿ustedes son los amigos de Sebas? —preguntó en un tono más bien confiado.<br /><br />Miré a Sebastián con las cejas enarcadas. Según mi percepción de su persona, Sebas era uno de esos chicos súper sexys que pasaban su tiempo en la escuela rodeados de bellas chicas y maltratando a los nerds que pasaban frente a ellos. Al parecer, mi amigo trataba con personas a las que era difícil imaginar a su lado.<br /><br />—Está en mi clase de alemán —contestó él, encogiéndose de hombros como si se disculpara—. Es de mi grupo de amigos en la escuela.<br />—Sí, cómo no... —Mateo puso los ojos en blanco y me miró estirando el cuello—. Si no fuera por él, su "grupo de amigos" estaría encantado en colgarme de los calzones en algún perchero.<br />—Sí, eso suena como algo que yo le haría a un bichito como tú —habló Samantha.<br />—¿Querrías cerrar esa maldita bocaza tuya por un segundo, Sam? —intervino Hayden, que hasta ese momento había estado prendida del brazo de su hermano.<br />—Pero sólo míralo —dijo la otra en respuesta—, es tan pequeño e indefenso... ¿te imaginas cómo sería encerrarlo en una de las gavetas de la biblioteca? Apuesto a que pasarían días antes de que su vocecita se escuchara lo suficientemente fuerte como para que alguien notara que está ahí...<br />—¡Samantha! No me obligues a callarte por la fuerza —Hayden le dirigió a su amiga una mirada de advertencia y la otra calló.<br /><br /><br /><br />Estábamos distribuidos en la sala de Sebas. Jonathan había extendido el pequeño mapa en la mesa y habían pasado sólo unos minutos antes de que Mateo lo reprodujera en su computadora para que todos pudiésemos verlo con mayor claridad. Frente a mí estaban sentados Rodrigo y Casandra, quienes se dedicaron a ingorarme la mayor parte del tiempo y no me miraban si no era por accidente. Sebas estaba a mi derecha y Samantha se sentó muy pegada a él; éste comenzó a coquetear con ella y colocó una mano alrededor de sus hombros, lo cual me sorprendió por el simple hecho de que Samantha parecía el tipo de chica que le rebanaría el cuello a cualquiera que la tocara o le sonriera de aquel modo. Hayden estaba acomodada entre su hermano y Jonathan, quien en lugar de sentarse conmigo había tomado lugar junto a Mateo.<br /><br />—Ya está —dijo el chico, señalando varias marcas en el mapa virtual—. Los puntos naranjas son cámaras, los azules son policías, los morados son perros y el gran punto rojo en esta habitación es nuestra meta... Ah, lo olvidaba, ésta de aquí es la entrada principal, éstas dos son las secundarias, ésta es la de servicio y... bueno, ésta no sé para qué sirve, pero también es una entrada. El objetivo duerme aquí y según los informantes de ricitos, en este otro cuarto hay un tipo que siempre anda con él y que al parecer está enterado de todo lo que sucede en el lugar... es su mano derecha.<br />—¿Por qué te llama ricitos? —pregunté a Jonathan. Éste se limitó a mirar a Sebastián.<br />—Es mi aprendiz —contestó éste, sonriendo y palemeándole la cabeza al chico—. ¿Verdad, colega?<br />—Ricitos me dio unas fotos del lugar, pero no aportan nada relevante —continuó él, como si ninguno de nosotros hubiese hablado—. Miren, yo estuve revisando el tipo de seguridad que hay en la casa y me encontré con que toda está conectada a un mismo comando. Si logro intervenirlo, se desactivan las cámaras y las alarmas, pero no sé cuánto tiempo podrá pasar antes de que se den cuenta y las reestablezcan... tal vez pueda darles un poco de batalla, pero en cuanto ellos comiencen a contraatacar ustedes van a tener que salir de ahí o la cosa se va a poner realmente fea... Hablando de eso... ¿quién de ustedes va a ir?<br />—Yo iré —dije—. Jonathan dijo que es lo que más nos conviene porque soy pequeña, ligera y rápida... además tomé clases de defensa personal durante un tiempo luego de que... bueno, no será fácil que me atrapen si todo sale bien.<br />—¿Jonathan dijo eso? —preguntó Casandra, hablándome por primera vez desde que había llegado—. Porque suena como si quisiera deshacerse de ti.<br />—Cierra la boca —intervino Sam, quien tenía la cabeza recargada en el hombro de Sebastián.<br />—Bueno, vamos a necesitar micrófonos o algo así... y uniformes. Unos nueve uniformes de policía— dijo Walter.<br /><br />Walt permanecía con los ojos fijos en la pantalla, como si en ella hubiese escrito un acertijo que se empeñaba en resolver. El chico ignoraba completamente el hecho de que había personas discutiendo muy cerca de él y que una de esas personas estaba a punto de golpear a su mejor amiga por decir tantas estupideces con tan pocas palabras. Pude ver en Walter a aquel tipo curioso y necesitado de una respuesta que era Jonathan. Me di cuenta de que él había cambiado mucho desde que la obra de mi vida comenzó con el primer acto. Jonathan había cambiado mcuho en muy poco tiempo, ya que a pesar de que seguía siendo un Sherlock empedernido que adoraba investigar cosas raras, él ahora era una especie de chico cuidadoso que pasaba su tiempo preguntándose cómo se encontraban las personas a su alrededor. Walter era ese que hacía que Jonathan fuera de nuevo el de antes.<br /><br />—Hecho entonces —dijo Sam, mirando de reojo a Sebas—. A conseguir esas cosas antes de que a Ricky Ricón le explote la cabeza por la desesperación.<br /><br />Todos nos miramos durante unos segundos. De verdad estábamos a punto de hacerlo. De verdad éramos un equipo ahora. De verdad íbamos a arriesgar nuestras vidas por una aventura alocada que recordaríamos por el resto de nuestras vidas.<br /></span></div>Betzabéhttp://www.blogger.com/profile/14814676873361906568noreply@blogger.com4tag:blogger.com,1999:blog-4821936189807601894.post-23162128968695189802010-05-08T03:20:00.000-07:002010-05-08T10:29:29.609-07:00Tenía que ser<div style="text-align: justify;"><span style="font-size:85%;">Habíamos enterrado a mamá sin mucha ceremonia. No estuvimos una noche en vela con el ataúd que contenía su cadáver maltrecho para asegurarnos de que estaba muerta, porque para ambos era obvio que mamá se había ido. No invitamos a nadie al entierro porque no consideramos correcto tener que dar la cara a nuestros escasos familiares para contarles la larga historia de nuestra repentina ruptura familiar, ni tampoco el hecho de cómo mágicamente Diego y yo permanecíamos siempre uno al lado del otro, cuando en otros tiempos no podíamos siquiera vernos sin pelear o gritar vulgaridades. Nos habíamos vestido de negro, naturalmente; descubrí que mi hermano tampoco era alguien religioso y que al igual que yo, tenía la firme creencia de que cuando uno muere ya no queda nada de ese alguien y que no hay que rezar o despedirse de un alma que ya no existe.<br /><br />A nuestro pequeño ritual sólo asistieron Amanda, que no se separó de mi hermano ni un segundo y que se limitó a tocarme la cabeza de vez en vez como símbolo de su pesar. Jonathan, quien aferró mi mano con la suya, mientras la otra reposaba dentro del bolsillo de su pantalón y quien no dijo absolutamente nada durante el tiempo transcurrido desde que salimos de casa hasta que regresamos a ella. Sebastián, que insistió en acompañarnos aunque nunca trató a mi madre. Walter, quien sí la había tratado y al parecer había sentido cierta simpatía por ella ahora que estaba más tiesa que el tronco de un árbol. Víctor, el padre de Jonathan, quien a pesar de haber estado siempre en desacuerdo con mi madre en cuanto a cómo criar a un hijo, fue a darme el pésame y a asegurarme que contaba con él para cualquier cosa que se me ofreciera. Y por último Ángela, la esposa de Víctor, que a pesar de no recordar quién diablos era yo, se mostró de lo más agradable y no reprendió a su hijo cuando lo vio besar a esta extraña frente a ella... Éramos todos. Seguramente mi padre ni siquiera se había preocupado por buscar a mamá, y existía una gran porbabilidad de que no sospechara que ella había muerto dos días atrás.<br /><br />Nos encontrábamos acurrucados en el sofá grande que estaba situado en el cuarto de televisión. Jonathan había sugerido que viéramos </span><span style="font-style: italic;font-size:85%;" >Misión Imposible</span><span style="font-size:85%;">, ya que sabía lo enamorada que estaba de Tom Cruise y tal vez quería distraerme un poco poniéndome enfrente a un sexy hombretón de ya casi cincuenta años... Le sonreí y sugerí una película de comedia. No estaba tan triste como mi hermano, pero ver el ataúd de mamá ser enterrado bajo kilos y kilos de tierra no fue algo agradable a la vista "<span style="font-style: italic;">esa es mi mamá</span>" había pensado, <span style="font-style: italic;">"es de verdad la mujer a quien no concocí nunca más que de vista y que nunca me quiso de verdad; es mi mamá y dentro de unos meses lo único que quedará de ella serán unos huesos medio cubiertos de carne podrida que poco a poco se comerán los bichos hasta que no quede nada... es mamá en serio y yo no me puedo sentir tan triste como debería, ni siquiera siento como si hubiese perdido algo muy importante en mi vida, y mi hermano actúa como si se le hubiese acabado el mundo"</span></span><span style="font-style: italic;font-size:85%;" ><es></es></span><span style="font-size:85%;">. Si quería olvidarme de todas esas cosas, de mi falta de sentir y de la culpabilidad que surgía como consecuencia de ello, tenía que reír hasta que me doliera la barriga.<br /><br />Elegimos </span><span style="font-style: italic;font-size:85%;" >Viernes de locos</span><span style="font-size:85%;"> porque, a pesar de que la había visto por lo menos unas veinte veces, seguía provocándome ataques de risa en todas y cada una de las escenas. Jonathan se reía cuando yo lo hacía y pensé que nos daban gracia las mismas cosas, pero luego me di cuenta de que de hecho lo que le daba tanta gracia no era la película, sino mi risa. Supuse que mis carcajadas eran contagiosas y era por eso que estaba tan divertido viéndome reír... eso era mejor que pensar que yo me reía como algún animal extraño y él no podía evitar burlarse.<br /><br />Diego y Amanda habían ido a hacer </span><span style="font-style: italic;font-size:85%;" >algunas cosas</span><span style="font-size:85%;"> a casa de ella. Traté de convencerme de que mi hermano no querría sexo luego de haber estado en el entierro de la mujer que le dio la vida y con la que compartió veintiún años de su vida, pero decir que Diego no dormiría con una chica aún en las circunstancias más adversas era como decir que el viento se detendría ante una señal de ALTO a media calle, sólo para respetar las reglas establecidas.<br /><br />—¿En qué piensas? —preguntó Jonathan, pasando sus dedos por entre mi cabello, que había extendido sobre su regazo.<br />—Me pregunto cuáles serán las cosas —dejé que las comillas de la última palabra fueran obvias en mi tono de voz— que Diego y Amanda fueron a hacer.<br />—¿De verdad quieres que te explique todo el proceso? —preguntó con una sonrisa, antes de rozar mis labios con los suyos.<br />—¿Querrías no hacer eso cuando estamos hablando de...?<br />—¿De qué? —preguntó, divertido—. ¿Acaso te estoy intimidando?<br />—Claro que no —bufé—. Es sólo que...<br />—¿Qué...? —preguntó de nuevo, antes de besarme por segunda vez. Suspiré y él se echó a reír—. No me digas que te saqué de concentración.<br />—Claro que no... eso fue un bostezo fallido.<br />—Por supuesto —puso los ojos en blanco—. La casa está sola, Vio...<br /><br />Jonathan me ayudó a erguirme en el sofá y me besó de nuevo. Me pareció divertido que quisiera comportarse como todo un seductor cuando resultaba tan obvio el hecho de que la seducción no era lo suyo... por lo menos no podía tratar de seducirme sin echarse a reír como un maniático.<br /><br />—¿Estás haciendo alguna especie de propuesta indecorosa, Jonathan?<br />—Tú dirás —la mano que descansaba en mi cintura descendió hasta encontrar lo más bajo de mi espalda y yo me levanté del sofá como si me hubiesen dado una descarga eléctrica o algo parecido.<br />—Olvídalo —dije.<br />—¿Por qué? ¿Qué pasó con todo eso de "quiero hacerlo contigo Jonathan"? —preguntó, imitando mi tono de voz, mientras sostenía una sonrisa socarrona en los labios—. Tú nunca cumples lo que prometes...<br />—¿Y qué pasó con eso de "esperaré hasta que estés lista, Violeta de mi corazón"? —argumenté, haciendo una mala parodia de su tono de voz.<br />—Yo nunca dije eso... y no hablo como un idiota, tampoco.<br /><br />Enarqué las cejas y abrí la boca teatralmente, haciendo que la mueca de sorpresa e indignación fluyera por mi rostro como el agua fluye en tiempos de lluvia. Alargué mi mano lo suficiente como para poder tomar uno de los suaves cojines situados justo frente a mí y se lo arrojé en la cara a Jonathan. Él retrocedió un segundo y luego se echó a reír, tomando el mismo cojín con el que lo había golpeado y lo agarró por una de las esquinas con toda la intención de arrojármelo a la cabeza, sólo que yo fui más rápida y eché a correr en dirección a la sala, hecha risas y gritos.<br /><br />Jonathan me alcanzó a medio camino y me tomó por la cintura antes de que pudiese llegar al buró donde estaba el teléfono. Mis piernas se enredaron con la falda de encaje negro que había usado dadas las circunstancias, y había caído de bruces en la alfombra, notando los diseños abstractos de la tela justo frente a mis narices. Jonathan cayó sobre mi espalda y protestó porque su mano seguía atorada debajo de mi vientre. Me revolví en el suelo a propósito para hacer que el dolor en su extremidad se intensificara y así se arrepintiera de haberme hecho caer, pero él logró zafar su brazo y luego me hizo girar sobre mí misma, atrapando mis muñecas sobre mi cabeza con sus manos, fuertes como un par de esposas.<br /><br />—Pudiste haberme sacado un ojo —dijo él entre risas.<br />—Eso habría sido algo divertido... lástima que no pasó —luché por zafarme pero todo esfuerzo fue completamente inútil: él tenía su cuerpo sobre el mío, impidiendo así cualquier movimiento brusco de mi parte, y las manos que aprisionaban mis muñecas, ni siquiera notaban cuánta fuerza ponía yo para deshacerme de ellas de una vez por todas.<br />—Me quedaría ciego y tendría que usar un feo par de gafas oscuras para no dar lástima...<br />—¿Qué quieres? ¿Que te pida perdón o algo parecido? ¡Te lo merecías! —aseguré, incapaz de contener la risa.<br /><br />Jonathan me besó de pronto y el apartamento quedó en silencio, excepto por el ruido de la televisión que seguía encendida en aquel cuarto. Cualquier risa de mi parte fue sofocada por sus labios y aunque yo me encontraba en la posición más incómoda del mundo, sentí como si alguien me pateara el estómago de una manera que resultaba agradable en lugar de dolorosa. Sentí cómo aquella burbuja que me provocaba la misma sensación que cuando estaba arriba de una montaña rusa subía hasta mi garganta y bajaba de nuevo al estómago, donde se revolvía y hacía de las suyas mientras los labios de Jonathan jugueteaban con los míos a su antojo.<br /><br />Abrí lo ojos cuando él alejó su rostro del mío y pude verlo sonreír burlón. Acercó sus labios a los míos sin apenas rozarlos y sentí su cuerpo temblar cuando yo intenté acortar esa distancia y él se echó hacia atrás. Se estaba riendo de mí. Repitió el proceso, dejando que nuestros labios se tocaran un poco, pero sin besarme de verdad; esta vez mantuve mi cabeza bien pegada al suelo y él rió de todos modos antes de besarme en serio. Sentí cómo las esposas liberaban mis muñecas y sus manos se abrían paso por mis brazos hasta llegar a mi cintura; comenzó a levantar mi blusa con una de ellas y acarició mi vientre mientras lo hacía. Escuché un sonido salir de su garganta y dejé de besarlo para mirarlo a los ojos.<br /><br />—Ni pienses que va a pasar lo que estás pensando que va a pasar —le dije, alzando las cejas y sonriendo.<br />—¿Por qué no? No hay nadie y parece que es el momento para...<br />—Porque cada vez que lo intentamos, algo malo sucede. Primero fue porque Cass casi vomita fuera de mi habitación, luego fue porque mi hermano llegó medio desmayado a decirme que la bestia de mi papá había hecho otra admirable hazaña, y no estoy dispuesta a averiguar qué sucederá esta vez. ¿Quién sabe? Tal vez se caiga el edificio o vengan los extraterrestres a tomar posesión del planeta...<br />—Cierto. Creo que a veces... me dejo llevar.<br />—¿Sólo a veces? —reí.<br />—No es mi culpa que seas tan increíblemente deseable.<br />—¿Has estado visitando frasescursis.com o algo parecido? Porque deberías cancelar tu membresía, si es que tienes una... te han estafado, cariño, esas frases no van mucho contigo y hacen del momento una vil broma.<br />—He estado intentando cambiar mi personalidad —contestó, pensativo—. Dijo Sebastián que...<br />—Ya decía yo que algo tan imbécil no podía haber sido idea tuya —puse los ojos en blanco y suspiré—. No quiero un nuevo Jonathan ¿sí? Me gusta el Jonathan inteligente, sarcástico y obsesionado con las películas de detectives. No necesito que te conviertas en una copia seductora, bromista y hueca de Sebastián... Espera un momento... ¿quieres cambiar porque no me he acostado contigo? Eso es muy, muy bajo.<br />—No seas tonta —sus mejillas enrojecieron y pensé que tal vez estaba a punto de mentirme—. Es sólo que a toda la gente le parece encantador Sebastián, es como si se hubiese dado un baño de pegamento líquido y todas las personas que pasan por su camino quedaran pegadas a él irremediablemente. A mí con trabajos y me notan... no sé, yo creí que te gustaría más si me volvía como él.<br /><br />Me eché a reír. ¿En qué clase de absurda realidad alterna me enamoraría yo de alguien como Sebastián? ¿Y por qué diablos pensaba Jonathan que si se convertía en un clon suyo me gustaría más?<br /><br />—Si te conviertes en un Sebastián de ojos verdes entonces vas a perder todo tu encanto —aseguré—. A mí me gustan más los que saben discutir acerca de qué serie policiaca es mejor y que pueden enumerar cada unos de los casos que se han resuelto en </span><span style="font-style: italic;font-size:85%;" >La ley y el orden.</span><span style="font-size:85%;"><br /><br />Besé a Jonathan otra vez y me pregunté si mi argumento había sido lo bastante convincente como para que la idea de ser un símbolo sexual se le fuera de la cabeza. Sonó su celular y él contestó a regañadientes.<br /><br />—¿Hola? Claro. ¿Qué? Pero tenemos que prepararlo todo y... Está bien. Tendré todo armado para el viernes y estará hecho antes de que termine el mes. Por supuesto. Hasta luego.<br />—Ésa fue la conversación más aburrida y corta que he escuchado en toda mi vida —aseguré.<br />—Levántate, Ricky Ricón está harto de esperar y quiere los documentos para fin de mes. Llama a los chicos, yo iré por Sebastián para que traiga a ese geniecillo de las computadoras que dice conocer.<br />—¿Qué? —pregunté confundida, mientras él se levantaba del suelo y se sacudía el pantalón.<br />—Lo que oíste. Dentro de dos semanas vamos a irrumpir en la casa del jefe de toda la fuerza policiaca de el Distrito Federal... —enarcó las cejas—. Guau, nunca creí que al decir eso me sentiría tan patético.<br /><br /><br /></span><br /></div>Betzabéhttp://www.blogger.com/profile/14814676873361906568noreply@blogger.com4tag:blogger.com,1999:blog-4821936189807601894.post-12962328251175178232010-05-01T10:59:00.000-07:002010-05-02T00:41:19.666-07:00Aceptada [[[Amanda]]]<div style="text-align: justify;"><span style="font-size:85%;">Diego estaba recostado en el sillón de su sala, tenía los brazos tapándole la cara y yo no estaba muy segura de si estaba despierto o no, aunque sinceramente no había mucha diferencia entre los dos estados, porque él no hablaba ni miraba a nada ni a nadie a menos que se le hiciera una pregunta directa, que normalmente contestaba con una sola sílaba... a menos que fuera su hermana quien le hablaba.<br /><br />Había esperado conocer a Violeta en otras circunstancias. Diego me había dicho que ella había vivido cosas que una adolescente no debería vivir, y que él siempre procuraba que no lo recordara y que tuviera una vida <span class="blsp-spelling-error" id="SPELLING_ERROR_0">relativamente</span> normal. Desde la primera vez que me habló de ella la catalogué como alguien fuerte y <span class="blsp-spelling-error" id="SPELLING_ERROR_1">autosuficiente</span> que no necesitaba que la protegieran tanto, además de que la imaginaba como una chica bastante madura para su edad. Cuando Diego llamó para decirme lo que ocurría con su madre no esperé ni medio segundo en ir a su encuentro y me sorprendió mucho ver a la chica medio dormida en brazos de un joven en vez de estar apoyando a su hermano.<br /><br />Me dediqué a limpiar la barra de la cocina mientras pensaba en cómo me disculparía con ella sin que me mandara al diablo por tercera vez. Debo aceptar que me enfureció ver cómo hacía a un lado los sentimientos de Diego para alegar por los suyos, y me enojó aún más ese chico que la seguía para todos lados defendiéndola como si yo fuera una víbora venenosa que debía mantener apartada de ella. Pero no había pensado hasta entonces que la chica había pasado por cosas no muy agradables y tal vez estaba confundida, tal vez no podía entender que Diego se sentía mucho peor de lo que ella podía ver, porque él se empeñaba en no mostrarse tan abatido en su presencia.<br /><br />Era la primera vez que pisaba el apartamento de Violeta <span class="blsp-spelling-error" id="SPELLING_ERROR_2">Lazcano</span>. Diego siempre decía que no podía llevarme a su casa porque técnicamente no era suya, y que no le gustaría incomodar a su hermana con visitas inesperadas. Yo había aceptado porque en cierto modo quería <span class="blsp-spelling-error" id="SPELLING_ERROR_3">agradarle</span> a Violeta, quería que me viera como la mujer que su hermano se merecía y que podía hacerlo feliz... en vez de eso conseguí un lindo apodo y el odio de tres adolescentes dolidos.<br /><br />Me acerqué al sofá donde descansaba Diego y me incliné sobre su rostro, acariciando su mejilla con las puntas de mis dedos. Él ni se inmutó. Pensé que <span class="blsp-spelling-error" id="SPELLING_ERROR_4">definitivamente</span> estaba dormido, pero sentí cómo se tensaban los músculos de su espalda y cómo se alteraba un poco su respiración. Me sorprendió que no me soltara un golpe para que lo dejara en paz.<br /><br />--Tienes que comer --susurré--. Tal vez Violeta fue con sus amigos a algún restaurante y...<br />--No importa --musitó él.<br />--Diego, necesitas llevarte algo a la boca o vas a <span class="blsp-spelling-error" id="SPELLING_ERROR_5">enfermarte</span>.<br />--No creo que un día sin comida me haga mucho daño --añadió cortante, sin siquiera mirarme.<br /><br />Clavé mis ojos en su cuerpo durante unos segundos, preguntándome cómo podía un hombre estar tan triste y luego fingir indiferencia cuando veía a su hermana. Era como si le inyectaran una buena dosis de adrenalina que dejaba de funcionar cuando Violeta no andaba cerca. Y la chica se dedicaba a andar por ahí con un tipo de la edad de Diego y otro un poco más chico que al parecer la trataban como si les estuviese pagando para levantarle el ánimo cada que comenzaba a sentirse un poquito culpable. Escuché que llamaban a la puerta y por unos momentos deseé que fuera ella, para que Diego se levantara de ese lugar y comenzara a montar su teatro. Me parecía una pena que el chico al que amaba y que poseía una de las más bellas sonrisas que yo hubiese visto jamás se pasara el tiempo echado en un sillón sin cambiarse de ropa siquiera.<br /><br />Me <span class="blsp-spelling-error" id="SPELLING_ERROR_6">erguí</span> y <span class="blsp-spelling-corrected" id="SPELLING_ERROR_7">fui</span> a abrir cuando recordé que no había nadie más en ese lugar. Giré la perilla y me encontré con ese muchacho delgado, alto, de ojos verdes y cabello rizado que al parecer era novio de Violeta. Me pregunté dónde estarían ella y el otro tipo, el corpulento con las mejillas rosadas.<br /><br />--¿Qué hay? --preguntó él, rodeándome para poder pasar al apartamento.<br />--¿Dónde está Violeta? --pregunté.<br />--Por ahí --contestó cortante--. Oye, no te vayas a tomar sus groserías como algo personal ¿eh? Es que es algo inestable cuando está enojada, y si a eso le agregamos el hecho de que la trataste como si fuera una mocosa malcriada e indeseable...<br /><br />El chico entró a la cocina como si estuviera en su casa y sacó lo necesario para preparar un <span class="blsp-spelling-error" id="SPELLING_ERROR_8">sándwich</span>. Regó todo en la barra que yo acababa de limpiar y se sentó en uno de los banquillos a engullir como cualquier adolescente hambriento al que no le preocupan en lo más mínimo su peso o su salud.<br /><br />--¿No estaba contigo? --pregunté, ignorando su comentario anterior--. ¿Y el otro chico?<br />--¿<span class="blsp-spelling-error" id="SPELLING_ERROR_9">Sebastián</span>? --preguntó él, mientras masticaba un gran bocado y ponía los ojos en blanco--. No me digas que te gusta <span class="blsp-spelling-error" id="SPELLING_ERROR_10">Sebastián</span>... odio que a todas les parezca tan guapo y tan agradable... ¿qué tiene de bueno? Digo, es mi amigo y todo, pero sinceramente, si yo fuera una chica tan <span class="blsp-spelling-error" id="SPELLING_ERROR_11">sexy</span> como tú no me fijaría en alguien como él... Además Diego es mucho más guapo. ¿Le has visto los ojos? Por cierto, soy <span class="blsp-spelling-error" id="SPELLING_ERROR_12">Jonathan</span>.<br />--<span class="blsp-spelling-error" id="SPELLING_ERROR_13">Amanda</span> --estreché su mano y sonreí.<br />--No me parece correcto que le confieses tus preferencias sexuales a una chica que acabas de conocer, <span class="blsp-spelling-error" id="SPELLING_ERROR_14">Jonathan</span> --dijo Diego, que apareció de pronto detrás de mí y colocó un brazo al rededor de mi cintura. Suspiré aliviada y lo miré de reojo--. Y menos si esa chica es mi novia... No sabía que mis ojos te parecieran tan atractivos.<br />--Bueno, eres encantador, ¿qué puedo decir yo? --el chico se echó a reír y yo hice lo mismo. Diego pareció sonreír un poco, pero sus ojos seguían tristes.<br />--¿Dónde dejaste a mi hermana? --preguntó él--. Y no me digas que permitiste que <span class="blsp-spelling-error" id="SPELLING_ERROR_15">Sebastián</span> se quedara con ella mientras tú venías a dejarnos sin comida como es tu costumbre.<br />--Le iba a contar... --<span class="blsp-spelling-error" id="SPELLING_ERROR_16">Jonathan</span> me miró de soslayo y carraspeó antes de continuar--. Tú sabes... <span style="font-style: italic;">la historia.</span><br />--<span class="blsp-spelling-error" id="SPELLING_ERROR_17">Ah</span> --fue lo único que contestó Diego.<br />--Exacto. Yo no quería estar ahí. Me pone de malas la cara que hace Vio cuando se acuerda de todo... bueno, mejor dicho; me pone de malas no tener al tipo enfrente para arrancarle la cabeza por abusivo.<br />--Si yo te contara... --Diego suspiró y me besó la mejilla--. Voy a ducharme, ahora vengo.<br /><br /><span class="blsp-spelling-error" id="SPELLING_ERROR_18">Jonathan</span> me miró de arriba a abajo dos veces y luego se concentró de nuevo en su comida. Aparté de mi rostro algunos cabellos que comenzaban a ponerse impertinentes luego de casi <span class="blsp-spelling-error" id="SPELLING_ERROR_19">veinticuatro</span> horas de no ser atendidos como solían. Miré mi atuendo y me di cuenta de que la falda estaba arrugada y los puños de la blusa manchados de algo color naranja, los tacones me estaban matando y me urgía quitarme los <span class="blsp-spelling-error" id="SPELLING_ERROR_20">aretes</span> o me arrancaría las orejas en cualquier momento. Me pregunté si <span style="font-style: italic;"><span class="blsp-spelling-error" id="SPELLING_ERROR_21">boo</span></span> -mi gato- había encontrado el <span class="blsp-spelling-error" id="SPELLING_ERROR_22">tazón</span> con <span class="blsp-spelling-error" id="SPELLING_ERROR_23">whiskas</span> que había dejado en la <span class="blsp-spelling-error" id="SPELLING_ERROR_24">mesita</span> de noche antes de salir. Recordé que le había servido la cena cuando Diego me llamó, y olvidé colocar el <span class="blsp-spelling-error" id="SPELLING_ERROR_25">tazón</span> donde solía hacerlo, dejándolo en el primer lugar que vi antes de tomar mi abrigo y salir a prisa. <span style="font-style: italic;"><span class="blsp-spelling-error" id="SPELLING_ERROR_26">Boo</span></span> era listo y tenía instinto cazador, pero tenía <span class="blsp-spelling-error" id="SPELLING_ERROR_27">terminantemente</span> prohibido treparse a los muebles y me sentí culpable por haberlo entrenado así cuando pensé en su pequeña figura negra debajo del cristal maullando por no poder sólo subir y tomar lo que quería.<br /><br />--...aspecto tan horrible --escuché decir a <span class="blsp-spelling-error" id="SPELLING_ERROR_28">Jonathan</span>, quien parecía haber estado hablando mientras yo pensaba en mi pobre gato y en mi espantoso atuendo.<br />--Lo siento, no ponía atención --acepté--. ¿Qué decías?<br />--Que nunca creí que las chicas como tú pudiesen tener alguna vez un <span class="blsp-spelling-corrected" id="SPELLING_ERROR_29">aspecto</span> tan horrible.<br />--Sí, bueno, no me he bañado desde ayer y para mi mala suerte toda la ropa que tengo está en mi casa...<br />--Puedes usar la de mi madre --dijo una voz varonil que reconocí como la del chico-<span class="blsp-spelling-error" id="SPELLING_ERROR_30">guradaespaldas</span> que me había llamado <span class="blsp-spelling-error" id="SPELLING_ERROR_31">Úrsula</span>--. Te va a quedar algo pequeña, pero creo que servirá.<br /><br /><span class="blsp-spelling-error" id="SPELLING_ERROR_32">Sebastián</span> le arrebató el último pedazo de emparedado a <span class="blsp-spelling-error" id="SPELLING_ERROR_33">Jonathan</span> y se lo metió entero a la boca antes de <span class="blsp-spelling-error" id="SPELLING_ERROR_34">sonreírme</span> con los cachetes inflados como los de un <span class="blsp-spelling-error" id="SPELLING_ERROR_35">hámster</span>. Sentí que mi rostro cambiaba de color y mis ojos se movieron ansiosos en busca de aquella figura delgada, pequeña e imponente que encontraron de pie junto al marco de la entrada de la cocina. No los había escuchado entrar y esperé que ella me corriera de su casa, me gritara por hablar con su novio y le dijera a su amigo que por nada del mundo volviera a ser amable conmigo, pero en vez de eso caminó hasta él y le <span class="blsp-spelling-corrected" id="SPELLING_ERROR_36">dio</span> un buen golpe en las costillas.<br /><br />--Yo también quiero --dijo Violeta, quitándole un nuevo bocadillo a <span class="blsp-spelling-error" id="SPELLING_ERROR_37">Jonathan</span>, justo antes de que éste le diera el primer mordisco; luego me miró con los ojos entrecerrados y sonrió a medias--. Ya quiero verte con la ropa de <span class="blsp-spelling-error" id="SPELLING_ERROR_38">Sarah</span>, veremos si es tan elástica como parece.<br />--¿Qué...? --pregunté confundida, mirando a los tres jóvenes que peleaban por comida y que me trataban como si nunca hubiese habido roces entre nosotros.<br />--Se refieren a que <span class="blsp-spelling-error" id="SPELLING_ERROR_39">Sarah</span> es delgada, pero mucho más baja que tú --intervino Diego, que apareció de pie junto a mí, con el mismo semblante cansado de hacía unos minutos, pero con el cabello mojado y una toalla amarrada en la cintura.<br />--Sí, va a ser difícil que tus piernas entren bien en sus pantalones... espero que no te moleste llevar unos <span class="blsp-spelling-error" id="SPELLING_ERROR_40">jeans</span> hasta la rodilla --rió <span class="blsp-spelling-error" id="SPELLING_ERROR_41">Sebastián</span>.<br /><br />Violeta caminó hasta la puerta fucsia que pertenecía a su cuarto y me hizo una seña con la cabeza para que la siguiera. Caminé detrás de ella tan confundida como llena de curiosidad y dejé en la cocina a dos chicos glotones devorando lo que encontraban en el <span class="blsp-spelling-error" id="SPELLING_ERROR_42">refrigerador</span> y a uno medio desnudo que los miraba como esperando que dejaran algo para el invierno. Violeta entró a su cuarto y abrió el armario al tiempo que se llevaba un trozo de comida a la boca. Sacó un pantalón negro de mezclilla y una blusa azul de tirantes que me pareció bastante pequeña como para que yo pudiera usarla.<br /><br />--Me queda grande porque mi abuela las mandó de París sin saber qué tan alta soy --explicó mientras me extendía las prendas--. Creo que sólo los traje a este apartamento para que mi papá no tuviese el gusto de decir que aún había algo mío en su lindo hogar... ni te molestes en <span class="blsp-spelling-error" id="SPELLING_ERROR_43">regresarlos</span>, yo nunca los voy a usar. Además, la ropa parisiense es demasiado fina para alguien como yo.<br />--Violeta...<br />--Bah, no vayas a empezar con <span class="blsp-spelling-error" id="SPELLING_ERROR_44">discursitos</span> como "siento lo que pasó", o "quiero una explicación", porque entonces me voy a arrepentir de ser tan buena persona y te voy a dar un buen golpe. Lo hago porque mi hermano ya lo está pasando bastante mal, y creo que las primeras impresiones <span class="blsp-spelling-error" id="SPELLING_ERROR_45">generalmente</span> son equivocadas, así que nos daremos una oportunidad y olvidaremos que fuimos unas brujas imbéciles, ¿está bien?<br /><br />Sonreí ante su repentino cambio de actitud. A decir verdad, ésta era la Violeta que yo me había imaginado: sincera, sin problemas para decir lo que había en su cabeza, y lo <span class="blsp-spelling-error" id="SPELLING_ERROR_46">suficientemente</span> madura como para aceptar que los errores se cometen y que hay que olvidar las situaciones embarazosas para comenzar a llevarte bien con alguien a quien, de cualquier forma, seguirás viendo durante un largo tiempo. Tomé la ropa que me daba y me sentí agradecida cuando me sonrió; sí que era obvio que ella y Diego eran hermanos: ambos tenían una sonrisa que hacía olvidar cualquier disgusto del pasado, por más desagradable que éste hubiera sido.<br /></span></div>Betzabéhttp://www.blogger.com/profile/14814676873361906568noreply@blogger.com5tag:blogger.com,1999:blog-4821936189807601894.post-19912481872581778532010-04-23T22:24:00.000-07:002010-04-24T00:55:43.789-07:00El pasado<div style="text-align: justify;"><span style="font-size:85%;">--No debe ser algo tan agradable de escuchar si tu <span class="blsp-spelling-error" id="SPELLING_ERROR_0">ricitos</span> huyó como una comadreja asustada --<span class="blsp-spelling-error" id="SPELLING_ERROR_1">Sebastián</span> trató de relajar el ambiente con una de sus sonrisas pícaras, pero lo que yo estaba a punto de contar era demasiado denso como para que una <span class="blsp-spelling-error" id="SPELLING_ERROR_2">sorisita</span> animosa pudiese aligerarlo un poco.<br />--Bueno, digamos que no fue fácil de vivir y puedo ponerme mal cuando lo cuento...<br />--Sí, y supongo que el nene también se desmaya si se imagina que estás en peligro, ¿no?<br />--¿Sabes qué? Ya no te voy a contar nada. Perdiste tu oportunidad.<br />--Sólo bromeaba --atrapó mi mejilla entre sus dedos y sonrió de nuevo--. <span class="blsp-spelling-error" id="SPELLING_ERROR_3">Cuéntame</span>.<br />--Tienes que prometerme que jamás le vas a contar a nadie.<br />--Te lo juro --aseguró con voz fiera.<br /><br />Siempre era difícil regresar a aquel tiempo. En mi <span class="blsp-spelling-error" id="SPELLING_ERROR_4">memoria</span>, quiero decir. Me costaba mucho trabajo recordar y narrar sin que se me quebrara la voz o sin sentir que lo estaba viviendo de nuevo. Había visto a un psicólogo durante un año completo, pero nunca había conseguido eliminar aquella extraña situación. Era como si estuviese ahí, con quince años y muchas ganas de importarle a alguien... Respiré <span class="blsp-spelling-error" id="SPELLING_ERROR_5">profundamente</span> y comencé a hablar.<br /><br />--Ya sabes que siempre me he llevado mal con mi familia, ¿no? Digo, antes de que todo esto pasara.<br />--Algo de eso sabía...<br />--Bueno, antes vivíamos en provincia. Nuestra casa era linda y disfrutaba mucho el tiempo ahí aunque mis papás nunca estaban y Diego siempre me ignoraba.<br />--¿Diego? ¿Alguna vez te llevaste mal con él? --el rostro de <span class="blsp-spelling-error" id="SPELLING_ERROR_6">Sebastián</span> dibujaba <span class="blsp-spelling-error" id="SPELLING_ERROR_7">perfectamente</span> el desconcierto y la incredulidad.<br />--No nos <span class="blsp-spelling-error" id="SPELLING_ERROR_8">soportábamos</span> --aseguré--. Tenía catorce años y comencé a recibir cartas de un admirador secreto, que me aseguró siempre que estaba <span class="blsp-spelling-error" id="SPELLING_ERROR_9">perdidamente</span> enamorado de mí y que yo era la persona que más quería en el mundo. Yo ignoré las cartas al principio, pero mientras más llegaban más crecía mi curiosidad y un buen día le contesté... resultó ser alguien muy agradable, de hecho, y como nadie en mi casa parecía notar mi existencia comencé a sentirme feliz de que alguien sí lo hiciera. Él me escribía cosas que jamás había leído en ninguna otra parte y para ser franca debo decir que juré estar enamorada de él...<br />--¿De un tipo que ni conocías? --yo miraba el pasto cuando <span class="blsp-spelling-error" id="SPELLING_ERROR_10">Sebastián</span> habló, pero pude imaginar que fruncía el ceño.<br />--Entiende que yo estaba muy sola... no tenía amigos en la escuela y mi familia jamás me hablaba, así que cuando alguien me trató bien por primera vez juré que estaba enamorada porque confundí la gratitud con algo más.<br />--Cierto... eras una pequeña tortuga solitaria --sonrió y no pude evitar hacer lo mismo.<br />--Cuando cumplí quince el único que se acordó fue él. Yo le había contado todo sobre mí, sobre cómo me sentía y le dije también que mis padres nunca se habían preocupado por mí, gracias a que pasaban todo su tiempo peleando. Sabía que mi hermano a penas sabía de mi existencia y que nunca estaba en casa...<br />--¿Nunca te dijeron que no debías contarle tu depresiva vida a un extraño?<br />--Era alguien de mi edad. Tenía que entenderme, porque se supone que todos los adolescentes se sienten solos e incomprendidos...<br />--Entiendo. Continúa --dijo después de unos segundos de silencio ensordecedor.<br />--El día de mi cumpleaños Diego se fue con su novia <span class="blsp-spelling-error" id="SPELLING_ERROR_11">Melissa</span> y mis papás se quedaron en casa peleando como siempre. Él me dijo que era hora de que lo conociera en persona y yo tardé medio segundo en aceptar. Esa noche tomé las llaves de la fuente, que siempre estaban ahí precisamente porque Diego odiaba que las pusiera en ese lugar...<br />--Siempre has sido una necia, ¿no? --su comentario pasó desapercibido y continué hablando.<br />--Me puse la mejor ropa que tenía y fui al club donde me citó. Dijo que era un chico de quince que medía como un metro setenta y tantos, que llevaría una camiseta roja a cuadros y pantalones de mezclilla... Esa noche había muchos con su descripción, pero ninguno de ellos parecía un chico de quince años. Esperé por lo menos media hora hasta que noté que un tipo me miraba de lejos. Seguí sus movimientos durante unos minutos más y noté que me vigilaba; no era como cuando alguien te llama la atención y lo miras sin que se de cuenta, más bien él se estaba asegurando de que yo notara su presencia, de que me fijara que había estado viéndome todo ese rato.<br /><br /> "Me asusté y quise regresar a casa de inmediato, pero el hombre caminó hacia mí y me empujó a un callejón que había junto al club. Fue algo muy ingenioso de su parte, ya que la música era tan fuerte y la iluminación tan escasa, que nadie vería ni escucharía nada aunque estuviese muy cerca de nosotros... No sé por qué, pero en vez de sentir las <span class="blsp-spelling-error" id="SPELLING_ERROR_12">extremidades</span> hechas gelatina como cada vez que me asusto, me sentí más fuerte que nunca. Me urgía correr, alejarme de él y buscar a alguien que pudiese ayudarme y llevarme de vuelta a casa, pero nada de eso sucedió porque él apretó mi cuello con sus dedos y lo hizo tan fuerte que sentí como si me deshiciera los huesos y me triturara los músculos.<br /><br />La expresión en el rostro de <span class="blsp-spelling-error" id="SPELLING_ERROR_13">Sebastián</span> me dejó saber que no estaba disfrutando la historia, y que ahora entendía por qué <span class="blsp-spelling-error" id="SPELLING_ERROR_14">Jonathan</span> había decidido retirare para no escucharla otra vez. Durante unos segundos pensé en dejar todo por la paz y cambiar el tema, pero él recompuso su semblante y me animó a continuar.<br /><br />--No podría... --ahí estaba de nuevo el nudo en la garganta que por estos días me era tan familiar-- No sería capaz de describirte exactamente cómo me sentí en ese momento. Tenía más miedo del que nunca he tenido en mi vida, porque estaba segura de que todo para mí había terminado y de que además sería muy doloroso. El hombre me miraba directo a los ojos y sonreía levemente. Fue ahí cuando lo escuché decir: <span style="font-style: italic;">"esperé mucho para que llegara este día"</span> y luego de eso me alzó en el aire como en las películas, mi espalda sufrió una raspadura gracias al roce con la pared de ladrillo y podría jurar que escuché un '<span class="blsp-spelling-error" id="SPELLING_ERROR_15">clic</span>' en mi cuello cuando él apretó un poco más.<br /><br /> "Recuerdo que comencé con una oración en mi cabeza. Nunca he creído en Dios, pero en esos momentos estaba tan desesperada que habría realizado un ritual maya para que el individuo (que quince años no tenía) dejara de estrujar mi cuello como si fuese una barra de <span class="blsp-spelling-error" id="SPELLING_ERROR_16">plastilina</span>. Me pregunté mil veces por qué me hacía eso. Me pregunté por qué me había hecho quererlo si lo único que quería hacer conmigo era asesinarme. Él no paraba de decir que desde la primera vez que me vio había soñado con aquel instante y besaba una de las manos con las que le arañaba la cara y el cuello para que me soltara... ¿Por qué a mí? Fue lo último que me pregunté antes de verlo todo negro y sentir como si mis <span class="blsp-spelling-error" id="SPELLING_ERROR_17">extremidades</span> se desconectaran del resto de mi cuerpo.<br /><br /> "El hombre se echó a reír y después escuché un golpe sordo seguido de una exclamación. Mi cuello fue liberado y yo caí al suelo como un títere al que le han cortado los hilos. Mi cabeza se golpeó con un bote de desperdicios que había en ese callejón y la voz que escuché antes de que la <span class="blsp-spelling-corrected" id="SPELLING_ERROR_18">inconsciencia</span> me arrastrara hasta el fondo de mi cabeza fue la de Diego.<br /><br />--¿Fue por ti? ¿Diego te salvó? --preguntó él, tan emocionado como un niño al que le leen un <span class="blsp-spelling-error" id="SPELLING_ERROR_19">cómic</span> de <span class="blsp-spelling-error" id="SPELLING_ERROR_20">Superman</span>.<br />--Sí --contesté--. Él llamó a la policía y a una ambulancia. Dice que <span class="blsp-spelling-error" id="SPELLING_ERROR_21">vió</span> la última carta en mi recámara y que fue <span class="blsp-spelling-error" id="SPELLING_ERROR_22">inmediatamente</span> a buscarme. Desperté dos días después en un hospital cercano con una contusión, un brazo fracturado y un collarín para inmovilizar el cuello. Fue horrible ver que mis padres no estaban ahí. Me sentí mal porque Diego no había dormido por estar a mi lado y fue peor saber que todo el hospital sabía que una niña <span class="blsp-spelling-error" id="SPELLING_ERROR_23">tarada</span> y soñadora había sido medio asesinada por su admirador secreto de treinta años con complejo de <span class="blsp-spelling-error" id="SPELLING_ERROR_24">Jack</span> el Destripador.<br /><br /> "Las noticias corren como la espuma y el periódico local cubrió la noticia como si se hubiese tratado del asesinato del presidente municipal. La escuela estaba dividida en dos bandos: los que me tenían lástima, y los que se burlaban porque la única persona que se había <span class="blsp-spelling-corrected" id="SPELLING_ERROR_25">interesado</span> en mí había querido matarme.<br /><br />--Estúpidos --susurró <span class="blsp-spelling-error" id="SPELLING_ERROR_26">Sebastián</span> con los ojos entrecerrados.<br />--Tuvimos que mudarnos aquí porque el tipo que provocó todo aquello salió de la cárcel luego de tres meses y mis padres fingieron que temían por mi seguridad. Fue ahí cuando Diego dejó de hablarme y me quedé sola de verdad... hasta que entré a la escuela y conocí a <span class="blsp-spelling-error" id="SPELLING_ERROR_27">Jonathan</span>. Dice mi psicólogo que le tuve <span class="blsp-spelling-error" id="SPELLING_ERROR_28">tanta confianza</span> desde el primer instante porque fue la primer persona en mostrar interés real por mí... Yo digo que él tiene un encanto natural --sonreí y <span class="blsp-spelling-error" id="SPELLING_ERROR_29">Sebastián</span> puso los ojos en blanco.<br />--Espera... --dijo--. ¿Por qué te dejó de hablar Diego?<br />--Porque él amaba a <span class="blsp-spelling-error" id="SPELLING_ERROR_30">Melissa</span> y gracias a mí tuvo que alejarse de ella... supongo que hubo días en que se arrepintió de haberme salvado, porque su vida sería más divertida y feliz si no lo hubiese hecho... Tal vez tendría una hermosa familia justo ahora.<br /><br />Lo miré pensativa. Me preguntaba qué estaría pensando de mí. Si aseguraba que era una chica con muy mala suerte o una chiflada mentirosa con <span class="blsp-spelling-error" id="SPELLING_ERROR_31">bipolaridad</span>. Pasaron unos minutos antes de que él pasara sus dedos por mi cabello y sonriera un poquito.<br /><br />--¿Es la historia? --preguntó.<br />--Es la historia --aseguré.<br />--Eso no cambia nada --dijo.<br />--¿Eh?<br />--Sigues siendo una pequeña salvaje... la pequeña salvaje más valiente de todas. Ya no llores.<br /><br />Fue hasta entonces que me di cuenta de que mis mejillas estaban húmedas. Odiaba el llanto silencioso. Puedes estar creando un mar de lágrimas sin darte cuenta, y cuando menos te lo esperas tienes que usar una cubeta para sacar tanto líquido del lugar. Lo bueno era que estábamos en un espacio abierto y la tierra absorbe muy bien el agua, venga de donde venga.<br /><br />--¿<span class="blsp-spelling-error" id="SPELLING_ERROR_32">Sebas</span>? --siseé.<br />--¿<span class="blsp-spelling-error" id="SPELLING_ERROR_33">Mmm</span>?<br />--Más vale que te olvides de todas las veces que me has visto llorar, porque te arrancaré la cabeza si alguna vez te burlas de mí.<br />--Tú puedes renegar todo lo que quieras, pero jamás voy a dejar de recordarte que eres una <span class="blsp-spelling-error" id="SPELLING_ERROR_34">leoncilla</span> <span class="blsp-spelling-error" id="SPELLING_ERROR_35">chillona</span> que no aguanta nada.<br /><br />Me eché a reír y le propiné un buen golpe en el abdomen. Me tronaron todos los dedos y él soltó una carcajada bastante audible. Comenzamos a correr por el césped tratando de alcanzar al otro... Tal vez eso de mi <span class="blsp-spelling-error" id="SPELLING_ERROR_36">bipolaridad</span> no era pura broma.<br /></span></div>Betzabéhttp://www.blogger.com/profile/14814676873361906568noreply@blogger.com9tag:blogger.com,1999:blog-4821936189807601894.post-24134786983861682012010-04-17T00:09:00.000-07:002010-04-17T01:56:51.899-07:00Equilibrio<div style="text-align: justify;"><span style="font-size:85%;">Un pie delante del otro. Los brazos estirados como si estuviese a punto de volar. La línea amarilla seguía debajo de cada uno de mis pasos, y aunque realmente luchaba para derribarme, ayudada por el fuerte viento que revolvía mis cabellosy jugueteaba con mi ropa, mi equilibrio era más fuerte que ella. Las líneas de la acera siempre derriban personas, por más equilibrio que éstas tengan, y podría apostar que nunca nadie ha caminado sobre una de ellas de una esquina a otra. Decir que había algún humano capaz de caminar por siempre sólo sobre la línea amarilla es como asegurar que los perros pueden andar toda su vida en dos patas. Simplemente imposible.<br /><br />--Pareces una niña, Violeta --dijo Sebastián--. Ya camina sobre la acera como la gente normal.<br />--¿Hace cuánto que la conoces? --preguntó Jonathan--. ¿Todavía no procesas que no es una persona normal?<br /><br />Y entonces lo hizo. La línea amarilla se alió con mi repentina distracción y juntas lograron derribarme. Apresuré mis brazos hacia delante y endurecí mis rodillas para que no sufrieran algún daño. El impacto del concreto con las palmas me causó un escozor que me hizo saber que la línea amarilla se burlaba de mí, como diciendo <span style="font-style: italic;">"¿ves? a mí nadie me vence"</span>; solté una maldición y fruncí el ceño. Jonathan y Sebastián siguieron su camino. Ya había caído tres veces ese día y seguía empeñada en vencer a la línea, así que ellos habían dejado de preocuparse por mi integridad física, ya que no estaban del todo seguros de que mi mente estuviese muy sana que digamos. Me levanté con un suspiro y reanudé la batalla con la orilla de la acera. Un pie delante del otro. Los brazos estirados. La respiración regular y le vista fija en ese repugnante color amarillo que ahora sólo me inspiraba frustración e impotencia.<br /><br />--¿Por qué nadie puede caminar sobre la línea amarilla una calle completa? --pregunté.<br />--Bueno, no es que muchos lo hayan intentado --aseguró Jonathan.<br />--Sí, la mayoría se rinde luego de la primera caída y las manos raspadas --coincidió Sebastián.<br />--Además siempre hay algo que te distrae y pierdes el equilibrio --continuó Jonathan.<br /><br />Yo creía que así era mi vida. En esos momentos estaba segura de que, sin querer, Jonathan y Sebastián habían dado en el clavo. En el centro color rojo de la diana. Yo me sentía siempre como si estuviese luchando con la línea amarilla: me subía a la orilla de la acera y colocaba un pie delante del otro, pero justo cuando estaba a punto de llegar a la esquina, venía una ráfaga que me derribaba. Lo peor para quienes me rodeaban era que yo siempre estaba tratando de llegar a la esquina, y no me importaba cuántas veces cayese o cuántos raspones tuviesen las palmas de mis manos, siempre tenía la esperanza de que al llegar a la esquina habría alguien que dijera <span style="font-style: italic;">"¡hey, llegaste! ¡lo lograste!"</span>. Pero por el momento la línea seguía ganando la batalla.<br /><br />Jonathan, Sebastián y yo habíamos salido de mi casa cuando Amanda tocó a la puerta de mi habitación para ofrecerme un poco de comida, argumentando que no me había llevado nada al estómago en todo el día. Creo que la expresión en mi rostro fue la de una asesina serial, o la de una ex-presidiaria furiosa, porque de inmediato Diego sugirió que los tres fuéramos a dar una vuelta por el parque. Sí, claro, ahora me sacaba de mi propia casa para que su noviecita tentaculosa no sufriera ningún daño físico ni un trauma de por vida.<br /><br />Llegamos a un parquecito de césped alegre y florcitas por todas partes que tenía un agradable y tranquilizador aroma a tierra mojada. Yo jamás había ido a ese lugar antes, pero eso no sorprendió a nadie, ya que a siete meses de haberme mudado, lo único que conocía era el estacionamiento del edificio donde vivía. Había columpios rojos, de esos que salen en los comerciales de familias perfectas en los que se anuncia un aromatizante o un suavizante de telas. Sebastián se acomodó en uno de ellos como si fuese uno de esos especímenes enanos que tanto aman ensuciarse y revolcarse por todas partes, además de chillar y pedir comida siempre. Jonathan se sentó en el pasto y yo fui con Sebastián. Él sugirió una competencia para ver quién llegaba más alto, pero me negué al imaginar la pequeña estructura lidiando con su peso y con el mío... no sería algo agradable de ver.<br /><br />--¿No le vas a decir a Casandra que murió tu mamá? --preguntó Jonathan.<br />--No creo que eso sea lo más cuerdo... --contesté--. Ella ha estado algo arisca conmigo y yo no he sido muy amable que digamos. Yo no sé qué nos está pasando.<br />--Son como una pareja de novios que están al borde de la ruptura --rió Sebastián.<br />--Si no dejas de hacer comentarios bobos, lo único que se va a romper aquí serán tus dientes, Sebastián --amenacé.<br />--¿Ya te diste cuenta de que traes un humor de perros?<br />--Creo que eso es algo normal luego de que tu mamá se muere, ¿no? O luego de que tu hermano trae a la casa a una bruja odiosa que te trata como a una pequeña molestia indeseable. O luego de que te das cuenta de que te estás volviendo una mártir que se pasa todo su tiempo haciendo lástima de sí misma y preguntándose por qué su vida apesta tanto, en vez de ocuparse en ser más feliz y de ignorar tanta depresión.<br />--¿Mártir?<br />--Sí, últimamente me he compadecido mucho de mí misma... ya hasta me caigo mal. ¿Sabes algo? Yo antes no era así. Ni siquiera me tuve lástima cuando ese tipo casi me mata, ni cuando...<br />--Vio --interrumpió Jonathan con un susurro. Me dirigió una mirada de advertencia, y luego recordé que Sebastián no figuraba en la lista de personas que sabían mi secreto.<br />--¿Te digo algo, Sebas? --pregunté.<br />--Igual vas a decirme, ¿no? Ya me acostumbré a que no te calles nunca.<br />--Tú eres como mi mejor amigo --solté.<br />--¿Cómo?<br />--Sí... quiero decir... antes Jonathan era mi mejor amigo, pero es obvio que eso cambió de un día para otro, y ahora que él es mi novio, yo necesito un mejor amigo, ¿no crees?<br />--Suena razonable --dijo Jonathan.<br />--Suena como si estuvieras borracha --aseguró Sebas, con una sonrisa incrédula en los labios.<br />--¿Puedo contarte un secreto? --susurré.<br /><br />Sentí los ojos de Jonathan clavados en mi rostro. Nunca le había contado a nadie mi secreto, excepto a él, por supuesto. No le había dicho nada a Casandra ni a Rodrigo, ni a nadie más. Nadie sabía a ciencia cierta por qué me había mudado a la ciudad, ni por qué me portaba tan extraño a veces, ni tampoco por qué había temporadas donde me daban ataques de pánico en los que sentía como si me estuviesen asfixiando... Y ahora estaba a pundo de decirle todo a Sebastián.<br /><br />--Yo no quiero escuchar esta historia de nuevo --aseguró Jonathan, antes de levantarse del césped y acercarse a mí para besarme fugazmente--. Si lo hago voy a cometer homicidio o algo parecido, y créeme cuando te digo que estar en la cárcel no es una de mis metas en la vida. Los veo luego.<br />--Claro --dije.<br /><br />Jonathan se alejó de nosotros y unos minutos más tarde estuvo fuera de nuestra vista. Sebas y yo estuvimos en silencio un buen rato, hasta que él decidió romperlo, cambiando por completo el rumbo de mis pensamientos.<br /><br />--Te quiere mucho --dijo, escrutando el pasto como un filósofo estudia una obra de arte.<br />--Sí...<br />--Y tú lo quieres a él. No creas que no me he dado cuenta de cómo lo miras. ¿Te has visto en un espejo cuando lo miras? Y no es como cualquier otro enamoramiento de niña idiota. Quiero decir... tú eres diferente... lo miras como si le tuvieras una profunda admiración... como si te supieras su cara de memoria y pudieras dibujarla sin tenerlo frente a ti. Y ya sé que sueno cursi, además de que yo no soy de los que hablan así, pero yo creo que nunca te has preguntado cómo sería tu vida si él no estuviese en ella. Me refiero a... tú sabes, ni siquiera cuando eran amigos.<br /><br />Guau. Nunca había escuchado un discurso así salir de su boca. De pronto lo sentí tan indefenso... tan anti él, que tuve que esforzarme mucho para no reir a carcajadas. Pero por otra parte tenía razón. Desde que conocí a Jonathan nunca me había imaginado cómo sería mi vida sin él en escena, y no porque no pudiese vivir sin él, sino que había sido ese amigo que había estado ahí siempre, ése chico que me había hecho sentir tan segura desde que lo conocí... Y al final se había convertido en un pedacito más de mi persona. Si Jonathan no estuviese (como amigo o como novio) sería equivalente a que me cortaran la mano derecha o a que me extirparan los ojos.<br /><br />--Eso creo...<br />--Te voy a decir un secreto, pero si le dices a alguien te juro que no verás la luz del sol nunca más --rió.<br />--Pues creo que no tengo otra opción más que guardar el secreto, ¿verdad?<br />--A veces... --dudó un poco y luego continuó--. A veces quisiera que alguien me mirara como tú lo miras a él... pero siento que ninguna chica lo hará jamás, porque ¿me has visto? Soy tan guapo que sólo se fijan en mi físico...<br /><br />Puse los ojos en blanco y ambos nos echamos a reír. Luego él se puso serio y habló de nuevo.<br /><br />--La verdad es que a veces pienso que no soy lo suficientemente inteligente o interesante como para gustarle de esa manera a una chica. Creo que los hombres bromistas no tienen mucho futuro en esas cosas, y aunque tengo chicas por toneladas, sé que ninguna de ellas me quiere de verdad. ¿Por qué? ¿No lo sabes? ¿Me lo podrías decir?<br />--Supongo que no ha llegado esa chica que te haga darte cuenta de que eres mucho más que un chico bromista --sonreí.<br />--Ustedes son buenas personas --dijo de pronto--. Me refiero a ti, a Diego y a Jonathan. ¿Te acuerdas cuando Jonathan y yo casi nos golpeábamos?<br />--¿Cómo olvidarlo...?<br />--Pues no le vayas a decir, pero es como mi mejor amigo. Y tú también lo eres, pequeña salvaje.<br />--¿Ah sí? Pues que nadie se entere, pero tú no eres tan tonto como yo creía... y creo que de hecho eres más cursi que el oso Pooh.<br />--Lo interesante es que nadie se enterará jamás --los dos reímos.<br /><br />Nos quedamos callados. Yo le daba vueltas y vueltas al hecho de que si le decía mi secreto a Sebas, sería como incluir a alguien más en mi familia, y mi familia nunca había sido muy estable que digamos. Pero él me había confesado sus más empalagosos pensamientos, y no era justo que yo no le confesara los míos... aunque no fueran ni la mitad de ñoños que los suyos. Así que me decidí. Era el momento, el lugar y la persona. Lo miré a los ojos y me armé de valor.<br /><br />--Bueno, osito Pooh, creo que ahora es mi turno de contarte quién es Violeta Lazcano realmente y por qué es tan condenadamente desconfiada...<br /><br /><br />________________________________________________________<br /><span style="font-style: italic;">Hola!!!</span><br /><br /><span style="font-style: italic;">Bueno, normalmente mis intervenciones aquí son para alegar que no tendré tiempo de publicar o para dar alguna explicación del capítulo en cuestión, pero me temo que hoy no ando tan de buenas y la noticia no será tan agradable que digamos.</span><br /><br /><span style="font-style: italic;">Ya me estoy hartando de esos comentarios que aseguran que soy una plagiadora asquerosa, que la relación entre Cass y Vio es igualita que la de Serena y Blair de Gossip Girl, que Jonathan es una copia barata de Edward y Sebastián de Jacob, bla bla bla... A ver: si la relación entre Cass y Vio es como la de Serena y Blair, yo ni cuenta me había dado, Jonathan no es una copia barata de Edward ni Sebastián de Jacob, simple y sencillamente porque ellos están basados en personas reales y porque a mí ni me gusta Crepúsculo.<br /><br /></span><span style="font-style: italic;">Dicen que la historia es mala, que es irreal... bueno, yo sólo les digo que estoy escribiendo una historia realista con toques fantasiosos. Ya sé que ningún grupo de adolescentes se va a ir a meter a la casa de un jefe de policía, ni que un chico les pagará tres millones por hacerlo. Ya sé que los hijos no les roban dinero a sus padres ni se compran un departamento en la zona más cara de la ciudad... Pero lo divertido de escribir es que todo lo que imagines será posible en ese mundo que tú creaste.</span><br /><br /><span style="font-style: italic;">Así que dejen de fastidiar :D</span><br /><br /><span style="font-style: italic;">Betzabé.</span><br /></span></div>Betzabéhttp://www.blogger.com/profile/14814676873361906568noreply@blogger.com5tag:blogger.com,1999:blog-4821936189807601894.post-38035487812549863752010-04-09T23:54:00.000-07:002010-04-10T01:05:37.657-07:00Fotografías<div style="text-align: justify;"><span style="font-size:85%;">--No estoy de buenas --le dije a <span class="blsp-spelling-error" id="SPELLING_ERROR_0">Jonathan</span> cuando comenzó a decirme que las estrellas del techo de mi cuarto eran algo de niña pequeña.</span><br /><span style="font-size:85%;">--Sólo quería hacer que pensaras en otra cosa. Si hago que te enojes conmigo, tal vez se te olvide todo.</span><br /><br /><span style="font-size:85%;"><span class="blsp-spelling-error" id="SPELLING_ERROR_1">Sebastián</span> entrecerró los ojos e hizo una mueca de precaución, como si <span class="blsp-spelling-error" id="SPELLING_ERROR_2">Jonathan</span> hubiese quitado el seguro de una granada y ésta estuviese a punto de explotar. Sí, bueno, <span class="blsp-spelling-error" id="SPELLING_ERROR_3">Sebas</span> era una gallina <span class="blsp-spelling-error" id="SPELLING_ERROR_4">cobardona</span>.</span><br /><br /><span style="font-size:85%;"><span class="blsp-spelling-error" id="SPELLING_ERROR_5">Jonathan</span> había llegado en cuanto salió de la escuela. Se disculpó como mil veces por no haber estado conmigo y por haber enviado a <span class="blsp-spelling-error" id="SPELLING_ERROR_6">Sebastián</span> en su lugar, y aunque le exigí que no se portara como un <span class="blsp-spelling-error" id="SPELLING_ERROR_7">tarado</span> lame botas, no dejó de molestar hasta que le dije que no importaba, que lo perdonaba. No había nada que perdonar. La gente se enoja y hace estupideces, como me había dicho <span class="blsp-spelling-error" id="SPELLING_ERROR_8">Sebas</span> hacía ya un rato. <span class="blsp-spelling-error" id="SPELLING_ERROR_9">Jonathan</span> se había enojado conmigo porque lo traté como al trapo de la cocina, así que se había negado a acompañarme al hospital, pero no importaba porque el enojo hace que nos portemos de una forma tonta, aunque por el momento nos parezca lo más razonable del mundo.</span><br /><br /><span style="font-size:85%;">Yo estaba enojada con Diego. Por haberme ocultado que veía a mamá y por no haberme dicho que tenía una novia... en especial si ésta estaba loca. También me sentía extraña porque mamá acababa de morir. Nunca habíamos tenido una buena relación, y de hecho ella tenía la idea de que seguía teniendo quince o dieciséis años, además de que jamás tuvimos una <span class="blsp-spelling-error" id="SPELLING_ERROR_10">conversación</span> decente... ni siquiera cuando murió conversamos, sólo cruzamos unas palabras y eso fue todo. Esa era la razón por la que estaba tan frustrada: no me podía sentir devastada por la muerte de mamá, ya que sólo habíamos sido conocidas, ni siquiera amigas. Y lo peor de todo era que sabía que eso estaba mal, porque ¿qué clase de chica no llora como si se hubiese acabado el mundo cuando se queda medio huérfana? Por supuesto que había llorado, pero lo había hecho porque me sentía culpable y porque <span style="font-style: italic;">tenía</span> que llorar, pero la mujer que había muerto hoy y yo nunca habíamos cruzado más de tres palabras al día, y esa era la razón de que mi corazón tuviera un pequeño <span class="blsp-spelling-error" id="SPELLING_ERROR_11">huequito</span> como el queso <span class="blsp-spelling-error" id="SPELLING_ERROR_12">gruyere</span>, y no un agujero parecido al que dejaría una bomba atómica en cualquier lugar. Sí, me sentía mal, pero me había sentido así miles de veces. Mi madre había muerto para mí muchos días de mi vida, pero la diferencia era que ahora ya no podría verla para asegurarme de que todavía existía la mujer que me había donado <span class="blsp-spelling-corrected" id="SPELLING_ERROR_13">veintitrés</span> cromosomas. Pura genética, nada de amor.</span><br /><br /><span style="font-size:85%;">--Si haces que me <span class="blsp-spelling-corrected" id="SPELLING_ERROR_14">enoje</span> contigo te voy a arrancar la cabeza --dije.</span><br /><br /><span style="font-size:85%;">Los tres guardamos silencio durante unos segundos, mirándonos fijamente como si estuviésemos esperando que alguno saliera de la habitación para no volver jamás. De pronto <span class="blsp-spelling-error" id="SPELLING_ERROR_15">Sebastián</span> miró hacia otro lado y sonrió <span class="blsp-spelling-error" id="SPELLING_ERROR_16">traviesamente</span> antes de tomar la mochila de <span class="blsp-spelling-error" id="SPELLING_ERROR_17">Jonathan</span>, que estaba en el suelo, junto a la cama. <span class="blsp-spelling-error" id="SPELLING_ERROR_18">Sebas</span> abrió el cierre y se puso a hurgar como madre <span class="blsp-spelling-error" id="SPELLING_ERROR_19">sobreprotectora</span>, sólo que él no intentaba encontrar algo que pudiese dañar a <span class="blsp-spelling-error" id="SPELLING_ERROR_20">Jonathan</span>, sino algo que pudiese <span class="blsp-spelling-error" id="SPELLING_ERROR_21">avergonzarlo</span>.</span><br /><br /><span style="font-size:85%;">--Deja eso --dijo <span class="blsp-spelling-error" id="SPELLING_ERROR_22">Jonathan</span> sin mucha convicción. Sabía que de cualquier manera <span class="blsp-spelling-error" id="SPELLING_ERROR_23">Sebastián</span> haría lo que se le diera la gana.</span><br /><span style="font-size:85%;">--¡Fotos! --exclamó <span class="blsp-spelling-error" id="SPELLING_ERROR_24">Sebas</span>, sacando un sobre blanco de la mochila.</span><br /><span style="font-size:85%;">--<span class="blsp-spelling-error" id="SPELLING_ERROR_25">Sebastián</span>, no seas abuela y deja eso en su lugar --dije yo.</span><br /><span style="font-size:85%;">--Ay, vamos, sólo las veo y luego las regreso a su lugar ¿está bien?</span><br /><span style="font-size:85%;">--Deja que las vea --intervino <span class="blsp-spelling-error" id="SPELLING_ERROR_26">Jonathan</span>--. De cualquier manera iba a enseñárselas, sólo que yo quería que todos estuvieran aquí.</span><br /><span style="font-size:85%;">--<span class="blsp-spelling-error" id="SPELLING_ERROR_27">Blah</span>, <span class="blsp-spelling-error" id="SPELLING_ERROR_28">blah</span>, <span class="blsp-spelling-error" id="SPELLING_ERROR_29">blah</span>. <span class="blsp-spelling-error" id="SPELLING_ERROR_30">Cállate</span>, <span class="blsp-spelling-error" id="SPELLING_ERROR_31">ricitos</span>. Vamos a ver qué clase de porquerías te gusta fotografiar.</span><br /><br /><span style="font-size:85%;"><span class="blsp-spelling-error" id="SPELLING_ERROR_32">Sebas</span> sacó un <span class="blsp-spelling-error" id="SPELLING_ERROR_33">bonche</span> de fotos y comenzó a verlas como si se tratasen de los recuerdos de su infancia. Luego miró a <span class="blsp-spelling-error" id="SPELLING_ERROR_34">Jonathan</span> y pude notar que se ponía pálido (algo raro, ya que su piel era blanca de por sí) y que los pequeños círculos rosados de sus mejillas aniñadas desaparecían. Me asusté por un segundo y después me acordé de respirar. Para mí seguía siendo un acontecimiento bastante desagradable que <span class="blsp-spelling-error" id="SPELLING_ERROR_35">Sebas</span> dejara de lado su simpatía y <span class="blsp-spelling-error" id="SPELLING_ERROR_36">socarronería</span>, para ponerse serio e incluso asustado.</span><br /><br /><span style="font-size:85%;">--¿Qué estuviste haciendo, <span class="blsp-spelling-error" id="SPELLING_ERROR_37">ricitos</span>? Me sorprende que sigas vivo.</span><br /><span style="font-size:85%;">--¿Eh? --pregunté, mirando a <span class="blsp-spelling-error" id="SPELLING_ERROR_38">Jonathan</span>--. ¿De qué habla?</span><br /><br /><span style="font-size:85%;"><span class="blsp-spelling-error" id="SPELLING_ERROR_39">Jonathan</span> pasó una mano por mi cabello y extendió la otra para que <span class="blsp-spelling-error" id="SPELLING_ERROR_40">Sebas</span> le diera las fotografías. Me las dio y creo que mi expresión imitó bastante bien la de mi amigo cuando vi de qué se trataba todo esto.</span><br /><br /><span style="font-size:85%;">En una de las imágenes había policías <span class="blsp-spelling-error" id="SPELLING_ERROR_41">resguardando</span> una casa enorme, todos ellos con armas de largo alcance que matarían a un individuo ubicado al otro lado del mundo. En otra se mostraban las puertas de la casa; arriba había cables de alta tensión y cámaras por todas partes. La tercera imagen fue la que me dejó fría de pies a cabeza: el interior de la casa. Enorme. Pasto por todos lados y policías en cada centímetro cuadrado de la residencia. En la siguiente fotografía se enfocaba una de las enormes ventanas del lugar; puse un poco más de atención y pude notar la silueta de un hombre al otro lado. Pasé a la siguiente foto y de pronto tuve la extraña necesidad de golpear a <span class="blsp-spelling-error" id="SPELLING_ERROR_42">Jonathan</span> con algún tubo de <span class="blsp-spelling-error" id="SPELLING_ERROR_43">fierro</span>: la ventana estaba tan cerca que parecía como si la foto hubiese sido tomada desde dentro y no desde el patio. El hombre estaba muy mal encarado, fumaba un cigarrillo y estaba con otros dos que eran policías, a juzgar por el uniforme y las insignias.</span><br /><br /><span style="font-size:85%;">--¡¿Me quieres decir qué diablos estabas haciendo?!-- exclamé.</span><br /><span style="font-size:85%;">--<span class="blsp-spelling-error" id="SPELLING_ERROR_44">Tranquilízate</span>, yo no las tomé --dijo <span class="blsp-spelling-error" id="SPELLING_ERROR_45">Jonathan</span>, y al instante <span class="blsp-spelling-error" id="SPELLING_ERROR_46">Sebastián</span> recuperó sus mejillas coloradas y yo pude respirar con mayor facilidad.</span><br /><span style="font-size:85%;">--¿Entonces?</span><br /><span style="font-size:85%;">--Tengo... contactos.</span><br /><span style="font-size:85%;">--¿Contactos?</span><br /><span style="font-size:85%;">--No vas a adivinar.</span><br /><span style="font-size:85%;">--No tengo ganas de adivinar --dije.</span><br /><span style="font-size:85%;">--Ni yo --coincidió <span class="blsp-spelling-error" id="SPELLING_ERROR_47">Sebas</span>.</span><br /><span style="font-size:85%;">--<span class="blsp-spelling-error" id="SPELLING_ERROR_48">Ehem</span>... digamos que utilicé material para chantajear a uno de esos policías. Fue fácil: lo investigué, y ¡cuántas cosas le ocultaba a su esposa! Si yo te contara...</span><br /><span style="font-size:85%;">--Ve al grano, anciana --urgió <span class="blsp-spelling-error" id="SPELLING_ERROR_49">Sebastián</span></span><br /><span style="font-size:85%;">--Pues al parecer el hombre no quería que su mujer se enterara de nada, y estuvo muy dispuesto a ayudarme con esto, siempre y cuando su familia siga como hasta ahora.</span><br /><span style="font-size:85%;">--Ya, ¿y de qué nos sirven las fotos? --pregunté.</span><br /><span style="font-size:85%;">--Mira, hay cámaras por todo el lugar --dijo, señalando con su índice varias de las fotos, que había extendido por el piso--. Vamos a necesitar a alguien que nos ayude a desactivarlas, aunque sea por un periodo corto de tiempo.</span><br /><br /><span style="font-size:85%;"><span class="blsp-spelling-error" id="SPELLING_ERROR_50">Jonathan</span> sacó un papel arrugado de su bolsillo y lo puso junto a una de las fotos.</span><br /><br /><span style="font-size:85%;">--¿Ves esto? Él lo dibujó para mí.</span><br /><span style="font-size:85%;">--Ay, qué tierno --dijo <span class="blsp-spelling-error" id="SPELLING_ERROR_51">Sebastián</span>--. El novio rudo de <span class="blsp-spelling-error" id="SPELLING_ERROR_52">Jonathan</span> le hizo un lindo mapa de su <span class="blsp-spelling-error" id="SPELLING_ERROR_53">nidito</span> de amor.</span><br /><span style="font-size:85%;">--Es la casa, idiota.</span><br /><span style="font-size:85%;">--<span class="blsp-spelling-error" id="SPELLING_ERROR_54">Ah</span>... claro.</span><br /><span style="font-size:85%;">--Mira --<span class="blsp-spelling-error" id="SPELLING_ERROR_55">Jonathan</span> trazó un camino con su dedo--. Aquí están los papeles que necesitamos. Sería más fácil si sólo desactiváramos las cámaras que pudiesen vernos, pero resultaría obvio en qué lugar estamos, así que si las desactivamos todas parecerá un error de las máquinas y ellos tardarán en darse cuenta de que alguien se metió al sistema. Eso nos da suficiente tiempo para que corras y entres al cuarto donde...</span><br /><span style="font-size:85%;">--¡¿Ella?! --exclamó <span class="blsp-spelling-error" id="SPELLING_ERROR_56">Sebastián</span>--. ¿Esta <span class="blsp-spelling-error" id="SPELLING_ERROR_57">pequeñita</span> va a hacer todo el trabajo? ¿Eres imbécil? Manda a cualquier otra persona, incluso a mí, si quieres, pero ella se queda fuera de todo esto.</span><br /><span style="font-size:85%;">--Ella es más delgada y más pequeña que nosotros dos, así que tiene más agilidad... y ella corre muy, muy rápido, <span class="blsp-spelling-error" id="SPELLING_ERROR_58">créeme</span>.</span><br /><span style="font-size:85%;">--Pues manda a <span class="blsp-spelling-error" id="SPELLING_ERROR_59">Hayden</span> o a <span class="blsp-spelling-error" id="SPELLING_ERROR_60">Samantha</span>, ellas son delgadas y pequeñas.</span><br /><span style="font-size:85%;">--Sí, pero no son tan rápidas como Violeta, además ella sabe defensa personal, y si algo sale mal podrá deshacerse de unos cuantos policías antes de que entremos a ayudarla. <span class="blsp-spelling-error" id="SPELLING_ERROR_61">Hayden</span> y <span class="blsp-spelling-error" id="SPELLING_ERROR_62">Samantha</span> sólo nos retrasarían.</span><br /><span style="font-size:85%;">--¿Estás loco? No vas a arriesgar así la vida de Violeta.</span><br /><span style="font-size:85%;">--Ella es fuerte, <span class="blsp-spelling-error" id="SPELLING_ERROR_63">Sebas</span>. Nosotros podemos entrar al patio para avisar, pero ella va a ser quien vaya por lo grande. Es rápida, fuerte, ágil y lista. No la van a atrapar tan fácil como si fuésemos cualquiera de nosotros. ¿Entiendes? O es que no puedes aceptar que una chica pueda hacer algo mejor que tú en cuanto a físico se refiere.</span><br /><span style="font-size:85%;">--No soy un vanidoso, ya sabes. Es que... ¿qué tal si le pasa algo?</span><br /><span style="font-size:85%;">--Oigan --intervine--. ¿Por qué no vamos por un bote de helado para que me ayuden con mi depresión, y luego de eso platicamos acerca de sus planes?</span><br /><span style="font-size:85%;">--Tienes razón --dijo <span class="blsp-spelling-error" id="SPELLING_ERROR_64">Jonathan</span>--, además necesitamos juntar a todos, y todavía ni siquiera tenemos a alguien que nos ayude con lo de las cámaras... y los cables de alta tensión.</span><br /><span style="font-size:85%;">--Si te consigo a alguien, ¿prometes dejar a Vio fuera de esto? --preguntó <span class="blsp-spelling-error" id="SPELLING_ERROR_65">Sebas</span>.</span><br /><span style="font-size:85%;">--¿Conoces a alguien?</span><br /><span style="font-size:85%;">--<span class="blsp-spelling-error" id="SPELLING_ERROR_66">Promételo</span>.</span><br /><span style="font-size:85%;">--Prometo que lo pensaré --cedió <span class="blsp-spelling-error" id="SPELLING_ERROR_67">Jonathan</span> al fin.</span><br /><span style="font-size:85%;">--Mateo. Es un ñoño de mi clase de cómputo. Lo sabe absolutamente todo.</span><br /><span style="font-size:85%;">--Está bien, <span class="blsp-spelling-error" id="SPELLING_ERROR_68">tráelo</span> y veremos qué es capaz de hacer.</span><br /><span style="font-size:85%;">--Es el pequeño Mateo de quien hablamos, <span class="blsp-spelling-error" id="SPELLING_ERROR_69">ricitos</span> --sonrió <span class="blsp-spelling-error" id="SPELLING_ERROR_70">Sebas</span>, con convicción--. Lo que tiene de enano lo tiene de <span class="blsp-spelling-error" id="SPELLING_ERROR_71">geniecito</span>.</span><br /><br /><span style="font-size:85%;"><span class="blsp-spelling-error" id="SPELLING_ERROR_72">Sebastián</span> y <span class="blsp-spelling-error" id="SPELLING_ERROR_73">Jonathan</span> comenzaron a elaborar un plan que más bien parecía un guión para la película "Misión imposible". El plan tenía que elaborarlo alguien con mucho cerebro y gran intuición... si <span class="blsp-spelling-error" id="SPELLING_ERROR_74">Sam</span>, <span class="blsp-spelling-error" id="SPELLING_ERROR_75">Hayden</span>, <span class="blsp-spelling-error" id="SPELLING_ERROR_76">Cass</span> y yo nos juntábamos, podríamos hacer de esto una aventura sencilla y exitosa.</span><br /><br /><span style="font-size:85%;">Al parecer mi helado y mi depresión tendrían que esperar un poco.</span></div>Betzabéhttp://www.blogger.com/profile/14814676873361906568noreply@blogger.com5tag:blogger.com,1999:blog-4821936189807601894.post-84778550847299876762010-04-01T00:08:00.000-07:002010-04-01T01:31:34.098-07:00Te odio, bruja malvada.<div style="text-align: justify;"><span style="font-size:85%;">Estábamos en mi casa. No sabía qué tantos arreglos se tenían que hacer antes de que nos entregaran a mamá y pudiésemos sepultarla como su religión mandaba, pero por lo pronto podíamos tomarnos un tiempo para asimilar lo sucedido y para decir todo lo que queríamos decir. Sebastián había faltado a la escuela igual que yo. En su colegio a los profesores no les importaba si los alumnos asistían o no, ya que con que pagaran la costosa colegiatura todo estaba arreglado, pero en mi escuela la falta contaría y mucho, ya que me había tomado demasiados días libres éste año: cuando nos fuimos de casa, cuando tuve depresión, cuando falté por la estúpida alergia y ahora que mamá había muerto... si me graduaba ese año lo consideraría un verdadero milagro. Aunque claro, una cosa era que me graduara y otra muy diferente que con semejante historial de faltas me aceptaran en la facultad. </span><br /><br /><span style="font-size:85%;">--¿Qué vamos a hacer? --pregunté.</span><br /><br /><span style="font-size:85%;">Diego estaba recostado en el sillón, con la cabeza colocada en las piernas de la mujer a quien aún no me habían presentado y que seguía dirigiendo su odio hacia mí, sólo que ahora no lo expresaba abiertamente porque yo tenía a mi guardián bromista cuidando que su bocaza no me agrediera de ninguna forma posible. Yo estaba sentada en el otro sillón y Sebastián se había despatarrado en el piso junto a mí. Acabábamos de comer, pero con los ánimos que teníamos, solamente Sebastián y la chica histérica comieron como la gente manda, aunque por razones de tamaño y capacidad, Sebastián ingirió tal vez diez kilos más de comida que la mujer.</span><br /><br /><span style="font-size:85%;">--Por ahora vamos a arreglar esto... --musitó mi hermano--. Luego tendremos que arreglar... lo otro.</span><br /><span style="font-size:85%;">--Acciones legales --dijo la chica con voz dura. Pasaba su mano por el cabello de Diego y eso realmente me ponía de mal humor--. Contra tu papá. Eso fue algo parecido al homicidio, si no es que fue asesinato puro.</span><br /><span style="font-size:85%;">--¿Querrías no hablar así por un segundo? --pidió Sebastián al darse cuenta de que mi rostro reflejaba completamente la ira que sentía contra ella--. ¿Nadie nunca te enseñó que cuando alguien muere lo más normal es que sus familiares se sientan pistaches? </span><br /><span style="font-size:85%;">--Me gusta decir las cosas como son.</span><br /><span style="font-size:85%;">--Y a mí me gusta que respeten a la gente que quiero, y tú no estás respetando a Violeta hablándole así --Sebastián se irguió un poco y colocó su peso en los codos--. Por favor, Úrsula, tranquilízate y ten un poco más de tacto a la hora de hablar.</span><br /><br /><span style="font-size:85%;">Sonreí. Me defendía. Había dicho que me quería sin siquiera darse cuenta. Estaba poniendo en su lugar a una chica a la que jamás en su vida había visto... y aún así estaba de humor para poner apodos. Era más que obvio que aquella belleza no se parecía nada a la malvada bruja de<span style="font-style: italic;"> la Sirenita</span>, pero tal vez por dentro era tan horrible como ella. Sebastián siempre daba en el clavo con sus apodos.</span><br /><br /><span style="font-size:85%;">Me extrañó que mi hermano ni siquiera se inmutara ante tal agresión hacia su acompañante. Ahora que recordaba, él no había intervenido por mí ni por nadie en todo el día. De pronto me sentí mal. Por estar sonriendo, por alegrarme de que el chico que siempre me llamaba "pequeña salvaje" me hubiese defendido por primera vez desde que lo conocía, por no estar llorando la muerte de mi madre... Me sentía culpable porque Diego parecía un muerto viviente con ojos hinchados y yo no.</span><br /><br /><span style="font-size:85%;">Tal vez ahora entendía por qué la chica Úrsula me odiaba tanto: la primera impresión que se había llevado de mí era la de una chica orgullosa, insensible, berrinchuda y grosera. Genial.</span><br /><br /><span style="font-size:85%;">Me levanté del sillón y fui a mi habitación. Ni mi hermano ni la bruja malévola me miraron si quiera, pero Sebastián tardó menos de un segundo en levantarse y venir conmigo. Me senté en la mesedora y comencé a llorar.</span><br /><br /><span style="font-size:85%;">--Vamos, Vio --dijo él--. Es una loca ¿sí? ¿Cuántas locas no has conocido ya? Tú misma eres una de ellas, pequeña salvaje.</span><br /><br /><span style="font-size:85%;">Lo miré unos segundos y luego regresé hacia la nada. No hacía una de esas muecas dramáticas que las actrices hacen en todas las películas para niñas cursis, más bien lloraba sin mueca alguna. Ésta era una de esas veces en que los ojos se niegan a contener todo lo que llevan dentro y mientras tu rostro sigue igual, las lágrimas corren unas tras otras como queriendo formar un lindo y despreciable río de depresión. Sebastián sonrió y luego se hincó junto a la mesedora. Tomó mi mano derecha y comenzó a juguetear con ella antes de lograr que lo mirara de nuevo.</span><br /><br /><span style="font-size:85%;">-- ¿Sabes algo? --preguntó, sin borrar la falsa sonrisa de sus labios. Tal vez era uno de esos chicos que no saben cómo actuar cuando una mujer llora frente a ellos... o tal vez las situaciones serias lo ponían nervioso.</span><br /><span style="font-size:85%;">--¿Qué? --susurré al notar que de verdad esperaba una respuesta.</span><br /><span style="font-size:85%;">--Es la primera vez que te veo llorar.</span><br /><span style="font-size:85%;">--¿Y? ¿Quieres que te traiga mariachis para celebrar?</span><br /><span style="font-size:85%;">--No... es sólo que... creí que el día en que te viera llorar me divertiría y me burlaría de ti hasta más no poder.</span><br /><span style="font-size:85%;">--Gracias por tu sinceridad --volví a mirar por la ventana y luego él tomó mi barbilla con sus dedos para que le prestara atención.</span><br /><span style="font-size:85%;">--El punto es que no me estoy divirtiendo. Me haces sentir mal, Violeta. No llores. No me gusta verte así. ¿Por qué no sales a golpear personas y a llamarlas imbéciles, retrasadas, faltas de personalidad, y todas esas cosas que te salen tan bien? Eres la pequeña salvaje y no sólo gracias a que tu cabello luce como la melena de un león cuando te acabas de levantar... ¿Dónde está la pequeña salvaje ahora, Vio?</span><br /><span style="font-size:85%;">--A la pequeña salvaje se le están extinguiendo las razones para ser la chica divertida, Sebas.</span><br /><span style="font-size:85%;">--Pues te voy a decir algo --sonrió de nuevo, pero ésta vez era aquella sonrisa pícara que le conocía tan bien--. Si sigues así vas a perder mucho.</span><br /><span style="font-size:85%;">--¿Ah sí? ¿Qué?</span><br /><span style="font-size:85%;">--A mí --alzó las cejas, como si no fuera obvia la respuesta--. ¿Qué sería de ti sin mí? Yo creo que tienes el gran privilegio de ser mi amiga y no queremos... no quieres que eso cambie ¿verdad?</span><br /><span style="font-size:85%;">--Creo que no --reí y él hizo lo mismo. ¿Cómo podía lograr eso? </span><br /><br /><span style="font-size:85%;">Llamaron a la puerta y ambos nos sorprendimos. Me levanté a abrir y vi a Diego del otro lado. </span><br /><br /><span style="font-size:85%;">--¿Puedes venir? --su voz era monocorde y demasiado baja--. Te voy a presentar a alguien.</span><br /><span style="font-size:85%;">--La hora de las brujas --susrró Sebastián tan bajo que sólo yo pude oírlo.</span><br /><br /><span style="font-size:85%;">Salí de la habitación y los tres caminamos hasta la sala, donde la chica esperaba recargada junto al librero. Mi hermano caminó hasta ella y rodeó su cintura con un brazo, acto seguido ella lo besó en la mejilla como si fuese un niño pequeñito a quien debía proteger. Bueno, mi hermano ahora lucía como alguien que definitivamente necesitaba protección. Sebastián a pasó su brazo sobre mis hombros y adoptó una posición desenfadada, como si estuviésemos en alguna fiesta donde disfrutábamos de la buena vida y del alcohol. </span><br /><br /><span style="font-size:85%;">--Ella es Amanda... es mi... --Diego me miró como disculpándose y luego continuó--. Es mi novia.</span><br /><br /><span style="font-size:85%;">Escuché un siseo por parte de Sebastián, quien aferró un poco más fuerte su brazo a mi alrededor. Tal vez su pose no era la de un retrasado universitario, sino la de alguien que teme que su amiga mate a la única familia que le queda.</span><br /><br /><span style="font-size:85%;">--No sé por qué no me sorprende --susurré. Todos se relajaron, incluyendo a Sebas que dejó caer su brazo y metió la mano a su bolsillo.</span><br /><span style="font-size:85%;">--Oye, Violeta, ya sé que no te traté muy bien que digamos pero...</span> <span style="font-size:85%;">--la voz de la chica me hizo rabiar.<br /></span><span style="font-size:85%;">--Cállate --interrumpí. Todos me miraron extrañados y Sebas volvió a temer que cometiera homicidio, así que tomó mi brazo y lo apretó con fuerza.</span><br /><span style="font-size:85%;">--¿Qué...? --preguntó ella, confundida.</span><br /><span style="font-size:85%;">--Ésta es una charla de familia y creo que ya te metiste mucho en nuestras charlas. Dije que no me sorprendía que fueras su novia, ya que es más que obvio porque lo miras como toda una imbécil... además, al parecer Diego me ha ocultado más de una cosa en los últimos días...</span><br /><span style="font-size:85%;">--No empieces, Violeta --musitó mi hermano.</span><br /><span style="font-size:85%;">--Está bien --cedí--. Decía que no me sorprende que seas su novia, pero jamás dije que perdonaba todas tus groserías ni que me caías bien. Me doy por enterada, ahora si me disculpan, iré a maldecir un rato.</span><br /><br /><span style="font-size:85%;">Regresé a mi habitación y Sebas vino conmigo. La chica me había mirado con toda la sorpresa del mundo, ya que tal vez esperaba que le dijera que era bienvenida en mi familia y que me portaría bien con ella, ignorando el hecho de que me había tratado como a una basura. No me importaba, se podía ir al infierno si se le daba la gana.</span><br /><br /><span style="font-size:85%;">--Creo que voy a llamar a ricitos y tú le cuentas tus problemas cuando venga --Sebas tomó el teléfono y luego de informarme que tenía seis mensajes de voz, marcó un número--. Yo me considero valiente, pero no tanto como para aguantar tu furia cuando de veras eres salvaje.</span><br /><br /><div style="text-align: justify;"><span style="font-size:85%;">Tenía que contarle a Jonathan que durante su ausencia había muerto mi madre, mi hermano lucía como un títere del diablo y que Sebas me había defendido de la maldita bruja que había engatuzado a Diego de alguna forma.</span>.. <span style="font-size:85%;">Tal vez él también tendría algo que contarme, como por ejemlplo, que sacó un diez en algún examen.</span><br /></div><br /><span style="font-size:85%;">Bien hecho. Ahora no sólo estaba triste y deprimida, sino que me sentía traicionada porque Diego no me había dicho nada acerca de la tal Amanda y además tenía la repentina urgencia de arrojarle una granada activa a alguien. Sí. Definitivamente era mejor que Sebas se alejara de mí por unas horas, por lo menos hasta que mi persona no representara un peligro potencial para su integridad física.</span><br /><br /><br /><br />___________________<br /><span style="font-style: italic;font-size:85%;" ><br />Hola, criaturas del Señor.<br /><br />Espero que les haya gustado el capítulo. Les quería decir que justo encima de la foto de Violeta (en la barra lateral) puse un link que dice "personajes" que es donde ustedes pueden leer una pequeña descripción de cada uno de los individuos que forman esta historia.<br /><br />Las veo luego, niñas xD ¿Ven cómo prefiero perder mi tiempo que hacer tarea? Bah, la escuela puede esperar.</span><br /><br /><div style="text-align: center; font-style: italic;"><span style="font-size:85%;">Betzabé.<br /></span></div><br /><br /></div>Betzabéhttp://www.blogger.com/profile/14814676873361906568noreply@blogger.com4tag:blogger.com,1999:blog-4821936189807601894.post-5292985122673358322010-03-28T00:29:00.000-07:002010-03-28T01:52:57.395-07:00Mamá.<div style="text-align: justify;"><span style="font-size:85%;">Sentía las puntas de sus dedos recorriendo la piel de mi brazo. Sabía que no estaba en mi cuarto porque había mucha gente al rededor y porque yo estaba sentada en alguna silla demasiado incómoda como para ser mi <span class="blsp-spelling-error" id="SPELLING_ERROR_0">mesedora</span>. Además, si yo estuviese sentada en mi <span class="blsp-spelling-error" id="SPELLING_ERROR_1">mesedora</span>, <span class="blsp-spelling-error" id="SPELLING_ERROR_2">Jonathan</span> no estaría junto a mí, ni mi cabeza estaría recargada en su hombro. Escuchaba varias voces por ahí, algunas sólo eran murmullos y otras tantas estaban más bien histéricas. Había un olor extraño y sofocante, como a farmacia o algo así. Entonces recordé en dónde estaba y abrí lentamente los ojos. Sí, recordaba dónde estaba, pero había fallado al pensar que estaba con <span class="blsp-spelling-error" id="SPELLING_ERROR_3">Jonathan</span>.</span><br /><br /><span style="font-size:85%;">Alcé la cabeza para encontrarme con el rostro tranquilo de <span class="blsp-spelling-error" id="SPELLING_ERROR_4">Sebastián</span>, quien, por la cadencia de su respiración, podría decirse que estaba dormido o a punto de caer frito. Miré a mi alrededor. ¿Y Diego? Me sentía como cuando una se pone muy borracha y al día siguiente no recuerda nada de lo que ha hecho. <span class="blsp-spelling-error" id="SPELLING_ERROR_5">Sebas</span> paró el recorrido que sus dedos hacían por mi brazo y se enderezó en la silla, obligándome a hacer lo propio.</span><br /><br /><span style="font-size:85%;">--¿Y mi hermano? --pregunté, con voz soñolienta.</span><br /><span style="font-size:85%;">--Buenos días, <span class="blsp-spelling-error" id="SPELLING_ERROR_6">Sebastián</span>, ¿te duele el brazo? Porque ya sé que mi cabeza pesa demasiado y me preocupa tu integridad física --dijo él, imitando mi tono de voz y flexionando luego el brazo que tenía al rededor de mi cuerpo--. Hola Vio, no te preocupes, algún día la sangre encontrará su curso de nuevo y tal vez no tengan que quitarme el brazo ni nada por el estilo.</span><br /><span style="font-size:85%;">--Oh, lo siento --musité, luego me acomodé en la silla y lo miré--. ¿Y tú qué haces aquí?</span><br /><span style="font-size:85%;">--¿Ahora tienes amnesia o algo así? Vine anoche porque mandaste al diablo a <span class="blsp-spelling-error" id="SPELLING_ERROR_7">ricitos</span>. Además él no se lleva muy bien que digamos con los hospitales ¿recuerdas? Tal vez me envió porque <span class="blsp-spelling-error" id="SPELLING_ERROR_8">no quería</span> desmayarse dos veces frente a las mismas enfermeras --rió.</span><br /><span style="font-size:85%;">--¿Está muy enojado? --mientras el sopor del sueño se desvanecía, yo iba tomando conciencia de lo que había hecho la noche anterior.</span><br /><span style="font-size:85%;">--No creo... --dudó--. ¿Quién sabe? A lo mejor sólo quiso darte tu espacio y ya.</span><br /><span style="font-size:85%;">--¿Me da espacio <span class="blsp-spelling-corrected" id="SPELLING_ERROR_9">mandándote</span> a ti?</span><br /><span style="font-size:85%;">--Buen punto... bueno... ¿y qué le pasó a tu mamá, para empezar? ¿Resucitó y luego la quisieron regresar al hoyo?</span><br /><br /><span style="font-size:85%;"><span class="blsp-spelling-error" id="SPELLING_ERROR_10">Sebastián</span> bromearía incluso si una sierra eléctrica estuviese a punto de <span class="blsp-spelling-error" id="SPELLING_ERROR_11">rebanarle</span> la cabeza. El problema era que yo no estaba de humor para bromas. Recordé aquel día en que le dije que mis padres habían muerto... o... no recordaba muy bien si había sido él a quien se lo dije, pero de alguna forma lo sabía y era el punto.</span><br /><br /><span style="font-size:85%;">--No... es que... mi papá...</span><br /><span style="font-size:85%;">--<span class="blsp-spelling-error" id="SPELLING_ERROR_12">Ah</span>, ahí está el desaparecido --interrumpió, señalando hacia mi hermano, que me miraba como <span class="blsp-spelling-error" id="SPELLING_ERROR_13">disculpándose</span> por algo.</span><br /><br /><span style="font-size:85%;">Me levanté de la silla y me puse el suéter que cayó al piso. <span class="blsp-spelling-error" id="SPELLING_ERROR_14">Sebastián</span> vino detrás de mí cuando caminé hacia mi hermano y... una chica a quien de hecho no conocía. La mujer era alta, casi tanto como Diego, delgada y de rostro amable, aunque tenía una mueca de disgusto y tristeza que me hizo saber que yo no le agradaba mucho que digamos, y que ella sabía <span class="blsp-spelling-error" id="SPELLING_ERROR_15">perfectamente</span> quién era yo. Iba vestida con una <span class="blsp-spelling-corrected" id="SPELLING_ERROR_16">falda</span> negra hasta la rodilla que dejaba ver unas piernas bien trabajadas y una cadera estrecha, su camisa blanca me dijo que era ejecutiva o algo por el estilo. Tenía el atuendo exacto de una chica de oficina; tal vez una abogada o contadora. Parecía una de esas mujeres exitosas y guapas de tacones altos que salen en la televisión.</span><br /><br /><span style="font-size:85%;">--Oye, siento lo de anoche. Estaba de malas y ya sabes cómo soy. No quise decir eso --me disculpé.</span><br /><span style="font-size:85%;">--Ya <span class="blsp-spelling-error" id="SPELLING_ERROR_17">olvídalo</span> --dijo él. Tenía los ojos rojos e hinchados, entonces recordé que lo había visto llorar la noche anterior... llorar con la chica que tenía al lado.</span><br /><span style="font-size:85%;">--¿Y mamá? ¿Está mejor? </span><br /><span style="font-size:85%;">--Está peor --negó con la cabeza y metió las manos a los bolsillos del pantalón--. Vio, la tienen despierta con una de esas máquinas idiotas... </span><br /><span style="font-size:85%;">--<span style="font-style: italic;"><span class="blsp-spelling-error" id="SPELLING_ERROR_18">Bypass</span></span> --dijo la chica que estaba junto a él--. La mantendrá viva por unas horas y veníamos a despertarte para que te despidas de ella.</span><br /><br /><span style="font-size:85%;">De pronto tuve la extraña necesidad de incendiarle el cabello a esa mujer con cuerpo de <span class="blsp-spelling-error" id="SPELLING_ERROR_19">súper</span> modelo. Por lo poco que había entendido, mi mamá iba a morir. Sí, yo había sido una completa idiota la noche anterior, había dicho que no quería verla y que me importaba un pepino lo que le pasara, pero era mi madre y por más que quisiera no podía odiarla al punto de estar feliz por su muerte. Y menos cuando el causante de todo aquello había sido mi padre. Ésta mujer había venido a <span class="blsp-spelling-error" id="SPELLING_ERROR_20">decirme</span> con la mayor crudeza que fue capaz, que una máquina mantenía viva a mamá y que tenía que ir a despedirme. Sí, por unos segundos pensé en golpearla hasta que se desangrara, pero estábamos en un hospital y la salvarían en menos de un segundo... aunque tal vez tendrían que mantenerla viva con una máquina y así sabría lo que se siente. </span><br /><br /><span style="font-size:85%;">Mi hermano se llevó las manos a la cara y se frotó los ojos <span class="blsp-spelling-error" id="SPELLING_ERROR_21">enérgicamente</span>. <span class="blsp-spelling-error" id="SPELLING_ERROR_22">Sebastián</span> colocó su mano en mi cintura y me atrajo hacia él, antes de besarme la coronilla. Yo no podía entender muy bien lo que estaba sucediendo. No me podía creer que mi mamá estaba a punto de morir. Si esa estúpida máquina la mantendría viva unas horas, ¿por qué no podía hacerlo durante un tiempo indeterminado? Apuesto a que podríamos acomodarla muy bien en la habitación extra que había en nuestro apartamento. Ella viviría atada a esa máquina y a nosotros, pero estaría viva.</span><br /><br /><span style="font-size:85%;">--Vamos --dijo la chica--. Estamos perdiendo el tiempo.</span><br /><br /><span style="font-size:85%;">Se acercó a mí y con un movimiento brusco pasó su mano por mis mejillas. Fue hasta entonces que me di cuenta de que estaba llorando. ¿Y quién era ella para hacer lo que hacía? <span class="blsp-spelling-error" id="SPELLING_ERROR_23">Sebastián</span> la tomó por la muñeca y la miró a los ojos. En el rostro de la mujer había una mueca de desprecio. Desprecio hacia mí. </span><br /><br /><span style="font-size:85%;">--Basta --dijo <span class="blsp-spelling-error" id="SPELLING_ERROR_24">Sebas</span>--. Ella no tiene la culpa de lo que está pasando y tú ni siquiera perteneces a esta familia.</span><br /><span style="font-size:85%;">--Tú tampoco --contestó.</span><br /><span style="font-size:85%;">--No. Y por eso vamos a mantenernos al margen del asunto. Basta ya de tratarla como si la conocieras.</span><br /><br /><span style="font-size:85%;"><span class="blsp-spelling-error" id="SPELLING_ERROR_25">Sebastián</span> la soltó y ella caminó detrás de Diego hasta el elevador. Nosotros los seguimos unos segundos después y entramos junto con ellos. <span class="blsp-spelling-error" id="SPELLING_ERROR_26">Sebastián</span> no se apartó de mí ni un segundo. Yo lloraba y él se llevaba mis lágrimas con los dedos, me decía que todo iba a estar bien, que la muerte llega y que mi madre tenía que irse, pero que yo debía decirle que la quería y que no le guardaba ningún rencor. <span class="blsp-spelling-error" id="SPELLING_ERROR_27">Sebas</span> dijo que tenía que contarle a mi madre todo lo que sentía por ella, y que así se iría con el alma un poco más alegre. Me prometió que no me dejaría y que estaría conmigo incluso después de que sucediera. Me abrazaba y me tomaba de la mano repetidamente...</span><br /><br /><span style="font-size:85%;">Era la primera vez que veía serio a <span class="blsp-spelling-error" id="SPELLING_ERROR_28">Sebastián</span>.</span><br /><br /><span style="font-size:85%;">Me senté junto a mamá. Su <span class="blsp-spelling-corrected" id="SPELLING_ERROR_29">rostro</span> estaba pálido y sus ojos tristes. En el rostro no tenía heridas ni nada parecido, pero sus brazos eran otra cosa. Pude ver marcas en su cuello... como las que una vez yo misma había tenido. La máquina estaba situada a su izquierda y hacía un ruido muy molesto, como para que no se nos olvidara que gracias a ella podríamos decirle unas últimas palabras a mi madre. Diego se colocó a mi lado y tomó la mano de ella. </span><br /><br /><span style="font-size:85%;">--¿Qué te pasó? --pregunté estúpidamente, con la voz entrecortada.</span><br /><span style="font-size:85%;">--Lo siento tanto --musitó--. Debí... debí haber...</span><br /><span style="font-size:85%;">--No --dijo Diego bruscamente--. Ya no digas eso. No fue tu culpa.</span><br /><span style="font-size:85%;">--Mamá --susurré--. ¿Cómo pasó? ¿Qué te hizo? ¿Por qué diablos vas a morir?</span><br /><span style="font-size:85%;">--Creo que sólo dio en el punto equivocado... y hay órganos sin los cuáles no podemos vivir, Vio.</span><br /><span style="font-size:85%;">--Pero ¿¡por qué!? ¿No pueden <span class="blsp-spelling-error" id="SPELLING_ERROR_30">arrelgarlo</span>? Un <span class="blsp-spelling-error" id="SPELLING_ERROR_31">transplante</span> tal vez...</span><br /><span style="font-size:85%;">--No tiene caso --sonrió--. ¿Por qué perdemos el tiempo hablando de esto? No hay que hablar de lo que ya no tiene remedio, mejor aclaremos algunas cosas.</span><br /><span style="font-size:85%;">--¿Por qué no le dicen y ya?</span> <span style="font-size:85%;">--dijo la chica que acompañaba a Diego.</span><br /><span style="font-size:85%;">--¿Por qué no te callas y ya? --preguntó <span class="blsp-spelling-error" id="SPELLING_ERROR_32">Sebas</span>, mirándola con disgusto.</span><br /><span style="font-size:85%;">--Mamá --dije, ignorando lo que sucedía--. No quiero que mueras. Te quiero. ¡No me dejes!</span><br /><span style="font-size:85%;">--Quería pedirte perdón por todo lo que pasó --dijo ella, sin borrar la sonrisa de su rostro--. Y quería que supieras que los días que no estuviste fueron tristes.</span><br /><br /><span style="font-size:85%;">Estaba dicho. No quedaba nada más por decir, nada más por aclarar ni pedir. Mamá apretó la mano de mi hermano y con la otra acarició mi mejilla. Nos quedamos en silencio un largo rato. Yo no tenía muy claro hasta cuándo moriría, no sabía si alguien vendría a apagar la máquina, pero si ése era el caso, yo le arrancaría la mano antes de que pudiese tocarla siquiera. Miré el rostro de mi madre durante mucho tiempo. Era algo extraño, pero en vez de que su cara diera señales de tristeza o miedo, parecía que ella estaba disfrutando lo que le pasaba. Sonreía y nos miraba. Luego de unas horas (no podría decir si muchas o pocas) ella comenzó a quedarse dormida y unos segundos después una enfermera entró para apagar la máquina.</span><br /><span style="font-size:85%;"><br />Diego me abrazó y yo lloré como si fuera mi profesión. Mi hermano sollozaba, pero era más discreto que yo. Dos enfermeras comenzaron a mover a mamá, decían cosas y preguntaban estupideces, pero no les puse mucha atención. Mamá había muerto y yo había hecho de sus últimos meses una pesadilla. Pidieron a mi hermano que firmara un ahoja y él lo hizo. Luego él y su acompañante fueron a algún lado para arreglar papeles y esas cosas. La chica no se separaba de él y lo miraba como si fuese un niño pequeño a quien le dolía ver triste. No me importaba qué tan mal me había tratado si podía hacer que mi hermano se sintiera un poco mejor.<br /><br />Abracé a <span class="blsp-spelling-error" id="SPELLING_ERROR_33">Sebastián</span> tan fuerte como me fue posible. Él no dijo nada hasta que bajamos de nuevo a la sala de espera.<br /><br />--No fue tu culpa. Vas a estar bien. Le dijiste lo que sentías y ella estuvo feliz, ¿me oyes? La hiciste feliz.<br />--¿Por qué me pasa esto? ¿Por qué estuve bien con mi madre hasta que murió? ¿Por qué, maldita sea, está muerta, <span class="blsp-spelling-error" id="SPELLING_ERROR_34">Sebastián</span>? ¿Te puedes imaginar cómo se sintió con tantas cosas horribles que le dije cuando nos fuimos de casa?<br />--Tú no sabías lo que iba a pasar --tomó mi rostro entre sus manos y me miró a los ojos con furia--. Somos jóvenes y somos estúpidos. Nos divertimos <span class="blsp-spelling-error" id="SPELLING_ERROR_35">equivocándonos</span> y a veces pasan cosas malas, pero no por eso vamos a arrepentirnos de todo lo que hacemos ¿verdad? Tú no tenías la menor idea de que esto pasaría, pero olvidaste todo lo que sucedió y perdonaste. Ella ya se fue y tú llegaste a tiempo para decirle que la querías. Puedes llorar todo lo que quieras, pero no por las razones equivocadas, Violeta. Llora porque tu madre murió, no porque sientes que es tu culpa lo que sucedió.<br /><br />En situaciones normales me habría burlado de su seriedad. Me habría reído hasta lo imposible de la mirada de adulto que tenía en esos momentos, porque a pesar de que era de la edad de Diego, se comportaba como un niño todo el tiempo... Pero éstas no eran situaciones normales y agradecí <span class="blsp-spelling-error" id="SPELLING_ERROR_36">infinitamente</span> que hubiese alguien ahí para mí.</span><br /><br /><br />_______________________________________<br /><br /><span style="font-style: italic;font-size:85%;" >Hola!<br /><br />Hice un capítulo demasiado extenso, pero la situación lo exigía xD No quería ocupar más capítulos hablando de lo mismo y por eso lo metí todo en uno. Iba a decir quién es la mujer rarita que anda para todos lados con Diego, pero como que no encajaba con lo que sucedía, así que lo posponemos ¿vale?<br /><br />No sé si vaya a poder publicar muy pronto. Tenía pensado hacerlo a mitad de semana porque no tengo clases, pero mis geniales profesores me llenaron hasta las narices de tarea y no sé si vaya a tener mucho tiempo libre que digamos.<br /><br />Gracias por sus comentarios, que hacen que me den más ganas de escribir.<br /><br /></span><div style="text-align: center;"><span style="font-style: italic;font-size:85%;" >Betzabé.</span><br /></div></div>Betzabéhttp://www.blogger.com/profile/14814676873361906568noreply@blogger.com3tag:blogger.com,1999:blog-4821936189807601894.post-24610365598511902052010-03-21T01:10:00.000-07:002010-03-21T02:52:39.366-07:00Apoyo inesperado y una chica misteriosa.<div style="text-align: justify;"><span style="font-size:85%;">--Maldición --musitó Jonathan antes de colocarse frente a mí, tapando de mi vista a mi hermano.<br /><br />Me miró justo a los ojos, me puso las manos sobre los hombros y suspiró antes de hablar.<br /><br />--Respira --dijo.<br />--¿Qué? --pregunté, confundida.<br /><br />Sentía todo el cuerpo esponjoso. Desafortunadamente, mi consistencia gelatinosa no era tan absurdamente agradable como hacía apenas unos cuantos minutos, no era provocada por ninguna caricia ni beso de Jonathan... me sentía completamente incorpórea, como si mis pies estuviesen a punto de desprenderse del piso en cualquier momento. Me sentía ligera, muy ligera. Mi cabeza estaba fría y no podía pensar muy claro que digamos, pero estaba consciente de que algo malo había pasado y de que me sentía terriblemente culpable por ello.<br /><br />--Vamos a ir al hospital ¿está bien? --continuó Jonathan, ignorando mi nube mental--. Pero necesito que quites esa cara y que respires.<br /><br />¿Y por qué me hablaba como si fuera una retrasada mental? No era tarada, solamente estaba asustada porque, ahora que recordaba, mi madre estaba medio muerta gracias a que la bestia que yo tenía por padre la había golpeado de nuevo. Jonathan me miró un buen rato, hasta que se aseguró de que no iba a desmayarme, gritar, golpear a alguien, ni nada por el estilo. Asentí y luego él fue con mi hermano.<br /><br />--¿Qué sucedió? --preguntó. Parecía como si Jonathan fuera la máxima autoridad en mi casa y estuviese cuidando de dos pequeñines sin uso de razón.<br />--Veo a mamá desde hace unas semanas --comenzó Diego--. Me sentía mal porque ella no tenía mucha culpa por lo que nos hizo papá, y después de todo ella lo odia tanto o más que nosotros. Ya sabía que Violeta me aborrecería si se enteraba, así que no le dije nada y comencé a visitarla cuando mi papá estaba en el trabajo y ella no... Hoy no sé qué pasó... él sólo entró por la puerta y comenzó a gritarle por no sé qué cosa... segundos después ya estaba golpeándola como si le pagaran por ello.<br />--¿Y tú? --Jonathan se sentó junto a Diego y lo miró como si fuera un niño pequeño con un trauma muy grande--. ¿Cómo te hicieron eso?<br />--No iba a dejar que le pegara frente a mí... quise defenderla pero hice algo muy estúpido y él aprovechó la oportunidad. Luego pude hacerlo a un lado y saqué a mi mamá de la casa... la llevé al hospital antes de venir por Vio... no sé si vaya a salir de esto ¿ajá? Así que Vio tiene que despedirse de ella, decirle que no la odia, que la perdona por todo... --Diego miraba a la nada igual que yo, y su voz se quebró cuando dijo la última palabra.<br />--Está bien --dijo Jonathan--. Vamos.<br /><br />Se levantó del sillón y caminó hasta mi habitación. Unos segundos más tarde estaba junto a mí con un suéter mío en la mano y las llaves del apartamento en la otra. Diego se limpió la cara con un pañuelo y salió por la puerta principal, yo iba a hacer lo mismo cuando Jonathan me tomó por el brazo y me hizo mirarlo a la cara.<br /><br />--Escucha, tu hermano te necesita hoy.<br />--Es mi mamá la que se está muriendo --refunfuñé--. Es mi hermano el que me ocultó que estaba viéndola periódicamente y soy yo la que tiene que ir a ver qué sucede en ese maldito hospital porque no entiendo absolutamente nada. No me trates como si tuviera el coeficiente intelectual de un perro.<br /><br />Bajé las escaleras con paso firme y pude escuchar que Jonathan decía algo, pero también pude notar que había sacado el celular y que sus palabras no se dirigían hacia mí, así que no puse atención a lo que salía de su boca y entré al auto de Diego en cuanto lo tuve enfrente. El hospital más cercano a la casa de mis padres estaba a cuarenta minutos de nuestro hogar, pero no había tráfico y Diego tenía ese complejo de "rápido y furioso" que lo invadía cada vez que se proponía llegar a un lugar en determinado tiempo, así que llegamos en menos de media hora. Gracias al cielo no nos topamos con ninguna patrulla, porque de lo contrario Diego tendría muchas multas por pagar.<br /><br />Entramos al hospital y Diego habló con una mujercita que reconocí de inmediato: era la enfermera enana que me había obligado a comer aquella gelatina verde y sin sabor la vez que tuve un vergonzoso accidente que involucraba un pastel y varios trozos de almendras. Y pensar que había pasado tan poco tiempo desde aquel día...<br /><br />--Dice que podremos entrar en un rato más --dijo mi hermano cuando la mujer se alejó de él.<br />--¿Va a estar despierta? --pregunté.<br />--No creo... Lo más seguro es que le hayan administrado sedantes... por... tú sabes...<br />--Sí, por los bonitos tatuajes que le hizo mi papá, ¿no? Genial.<br />--Creo que va a estar bien... dice la enfermera que los doctores están haciendo lo que pueden, pero no me asegura nada. Espero que podamos hablar con ella...<br />--¿Y qué se supone que voy a decirle? "¿Discúlpame por haberte dejado con ese salvaje y por haberte dicho tantas cosas horribles?" No creo que eso sea lo más adecuado, porque ¿sabes? No me parece justo que ella no haya dicho nada para que mi papá dejara de golpearme aquella vez, y sí, ya sé que hace un poco más de medio año que eso ocurrió, pero las imágenes de su rostro idiota que me mira tontamente mientras papá me muele a golpes no son nada agradables y créeme cuando te digo que todavía las tengo frescas en la memoria.<br />--Pero es nuestra mamá.<br />--¿Y eso a ella cuándo le preocupó? Lo más inteligente que ha hecho por mí fue pedirle a mi padre que nos mudáramos para que ese maldito loco no me siguiera acosando.<br />--Violeta...<br />--Déjame pensar --susurré--. Deja que procese el hecho de que me ocultaste algo cuando comenzaba a creer que nos queríamos en serio.<br /><br />Le di la espalda y caminé hasta la sala de espera. Me senté en una de las sillas más incómodas que he visto en mi vida entera y a los pocos minutos comencé a quedarme dormida. Abracé mi cuerpo y eché mi cabeza hacia atrás. Dormir en la sala de espera de un hospital es la cosa menos satisfactoria que alguien puede experimentar, pero por el momento no tenía nada mejor qué hacer. Diego se sentó en la hilera de sillas que se encontraba del lado opuesto a donde yo estaba, así que no tuve que preocuparme por el hecho de que él fuera a exigirme una disculpa por lo que acababa de decirle.<br /><br />--Oye, pequeña salvaje, la espalda te va a doler como el infierno si sigues en esa posición.<br /><br />Sentí una suave tela en mi piel y abrí los ojos, repentinamente alerta. Podía esperar que fuese un ladrón dispuesto a quitarme lo poco que tenía en el bolsillo del pantalón, incluso estaba preparada para encontrarme cara a cara con Pie Grande, pero jamás habría esperado que Sebastián estuviese ahí.<br /><br />Se sentó a mi lado y me pasó un brazo por los hombros, de manera que mi cabeza se acomodó perfectamente en el hueco que se formó. La tela suave que había sentido era el suéter que Jonathan había sacado de mi habitación. Fue hasta entonces que noté su ausencia. No sabía muy bien por qué, pero este día me había estado comportando como una perra desdichada.<br /><br />--¿Qué haces aquí? --pregunté, enroscando uno de mis brazos alrededor de su cuerpo y colocando el otro debajo de mi cabeza para estar más cómoda. Estaba al borde de la inconsciencia, así que actuaba estúpidamente con tal de dormir bien.<br />--Me llamó un pajarito y me dijo que estabas de malas.<br />--¿Dónde está?<br />--¿El pajarito? Pues quería venir a estar contigo, pero la manera en que le hablaste le dijo que no querías estar con él, y como no quería que estuvieras sola me llamó para que viniera a interpretar el bonito papel de colchón y almohada.<br />--No estoy enojada con él --musité. Sebastián me acunó con ambos brazos, lo cual ayudó mucho a que mi espalda no pidiera clemencia.<br />--Yo le digo cuando lo vea. ¿Ya viste a tu madre?<br />--No... y no quiero hablar de ella por ahora... sólo quiero... dormir.<br />--Pues ya duérmete, pequeña salvaje --rió--. Cuando el brazo se me adormezca tanto que tengan que amputármelo, te aviso.<br /><br />Empezaba a quedarme dormida cuando hablé de nuevo.<br /><br />--¿Sebas?<br />--¿Mhhm?<br />--Dile que lo siento.<br /><br />Justo antes de cerrar los ojos pude ver a una chica que se acercaba a mi hermano y lo abrazaba fuertemente. Pude ver cómo Diego hundía su rostro en el cabello de ella y luego su cuerpo comenzó a temblar levemente. ¿Estaba llorando? ¿Y quién era ella?<br /><br />Me quedé dormida antes de que el interés me inundara por completo.<br /></span><br /></div>Betzabéhttp://www.blogger.com/profile/14814676873361906568noreply@blogger.com2tag:blogger.com,1999:blog-4821936189807601894.post-26570333918459521662010-03-12T22:27:00.000-08:002010-03-13T01:01:18.622-08:00Caliente y frío.<div style="text-align: justify;"><span style="font-size:85%;">--A ver --dije, colocando mi dedo debajo del renglón donde se encontraba la respuesta a la pregunta que iba a hacer--, ¿cuáles son los dos tipos de <span class="blsp-spelling-error" id="SPELLING_ERROR_0">especiación</span>?</span><br /><span style="font-size:85%;">--<span class="blsp-spelling-error" id="SPELLING_ERROR_1">Alopátrica</span> y <span class="blsp-spelling-error" id="SPELLING_ERROR_2">simpátrica</span> --dijo él, sin despegarme los ojos de encima.</span><br /><span style="font-size:85%;">--¿En qué consiste cada una? --pregunté, concentrándome en el estudio.</span><br /><span style="font-size:85%;">--¿Por qué estás tan seria? --acarició el dorso de mi mano con la punta de sus dedos.</span><br /><span style="font-size:85%;">--Punto número uno: me peleé con <span class="blsp-spelling-error" id="SPELLING_ERROR_3">Casandra</span>. Punto número dos: ¡<span class="blsp-spelling-error" id="SPELLING_ERROR_4">estámos</span> estudiando! --retiré mi mano y la puse debajo de mis piernas.</span><br /><br /><span style="font-size:85%;"><span class="blsp-spelling-error" id="SPELLING_ERROR_5">Jonathan</span> y yo estábamos tirados en el suelo de la sala, con los cuadernos extendidos por toda la <span class="blsp-spelling-error" id="SPELLING_ERROR_6">mesita</span> de centro, y sobras de comida en platos regados por la alfombra. Habíamos ido a mi casa para estudiar, pero al parecer él ya tenía muy bien aprendida la unidad y estaba más que preparado para el examen. Yo acababa de enterarme hacía unos días, así que tendría qué esforzarme si es que quería obtener una buena nota. <span class="blsp-spelling-error" id="SPELLING_ERROR_7">Jonathan</span> había pasado tres cuartos del tiempo acariciándome el dorso de la mano, el antebrazo, jugando con mi cabello... eso me distraía más que cualquier otra cosa, y por más que le pedía que dejara de hacerlo, sólo sonreía y seguía molestando.</span><br /><br /><span style="font-size:85%;">--Qué <span class="blsp-spelling-error" id="SPELLING_ERROR_8">enojona</span>. ¿Te acuerdas cuando sonreías de vez en cuando? Estás más amargada que mi abuela --dijo. Apiló un <span class="blsp-spelling-error" id="SPELLING_ERROR_9">montoncito</span> de hojas y comenzó a leer al artículo.</span><br /><span style="font-size:85%;">--Eso sí que me ofendió --contesté sarcásticamente, mientras ponía los ojos en blanco.</span><br /><span style="font-size:85%;">--¿Sabes qué? Ya me aburrí de estudiar, voy a casa de <span class="blsp-spelling-error" id="SPELLING_ERROR_10">Sebastián</span> para ver qué hay de divertido ahí... aunque... pensándolo bien su casa ha de parecer museo, con eso de que siempre está metido aquí... --dijo, al tiempo que se levantaba del piso y se sacudía el pantalón.</span><br /><span style="font-size:85%;">--Regresa ese trasero al suelo y <span class="blsp-spelling-error" id="SPELLING_ERROR_11">ayúdame</span> a estudiar un poco, <span class="blsp-spelling-error" id="SPELLING_ERROR_12">Jonathan</span>. No puedo reprobar el examen.</span><br /><span style="font-size:85%;">--¿Por qué estás pensando en mi trasero? --sonrió.</span><br /><span style="font-size:85%;">--Era sólo una expresión.</span><br /><span style="font-size:85%;">--¿Por qué te expresas pensando en mi trasero?</span><br /><span style="font-size:85%;">--Porque es el trasero más lindo de todos --bromeé--. Ahora, <span class="blsp-spelling-error" id="SPELLING_ERROR_13">siéntate</span> o lo patearé tan fuerte que no te va a entrar el pantalón de lo hinchado que lo vas a tener.</span><br /><span style="font-size:85%;">--¡¿Y ahora me imaginas sin pantalón?! --exclamó--. Guau, me estás intimidando, cariño.</span><br /><span style="font-size:85%;">--<span class="blsp-spelling-error" id="SPELLING_ERROR_14">Mhmmm</span>... vete al diablo. O con <span class="blsp-spelling-error" id="SPELLING_ERROR_15">Sebas</span>, que vendría siendo lo mismo, pero sin los cuernos y la cola. Yo voy a estudiar sola. Sin tu ayuda. Pobre de mí.</span><br /><span style="font-size:85%;">--¿Te haces la mártir? --preguntó--. No te queda muy bien ese papel.</span><br /><span style="font-size:85%;">--Ya sé que prefieres a <span class="blsp-spelling-error" id="SPELLING_ERROR_16">Sebastián</span> sobre mí. Está bien, lo entiendo --sonreí. De verdad no me quedaba el papel de niña <span class="blsp-spelling-error" id="SPELLING_ERROR_17">berrinchuda</span>.</span><br /><span style="font-size:85%;">--Oh, mi pobre Violeta me quiere chantajear --<span class="blsp-spelling-error" id="SPELLING_ERROR_18">Jonathan</span> se hincó frente a mí y me besó los labios.</span><br /><span style="font-size:85%;">--Claro que no --susurré--. Sólo te estoy diciendo que te puedes ir con él si tienes ganas de pasar un rato sólo de chicos.</span><br /><span style="font-size:85%;">--Yo creo que ya estoy cambiando de opinión --dijo mientras me besaba de nuevo y acunaba mi rostro entre sus manos.</span><br /><span style="font-size:85%;">--¿<span class="blsp-spelling-error" id="SPELLING_ERROR_19">Ah</span> sí? --reí--. ¿Y eso?</span><br /><span style="font-size:85%;">--No sé... hay cosas aquí que no podría hacer allá --se las ingenió para quitar los cuadernos que descansaban sobre mi regazo y colocó su vientre en lugar de ellos.</span><br /><span style="font-size:85%;">--¿Estudiar? --pregunté--. Porque eso es lo único que vamos a hacer.</span><br /><span style="font-size:85%;">--Pero podemos estudiar después --sus manos se deslizaron hasta mi cintura y tuve que inclinarme hacia atrás para no perder el equilibrio. Recargué la mitad de mi espalda en el sofá y el resto de mi cuerpo yacía extendido en el suelo, debajo del suyo.</span><br /><br /><span style="font-size:85%;">Tenía que estudiar, pero sentirlo tan cerca de mí me nublaba la razón y de pronto me pareció que la escuela podía esperar un poco. Puse mis manos en su pecho y lo alejé de mí; él me miró como si le hubiese dado una cachetada o algo parecido. Me levanté del suelo y caminé hacia mi habitación. <span class="blsp-spelling-error" id="SPELLING_ERROR_20">Jonathan</span> pareció haber entendido la indirecta, porque en menos de dos segundos escuché sus pasos justo detrás de los míos. Me abrazó por la cintura y cerró la puerta detrás de nosotros.</span><br /><br /><span style="font-size:85%;">No era como la vez anterior, cuando todo este asunto nos había tomado desprevenidos a ambos. Ahora estábamos conscientes de lo que sucedería, de que ambos lo queríamos y de que estábamos con la persona indicada... el problema era que yo no tenía idea de cómo hacerlo sin que los nervios me comieran viva. Sus besos eran más tranquilos, más tiernos y lentos. Me abrazaba y me acercaba más a él, de manera que tenía que arquearme un poco para poder mantenerme en pie sin tener que pisarlo. Desabrochó los botones de mi blusa lentamente y luego ésta desapareció. <span class="blsp-spelling-error" id="SPELLING_ERROR_21">Jonathan</span> se tomó su tiempo recorriendo mis brazos con la punta de sus dedos y haciéndome caminar hacia la cama. De pronto se apartó de mí y me miró a los ojos.</span><br /><br /><span style="font-size:85%;">--¿Estás segura? --susurró. Pude notar que su respiración estaba algo agitada, a pesar de que no habíamos desbordado pasión como en las <span class="blsp-spelling-error" id="SPELLING_ERROR_22">telenovelas</span>. Luego me di cuenta de que yo también respiraba irregularmente. Lo miré unos instantes a los ojos y luego asentí.</span><br /><br /><span style="font-size:85%;">Me besó de nuevo y yo quité su playera de la escena. Ambos nos recostamos en la cama y él rodeó mi cintura con una mano, mientras que la otra recorría mi cuerpo lentamente, como si se tratara de una pieza de cristal fino en vez de una persona de carne y hueso a quien él acariciaba. Mis manos rodeaban su cuello y de vez en vez descendían por su pecho hasta su vientre y regresaban a su lugar. <span class="blsp-spelling-error" id="SPELLING_ERROR_23">Jonathan</span> trazó con sus labios un camino que iba desde mi cuello hasta mi vientre, pasando por mis brazos también. No podría describir con palabras cómo me sentía. Había escuchado muchas veces que era como si todo el mundo se esfumara y sólo existiera él, y la mayoría de ellas había estallado de risa antes de la última frase. No podía creer que el cerebro de alguien se nublase de aquella forma, ni mucho menos que todo el mundo desapareciera... sí bueno, ahora mismo me estaba tragando todas mis palabras, una por una.</span><br /><br /><span style="font-size:85%;">Me sentía <span class="blsp-spelling-error" id="SPELLING_ERROR_24">completamente</span> atontada, como si me hubiesen inyectado una gran cantidad de drogas que habían hecho efecto <span class="blsp-spelling-error" id="SPELLING_ERROR_25">inmediatamente</span>. Sentía toda mi piel <span class="blsp-spelling-error" id="SPELLING_ERROR_26">cosquillear</span>, aumentar de temperatura poco a poco al contacto con la suya. Mi estómago estaba librando una verdadera batalla consigo mismo; sentía algo muy extraño <span class="blsp-spelling-error" id="SPELLING_ERROR_27">originarse</span> ahí, aunque la sensación subía hasta mi <span class="blsp-spelling-error" id="SPELLING_ERROR_28">garcanta</span> y se desplegaba por mis miembros. Por más que quería no podía abrir los ojos, lo cual era una verdadera molestia porque necesitaba ver su rostro. Era como si estuviese en un estado de relajación total donde mis rodillas, codos, muñecas y tobillos se sentían blandos, como si estuvieran hechos de algún material esponjoso parecido al algodón de azúcar. El resto de mi cuerpo sufría una extraña mezcla de sensaciones, todas ellas demasiado agradables para ser reales. Incluso juraría que podía sentir mi cabeza flotar, pero eso era imposible porque no tenía el cráneo lleno de helio.</span><br /><br /><span style="font-size:85%;"><span class="blsp-spelling-error" id="SPELLING_ERROR_29">Jonathan</span> dejó de besarme de nuevo y me miró fijamente a los ojos. Su expresión era tierna, pero había algo en él... como si estuviese enojado por alguna razón, como cuando peleaba con <span class="blsp-spelling-error" id="SPELLING_ERROR_30">Carter</span> o como cuando le gritaba a alguien. Parecía ira, pero estaba segura de que era otra cosa. Nadie podría sentir ira en un momento como éste.</span><br /><br /><span style="font-size:85%;">--Te amo --susurró con voz fiera.</span><br /><span style="font-size:85%;">--Yo también, ya lo sabes --musité, antes de besarlo de nuevo.</span><br /><br /><span style="font-size:85%;">Nuestra ropa estaba medio regada por la habitación, al rededor de la cama. Ambos teníamos sólo la interior, que, por como iban las cosas, no tardaría mucho en desaparecer también. Suspiré y luego el peor de todos los ruidos interrumpió nuestro pequeño gran momento: alguien llamaba a la puerta. Al parecer <span class="blsp-spelling-error" id="SPELLING_ERROR_31">Jonathan</span> ni siquiera había escuchado nada, así que seguimos en lo nuestro mientras yo deseaba con todas mis fuerzas que al individuo que molestaba se le cayera la mano con todo y brazo. Entonces el llamado se hizo más insistente y <span class="blsp-spelling-error" id="SPELLING_ERROR_32">Jonathan</span> pareció haberlo escuchado esta vez, porque se alejó unos centímetros de mí, respirando tan <span class="blsp-spelling-error" id="SPELLING_ERROR_33">agitadamente</span> como yo.</span><br /><br /><span style="font-size:85%;">--<span class="blsp-spelling-error" id="SPELLING_ERROR_34">Ignóralo</span> --susurré. Lo besé de nuevo y luego la puerta otra vez me tiró de mi nube.</span><br /><span style="font-size:85%;">--¡Violeta! ¡Abre! ¡Vio, <span class="blsp-spelling-error" id="SPELLING_ERROR_35">ábreme</span> por favor! --Diego. Genial. Al muy imbécil se le habían olvidado las llaves de nuevo.</span><br /><br /><span style="font-size:85%;"><span class="blsp-spelling-error" id="SPELLING_ERROR_36">Jonathan</span> se levantó de la cama y se puso el pantalón, luego me dio mi ropa y ambos nos vestimos rápidamente. Arreglé mi cabello un poco antes de abrir la puerta de mi habitación, como si mi hermano estuviese del otro lado con un bate en la mano, dispuesto a <span class="blsp-spelling-error" id="SPELLING_ERROR_37">molerme</span> a golpes. Atravesé el apartamento y abrí la puerta principal con una cara de pocos amigos que habría echado del lugar hasta a la visita más necia.</span><br /><br /><span style="font-size:85%;">Luego lo vi.</span><br /><br /><span style="font-size:85%;">Mi hermano tenía lágrimas en los ojos. Su corbata estaba medio floja al rededor de su cuello, tenía sangre en la nariz y en el labio inferior. Me miraba como si se estuviese disculpando por su repentina aparición, aunque obviamente él no tenía ni idea de qué habíamos estado haciendo <span class="blsp-spelling-error" id="SPELLING_ERROR_38">Jonathan</span> y yo en su ausencia. Diego me abrazó y me besó la coronilla. Parecía que me iba a reventar la clavícula, así que lo alejé de mí y <span class="blsp-spelling-error" id="SPELLING_ERROR_39">Jonathan</span> lo hizo pasar.</span><br /><br /><span style="font-size:85%;">--¿Que sucedió? --preguntó <span class="blsp-spelling-error" id="SPELLING_ERROR_40">Jonathan</span> a mi hermano, ya que yo me había quedado sin palabras.</span><br /><span style="font-size:85%;">--Mamá... --contestó. La voz se le quebró a la mitad de la palabra--. Vio, mi mamá...</span><br /><span style="font-size:85%;">--¿Ella te hizo esto? --difícil de creer, lo sé--. ¡¿Por qué?!</span><br /><br /><span style="font-size:85%;">Iba a comenzar a gritar y a maldecir a la mujer, cuando mi hermano me tomó por la muñeca y me hizo mirarlo a los ojos. Nunca lo había visto tan triste... de hecho, ni siquiera se parecía a sí mismo.</span><br /><br /><span style="font-size:85%;">--¿Quién te golpeó? --preguntó <span class="blsp-spelling-error" id="SPELLING_ERROR_41">Jonathan</span> mientras me ponía una mano en el hombro. Pude distinguir una nota de preocupación en su voz.</span><br /><span style="font-size:85%;">--Mamá... --repetía él una y otra vez.</span><br /><span style="font-size:85%;">--¡¿Qué diablos pasó, Diego?! --grité.</span><br /><span style="font-size:85%;">--Él le volvió a pegar... yo estaba ahí y quise defenderla, pero... no sé qué pasó... fue él...</span><br /><br /><span style="font-size:85%;">Estuve a punto de darle una bofetada, pero <span class="blsp-spelling-error" id="SPELLING_ERROR_42">Jonathan</span> tomó mi mano y me miró intencionadamente. Luego Diego habló.</span><br /><br /><span style="font-size:85%;">--Mamá está en el hospital, Violeta... él le pegó de nuevo, y no sé si vaya a salir de ésta.</span> <span style="font-size:85%;">Se está muriendo... --me miró de nuevo, como queriendo que le dijera algo, pero no podía abrir mi boca. Sentía el cuerpo frío hasta el tuétano. </span><br /><br /><span style="font-size:85%;">Si no me daba bronquitis por el cambio de temperatura, me convertiría al cristianismo.</span></div>Betzabéhttp://www.blogger.com/profile/14814676873361906568noreply@blogger.com4tag:blogger.com,1999:blog-4821936189807601894.post-38970912680393893992010-03-06T17:10:00.000-08:002010-03-07T14:21:35.105-08:00Siempre hay algo bueno.<div style="text-align: justify;"><span style="font-size:85%;">Me sentía tan llena de ira... Había decidido olvidar todo lo que nos había sucedido, todo el llanto, el dolor... la traición. Y había podido convivir con Rodrigo sin arrojarme de un puente por la desesperación, pero esto era distinto. Hacía ya varios meses, Rodrigo me había quitado a mi amiga, me había alejado de Jonathan, y lo que era peor: había hecho que él se sintiera como si no valiera nada, a pesar de que yo era quien tenía que sentirme así... bueno, de hecho sí me había sentido como si no valiera nada.</span><br /><br /><span style="font-size:85%;">Lo miré a los ojos por unos instantes y me pregunté cómo había podido estar enamorada de él. Me pregunté cómo diablos Casandra había podido perdonarlo después de lo que nos había hecho a ella, a Jonathan y a mí. Me pregunté si a ella le importaba el hecho de que yo había sido la persona más infeliz en el planeta cuando decidió ignorarme, y si le preocupaba en lo más mínimo qué tan mal se había sentido Jonathan con lo que ella le había dicho.</span><br /><br /><span style="font-size:85%;">--¿Por qué? --pregunté en un susurro.</span><br /><span style="font-size:85%;">--¿Por qué, qué?</span><br /><span style="font-size:85%;">--¿Por qué Jonathan tiene que sufrir con todo esto y Rodrigo siempre sale bien librado? --me encogí de hombros.</span><br /><span style="font-size:85%;">--Vio, dijimos que...</span><br /><span style="font-size:85%;">--Sé lo que dijimos --interrumpí en voz baja--. Pero ¿sabes? La realidad nunca me había golpeado tan fuerte como ahora.</span><br /><span style="font-size:85%;">--¿De qué hablas? --frunció el ceño y me miró confundida, igual que Rodrigo.</span><br /><br /><span style="font-size:85%;">Mis piernas se congelaron en su lugar. De pronto la brisa que jugueteaba con mi cabello me pareció lo suficientemente molesta como para querer apartarla de mi persona, pero me vería realmente ridícula tratando de alejar al viento ¿verdad? Sentí un sabor amargo en la boca y un dolor punzante en el estómago. Quería gritar. Quería gritarle a ella que era muy estúpida y que no tenía derecho de jugar así conmigo. Que no tenía derecho de jugar así con Jonathan.</span><br /><br /><span style="font-size:85%;">Miré en otra dirección y esbocé una sonrisa incrédula. Mi cabello revoloteaba al rededor de mi rostro y mis ojos se entrecerraban para evitar así que una mota de polvo entrara en ellos. Rodrigo me miró con esos ojos negros y profundos que una vez me habían robado el aliento, me miró como queriendo decirme algo, pero no abrió la boca porque tal vez estaba consciente de que si lo hacía le tiraría un diente de un sólo golpe.</span><br /><br /><span style="font-size:85%;">--¿De qué hablo? --dije, con el tono de voz más relajado que pude encontrar dentro de mí. Aparté de nuevo el cabello que quería entrar a mis ojos y a mi boca y luego continué--. Cass, eres mi mejor amiga. Prometí olvidar lo que sucedió porque es lo mejor para las dos, pero... ¿Cómo quieres que te lo explique sin parecer una bruja maldita? No podemos seguir como si nada hubiese pasado, Cass... tenemos qué hablarlo. Tenemos qué averiguar por qué demonios Jonathan y yo sufrimos tanto mientras Rodrigo gozaba de inmunidad. Porque quiero decirte que no sólo me afectó a mí lo que pasó, Casandra. ¿Tienes una idea de cómo se sintió él? ¿Te has puesto a pensar qué tanto le dolió a Jonathan lo que sucedió? Y no estoy diciendo que haya sido tu culpa tanto sufrimiento... fue culpa de él.</span><br /><br /><span style="font-size:85%;">Miré a Rodrigo con la misma sonrisilla burlona e incrédula, a pesar de que el coraje me nublaba la vista y el nudo en mi garganta buscaba la puerta de escape.</span><br /><br /><span style="font-size:85%;">--Fue culpa de todos --dijo Casandra--. Todos nos equivocamos.</span><br /><span style="font-size:85%;">--Claro que no --reí--. Nada de esto habría pasado si él no me hubiese besado.</span><br /><span style="font-size:85%;">--Tú estás enamorada de mí --aseguró Rodrigo con voz fiera. Casandra lo miró con recelo.</span><br /><span style="font-size:85%;">--No. Yo </span><span style="font-style: italic;font-size:85%;" >estaba</span><span style="font-size:85%;"> enamorada de ti --corregí--. Y hasta hace un tiempo creía que aún eras todo mi mundo... pero ¿sabes qué? Si tú fueras todo mi mundo no me enojaría tanto que gracias a ti Jonathan y Casandra ya no se hablen, ni que debido a eso Jonathan tenga que ir a otro lado porque no se soportan, y por lo tanto yo me quede sin él... ¿Y ustedes? Siempre felices. Siempre sonrientes. ¿No les parece injusto que Jonathan y yo tengamos que pasar tantas pruebas, mientras ustedes andan por la vida abrazándose y fingiendo que se aman con pasión?</span><br /><span style="font-size:85%;">--No vuelvas a decir eso, Violeta --urgió Casandra--. Vamos a olvidarlo. Fue un error, sea de quien haya sido.</span><br /><span style="font-size:85%;">--Soy la primera en apoyar eso, créeme... pero si Jonathan tiene que irse, Rodrigo también se va.</span><br /><span style="font-size:85%;">--No es justo, Vio --aseguró ella, mientras apretujaba la mano de Rodrigo para probar su punto.</span><br /><span style="font-size:85%;">--¿Quieres que vuelva a hablar de justicia? ¿No te sirvió mi sermón anterior?</span><br /><span style="font-size:85%;">--Bien --dijo ella--. Si él no está, yo tampoco. Y vuelve a hablarme cuando estés dispuesta a disculparte.</span><br /><br /><span style="font-size:85%;">Luego de eso ella se fue con Rodrigo pegado a sus faldas.</span><br /><br /><span style="font-size:85%;">--Es bueno saber que entre nosotras siempre soy yo la que tiene que sacrificar algo --dije, lo suficientemente alto como para que ambos pudiesen oírme.</span><br /><br /><span style="font-size:85%;">Me quede parada en mi lugar unos segundos, cosciente de que acababa de cometer un error, pero, sólo tal vez, éste había sido el error más acertado del planeta entero, como cuando le dije a Jonathan que quería ser su novia, o cuando seguí a Diego el día que nos fugamos de casa. A veces errar es lo mejor que podemos hacer, porque lo vemos como un error al principio, pero después nos damos cuenta de que ese error nos trajo muchas cosas buenas. Lo que acababa de suceder, por lo tanto, no encajaba en la categoría de "error", si es que había hecho lo correcto, pero ¿cómo saber si has hecho lo correcto cuando alejas a las personas que quieres? No lo sabía, pero estaba segura de que algún día la respuesta vendría y me golpearía la cara para que le pusiera atención... si lo que había hecho estaba bien o mal, el destino lo decidiría, y con el destino nunca se sabe: un día te abraza y te dice que te ama, y al siguiente te ignora y te pone enfrente un cuchillo para que te mates de una vez y dejes de molestar.</span><br /><br /><span style="font-size:85%;">La primer gota de lluvia cayó en mi mejilla, como una lágrima que aparece de la nada cuando una se niega a sentirse mal pero no lo puede evitar. Miré al cielo, como si estuviese pidiéndole a ese ser en el que no creía que dejara de jugar con mi vida de una buena vez. Quería subir hasta la nube más alta para presentar una queja contra aquel a quien nunca le había rezado, para que supiera que ya me estaba hartando eso de que jamás dejara que mi vida siguiera un curso tranquilo y sin disgustos. Ciertamente, me caería de la nube antes de encontrarlo.</span><br /><br /><span style="font-size:85%;">Saqué el suéter de mi mochila y me lo puse antes de colocarme una cinta en el cabello para que dejara de picarme los ojos. Camino a la cafetería, deseé con toda mi alma que Walter, Jonathan y las chicas siguieran ahí. Conforme la lluvia comenzaba a caer en gotas cada vez más gruesas, a mi nariz llegaban notas de diferentes aromas: tierra mojada, hojas húmedas, rocas resistiendo al agua y albergando a uno que otro pequeño insecto que no quería sucumbir ante la tormenta que estaba a punto de caer... esto último no podía olerlo, por supuesto, pero siempre me gustó imaginar qué sucedía en el pequeño mundo cuando gotas de agua comienzan a caer del cielo, amenazando a todas esas mini vidas. </span><br /><br /><span style="font-size:85%;">Decidí de pronto que no quería encontrarme con ninguno de mis amigos. Lo que necesitaba era alguien con quien hablar y para eso sólo tenía tres candidatos: Jonathan, mi hermano Diego, y por más impresionante que sonara, Sebastián. No podría ir con Jonathan porque entonces todos comenzarían a hacer preguntas y era lo que menos necesitaba, Diego estaba trabajando y yo no me sentía tan mal como para salirme de la escuela antes de la segunda clase, y Sebastián estaría en su colegio de niños ricos besuqueándose con alguna de esas chicas rubias y delgadas que truenan los dedos y tienen a sus cincuenta guardaespaldas pateando al canalla que las haya tratado mal.</span><br /><br /><span style="font-size:85%;">Me senté en una banqueta, colocando dentro de mi suéter la mochila para que no se mojaran mis cuadernos. Metí la cabeza entre las rodillas y me puse a pensar. Bien, había enfrentado a mi amiga y le había dicho cosas que nunca antes había pensado decir. Había confesado por primera vez que algún día Rodrigo fue todo para mí. Genial. </span><br /><br /><span style="font-size:85%;">--¿Qué no ibas a estar con tu amiga y su cachorro? </span><span style="font-size:85%;"> ¿Y Casandra?</span><br /><br /><span style="font-size:85%;">Alcé la cabeza para ver quién venía a interrumpir mis pensamientos auto-flagelatorios y por primera vez en mucho tiempo le agradecía al creador que hubiese escuchado mis no pronunciadas plegarias. ¿Quién sabe? Tal vez vio venir un suicidio o un ataque de ansiedad y por eso hizo su buena obra del día. Qué divertido.</span><br /><br /><span style="font-size:85%;">--Ella... digamos que me aplicó la ley del hielo otra vez --escurrí mi cabello y me hice a un lado para que él se sentara junto a mí. Tomó mi mano y la frotó entre las suyas.</span><br /><span style="font-size:85%;">--Estás muy fría --dijo.</span><br /><span style="font-size:85%;">--Hoy el mundo está en mi contra --aseguré, colocando mi cabeza en su hombro.</span><br /><span style="font-size:85%;"></span><span style="font-size:85%;">--¿Qué pasó con Casandra? --preguntó él, mientras ponía su chamarra sobre mis hombros.</span><br /><span style="font-size:85%;">--Pues... creo que le dije cosas que no debería haberle dicho... no quiero hablar de eso --mentí.</span><br /><br /></div><div style="text-align: justify;"><span style="font-size:85%;">Jonathan pasó su brazo al rededor de mis hombros y me atrajo hacia él para ayudar a calentarme. Nos recargamos en una pared y estuvimos en silencio un largo rato. Entonces me pregunté cómo sabía él que yo estaba sentada debajo de la lluvia a unos pasos de donde me había dejado hacía apenas unos cuantos minutos.</span><br /></div><br /><span style="font-size:85%;">--¿Cómo supiste que estaba aquí? --pregunté.</span><br /><span style="font-size:85%;">--Vi a Casandra en la cafetería y no estabas con ella. Iba a ir a la biblioteca porque siempre te escondes en los estantes de arte cuando estás enojada, pero pasé por aquí y te vi disfrutando de la lluvia.</span><br /><div style="text-align: justify;"><span style="font-size:85%;">--¿No tienes frío?</span><br /><span style="font-size:85%;">--No... soy hombre ¿recuerdas? Toleramos el frío mejor que ustedes.</span><br /><span style="font-size:85%;">--Eso suena tan machista...</span><br /><span style="font-size:85%;">--Suéltalo --dijo de pronto--. Ya sé que no quieres hablarlo, pero tienes una cara que da lástima. No sé si hablar te vaya a ayudar, pero lo voy a intentar con tal de que sonrías un poco.</span><br /><span style="font-size:85%;">--No es para tanto --aseguré--. Es que Rodrigo estaba ahí cuando se suponía que íbamos a estar Cass y yo nada más. Ya sé que es una tontería, y sé que vas a decir que soy una niñita berrinchuda, pero no se me hizo lo más justo que tú y Walter tuvieran que irse mientras él andaba con nosotras para todos lados...</span><br /><span style="font-size:85%;">--¿Qué le dijiste?</span><br /><span style="font-size:85%;">--Que... ya no me acuerdo muy bien, pero sé que le dije algo como "siempre me sacrifico por ti y tú no das nada".</span><br /><span style="font-size:85%;">--¿Y ella qué hizo?</span><br /><span style="font-size:85%;">--Se fue. ¿Por qué crees que estoy aquí, entonces? Y por si eso no fuera poco, en cuanto ella desapareció de mi vista, comenzó a llover. Vaya día ¿no?</span><br /><span style="font-size:85%;">--Te dije que era una bruja --bormeó--. Está enojada y hace que las nubes te hagan pagar.</span><br /><span style="font-size:85%;">--¿Cómo puedes hacer eso?</span><br /><span style="font-size:85%;">--¿Hacer qué?</span><br /><span style="font-size:85%;">--Bromear cuando todo va mal... yo a veces quisiera ser así, pero... parece que no soy muy buena en ello.</span><br /><span style="font-size:85%;">--No lo sé... creo que fue cuando mamá se enfermó --miró en otra dirección y frotó mi brazo con su mano derecha--. Estaba muy deprimido ¿recuerdas? Y me harté de estar triste todo el tiempo, así que comencé a bromear con las desgracias y ya ves lo que pasó... ahora soy el que cuenta los chistes en los funerales.</span><br /><br /><span style="font-size:85%;">Ambos reímos y luego yo hablé.</span><br /><br /><span style="font-size:85%;">--¿Qué voy a hacer? --pregunté--. Últimamente hago todo mal. Todo me sale mal. Siento como si ya no fuera yo.</span><br /><span style="font-size:85%;">--Deja de ver lo malo de las cosas. Ve lo bueno de todo.</span><br /><span style="font-size:85%;">--¿Qué puede tener de bueno lo que me pasa?</span><br /><span style="font-size:85%;">--¿No te parece algo bueno que ella ya no vaya a estar cuando estudiemos después de clases? Porque a mí sí.</span><br /><span style="font-size:85%;">--No digas tonterías.</span><br /><span style="font-size:85%;">--Oye, si no te pasaran cosas malas, nunca valorarías las buenas ¿verdad? </span><br /><span style="font-size:85%;">--A veces creo que me pasan más cosas malas que buenas.</span><br /><span style="font-size:85%;">--Ya te dije. Ve lo bueno de todo --repitió y besó mi coronilla.</span><br /></div><div style="text-align: justify;"><br /><span style="font-size:85%;">Ver lo bueno. Cuando comenzara a hacer eso seguramente mi vida se arreglaría... o por lo menos yo sería más feliz. ¿Y saben? Lo bueno de esto es que siempre había alguien que me levantaba cuando creía que estaba a punto de caer. Lo bueno de esto es que tenía gente a mi alrededor que siempre me haría ver que después de todo mi vida no era tan repugnante como a veces me aferraba a pensar.</span><br /><br /><br /><br /></div>Betzabéhttp://www.blogger.com/profile/14814676873361906568noreply@blogger.com3tag:blogger.com,1999:blog-4821936189807601894.post-34239169089365040382010-02-27T23:04:00.000-08:002010-02-28T00:42:53.288-08:00No me puedo partir en dos.<div style="text-align: justify;"><span style="font-size:85%;"><span style="font-style: italic;">"La vida es aquello que te va sucediendo mientras te empeñas en hacer otros planes." </span>Dijo alguien en alguna parte algún día... y era justo lo que me pasaba a mí. Cuando tenía quience años y comencé a recibir cartas de un "admirador secreto" le conté todo de mi vida porque de verdad creía en el príncipe azul, y ¿qué podría ser más romántico que conocerlo por medio de cartas anónimas? Mi plan era enamorarme. Yo creía que estaba enamorada de él a pesar de que no tenía idea de quién diablos era, ni dónde diablos vivía, ni qué diablos hacía de su vida. Entonces trató de matarme y mi plan se fue por el retrete.</span><br /><br /><span style="font-size:85%;">Cuando comenzaron a llegarme cartas de un chico al que bauticé como "el chico de la fuente", tenía curiosidad por enterarme de quién era, pero lo único que sucedió fue que no recibí más cartas. Jonathan sabía quién era él, y justo por esa razón ya no tenía miedo de que un día se apareciera en mi casa o me citara en algún lugar y me apretara el cuello hasta que sus dedos se juntaran. Si a Jonathan le hubiese parecido peligroso aquel individuo, entonces me lo habría dicho, o por lo menos no estaría tan tranquilo.</span><br /><br /><span style="font-size:85%;">Hacía apenas unos seis meses yo estaba peridamente enamorada del novio de mi mejor amiga. Rodrigo era todo en el mundo para mí, gracias a que mi mundo era algo así como una burbuja de depresión. Yo tenía planeado vivir enamorada de él hasta el día en que me arrojaran a una caja negra y me enterraran seis metros bajo tierra... luego de eso me enamoré de mi mejor amigo y Rodrigo pasó a ser algo más que una molestia.</span><br /><br /><span style="font-size:85%;">De acuerdo con la filosofía de John Lennon, lo que a mí me sucedía definitivamente se llamaba "vida".</span><br /><br /><span style="font-size:85%;">Habían pasado algunas semanas desde que Jonathan había reunido a los chicos en mi apartamento para darnos a conocer que aceptaría el caso "Ricky Ricón". Al parecer no todo lo haríamos tan rápido como Ricardo Ricón -el padre de Ricky- habría deseado, porque a pesar de que éramos un grupo relativamente grande de adolescentes impulsivos y testarudos, sabíamos que Octopus -el malo de la historia- podría deshacerse de nosotros en menos de un segundo si averiguaba lo que planeábamos hacer. Y es aquí donde John Lennon viene a patearme la cara con su filosofía, porque si la vida es "aquello que sucede mientras te empeñas en seguir otros planes" entonces a nosotros nos iba a ir muy, pero muy mal. </span><br /><br /><span style="font-size:85%;">Estaba en mi clase de filosofía, tenía la cabeza escondida debajo de mi mochila y estaba medio encogida junto a Jonathan para que la profesora no notara el hecho de que prefería dormir que escuchar sus toerías acerca de la vida y la muerte. Para mí la vida era nada más un accidente del universo, y la muerte era dejar de funcionar y por lo tanto desaparecer... sólo que a ella le parecía que yo debía cerrar el pico y dejarla dar su clase.</span><br /><br /><span style="font-size:85%;">--Los animales no piensan --decía--. Si hay algo que ocurre en su cabeza, entonces eso se llama de otra forma, pero el pensamiento es de humanos nada más.</span><br /><span style="font-size:85%;">--Es que usted está diciendo que como somos humanos somos superiores, y luego se contradice con que todos somos animales... --refutaba Eva, una chica de color con el cabello más envidiable que yo hubiese podido ver alguna vez en mi vida.</span><br /><span style="font-size:85%;">--A ver, no me estás entendiendo --continuó la profesora--. Yo no digo que en su cabeza no pase algo ¿me explico? Pero si ven imágenes y algo les pasa, eso no se llama pensar. El pensamiento es lo que nos hace diferentes de los animales, no superiores. Eva, ¿tú crees que un animal se pone a imaginarse qué habrá después de la muerte? ¡Pues claro que no! Porque un animal ni siquiera sabe que se va a morir... no tienen conciencia de ello.</span><br /><span style="font-size:85%;">--¿Ya ha hablado con algún animal? Porque no sé cómo puede estar tan segura de eso, entonces.</span><br /><span style="font-size:85%;">--¡Es que no es cosa de hablar con uno y preguntarle! --gritó la profesora, fuera de sus casillas.</span><br /><span style="font-size:85%;">--No es ofensa, profesora, pero no estoy de acuerdo con usted... no sé, yo pienso diferente.</span><br /><span style="font-size:85%;">--Porque tú piensas de una manera muy infantil, Eva.</span><br /><br /><span style="font-size:85%;">Eva se quedó callada. Alcé la cabeza para poder mirar su rostro y el de la profesora. Eva mostraba una sonrisa de suficiencia, como si por su cabeza estuvieran pasando cosas que, si las dijera, le ganarían una suspensión o algo por el estilo; mientras que por el rostro de la profesora cruzaba aquel sentimiento que a Eva le daba la satisfacción que una siente cuando gana la discusión: ira.</span><br /><br /><span style="font-size:85%;">--Lean <span style="font-style: italic;">"Justificación del placer"</span> de Sade --dijo ella, luego de algunos segundos de silencio--. Lo vamos a discutir la próxima clase... Violeta, faltaste el día de tu exposición, pero ya me dieron tu justificante, así que antes de Sade tú expones.</span><br /><br /><span style="font-size:85%;">Asentí, maldiciendo la hora en que se me ocurrió levantar la mano cuando la profesora preguntó quién quería exponer artistas del romanticismo para subir calificación, el hecho era que ahora no iba a exponer a ningún poeta o pintor, sino al Marqués de Sade. Jonathan me dio una palmada en la espalda para que me levantara, y ambos salimos del aula.</span><br /><br /><span style="font-size:85%;">--¿Recuerdas algún día en que Eva no haya estado en desacuerdo con la profesora? --preguntó él, mientras tomaba mi mano y entralazaba sus dedos con los míos.</span><br /><span style="font-size:85%;">--No --contesté--. Creo que es su único propósito en la vida.</span><br /><span style="font-size:85%;">--Cerca --dijo una voz detrás de nosotros.</span><br /><br /><span style="font-size:85%;">Jonathan y yo volteamos y nos dimos cuenta de que no habíamos esperado lo suficiente como para empezar a hablar de la clase. Eva saludó a una chica que estaba esperándola fuera del salón y luego le sonrió a Jonathan.</span><br /><br /><span style="font-size:85%;">--Mi propósito en la vida es hacerle entender que los animales no son inferiores a ella --sonrió--. Y la muestra está en que la pobrecilla se enoja a la menor provocación.</span><br /><span style="font-size:85%;">--Cualquiera se enfadaría --dijo Jonathan.</span><br /><span style="font-size:85%;">--Pero no cualquiera se cree mejor que un cachorrito o que un elefante. La pobre no sabría qué hacer si la pusieran frente a un león... ¿quién sabe? Tal vez lo convencería de que las pasiones tristes como la violencia no lo llevarían a nada bueno.</span><br /><span style="font-size:85%;">--O tal vez le diría que tiene una alumna que quisiera conocerlo para tomar el té juntos, dada la gran educación de semejante ejemplar.</span><br /><span style="font-size:85%;">--Tal vez... tal vez nos la cenaríamos a ella --dijo Eva, al tiempo que caminaba en dirección opuesta a nosotros.</span><br /><br /><span style="font-size:85%;">Jonathan me sonrió y yo lo miré con las cejas enarcadas. Se estaba burlando por mi mueca de asombro, pero ¿qué esperaba? Esa chica estaba algo... loca.</span><br /><br /><span style="font-size:85%;">--No deberías tomarte todo tan enserio --dijo él--. Eva es algo rara, pero ¿tú crees que se comería a la profesora? Eso sólo pasa en las películas de terror, Vio.</span><br /><span style="font-size:85%;">--En las películas de terror hay locos queriendo matar personas, y ¿sabes qué? En la vida real también.</span><br /><span style="font-size:85%;">--Preocúpate cuando la veas tomando el té con un león --bromeó.</span><br /><span style="font-size:85%;">--Qué gracioso --contesté mientras ponía los ojos en blanco.</span><br /><br /><span style="font-size:85%;">Caminamos unos cuantos metros antes de toparnos con Walter, quien últimamente traía para todos lados a su hermana Hayden y a Samantha, que seguramente no tenía más amigos.</span><br /><br /><span style="font-size:85%;">--Walt --saludé--. ¿Qué hay, Hayden, Sam?</span><br /><span style="font-size:85%;">--Hola --contestó Walter.</span><br /><span style="font-size:85%;">--¿Cómo estás, Jonathan? --a mí me ofendió que el saludo no se extendiera hacia mi persona.</span><br /><span style="font-size:85%;">--Bien, Hayden, ¿no tienes clase?</span><br /><span style="font-size:85%;">--Educación física --dijo ella, con una mueca de asco que me hizo sonreír.</span><br /><span style="font-size:85%;">--Hoy hay que estudiar después de clases --dije, celosa de que a él le preocupara <span style="font-style: italic;">tanto</span> la <span style="font-style: italic;">niña</span>.</span><br /><span style="font-size:85%;">--Nosotros dos --dijo Jonathan--. Nada más nosotros dos.</span><br /><span style="font-size:85%;">--¿Por qué tienes que ser tan cabeza dura? Ya la invité, Jonathan. Deberías ser bueno y portarte mejor con ella.</span><br /><span style="font-size:85%;">--Y tú deberías abrir los ojos, ver cómo es en realidad y luego mandarla al diablo.</span><br /><br /><span style="font-size:85%;">Me puse de puntitas y coloqué mi mano libre en su rostro antes de besarlo. Samantha hizo un sonido desagradable y Walter se echó a reír diciéndole que lo superara, que era un beso nada más y que las personas normales no se sorprendían por una cosa tan simple. Cuando Jonathan comenzó a besarme de aquella forma en la que estaba recordándose a sí mismo que nos encontrábamos en un lugar público y que no había ninguna cama cerca para hacer eso que no habíamos tenido oportunidad de hacer... retiré su rostro y me alejé de él, aunque mantuve mi mano en la suya.</span><br /><br /><span style="font-size:85%;">--¿Eso te gustó? --pregunté.</span><span style="font-size:85%;"> Como respuesta, él se acercó para besarme de nuevo, pero yo eché mi rostro hacia atrás</span><span style="font-size:85%;">--. ¿Te gustó?</span><br /><span style="font-size:85%;">--Ya sabes que sí --contestó.</span><br /><span style="font-size:85%;">--Bueno, si quieres más de lo mismo, entonces vas a tener que portarte bien con Casandra ¿está bien?</span><br /><span style="font-size:85%;">--¡¿Qué?! --gruñó--. ¡Eso no es justo!</span><br /><span style="font-size:85%;">--Son mis reglas.</span><br /><span style="font-size:85%;">--Al diablo con tus reglas --. Intentó besarme de nuevo, y de nuevo me alejé de él.</span><br /><span style="font-size:85%;">--Al diablo con los besos, entonces --sentencié.</span><br /><span style="font-size:85%;">--¿Si trato bien a esa maldita bruja vas a dejar esta tontería de lado? --preguntó, molesto.</span><br /><span style="font-size:85%;">--Si tratas bien a <span style="font-style: italic;">Casandra</span>, voy a dejar esta tontería de lado --corregí.</span><br /><span style="font-size:85%;">--Ya sabes que va a ser lo más hipócrita del mundo, ¿no? --asentí y él continuó--. Está bien...</span><br /><span style="font-size:85%;">--Lo tienes donde lo quieres, chica --rió Samantha, que miraba a Jonathan con cara burlona.</span><br /><span style="font-size:85%;">--Cierra la boca --dijo él antes de besarme para mostrar que ella estaba en un error.</span><br /><br /><span style="font-size:85%;">Walter carraspeó cuando retiré mis labios de los de Jonathan y asintió a nuestras espaldas</span><span style="font-size:85%;">. Jonathan miró hacia la dirección en que su amigo asentía con una discreción infructuosa, e inmediatamente un sonido de asco brotó de su garganta.</span><br /><br /><span style="font-size:85%;">--La maldita bruja quiere pasar tiempo con su amiga --dijo Casandra, que se paró junto a mí antes de que yo pudiese mirar en su dirección.</span><br /><span style="font-size:85%;">--Si no me tuvieran amenazado, tendría una excelente respuesta para eso --dijo Jonathan.</span><br /><br /><span style="font-size:85%;">Él soltó mi mano y pasó el brazo por los hombros de Walter, luego Hayden y Samantha echaron a andar hacia la cafetería. Miré a Jonathan cuando estuvo junto a su amigo, esperando que me tomara de la mano de nuevo y me llevara a donde quiera que tuviese pensado ir... pero eso no pasó.</span><br /><br /><span style="font-size:85%;">--Lo de los besos ya es suficiente castigo --murmuró--. No voy a desperdiciar mi tiempo con ella.</span><br /><br /><span style="font-size:85%;">Luego él y Walt caminaron detrás de Hayden y Samantha, dejándome ahí parada.</span><span style="font-size:85%;"> Genial. Ya había comenzado el asunto de ella-o-yo que tanto temía. Bueno, verdaderamente prefería eso a que...</span><br /><br /><span style="font-size:85%;">--¿Y tú qué haces aquí? --pregunté--. Se supone que Cass y yo vamos a pasar tiempo de amigas. Solas.</span><br /><span style="font-size:85%;">--Nadie dijo nada acerca de eso, Vio --intervino Casandra mientras Rodrigo le pasaba un brazo por la cintura.</span><br /><br /><span style="font-size:85%;">Doblemente genial. No sólo había ahuyentado a mis amigos y a mi novio... ahora también tenía que pasar mi tiempo de amigas con Rodrigo. Rechiné los dientes y apreté los puños.</span><span style="font-size:85%;"> No tenía la más mínima intención de estar cerca de él, pero tampoco quería dejar a Cass.<br /><br />Tal vez ahora entendía cómo se sentía Jonathan con todo este asunto...</span><br /></div><span style="font-size:85%;"><br /></span>Betzabéhttp://www.blogger.com/profile/14814676873361906568noreply@blogger.com3tag:blogger.com,1999:blog-4821936189807601894.post-68120552912848145292010-02-19T22:04:00.000-08:002010-02-19T23:30:28.025-08:00Cambio<div style="text-align: justify;"><span style="font-size:85%;">Diego y yo nos habíamos desmayado (en el sentido figurado de la palabra) en el sillón del cuarto de televisión. Él había llegado más o menos dos horas después de que <span class="blsp-spelling-error" id="SPELLING_ERROR_0">Sebastián</span> y <span class="blsp-spelling-error" id="SPELLING_ERROR_1">Jonathan</span> se fueran a sus casas y había traído consigo una película de acción. Yo estaba cansada a pesar de que no había hecho mucho durante los últimos días, y ambos nos dormimos antes de que la película llegase a la mitad. No estoy segura de cuánto tiempo pasó antes de que nos despertara el odioso sonido de su celular.</span><br /><br /><span style="font-size:85%;">Ambos nos movimos en nuestros lugares y nos quejamos porque se nos habían entumido los músculos; él estaba medio sentado en el sillón y la mi<span class="blsp-spelling-error" id="SPELLING_ERROR_2">tad</span> de mi cuerpo descansaba sobre sus piernas en una posición bastante incómoda.</span><br /><br /><span style="font-size:85%;">--¿Sí? --susurró Diego al contestar el teléfono, con su voz adormilada--. No. Claro. ¿Ahora? No estarás hablando en serio, <span class="blsp-spelling-error" id="SPELLING_ERROR_3">Sarah</span>... quiero decir... señorita <span class="blsp-spelling-error" id="SPELLING_ERROR_4">Salazar</span>. Está bien. La veré mañana.</span><br /><br /><span style="font-size:85%;">Mi hermano colgó e hizo una mueca de asco cuando guardó el aparato en el bolsillo de su pantalón. Me reí cuando me di cuenta de que él traía puestos unos pantalones de vestir, camisa blanca y saco, y que su corbata descansaba medio anudada en el brazo del sillón. Antes mi hermano sólo vestía <span class="blsp-spelling-error" id="SPELLING_ERROR_5">jeans</span> y camisetas con mensajes <span class="blsp-spelling-error" id="SPELLING_ERROR_6">subliminales</span> y dibujos raros, pero ahora siempre usaba traje y todo el tiempo tenía que contestar su celular, no importaba si estuviese en el baño o durmiendo.</span><br /><br /><span style="font-size:85%;">--¿Tu jefa? --pregunté.</span><br /><span style="font-size:85%;">--Sí... es una loca. El otro día... digamos que... </span><br /><span style="font-size:85%;">--Te acostaste con ella --afirmé.</span><br /><span style="font-size:85%;">--Sí --admitió, con las cejas caídas y los dientes apretados--. Y ahora me trata como si fuera su perro. </span><br /><span style="font-size:85%;">--Sólo a ti se te ocurre hacerlo con tu jefa, Diego.</span><br /><span style="font-size:85%;">--El problema es que no fue mi culpa... del todo --dijo, mirando hacia la nada--. Ella dijo que yo era guapo, luego le dije que era muy hermosa, nos besamos y...</span><br /><span style="font-size:85%;">--<span class="blsp-spelling-error" id="SPELLING_ERROR_7">Créeme</span>, no quiero detalles --aseguré.</span><br /><span style="font-size:85%;">--Claro... El punto es que ahora me da más trabajo que antes y me pide reportes que ni siquiera me corresponden. La odio. Es una bruja loca.</span><br /><span style="font-size:85%;">--Si mantuvieras tus hormonas a raya, entonces todo sería más fácil, ¿no crees?</span><br /><span style="font-size:85%;">--Deberías agradecer que ya no traigo mujeres a la casa.</span><br /><span style="font-size:85%;">--Sí... creo que <span class="blsp-spelling-error" id="SPELLING_ERROR_8">definitivamente</span> agradezco eso.</span><br /><br /><span style="font-size:85%;">Antes, cuando mi hermano conquistaba a una nueva chica, yo tenía que sufrir las consecuencias: una larga noche sin dormir y escuchando cosas que no tenía que escuchar. </span><br /><br /><span style="font-size:85%;">--Yo... estuve... con <span class="blsp-spelling-error" id="SPELLING_ERROR_9">Jonathan</span>... en... --tartamudeé.</span><br /><span style="font-size:85%;">--¡¿Lo hiciste con <span class="blsp-spelling-error" id="SPELLING_ERROR_10">Jonathan</span>?! --gritó él, mientras se apartaba de mí y se paraba junto a la mesa, cruzando los brazos sobre el pecho. Ahí estaba: la actitud de hermano responsable.</span><br /><br /><span style="font-size:85%;">Pero era mi culpa. ¿Por qué le estaba diciendo esto a mi hermano? Antes Diego y yo casi nos odiábamos, o por lo menos él me odiaba desde que tuvimos que mudarnos de ciudad porque un loco quiso matarme. Diego jamás me perdonó que por mi culpa lo hubieran separado de <span class="blsp-spelling-error" id="SPELLING_ERROR_11">Melissa</span>. Él la quería y demasiado. Antes, cuando yo era una niña de quince años, él me aborrecía porque tal vez si no me hubiese salvado la vida esa noche él seguiría con <span class="blsp-spelling-error" id="SPELLING_ERROR_12">Melissa</span> y tendrían unos lindos niños de cabello castaño. Si Diego no me hubiese seguido hasta aquel club, si no hubiese apartado a aquella bestia estranguladora de mí... bueno, digamos que su vida no habría sido tan deprimente después de eso. Tal vez no tendría a su hermana, pero <span class="blsp-spelling-error" id="SPELLING_ERROR_13">Melissa</span> seguiría con él, lo que significa que <span style="font-style: italic;">el amor de su vida</span> seguiría con él. Luego de que nos mudamos esta ciudad, mi hermano y yo dejamos de hablarnos, o por lo menos de respetarnos. Al principio me dolía que me tratara como a una cucaracha, pero con el tiempo me acostumbré y ambos nos hacíamos la guerra mutuamente; igual que papá y mamá.</span><br /><br /><span style="font-size:85%;">--Yo... no exactamente --susurré.</span><br /><span style="font-size:85%;">--¿¡Qué diablos estabas pensando, Violeta <span class="blsp-spelling-error" id="SPELLING_ERROR_14">Lazcano</span>!? ¡Eres una niña, por el amor de Dios! --gritaba él, agitando las manos en el aire--. ¿¡Quieres contagiarte de algo!? ¿¡Quieres <span class="blsp-spelling-error" id="SPELLING_ERROR_15">embarazarte</span>!? ¡Violeta! ¿Al menos usaron un condón?</span><br /><span style="font-size:85%;">--¡Oye! --lo interrumpí, esforzándome al máximo por no llorar mientras los gritos que salían de mi garganta me ardían como el infierno--. ¡No lo hice con él! Además tú tienes toneladas de sexo todo el tiempo y yo nunca te digo nada, así que ¿por qué diablos debería permanecer virgen hasta el matrimonio? Eres un imbécil, Diego. Quería hablar contigo, pero ¿sabes qué? <span class="blsp-spelling-error" id="SPELLING_ERROR_16">Olvídalo</span>.</span><br /><br /><span style="font-size:85%;">Lo miré unos segundos y luego él se sentó de nuevo en el sillón. Yo respiraba <span class="blsp-spelling-error" id="SPELLING_ERROR_17">agitadamente</span> por la boca y el aire frío me ardía en la garganta. Mi hermano me miró a los ojos y luego exhaló.</span><br /><br /><span style="font-size:85%;">--Está bien --dijo--. Lo siento. Eres mi hermana y eres pequeña, así que me preocupas ¿sí? Pero es todo. No eres una idiota ni nada por el estilo, ya sé que soy un poco <span class="blsp-spelling-corrected" id="SPELLING_ERROR_18">paranoico</span> pero... ¿<span class="blsp-spelling-error" id="SPELLING_ERROR_19">Jonathan</span>? Qué asco, Violeta, ese tipo no te merece.</span><br /><span style="font-size:85%;">--¿<span class="blsp-spelling-error" id="SPELLING_ERROR_20">Ah</span> no? ¿Y de cuándo a acá te cae mal <span class="blsp-spelling-error" id="SPELLING_ERROR_21">Jonathan</span>?</span><br /><span style="font-size:85%;">--Desde hoy. <span class="blsp-spelling-error" id="SPELLING_ERROR_22">Cuéntame</span> qué pasó.</span><br /><span style="font-size:85%;">--¿Te vas a poner histérico?</span><br /><span style="font-size:85%;">--No.</span><br /><span style="font-size:85%;">--Bueno --inicié--... Vino <span class="blsp-spelling-error" id="SPELLING_ERROR_23">Cass</span> para hacer las pases y entramos a mi habitación para hablar. Entonces no recuerdo qué pasó, pero <span class="blsp-spelling-error" id="SPELLING_ERROR_24">Jonathan</span> <span class="blsp-spelling-corrected" id="SPELLING_ERROR_25">dijo</span> que iba a irse y ¿sabes? No sé por qué le dije gracias, tal vez porque no me dejó sola con <span class="blsp-spelling-error" id="SPELLING_ERROR_26">Cass</span> y ese tema tan vergonzoso... el punto es que vino y me besó, y a mí me <span class="blsp-spelling-corrected" id="SPELLING_ERROR_27">dio</span> algo en el pecho y en la barriga, entonces <span class="blsp-spelling-error" id="SPELLING_ERROR_28">Casandra</span> dijo algo acerca de que no nos <span class="blsp-spelling-corrected" id="SPELLING_ERROR_29">manoseáramos</span> y <span class="blsp-spelling-error" id="SPELLING_ERROR_30">Jonathan</span> la corrió de la habitación... Luego la cosa de mi barriga se me subió a la cabeza, como cuando tomas mucho y no sabes lo que haces, y sentí que él estaba muy lejos de mí, a pesar de que me tenía apretada contra su cuerpo... así que le quité la camiseta y...</span><br /><span style="font-size:85%;">--¿Segura que no quieres parar? Porque lo que me estás diciendo me va a dejar imágenes que no quiero conservar en mi cabeza. Te juro por mi vida que lo que menos quiere un hombre es imaginarse a su hermana acostándose con su novio.</span><br /><span style="font-size:85%;">--¿Te cuento o no? --pregunté, con las mejillas encendidas.</span><br /><span style="font-size:85%;">--Está bien... pero cuando creas que e demasiada información (tanta que ni yo la pueda procesar), entonces deja de hablar.</span><br /><span style="font-size:85%;">--Después él se deshizo de mi blusa sin que yo me diera cuenta y para cuando regresé a la realidad ya estábamos en la cama besándonos como enfermos y yo estaba diciéndole "te amo"...</span><br /><span style="font-size:85%;">--¿¡Qué!? --mi hermano quitó la cara de asco y la reemplazó con una de terror-- ¿¡Qué fue lo que le dijiste!?</span><br /><span style="font-size:85%;">--No vas a hacer otro drama por eso ¿o sí? --pregunté.</span><br /><span style="font-size:85%;">--No... Es sólo que hace un rato lo vi aquí. ¿Quedaron como amigos o algo así?</span><br /><span style="font-size:85%;">--¿Quedar? ¿De qué maldita sea hablas?</span><br /><span style="font-size:85%;">--Pues cuando una chica te dice "te amo" es un excelente momento para terminar con ella. Y más si te lo dice cuando están a punto de tener sexo. ¿Quedaron como amigos? ¿Estás deprimida o algo por el estilo?</span><br /><span style="font-size:85%;">--No terminamos --lo miré, confundida.</span><br /><span style="font-size:85%;">--¿No? --ahora él parecía treinta veces más confundido que yo--. ¿Y qué dijo él?</span><br /><span style="font-size:85%;">--Pues primero se me quedó mirando, luego yo me levanté con ganas de deshacerme la cabeza a golpes y unos segundos después él estaba parado atrás de mí diciendo que no se podía creer que se lo <span class="blsp-spelling-corrected" id="SPELLING_ERROR_31">hubiera</span> dicho. Y me dijo que me amaba, pero no me lo decía porque no sabía si yo sentía lo mismo.</span><br /><span style="font-size:85%;">--Guau.</span><br /><span style="font-size:85%;">--¿Qué?</span><br /><span style="font-size:85%;">--Es lo más cursi y empalagoso que he escuchado en mi vida... y mira que he escuchado muchas cosas ridículas --él me miró pensativo y luego continuó--. ¿Y por qué le dijiste eso? Según tú, él nada más era algo así como una distracción para <span class="blsp-spelling-error" id="SPELLING_ERROR_32">desembobarte</span> de Rodrigo ¿no? </span><br /><span style="font-size:85%;">--Yo creo que... Bueno... <span class="blsp-spelling-error" id="SPELLING_ERROR_33">Jonathan</span> siempre ha estado conmigo. Él sabe todo de mí, incluyendo las cosas que jamás en la vida le diría a <span class="blsp-spelling-error" id="SPELLING_ERROR_34">Cass</span>, y creo que estaba tan estúpida mirando a Rodrigo que nunca me había detenido a pensar en <span class="blsp-spelling-error" id="SPELLING_ERROR_35">Jonathan</span>. ¿Sabes qué pienso? Que ya lo quería antes de que me besara ese día en la escuela... creo que ya lo sentía, sólo que no me había dado cuenta. Eso o tal vez me enamoré así de él luego de que empezamos... no sé... pero sí te digo que se lo dije en serio. Sí lo siento...</span><br /><span style="font-size:85%;">--Eso no está bien --musitó.</span><br /><span style="font-size:85%;">--¿Por qué? ¿Porque lo único interesante en el planeta es el sexo y todo se arruina cuando hay amor de por medio? </span><br /><span style="font-size:85%;">--No. </span><br /><span style="font-size:85%;">--¿Entonces?</span><br /><span style="font-size:85%;">--No está bien porque cuando quieres a alguien y cualquier cosa hace que lo alejen de ti... bueno, es como si te patearan el pecho cada vez que te acuerdas de su nombre.</span><br /><span style="font-size:85%;">--¿Y cómo sabes que a <span class="blsp-spelling-error" id="SPELLING_ERROR_36">Jonathan</span> y a mí nos van a separar? ¿Qué tal si nos quedamos juntos toda la vida y nos pasan esas cosas de las películas?</span> --<span style="font-size:85%;">bromeé.</span><br /><span style="font-size:85%;">--El amor no es así, Vio --aseguró, serio--. Tarde o temprano uno de los dos deja de querer y el otro se queda hecho papilla en un rincón. De veras no quiero que a ti te pase eso.</span><br /><span style="font-size:85%;">--No me va a pasar, ya verás que no --aseguré.</span><br /><br /><span style="font-size:85%;">Mi hermano cerró los ojos y creo que comenzó a quedarse dormido, pero en esos momentos mi cabeza era una revolución y tenía que preguntar.</span><br /><br /><span style="font-size:85%;">--¿Diego?</span><br /><span style="font-size:85%;">--¿<span class="blsp-spelling-error" id="SPELLING_ERROR_37">Mhhmm</span>?</span><br /><span style="font-size:85%;">--¿Crees que yo también cambié?</span><br /><span style="font-size:85%;">--¿También?</span><br /><span style="font-size:85%;">--Sí --dije, insegura de pronto--. Me refiero a que antes tú eras un <span class="blsp-spelling-error" id="SPELLING_ERROR_38">tarado</span> sin corazón y ahora eres este nuevo Diego responsable y <span class="blsp-spelling-corrected" id="SPELLING_ERROR_39">paranoico</span> que no quiere que su hermana sufra. Antes <span class="blsp-spelling-error" id="SPELLING_ERROR_40">Cass</span> confiaba en mí y siempre me decía todo, ahora que nos volvimos a hablar la noto distante y precavida. <span class="blsp-spelling-error" id="SPELLING_ERROR_41">Jonathan</span> era despreocupado y siempre decía que yo podía hacer todo, ahora es como un clon tuyo, sólo que más guapo e inteligente...</span><br /><span style="font-size:85%;">--Sí. Tú también cambiaste, Vio, pero creo que cambiaste para bien.</span><br /><span style="font-size:85%;">--¿Sí?</span><br /><span style="font-size:85%;">--Claro --aseguró, sin abrir los ojos aún--. Aunque a mí me gustaría que volvieras a ser la de antes.</span><br /><span style="font-size:85%;">--Según mis conjeturas ahora soy más tonta, cursi y paciente... ¿quieres que vuelva a ser agresiva, desconfiada y cínica?</span><br /><span style="font-size:85%;">--No. Yo me refiero a mucho antes.</span><br /><br /><span style="font-size:85%;">Entonces comprendí. Me tragué el nudo que se formó en mi <span class="blsp-spelling-corrected" id="SPELLING_ERROR_42">garganta</span> maltrecha y agradecí que él no pudiera ver mi expresión.</span><br /><br /><span style="font-size:85%;">--No puedo --dije de pronto, en un susurro--. Ya no puedo ser así, Diego. Ni por más que lo intente.</span><br /><span style="font-size:85%;">--Eras la chica más feliz en el planeta. Luego vino él y dejaste de creer en el mundo. Dejaste de querer a quienes te queremos y te apartaste de todo y de todos. A veces pensaba que <span class="blsp-spelling-error" id="SPELLING_ERROR_43">Jonathan</span> tenía suerte porque a pesar de que lo conociste luego de venir aquí, le diste toda tu confianza, le contaste el por qué de tus pesadillas y de tus ataques de pánico repentinos... a mí jamás me tuviste ese cariño.</span><br /><br /><span style="font-size:85%;">Mis mejillas parecían un incendio. Me ardían los ojos y sentía una bola en la garganta que, si la dejaba permanecer ahí, obligaría a las lágrimas a salir.</span><br /><br /><span style="font-size:85%;">--Tú no me querías --me parecía curioso que justo ahora <span class="blsp-spelling-corrected" id="SPELLING_ERROR_44">estuviéramos</span> hablando de aquello que yo había pensado hacía sólo unos minutos--. Porque te alejaron de <span class="blsp-spelling-error" id="SPELLING_ERROR_45">Melissa</span> por mi culpa. Y me sentía culpable. Sentía que gracias a mí tú eras infeliz... porque tal vez tú no lo hayas notado, pero parecías un zombie cuando caminabas por ahí sin mirar a ningún lado. Me sentía mal cuando me veías con ese rencor y me decías que gracias a ti no me habían matado. ¿Sabes qué? Si ese hombre hubiese hecho lo que quería tal vez tú serías más feliz ahora.</span><br /><br /><span style="font-size:85%;">Las lágrimas corrieron por mis mejillas y eso era algo de lo que más odiaba en el planeta. Era humillante. Mi hermano me miró sorprendido y luego negó con la cabeza.</span><br /><br /><span style="font-size:85%;">--Nunca vuelvas a decir eso, Vio --sentenció--. Estaba enojado, tenía ira... pero nunca me arrepentí de haberte quitado de encima a ese loco. Nunca, ¿me oyes?</span><br /><span style="font-size:85%;">--¿Por qué siempre que comenzamos a hablar de tu vida pasamos a la mía y luego terminamos con un discurso empalagoso? --sonreí.</span><br /><span style="font-size:85%;">--Tú misma acabas de decirlo ¿no? Todos cambiamos, y para tu mala suerte, tú te convertiste en la niña amorosa que anda por la vida abrazando a todo el mundo.</span><br /><span style="font-size:85%;">--Bueno, a partir de hoy soy la <span class="blsp-spelling-corrected" id="SPELLING_ERROR_46">antigua</span> Violeta... la Violeta <span class="blsp-spelling-corrected" id="SPELLING_ERROR_47">agresiva</span>, quiero decir.</span><br /><br /><span style="font-size:85%;">Todos habíamos cambiado. Y tal vez era lo que <span class="blsp-spelling-error" id="SPELLING_ERROR_48">necesitábamos</span> para poder aclarar aquellas cosas que nos habían tenido tensos durante años.</span><br /></div>Betzabéhttp://www.blogger.com/profile/14814676873361906568noreply@blogger.com2tag:blogger.com,1999:blog-4821936189807601894.post-3354326575579638612010-02-13T02:04:00.000-08:002010-02-16T20:49:34.022-08:00No tenemos un plan, pero sí un equipo. [[[Jonathan]]]<span style="font-size:85%;">No </span><span style="color: rgb(0, 0, 0);font-size:85%;" >me gustaba cómo lucía mi casa así de sola. Mis padres habían llamado para decir que durarían fuera más tiempo del que tenían pensado y papá se puso como una fiera cuando le conté lo que había pasado en el restaurante de Teo. Lo desagradable no era el hecho de que ellos no estuvieran aquí, lo desagradable era el hecho de que yo no tenía ganas de hablar con la chica de servicio y ella tenía una extraña y desesperante necesidad de llenar los silencios con peroratas inútiles.</span><br /><div style="text-align: justify;"><br /><span style="color: rgb(0, 0, 0);font-size:85%;" >Me metí a la ducha y me entretuve lo que quise debajo del agua caliente. Cuando mamá era una madre normal, solía decir que el agua demasiado caliente provocaba que la piel se aguadara y el cabello se resecara... bueno, esas son cosas que sólo les preocupan a las mujeres, así que la temperatura del agua no era una cosa que figurara en mi lista de preocupaciones. Me gustaba sentir cómo corría por mis brazos y escuchar cuando caía sobre el azulejo. Y pensar que de niño odiaba bañarme.</span><br /><br /><span style="color: rgb(0, 0, 0);font-size:85%;" >Un día, luego de mucho batallar, mi madre logró meterme a la ducha entre gritos y sollozos. Creo que se sintió culpable, porque ese mismo día encontré un disfraz de <span style="font-style: italic;">spiderman</span> en el cajón de mi ropa... cuando ella quiso que lo usara para la fiesta de uno de mis primos, lo arrojé a un contenedor de basura que estaba a dos calles de mi casa para que nadie lo encontrara. Cuando mamá notó que su pequeño hijo de seis años aborrecía los cómics, optó por comprarle una gabardina beige, un sombrero café, una lupa y un bigote falso para la fiesta de disfraces... así por lo menos el pequeño yo no parecería un bicho raro cuando anduviera buscando cosas por ahí. </span><br /><br /><span style="color: rgb(0, 0, 0);font-size:85%;" >El problema para ella fue que desde entonces no dejé de buscar.</span><br /><br /><span style="color: rgb(0, 0, 0);font-size:85%;" >Al salir del baño me puse los calzoncillos y me tiré en la cama. Tenía sueño, a pesar de que me habían dormido un buen rato en el hospital. Hice una mueca de disgusto al recordar cómo me había desmayado en vez de esperar y ver qué sucedía con Violeta. De nuevo me sentí culpable al recordar el sonido de su voz... parecía como si le hubieran hecho tragar un kilo de vidrios y tornillos. Traté de convencerme de que no era mi culpa, de que sólo había sido un accidente, pero a veces lo testarudo me golpea fuerte y no puedo hacer nada para evitarlo.</span><br /><br /><span style="color: rgb(0, 0, 0);font-size:85%;" >Estaba comenzando a quedarme dormido cuando sonó la línea fija. ¿Acaso estaba escrito en alguna parte que todos los días de mi vida sería interrumpido antes de quedarme completamente frito? Estiré la mano a regañadientes y tomé el auricular.</span><br /><br /><span style="color: rgb(0, 0, 0);font-size:85%;" >--Si eres tú, Walter, te juro que cuando te vea te voy a dar una patada tan fuerte que tendrás que usar un cojín en el trasero durante un mes --sentencié en voz baja.</span><br /><span style="color: rgb(0, 0, 0);font-size:85%;" >--Ni yo soy Walter, ni tú eres capaz de golpearme --dijo Violeta--. Te derribaría antes de que siquiera alzaras el pie.</span><br /><span style="color: rgb(0, 0, 0);font-size:85%;" >--Que bonita forma de despertar a un guapo joven como yo --bromeé.</span><br /><span style="color: rgb(0, 0, 0);font-size:85%;" >--Disculpa si interrumpo tu sueño reparador, cariño, pero Walter llegó desde hace media hora y él y Sebastián se pusieron a discutir sobre los pros y los contras de los colegios ingleses... dicen que debería haber más colegios mixtos por el bien psicológico de los alumnos. Hayden se está acabando todas nuestras reservas de comida y su amiga no para de mirar a Casandra como si quisiera estrangularla; eso sin mencionar que Rodrigo me observa como si yo fuera el núcleo de sus problemas...</span><br /><span style="color: rgb(0, 0, 0);font-size:85%;" >--¿Y tú? --pregunté, esforzándome por contener una carcajada--. ¿Estás arrumbada en una esquina como la muñeca fea?</span><br /><span style="color: rgb(0, 0, 0);font-size:85%;" >--Sí, qué gracioso --contestó, sarcástica--. Si no llegas aquí en veinte minutos me tiro por la ventana, Jonathan.</span><br /><span style="color: rgb(0, 0, 0);font-size:85%;" >--¿Veinte? Ni volando llegaría tan rápido a tu casa...</span><br /><span style="color: rgb(0, 0, 0);font-size:85%;" >--Dije veinte.</span><br /><span style="color: rgb(0, 0, 0);font-size:85%;" >--Está bien --concedí--. Pero no quiero ver tu cadáver embarrado en el suelo del patio cuando llegue, ¿de acuerdo?</span><br /><span style="color: rgb(0, 0, 0);font-size:85%;" >--De acuerdo --dijo ella--. Cuídate, te amo.</span><br /><br /><span style="color: rgb(0, 0, 0);font-size:85%;" >Entonces colgó. Ahí estaba de nuevo. El <span style="font-style: italic;">"te amo"</span> que había creído escuchar en la habitación, cuando Vio y yo habíamos estado a punto de... Sí, no era una alucinación ni nada parecido. Ella lo había dicho y yo tenía ganas de pegar una pancarta en el Zócalo para que todo el mundo se enterara. Claro que luego de eso ella se pondría furiosa, yo sería el hazmereír del planeta entero y probablemente me meterían a la cárcel por uso indebido de cursilería en horario familiar. Me conformé con sonreír y mirar el teléfono como un soberano imbécil durante unos segundos, luego de eso me apresuré a vestirme y a buscar las llaves del auto.</span><br /><br /><span style="color: rgb(0, 0, 0);font-size:85%;" >No sabía qué era peor. Si el hecho de que Violeta me había dicho aquello que tanto esperaba y que eso me tuviera tan contento, o la repentina inseguridad provocada por eso que habíamos prometido hacer un día de estos. No me podía creer que Violeta me quisiera tanto como yo a ella, y me preocupaba lo que había dicho antes: <span style="font-style: italic;">"Prométeme que nunca vas a pensar que soy una fácil"</span>. No sabría cómo tratarla para que por su cabeza no pasara esa estupidez. ¿Fácil? Quiero decir, no es que todo lo que quisiera de ella fuera simple y sencillamente sexo; había pensado en eso alguna vez, pero lo que realmente me tenía atado a ella era algo diferente, algo por lo que no se puede luchar ni necesita lucha alguna: amor. La deseaba porque la amaba, y ella tal vez no era capaz de entender eso, tal vez no podía imaginarlo así, y era por eso que creía que tener sexo era como rendirse.... </span><br /><br /><span style="color: rgb(0, 0, 0);font-size:85%;" >Al llegar al edificio inconscientemente miré el reloj en el tablero del coche y luego barrí con la mirada el suelo del patio. Habían pasado exactamente treinta y cinco minutos desde que salí de casa y para esta hora tal vez violeta ya era solamente una calcomanía en el piso.</span><br /><br /><span style="color: rgb(0, 0, 0);font-size:85%;" >Subí hasta el quinto piso y llamé a la puerta. Medio segundo después Diego apareció del otro lado y salió mientras yo caminaba al interior de su casa.</span><br /><br /><span style="color: rgb(0, 0, 0);font-size:85%;" >--¿Te vas? --pregunté.</span><br /><span style="color: rgb(0, 0, 0);font-size:85%;" >--¿Bromeas? --dijo él--. Ahí dentro hay una bola de adolescentes salvajes sin correa. Yo tengo que refugiarme antes de que me coman vivo. </span><br /><span style="color: rgb(0, 0, 0);font-size:85%;" >--Se suponía que habías ido a trabajar... --recordé, ignorando su comentario.</span><br /><span style="color: rgb(0, 0, 0);font-size:85%;" >--Me escapé, pero créeme cuando te digo que prefiero aguantar a mi jefa que estar rodeado de bestias así.</span><br /><br /><span style="color: rgb(0, 0, 0);font-size:85%;" >Entré al apartamento cuando él comenzó a bajar las escaleras y casi de inmediato sentí una mano aferrar mi antebrazo como tenaza de hierro.</span><br /><br /><span style="color: rgb(0, 0, 0);font-size:85%;" >--Contrólalos tú --dijo Violeta.</span><br /><span style="color: rgb(0, 0, 0);font-size:85%;" >--Bueno, ésa no es precisamente la bienvenida que esperaba --espeté.</span><br /><span style="color: rgb(0, 0, 0);font-size:85%;" >--Contrólalos y luego hablamos. Si yo tuviera voz ya los habría puesto en su lugar.</span><br /><span style="color: rgb(0, 0, 0);font-size:85%;" >--¡Amigo Jo! --cacareó Walter con su acentillo británico.</span><br /><span style="color: rgb(0, 0, 0);font-size:85%;" >--Jonathan, ¿tú hiciste que tu novia loca interrumpiera mi película para que viniera?</span><br /><span style="color: rgb(0, 0, 0);font-size:85%;" >--Hola Walter --saludé--. Sí, Sebas, quiero decirles algo, pero necesito que nos sentemos todos.</span><br /><br /><span style="color: rgb(0, 0, 0);font-size:85%;" >Violeta nos llevó al comedor, que tenía suficientes sillas para todos. Yo me senté a la cabeza y de mi lado derecho estaban Violeta, Sebastián, Casandra y Rodrigo, mientras que a mi mano izquierda se encontraban Walter, su hermana Hayden y la amiga de ésta, Samantha. </span><br /><br /><span style="color: rgb(0, 0, 0);font-size:85%;" >--Bien --dije, mientras ponía sobre la mesa un fólder verde que contenía aquel asunto peliagudo al que ninguno de nosotros tres (Violeta, Walter o yo) le había podido encontrar una solución segura--. ¿Cómo empiezo? Los... yo...</span><br /><span style="color: rgb(0, 0, 0);font-size:85%;" >--Hay un chico llamado Ricky Ricón --dijo Violeta con su voz rasposa-- que tiene problemas en su casa. Hay dos documentos que fueron robados del despacho de su padre hace más o menos un mes y medio y que tienen que ser recuperados lo antes posible. Ricky llamó a Jonathan para que lo ayudara, pero él, Walter y yo jamás podríamos hacerlo solos... Jonathan quiere que ustedes se unan al equipo. ¿Por qué? No tengo idea. </span><br /><span style="color: rgb(0, 0, 0);font-size:85%;" >--Guau, Jonathan, eres un valiente cuando se te necesita y además tienes el don de la palabra --dijo Sebastián mientras me miraba con esa mueca sarcástica y burlona que tanto solía usar--. Eres un hombre ejemplar, amigo.</span><br /><span style="color: rgb(0, 0, 0);font-size:85%;" >--Bueno, lo que acaba de decir Violeta es cierto --aunque no estaba seguro de cómo había averiguado ella lo que yo tenía en mente--. Los necesito. A todos. ¿Tienen preguntas?</span><br /><span style="color: rgb(0, 0, 0);font-size:85%;" >--¿Por qué diablos quieres que te ayude yo, si ni siquiera sabía de tu existencia? --preguntó Samatha, una chica de cabello raro, vestimenta rara y actitud rara.</span><br /><span style="color: rgb(0, 0, 0);font-size:85%;" >--Eh... tú... bueno... eres... Necesitamos fuerza, crudeza. Y créeme que la primera que se me vino a la cabeza cuando junté los adjetivos ruda-fuerte-ruda fuiste tú. A Hayden la elegí porque es inteligente y astuta, además de que tiene su propia dotación de rudeza también. </span><br /><span style="color: rgb(0, 0, 0);font-size:85%;" >--¿Y yo, ricitos? --preguntó Sebastián.</span><br /><span style="color: rgb(0, 0, 0);font-size:85%;" >--Tú... digamos que tienes la fuerza bruta... eres fuerte y bruto a más no poder. Podríamos necesitar tus músculos para algo.</span><br /><span style="color: rgb(0, 0, 0);font-size:85%;" >--Gracias por el cumplido, cabezón --renegó.</span><br /><span style="color: rgb(0, 0, 0);font-size:85%;" >--A Casandra no la habría elegido ni en un millón de años, pero como ya estaba aquí cuando se me ocurrió la idea, pues ya no queda mucho por hacer --solté de golpe, mirándola con furia a los ojos.</span><br /><span style="color: rgb(0, 0, 0);font-size:85%;" >--Jonathan --susurró Violeta a mi lado, mientras me daba un golpecito en la rodilla, por debajo de la mesa.</span><br /><span style="color: rgb(0, 0, 0);font-size:85%;" >--Y bueno, a Rodrigo sólo lo pedí porque tiene cerebro de Mojojojo, y cuando digo esto me refiero a que eres un mandril muy inteligente. Tu cerebro nos serviría para hacer cálculos y esas tonterías.</span><br /><span style="color: rgb(0, 0, 0);font-size:85%;" >--En pocas palabras, el cerebro de Hayden, Walter, Jonathan y Rodrigo, y la fuerza de Sebastián y Samantha nos servirían de mucho. Yo entro en las dos categorías, así que no intenten integrarme en algún grupo en específico --bromeó Violeta con su voz de anciano con enfisema.</span><br /><span style="color: rgb(0, 0, 0);font-size:85%;" >--Si esos documentos son tan importantes --interrumpió Samantha secamente--, ¿por qué diablos no llama ese niño rico a la policía y se deja de tonterías?</span><br /><span style="color: rgb(0, 0, 0);font-size:85%;" >--Porque el padre de Ricky es alguien importante, Sam --dijo Walt--; es un hombre que está metido en el gobierno y tiene mucho poder.</span><br /><span style="color: rgb(0, 0, 0);font-size:85%;" >--Pues por eso mismo --intervino Rodrigo, por primera vez desde que llegué--. Si él es alguien importante, ¿para qué querría a un grupo de adolescentes maniáticos a su servicio? Para eso están los federales, el ejército... </span><br /><span style="color: rgb(0, 0, 0);font-size:85%;" >--Quien robó los documentos es el jefe de los federales, Mojojojo --dije, contento de que por fin se me hubiese ocurrido un apodo acertado--. Tiene a sus pies a toda la policía y sus contactos están por todas partes, incluyendo al ejército y esas cosas. Este hombre puede mover un dedo y el papá de Ricky Ricón se va al hoyo.</span><br /><span style="color: rgb(0, 0, 0);font-size:85%;" >--¿Y los detectives privados? --preguntó Hayden, quien tenía un acento aún más notorio que el de su hermano Walt. Su pregunta me hirió el orgullo.</span><br /><span style="color: rgb(0, 0, 0);font-size:85%;" >--Yo<span style="font-style: italic;"> soy</span> un detective privado --aseguré.</span><br /><br /><span style="color: rgb(0, 0, 0);font-size:85%;" >Sebastián comenzó a reírse y murmuró algo entre dientes que no pude entender.</span><br /><br /><span style="color: rgb(0, 0, 0);font-size:85%;" >--Como sea, el hombre no puede acudir a nadie porque...</span><br /><span style="color: rgb(0, 0, 0);font-size:85%;" >--Ricardo Ricón --dijo Violeta--. Es más fácil si le decimos así, y que el malo sea Octopus o algo por el estilo. Me molesta que digan todo el tiempo "el hombre", "el malo" y esas cosas.</span><br /><span style="color: rgb(0, 0, 0);font-size:85%;" >--Bueno --concedí, con una sonrisa en el rostro--. Si Ricardo Ricón va con algún profesional, entonces Octopus lo hunde, ¿me explico? Octopus es como el dueño del universo.</span><br /><span style="color: rgb(0, 0, 0);font-size:85%;" >--Pero Ricardo Ricón es del gobierno ¿no? --preguntó Casandra, y tuve que controlarme para no arrojarle el florero en la cabeza--. Él también tiene que tener contactos.</span><br /><span style="color: rgb(0, 0, 0);font-size:85%;" >--A ver, Casandra --dije, buscando en mi cabeza algún apodo adecuado para ella. Tal vez luego le pediría ayuda a Sebastián con eso--, si un gobernante muy poderoso y millonario te ofreciera toda su fortuna a cambio de recuperar sus documentos, y luego viniera el jefe de la policía, que no tiene otro jefe más que el Presidente, y te dice que si tocas esos documentos te vuela la cabeza con una bazuca... ¿a quién apoyarías?</span><br /><br /><span style="color: rgb(0, 0, 0);font-size:85%;" >Casandra me miró con los ojos abiertos como platos, igual que todos los demás.</span><br /><br /><span style="color: rgb(0, 0, 0);font-size:85%;" >--Exacto --asentí.</span><br /><span style="color: rgb(0, 0, 0);font-size:85%;" >--Entonces yo no entro a tu jueguito --dijo Rodrigo--. Y tampoco Cass lo hará. Si ese super-jefe-de-la-policía se entera de lo que tú quieres hacer, nos hará papilla a todos.</span><br /><span style="color: rgb(0, 0, 0);font-size:85%;" >--Tiene armas --intervino Violeta, con su voz pastosa--, pero tiene cerebro de pájaro. Lo único que sabe hacer es dar órdenes y volar cráneos... nosotros podríamos despedazar a alguien usando la cabeza nada más. Si no contamos a Samantha ni a Sebastián, nosotros somos los chicos más inteligentes de la escuela. ¿No lo ven? Si planeamos todo bien, ése tipo no podrá hacernos nada y tres millones serán nuestros.</span><br /><br /><span style="color: rgb(0, 0, 0);font-size:85%;" >Cuando Vio terminó de decir lo último, todos la miraron como si acabara de decir con certeza qué hay después de la muerte.</span><br /><br /><span style="color: rgb(0, 0, 0);font-size:85%;" >--Yo estoy dentro --dijo Samantha sin pensarlo dos veces.</span><br /><span style="color: rgb(0, 0, 0);font-size:85%;" >--Donde haya tres millones, estoy yo --aseguró Sebastián también.</span><br /><span style="color: rgb(0, 0, 0);font-size:85%;" >--De acuerdo, pero si algo me pasa, prometan que Walter pagará las consecuencias --accedió Hayden.</span><br /><span style="color: rgb(0, 0, 0);font-size:85%;" >--Nosotros no --dijo Rodrigo mientras se levantaba de la silla y jalaba a Casandra por el brazo.</span><br /><span style="color: rgb(0, 0, 0);font-size:85%;" >--¿Sabes? No te necesitamos --dijo de pronto Violeta, y todos la miramos-- porque eres un gallina.</span><br /><br /><span style="color: rgb(0, 0, 0);font-size:85%;" >Casandra le dirigió una mirada de desconcierto y ella le guiñó un ojo. Era esa tontería de la psicología inversa... si Rodrigo caía en esa trampa, yo tendría que reevaluar mi hipótesis acerca de su grado de inteligencia.</span><br /><br /><span style="color: rgb(0, 0, 0);font-size:85%;" >--Está bien --dijo él de pronto--. Estamos dentro.</span><br /><br /><span style="color: rgb(0, 0, 0);font-size:85%;" >Tomé la mano de Violeta y la besé.</span><br /><span style="color: rgb(0, 0, 0);font-size:85%;" >--Eres una manipuladora --susurré. Luego ella retiró su mano y me besó los labios con una emoción algo desbordada. Sebastián murmuró algo acerca de que él también quería su parte y luego todos comenzaron a reír.</span><br /><br /><span style="color: rgb(0, 0, 0);font-size:85%;" >--Bueno --dije, entrelazando mis dedos con los de Vio y poniendo mi otra mano en el homro de Walter--. Ya tenemos un equipo... ahora sólo nos falta un plan.</span><br /><br /><br /><br /><br /><br /><span style="color: rgb(0, 0, 0);font-size:85%;" >-----------------------------------------------------------------------------------------------------------------------</span><br /><br /><span style="color: rgb(0, 0, 0);font-size:85%;" ><span style="font-style: italic;">Hola!!</span></span><br /><br /><span style="color: rgb(0, 0, 0);font-size:85%;" ><span style="font-style: italic;">Otra vez escribí el capitulote, pero me fue inevitable. Lo bueno es que a ustedes sí que les gusta leer ¿verdad? xD</span></span><br /><br /><span style="color: rgb(0, 0, 0);font-size:85%;" ><span style="font-style: italic;">Abril: ¡Ya! ¡Me come la curiosidad! Me he quebrado la cabeza pensando cuáles serán tus conjeturas. ¡Dímelas! O tú pagarás el hospital cuando me reviente la cabeza ¬¬.</span></span><br /><br /><span style="color: rgb(0, 0, 0);font-size:85%;" ><span style="font-style: italic;">Gracias por sus comentarios. Así sí me dan ganas de escribir :D</span></span><br /><br /></div><div style="text-align: center;"><span style="font-style: italic;font-size:85%;" >Betzabé.</span><br /></div>Betzabéhttp://www.blogger.com/profile/14814676873361906568noreply@blogger.com3tag:blogger.com,1999:blog-4821936189807601894.post-5305892630693353202010-02-05T22:53:00.000-08:002010-02-06T00:32:45.064-08:00Qué ironía.<div style="text-align: justify;"><span style="font-size:85%;">Casandra había llegado a mi casa una hora después de que colgamos. Me había costado trabajo deshacerme de mi hermano y de Sebastián, pero lo había logrado. Jonathan se negó a retirarse, argumentando que si Casandra se ponía histérica tal vez yo necesitaría apoyo. Sí claro, como si él estuviera en condiciones de defenderme... antes de que Cass pudiera golpearme, él ya estaría desmayado a media sala.<br /><br />Rodrigo no había ido. No quería preguntar, por miedo a que ella y Jonathan lo tomaran mal, pero mi curiosidad fue mayor y la pregunta salió de mi boca como el gas cuando agitas una botella de Coca-Cola.<br /><br />--Él... no... quiso venir --dijo ella--. No lo creímos conveniente.<br />--Sí bueno, tal vez no podría controlarse al ver a Violeta y se le aventaría encima como bestia en celo --apuntó Jonathan secamente.<br />--No...<br />--¿Quieres cerrar la boca unos segundos, Jonathan? --interrumpí.<br /><br />Los tres entramos a mi habitación y casandra se quedó mirando las paredes como si estuviese parada en alguna nave extraterrestre.<br /><br />--Es muy linda tu nueva casa --dijo ella.<br />--¿Nueva? La habrías visto antes si no fueras tan estúpida y tan orgullosa --dijo Jonathan con el mismo tono agrio y antisocial.<br />--Siéntate donde quieras --dije.<br /><br />Casandra se acomodó en la mesedora y echó su cabeza hacia atrás, tal vez arrepentida de haber venido, o tal vez temerosa de que yo fuera a reclamarle algo. Como si estuviera en posición de hacerlo. Yo me senté en la cama y Jonathan se acostó junto a mí, colocando su cabeza en mis piernas. Comencé a pasar mi mano izquierda por su cabello mientras la otra descansaba en su pecho. Tal vez había sido una buena idea dejarlo en casa... por lo menos me daba un pretexto para no mirar a Cass mientras hablaba. Él tomó un cubo de Rubik que había en el buró y se puso a jugar con él para darnos un poco de privacidad... o algo así.<br /><br />--Escucha... --comenzó ella--. Quería pedirte perdón por cómo me porté ese día. Creo que... estaba algo...<br />--¿Enfurecida? --preguntó Jonathan mientras colocaba dos hileras de color azul juntas--. ¿Salvajemente cegada?<br />--Jonathan --susurré, dando una palmada en su pecho. Tal vez lo de la privacidad no estaba en su lista de intenciones.<br />--No, él tiene razón --intervino Casandra.<br />--Pero... yo hubiese hecho lo mismo, Cass, no tienes que preocuparte por eso.<br /><br />Con la garganta tan dañada como la tenía, mi discurso parecía un rugido o algo por el estilo.<br /><br />--No. Tú me habrías preguntado qué pasó --aseguró--. Yo ignoré tu voz para concentrarme en la de Rodrigo y eso estuvo mal.<br />--Oigan, para empezar, yo no estaría tan enfermo como para besarte, Casandra --dijo Jonathan, uniendo otra fila color azul y girando el cubo para continuar con el resto--. Y en segundo lugar... bueno, digamos que siempre es primero tu mejor amiga y al último tu novio de hormonas alborotadas.<br />--Si sigues hablando te voy a sacar de aquí, Jonathan --gruñí.<br />--Está bien, está bien. Lo siento.<br />--Rodrigo me dijo lo que pasó --cuando Casandra habló di un respingo, pero no por el sonido de su voz, sino por lo que acababa de decir--. Me dijo que él fue quien te besó y...<br />--¡¿Y?! ¿¡Y por qué, maldita sea, no llamaste antes!? --exigió saber Jonathan.<br />--Tenía miedo de que no quisieras hablar conmigo, Vio.<br />--¿¡Miedo!? --continuó Jonathan. Al parecer yo era el centro de una conversación en la que no estaba participando.<br />--Sí. Creí que estarías molesta porque no te creí y porque no te hablé durante todo este tiempo.<br />--Vaya, sí que eres estúpida, Casandra --musitó Jonathan, que seguía tan concentrado en el cubo como en la conversación.<br />--No importa --dije al fin--. Vamos a olvidar todo esto ¿sí? Ya no quiero saber nada de lo que pasó ese día, ya no quiero pensar en el tiempo que no hablamos y quiero que seamos tan amigas como antes. ¿Podemos?<br />--Perdóname --susurró ella.<br /><br />Los ojos azules de Casandra comenzaron a teñirse de rojo y una lágrima recorrió su mejilla. Me levanté de la cama, dejando caer la cabeza de Jonathan al edredón, y caminé hacia la mesedora. Cass se levantó y me abrazó. Nos abrazamos durante un largo rato y luego la miré a los ojos de nuevo. Esos ojos azules que podían hacer sonreír a cualquiera ahora estaban tristes, pero yo sabía que pronto volvería a escuchar aquella risa metálica tan suya.<br /><br />--Ya olvídalo, ¿sí?<br />--Está bien --aceptó--. Ahora dime por qué sigues con éste tarado.<br /><br />Ella sonrió y Jonathan soltó una maldición. Antes él y Casandra habían sido buenos amigos, pero al parecer ahora él la odiaba a ella y tal vez el sentimiento era correspondido. Mi mejor amiga y mi novio ahora se detestaban, el novio de mi amiga era un cobarde y lo peor era que yo no quería estar lejos de ninguno de ellos. Tal vez de Rodrigo sí, pero por lo menos no quería estar lejos de quienes se encontraban en esa habitación.<br /><br />--Oye, tengo que irme --dijo Jonathan de pronto.<br />--No te ofendiste, ¿o sí? --preguntó Casandra con una sonrisa en los labios.<br />--Claro que no. ¿Quieres clases de insultos? Tengo un amigo que podría ponerte diez apodos en menos de cinco minutos. ¿Verdad, Violeta?<br />--¿Amigo? --lo miré con las cejas enarcadas y él sonrió.<br />--Bueno... casi amigo. Como sea, yo me voy porque tengo que ir a casa a bañarme y luego voy a ver a Walter que quiere saber cómo estas y todas esas cosas... tú sabes de qué hablo.<br />--¿Ricky Ricón?<br />--Síp.<br />--Puedes bañarte aquí --dije--, en el baño de mi hermano, y ponerte ropa suya si quieres.<br />--No creo que la ropa de Diego me quede... me faltan como diez kilos de músculo para que eso sea posible --era cierto. Jonathan tenía buen cuerpo, pero mi hermano lo dejaba atrás por mucho.<br />--¿Y si llamo a Walt para que venga? --sugerí.<br />--Está bien --aceptó--. Pero igual tengo que ir a mi casa a bañarme. Tú llámalo y nos vemos al rato ¿sí?<br />--Claro.<br /><br />Jonathan me dio un rápido beso en los labios y se encaminó hacia la puerta de mi habitación, pero antes de que saliera lo llamé.<br /><br />--¿Jonathan? --dije. Él dio media vuelta y me miró, sin quitar la mano de la perilla.<br />--¿Mhmm?<br />--Gracias --susurré con una sonrisa en los labios.<br /><br />Jonathan sonrió y se acercó a mí luego de mirar a Casandra. Me tomó por la cintura y me acercó a él tanto como pudo antes de tocar mis labios con los suyos. Apoyé mis manos en sus hombros y lo besé. Dulce, apasionado, tierno... y yo mareada. Él gruñó por lo bajo cuando mis dientes rozaron su labio inferior y bajó sus manos un poco más, de manera que quedaron en lo último de mi espalda.<br /><br />--Oigan, ¿querrían dejar de babearse de esa manera cuando acabo de comer? Se me está revolviendo el estómago --dijo Casandra.<br />--Sal de aquí, intrusa --susurró Jonathan sin mirarla.<br />--Está bien --dijo ella--. Sólo porque no quiero ensuciar esta bonita alfombra con mi vómito.<br /><br />Casandra caminó hasta la puerta y la cerró detrás de ella. Jonathan siguió besándome como si Cass no nos hubiese interrumpido nunca y a mí no me importó que ella estuviera afuera luchando por mantener su última comida dentro de su cuerpo.<br /><br />Los besos de Jonathan subieron de tono y la temperatura de mi piel subió unos cuantos grados centígrados. Deslicé mis manos por sus brazos y aferré el borde de su camiseta, jalando hacia arriba. Éll se deshizo rápidamente de la prenda sin dejar de besarme y luego se las arregló también para desaparecer mi blusa. Me hizo caminar hasta el borde de la cama y luego me recostó en ella, yo tenía los brazos alrededor de su cuello, por lo que le fue fácil levantarme y acomodarme debajo de su cuerpo.<br /><br />Yo no era así. Nunca había sentido la <span style="font-style: italic;">necesidad</span> de estar así con Jonathan. Nunca había pensado en de llevarlo a mi habitación y acostarme con él. Pero ahora, gracias a que mis tripas se estaban volviendo locas dentro de mi estómago y a que mi piel hormigueaba donde él me tocaba, estaba comenzando a ver el hecho de tener sexo como una excelente y oportuna idea.<br /><br />Mis manos bajaron por su pecho y hasta su pantalón. Desabroché el botón y bajé el cierre sin siquiera pensarlo mucho. Jonathan me besaba el cuello y sus labios comenzaban a recorrer un camino cuesta abajo en mi cuerpo, donde no había un centímetro que no hubiese sido ya tocado por sus manos. Él me miró a los ojos durante unos segundos y luego me besó los labios.<br /><br />--Te amo --dije de pronto.<br /><br />Fue como si nos hubiesen dado una descarga eléctrica o algo parecido. Ambos dejamos de acariciar al otro y nos miramos fijamente. ¿Qué diablos acababa de decir? Busqué en mi cabeza aquel sentimiento que esperaba con ansias: el arrepentimiento. Lastimosamente, jamás lo encontré. El vientre de Jonathan seguía oprimiendo el mío y mi cuerpo aún estaba vuelto loco. Jonathan respiraba agitadamente y me miraba con los ojos abiertos como platos. <span style="font-style: italic;">¿Qué diablos acababa de decir?</span><br /><br />Empujé a Jonathan y me levanté de la cama. Mi blusa estaba tirada junto a la mesedora, pero no me dieron ganas de ponérmela. Caminé hasta la pared del lado opuesto a donde él estaba y recargué mi cabeza en el concreto. Cerré los ojos y me decidí a esperar hasta que él se aburriera o se decepcionara porque no habíamos hecho lo que habíamos estado apunto de hacer. Sin embargo, luego de unos segundos -tal vez minutos-, sentí sus brazos envolver mi cintura y sus labios besar mi nuca. Giré para encararlo y por un pequeñísimo instante sus ojos verdes me sacaron de concentración.<br /><br />--Yo... --comencé a decir, pero élpuso un dedo en mis labios para que no hablara. Sentí la fría pared en mi espalda y me pegué más a ella para ver si se me enfriaban las ideas.<br />--Tuve una reacción muy estúpida --dijo él.<br />--Sí bueno, yo arruiné el momento con esas dos macabras palabras.<br />--Oye, no estábamos preparados para esto. Ni tú ni yo.<br />--¿Qué te parece si lo olvidamos y ya?<br />--¿Olvidarlo? --sonrió--. ¿Estás loca?<br />--Me refiero a la parte en que dije que te amaba... si quieres podemos continuar con lo otro.<br />--¿No me amas? --preguntó, sin borrar esa sonrisa.<br />--Creo...<br /><br />Sí. Lo amaba. Ese era el maldito problema. Al principio, cuando le dije a Jonathan que quería ser su novia, sólo había visto todo este asunto como un juego; algo de lo que podría deshacerme fácilmente si quisiera. Si ahora quisiera deshacerme de él <span style="font-style: italic;">simplemente no podría.</span><br /><br />--Te amo --dijo él--. Mucho. No quería decírtelo porque no creí que sientieras lo mismo. Fue estúpido, pero a veces soy más estúpido que Carter.<br /><br />Lo miré unos segundos y luego lo besé. La escena era de lo más vergonzosa, empalagosa y cursi que alguien puede imaginar, pero mi cabeza estaba tan nublada que no me importó mucho qué tan personaje-de-telenovela parecía en ese momento. Además, por alguna extraña razón OliverCarter se había colado a nuestro pequeño evento desafortunado. Qué horror.<br /><br />--¿En realidad quieres hacer esto? --preguntó, mirando mi cuerpo medio desnudo--. ¿Aún cuando tu amiga está allá afuera haciendose la loca?<br /><br />Lo pensé unos instantes y luego respondí.<br /><br />--Sí. Pero no ahora. Quiero hacerlo. Contigo.<br />--Yo también --sonrió--. Pero no creo que sea conveniente hacerlo aquí, con tu amiga a unos metros de distancia.<br />--Claro que no --reí--. Prométeme algo.<br />--¿Qué?<br />--Que nunca vas a pensar que soy una fácil.<br />--¿Fácil? --enarco las cejas--. ¿Por <span style="font-style: italic;">esto</span>?<br />--Promételo.<br />--No puedo pensar eso de ti, Vio, ¿no ves? ¿No ves que me tienes medio loco?<br /><br />Y lo besé de nuevo.<br /><br />Estábamos en mi habitación. Ambos estábamos medio desnudos y respirando con dificultad. Mi mejor amiga estaba detrás de la puerta luchando por no vomitar. Me sentía estúpida. Jamás había creído que podía llegar a ser tan cursi, pero a veces las personas no se conocen a sí mismas hasta que viene alguien y les abre los ojos. Jonathan había venido a abrirme los ojos a mí, para mostrarme que le tenía miedo a cosas para las que siempre creí estar lista.<br /></span> </div>Betzabéhttp://www.blogger.com/profile/14814676873361906568noreply@blogger.com5tag:blogger.com,1999:blog-4821936189807601894.post-31836940982024585222010-01-15T19:38:00.000-08:002010-01-15T21:57:07.133-08:00Las pases: dos nuevos amigos y una posible reconciliación.<div style="text-align: justify;"><span style="color: rgb(0, 0, 0);"><span style="font-size:85%;">Sabía donde estaba, pero nada encajaba muy bien. Recordaba cómo había caído en el restaurante de <span class="blsp-spelling-error" id="SPELLING_ERROR_0">Teo</span>, pero luego de que <span class="blsp-spelling-error" id="SPELLING_ERROR_1">Jonathan</span> me alzara en brazos ya no tenía nada claro. Desperté un poco cuando un joven doctor introdujo un catéter en mi mano, pero juraría que ya no lo tenía puesto. Intenté abrir los ojos, pero me distraje cuando me percaté de que no escuchaba el típico<span style="font-style: italic;"> <span class="blsp-spelling-error" id="SPELLING_ERROR_2">bip</span>-<span class="blsp-spelling-error" id="SPELLING_ERROR_3">bip</span> </span>de los hospitales. ¿O ya me había muerto? Había sido nada más una alergia y no un <span class="blsp-spelling-error" id="SPELLING_ERROR_4">atropellamiento</span> ni nada por el estilo... si estaba muerta, entonces me enojaría mucho, porque morir por una alergia era lo más estúpido en el universo entero. Quise emitir un sonido, pero me ardió la garganta, luego sentí un roce en mi mano derecha y entonces abrí los ojos.</span></span><br /><span style="color: rgb(0, 0, 0);"></span><br /><span style="color: rgb(0, 0, 0);"><span style="font-size:85%;">--Ya se le pasó --dijo alguien a quien no pude distinguir porque veía borroso--. Ya está despierta.</span></span><br /><span style="color: rgb(0, 0, 0);"><span style="font-size:85%;">--Llama a la enfermera --dijo otra persona.</span></span><br /><span style="color: rgb(0, 0, 0);"></span><br /><span style="color: rgb(0, 0, 0);"><span style="font-size:85%;">Me llevé la mano izquierda a los ojos y los froté <span class="blsp-spelling-error" id="SPELLING_ERROR_5">enérgicamente</span> para aclarar mi visión. Pude ver a mi hermano inclinado junto a mí y traté de hablar, pero de mi garganta sólo salió un graznido más que penoso.</span></span><br /><span style="color: rgb(0, 0, 0);"></span><br /><span style="color: rgb(0, 0, 0);"><span style="font-size:85%;">--No vas a poder hablar bien por unos días --dijo él--. El chico que te entubó era un bobo y lastimó tu garganta, así que vas a hablar como una adicta al cigarro por un tiempo.</span></span><br /><span style="color: rgb(0, 0, 0);"><span style="font-size:85%;">--Genial --susurré.</span></span><br /><span style="color: rgb(0, 0, 0);"><span style="font-size:85%;">--¿Qué estabas pensando? Si le hubieras dicho a <span class="blsp-spelling-error" id="SPELLING_ERROR_6">Jonathan</span> que te sentías mal, él te habría llevado a casa y habrías tomado el <span class="blsp-spelling-error" id="SPELLING_ERROR_7">antialérgico</span>. Qué irresponsable eres, Violeta.</span></span><br /><span style="color: rgb(0, 0, 0);"><span style="font-size:85%;">--Mira quien lo dice --grazné.</span></span><br /><span style="color: rgb(0, 0, 0);"><span style="font-size:85%;">--Sabes de qué hablo.</span></span><br /><span style="color: rgb(0, 0, 0);"><span style="font-size:85%;">--Sí, ya sé. ¿Cuándo me largo?</span></span><br /><span style="color: rgb(0, 0, 0);"><span style="font-size:85%;">--Tal vez ésta tarde --intervino un hombre alto, con bata blanca y muy apuesto--. No estás grave y sólo esperábamos que despertaras para darte de alta.</span></span><br /><span style="color: rgb(0, 0, 0);"><span style="font-size:85%;">--Me tocó el doctor más guapo --aseguré.</span></span><br /><span style="color: rgb(0, 0, 0);"><span style="font-size:85%;">--Sí bueno, creo que aún no se va por completo el efecto del sedante --dijo él, mientras esbozaba una sonrisa tímida--. Además tu novio se va a poner algo molesto si sigues hablándole así a tu doctor.</span></span><br /><span style="color: rgb(0, 0, 0);"><span style="font-size:85%;">--¿Dónde está <span class="blsp-spelling-error" id="SPELLING_ERROR_8">Jonathan</span>? --pregunté, mirando a Diego.</span></span><br /><span style="color: rgb(0, 0, 0);"><span style="font-size:85%;">--¿Te refieres al chico de cabello rizado que no aguanta la presión? Está ahí parado --Diego señaló en dirección a la puerta y se echó a reír.</span></span><br /><span style="color: rgb(0, 0, 0);"><span style="font-size:85%;">--¿Podría por favor acompañarme a firmar unas cuantas cosas? --preguntó el doctor, dirigiéndose a mi hermano--. Creo que ella va a estar fuera de aquí en unas cuántas horas, pero no podrá ir a la escuela o a trabajar por lo menos ésta semana...</span></span><br /><span style="color: rgb(0, 0, 0);"></span><br /><span style="color: rgb(0, 0, 0);"><span style="font-size:85%;">El doctor y mi hermano salieron por la puerta y <span class="blsp-spelling-error" id="SPELLING_ERROR_9">Jonathan</span> me miró durante un largo rato. Su rostro parecía triste, enojado... avergonzado. Estiré mi mano como para alcanzarlo y sonreí, luego me di cuenta de que sí tenía una aguja en mi mano y de que tal vez me dejaría una marca de por vida... <span class="blsp-spelling-error" id="SPELLING_ERROR_10">arg</span>. </span></span><br /><span style="color: rgb(0, 0, 0);"></span><br /><span style="color: rgb(0, 0, 0);"><span style="font-size:85%;">--¿Por qué no tengo esa cosa que suena cada vez que late mi corazón? --pregunté con voz <span class="blsp-spelling-error" id="SPELLING_ERROR_11">rasposa</span>.</span></span><br /><span style="color: rgb(0, 0, 0);"><span style="font-size:85%;">--Porque ésa es para los moribundos y para los drogadictos. Tú no estás moribunda ni drogada... bueno, tal vez un poco desorientada por el sedante, pero nada más.</span></span><br /><span style="color: rgb(0, 0, 0);"><span style="font-size:85%;">--¿Y por qué estás a más de dos metros de distancia? </span></span><br /><span style="color: rgb(0, 0, 0);"></span><br /><span style="color: rgb(0, 0, 0);"><span style="font-size:85%;">Sonreí para <span class="blsp-spelling-error" id="SPELLING_ERROR_12">relajar</span> la expresión en su rostro, pero él sólo caminó hacia mí y tomó mi mano. </span></span><br /><span style="color: rgb(0, 0, 0);"></span><br /><span style="color: rgb(0, 0, 0);"><span style="font-size:85%;">--¿Qué tienes? --pregunté.</span></span><br /><span style="color: rgb(0, 0, 0);"><span style="font-size:85%;">--Pues... estuviste a punto de morir ayer y...</span></span><br /><span style="color: rgb(0, 0, 0);"><span style="font-size:85%;">--¿Morir?... ¿Ayer?</span></span><br /><span style="color: rgb(0, 0, 0);"><span style="font-size:85%;">--Estuviste dormida desde ayer y justo ahora son las seis de la tarde.</span></span><br /><span style="color: rgb(0, 0, 0);"><span style="font-size:85%;">--Guau... es mi <span class="blsp-spelling-error" id="SPELLING_ERROR_13">récord</span>.</span></span><br /><span style="color: rgb(0, 0, 0);"><span style="font-size:85%;">--Sí, muy graciosa.</span></span><br /><span style="color: rgb(0, 0, 0);"><span style="font-size:85%;">--Oye, nunca estuve en peligro ¿sí? O por lo menos no estuve a punto de morir... eso creo.</span></span><br /><span style="color: rgb(0, 0, 0);"><span style="font-size:85%;">--Si me hubiera pasado antes por la cabeza... se supone que me dedico a investigar, a analizar <span class="blsp-spelling-error" id="SPELLING_ERROR_14">comportamientos</span> y a observar... ¿por qué no me di cuenta? --susurró, más para él mismo que para mí.</span></span><br /><span style="color: rgb(0, 0, 0);"><span style="font-size:85%;">--¿Te estás culpando? --pregunté--. Vamos, no irás a adoptar la actitud de un novio mártir ¿o sí? Fue un accidente. <span class="blsp-spelling-error" id="SPELLING_ERROR_15">Teo</span> nos sirvió mal el plato y yo no distinguí el sabor de las almendras... ¿te das cuenta de lo ridículo que suena esto? Estoy en un hospital sin maquillaje, despeinada, con una bata horrenda que da más comezón que las picaduras de mosquito y todo por unas simples e inofensivas almendras. Y por si eso no fuera poco, tú te echas la culpa como si fuera tu responsabilidad cuidarme de todo y de todos. ¿Querrías por favor no ser tan idiota? La garganta me duele como si estuviera tragando vidrios cada vez que hablo, pero tengo que dar un discurso enorme para que tú no te pongas en plan de macho <span class="blsp-spelling-error" id="SPELLING_ERROR_16">sobreprotector</span>. Odio eso, <span class="blsp-spelling-error" id="SPELLING_ERROR_17">Jonathan</span>, así que quita esa expresión de tu rostro y <span class="blsp-spelling-error" id="SPELLING_ERROR_18">dime</span> por qué traes la misma ropa de ayer.</span></span><br /><span style="color: rgb(0, 0, 0);"><span style="font-size:85%;">--¿Querías que me fuera? No seas ridícula... </span></span><br /><span style="color: rgb(0, 0, 0);"><span style="font-size:85%;">--¿Estuviste aquí toda la noche?</span></span><br /><span style="color: rgb(0, 0, 0);"><span style="font-size:85%;">--Sí.</span></span><br /><span style="color: rgb(0, 0, 0);"><span style="font-size:85%;">--¿Y no tienes sueño?</span></span><br /><span style="color: rgb(0, 0, 0);"><span style="font-size:85%;">--No.</span></span><br /><span style="color: rgb(0, 0, 0);"><span style="font-size:85%;">--¿Por qué?</span></span><br /><span style="color: rgb(0, 0, 0);"><span style="font-size:85%;">--Bueno... digamos que... tuvieron que darme una serie de calmantes para que se me bajara un poco la histeria... me quedé dormido antes de que la enfermera me durmiera para siempre porque ya estaba harta de que le preguntara por ti.</span></span><br /><span style="color: rgb(0, 0, 0);"><span style="font-size:85%;">--¿<span class="blsp-spelling-corrected" id="SPELLING_ERROR_19">Estabas</span> histérico?</span></span><br /><span style="color: rgb(0, 0, 0);"><span style="font-size:85%;">--Me desmayé --admitió con una sonrisa en el rostro.</span></span><br /><span style="color: rgb(0, 0, 0);"><span style="font-size:85%;">--¿¡Te desmayaste!? --reí--. Qué patético eres.</span></span><br /><span style="color: rgb(0, 0, 0);"><span style="font-size:85%;">--Dijo la doctora que me hice el fuerte hasta que me aseguré de que estuvieras a salvo... luego mi sistema nervioso... <span class="blsp-spelling-error" id="SPELLING_ERROR_20">ejem</span>... digamos que colapsó.</span></span><br /><span style="color: rgb(0, 0, 0);"><span style="font-size:85%;">--¿Ya estás bien?</span></span><br /><span style="color: rgb(0, 0, 0);"><span style="font-size:85%;">--Sí --aseguró--. Oye... ¿puedo... besarte ahora?</span></span><br /><span style="color: rgb(0, 0, 0);"><span style="font-size:85%;">--No.</span></span><br /><span style="color: rgb(0, 0, 0);"><span style="font-size:85%;">--¿Por qué? --preguntó.</span></span><br /><span style="color: rgb(0, 0, 0);"><span style="font-size:85%;">--Porque los besos no se piden, se roban --sonreí.</span></span><br /><span style="color: rgb(0, 0, 0);"></span><br /><span style="color: rgb(0, 0, 0);"><span style="font-size:85%;"><span class="blsp-spelling-error" id="SPELLING_ERROR_21">Jonathan</span> se inclinó sobre mí hasta que tocó mis labios con los suyos. Alcé mi mano izquierda y enredé mis dedos en su cabello para atraerlo más a mí, él aferró mi cintura con una mano y mi rostro con la otra. Mi lengua se deslizó por su labio inferior y de su garganta salió un sonido grave, muy parecido a un gruñido.</span></span><br /><span style="color: rgb(0, 0, 0);"></span><br /><span style="color: rgb(0, 0, 0);"><span style="font-size:85%;">--Oye, estamos en un hospital --reí.</span></span><br /><span style="color: rgb(0, 0, 0);"></span><br /><span style="color: rgb(0, 0, 0);"><span style="font-size:85%;">Él siguió besándome insistentemente hasta que tuve que alejar su rostro un poco para respirar. Hice un gesto de dolor cuando el aire frío pasó por mi garganta.</span></span><br /><span style="color: rgb(0, 0, 0);"></span><br /><span style="color: rgb(0, 0, 0);"><span style="font-size:85%;">--¿Estás bien? --preguntó.</span></span><br /><span style="color: rgb(0, 0, 0);"><span style="font-size:85%;">--Me caes mejor cuando tienes tu boca sobre la mía --dije.</span></span><br /><span style="color: rgb(0, 0, 0);"><span style="font-size:85%;">--Bueno, hemos comprobado que el sedante te afectó un poco las neuronas --rió.</span></span><br /><span style="color: rgb(0, 0, 0);"><span style="font-size:85%;">--Cierra la boca --dije. Lo besé de nuevo y luego le hice un espacio junto a mí--. Sube.</span></span><br /><span style="color: rgb(0, 0, 0);"><span style="font-size:85%;">--¿Eh? No vamos a caber los dos.</span></span><br /><span style="color: rgb(0, 0, 0);"><span style="font-size:85%;">--Bueno, <span class="blsp-spelling-error" id="SPELLING_ERROR_22">quédate</span> ahí entonces.</span></span><br /><span style="color: rgb(0, 0, 0);"><span style="font-size:85%;">--¿Alguien te había dicho antes que estás loca?</span></span><br /><span style="color: rgb(0, 0, 0);"><span style="font-size:85%;">--Sí, muchas veces...</span></span><br /><span style="color: rgb(0, 0, 0);"></span><br /><span style="color: rgb(0, 0, 0);"></span><br /><span style="color: rgb(0, 0, 0);"></span><br /><span style="color: rgb(0, 0, 0);"></span><br /><span style="color: rgb(0, 0, 0);"><span style="font-size:85%;">Cuando salimos del hospital me negué a subir a una de esas sillas de ruedas que hacen sentir a todo el mundo como inválidos. El doctor insistió con que me sentiría algo mareada por los <span class="blsp-spelling-error" id="SPELLING_ERROR_23">medicamentos</span> y era por eso que tenía que subir a la silla, pero yo ya había llegado a la puerta para cuando él terminó de hablar. Subí al auto de mi hermano y le exigí que se detuviera en el <span class="blsp-spelling-error" id="SPELLING_ERROR_24">Burger</span> <span class="blsp-spelling-error" id="SPELLING_ERROR_25">King</span> para comprar una de esas majestuosidades con calorías suficientes como para tres días. Él me recordó que ya no quería comer porquerías, pero en el hospital sólo me habían dado una gelatina verde que sabía a rayos y un puré de dudosa procedencia, así que compramos la hamburguesa y fuimos a casa.</span></span><br /><span style="color: rgb(0, 0, 0);"></span><br /><span style="color: rgb(0, 0, 0);"><span style="font-size:85%;">--¡Violeta! --saludó <span class="blsp-spelling-error" id="SPELLING_ERROR_26">Sebastián</span>, eufórico, cuando me vio entrar al edificio.</span></span><br /><span style="color: rgb(0, 0, 0);"><span style="font-size:85%;">--No la estrujes así, <span class="blsp-spelling-error" id="SPELLING_ERROR_27">Sebas</span>, le vas a romper una costilla --apuntó mi hermano.</span></span><br /><span style="color: rgb(0, 0, 0);"><span style="font-size:85%;">--Oye pequeña --dijo él, ignorando a Diego y apretándome más hacia sí--, ¿dónde quedó todo tu <span class="blsp-spelling-error" id="SPELLING_ERROR_28">glamour</span>?</span></span><br /><span style="color: rgb(0, 0, 0);"><span style="font-size:85%;">--Cierra el pico ¿sí?</span></span><br /><span style="color: rgb(0, 0, 0);"><span style="font-size:85%;">--¿Y tu voz? Suena como si te hubieran ahorcado con mano dura.</span></span><br /><span style="color: rgb(0, 0, 0);"></span><br /><span style="color: rgb(0, 0, 0);"><span style="font-size:85%;">Lo miré a los ojos. Recordé lo que había sucedido hacía ya casi tres años. Me dieron ganas de <span class="blsp-spelling-error" id="SPELLING_ERROR_29">patearle</span> la cara a <span class="blsp-spelling-error" id="SPELLING_ERROR_30">Sebastián</span> y, estúpidamente, mis ojos comenzaron a ver borroso gracias a que una <span class="blsp-spelling-error" id="SPELLING_ERROR_31">pequeñísima</span> cantidad de agua de sabor salado comenzaba a reunirse en ellos. Aparté a <span class="blsp-spelling-error" id="SPELLING_ERROR_32">Sebastián</span> con un brazo y él me miró extrañado, sin siquiera sospechar que había dado en el clavo. Cuando aquel hombre sin sentido común había decidido terminar con mi vida, había apretado mi cuello tan fuerte que el día que desperté en el hospital y durante una semana y media, estuve hablando como el pato <span class="blsp-spelling-error" id="SPELLING_ERROR_33">Donald</span>.</span></span><br /><span style="color: rgb(0, 0, 0);"></span><br /><span style="color: rgb(0, 0, 0);"><span style="font-size:85%;">--Bien hecho, idiota --dijo Diego, mientras rodeaba mi cintura con un brazo y me llevaba a la entrada del edificio.</span></span><br /><span style="color: rgb(0, 0, 0);"><span style="font-size:85%;">--¿Ahora qué hice? --preguntó <span class="blsp-spelling-error" id="SPELLING_ERROR_34">Sebastián</span>.</span></span><br /><span style="color: rgb(0, 0, 0);"><span style="font-size:85%;">--¿Vas a entrar, o seguirás diciendo tonterías sin sentido? --dijo <span class="blsp-spelling-error" id="SPELLING_ERROR_35">Jonathan</span>.</span></span><br /><span style="color: rgb(0, 0, 0);"><span style="font-size:85%;">--Escuché que te desmayaste del miedo, <span class="blsp-spelling-error" id="SPELLING_ERROR_36">ricitos</span>.</span></span><br /><span style="color: rgb(0, 0, 0);"><span style="font-size:85%;">--No fue por el miedo, fue por la presión, niño de las montañas.</span></span><br /><span style="color: rgb(0, 0, 0);"><span style="font-size:85%;">--¿Niño de las montañas?</span></span><br /><span style="color: rgb(0, 0, 0);"><span style="font-size:85%;">--Tú sabes... tienes unas mejillas iguales a las de <span class="blsp-spelling-error" id="SPELLING_ERROR_37">Heidi</span>, la niña de las montañas...</span></span><br /><span style="color: rgb(0, 0, 0);"><span style="font-size:85%;">--Oye, <span class="blsp-spelling-error" id="SPELLING_ERROR_38">déjame</span> eso de los apodos a mí, ¿quieres? --ambos se echaron a reír y eso me distrajo un poco. Al parecer, <span class="blsp-spelling-error" id="SPELLING_ERROR_39">Jonathan</span> y <span class="blsp-spelling-error" id="SPELLING_ERROR_40">Sebastián</span> sólo habían <span class="blsp-spelling-corrected" id="SPELLING_ERROR_41">tenido</span> un intento de discusión gracias a los celos de <span class="blsp-spelling-error" id="SPELLING_ERROR_42">Jonathan</span>, y no porque <span class="blsp-spelling-corrected" id="SPELLING_ERROR_43">de veras</span> se odiaran.</span></span><br /><span style="color: rgb(0, 0, 0);"></span><br /><span style="color: rgb(0, 0, 0);"><span style="font-size:85%;">Los chicos caminaron detrás de nosotros y se sentaron en el sillón más grande cuando entramos al apartamento. Mi hogar parecía albergue de hombres sin otra cosa qué hacer más que molestar a Violeta. Me tiré en el suelo, junto a la <span class="blsp-spelling-error" id="SPELLING_ERROR_44">mesita</span> de centro y cerré los ojos.</span></span><br /><span style="color: rgb(0, 0, 0);"></span><br /><span style="color: rgb(0, 0, 0);"><span style="font-size:85%;">--¿No tienes mamá, o qué? --preguntó <span class="blsp-spelling-error" id="SPELLING_ERROR_45">Jonathan</span>, pero no con afán de molestar, más bien parecía curioso.</span></span><br /><span style="color: rgb(0, 0, 0);"><span style="font-size:85%;">--Sí tengo, pero se la pasa trabajando --contestó <span class="blsp-spelling-error" id="SPELLING_ERROR_46">Sebastián</span>--. Antes sólo jugaba con la consola, pero cuando ellos se mudaron aquí, Diego y yo comenzamos a jugar tenis y béisbol... luego la conocí a ella y ahora pasó casi todo mi tiempo en esta casa.</span></span><br /><span style="color: rgb(0, 0, 0);"><span style="font-size:85%;">--Guau... ¿hay algo amoroso entre Diego y tú? --<span class="blsp-spelling-error" id="SPELLING_ERROR_47">Jonathan</span> luchaba por no reír--. Porque, sinceramente, ya estaba comenzando a verte como competencia.</span></span><br /><span style="color: rgb(0, 0, 0);"><span style="font-size:85%;">--No seas idiota --dije yo, abriendo los ojos y <span class="blsp-spelling-error" id="SPELLING_ERROR_48">levantándome</span> del suelo--. Diego no tendría tan malos gustos.</span></span><br /><span style="color: rgb(0, 0, 0);"><span style="font-size:85%;">--<span class="blsp-spelling-error" id="SPELLING_ERROR_49">Ja</span>, <span class="blsp-spelling-error" id="SPELLING_ERROR_50">ja</span>, graciosa --contestó <span class="blsp-spelling-error" id="SPELLING_ERROR_51">Sebatián</span>, sarcástico.</span></span><br /><span style="color: rgb(0, 0, 0);"></span><br /><span style="color: rgb(0, 0, 0);"><span style="font-size:85%;">Me senté en las piernas de <span class="blsp-spelling-error" id="SPELLING_ERROR_52">Jonathan</span> y rodeé su cuello con mis brazos, él enroscó los suyos en mi cintura y me besó la mejilla.</span></span><br /><span style="color: rgb(0, 0, 0);"></span><br /><span style="color: rgb(0, 0, 0);"><span style="font-size:85%;">--Más te vale que no me lo quites a él, ¿eh? --bromeé.</span></span><br /><span style="color: rgb(0, 0, 0);"><span style="font-size:85%;">--Qué asco --dijeron los dos al mismo tiempo.</span></span><br /><span style="color: rgb(0, 0, 0);"><span style="font-size:85%;">--Cariño, cada vez que hablas siento como si estuvieras borracha... ¿te duele mucho? --preguntó Jonathan.</span></span><br /><span style="color: rgb(0, 0, 0);"><span style="font-size:85%;">--Algo... pero ni creas que vas a mantenerme callada sólo porque mi garganta está lastimada.</span></span><br /><span style="color: rgb(0, 0, 0);"><span style="font-size:85%;">--Lástima --dijo Diego, que estaba despatarrado en el otro sillón--. Sería lindo que mantuvieras esa boca cerrada por unos días.</span></span><br /><span style="color: rgb(0, 0, 0);"><span style="font-size:85%;">--Sería lindo que tuvieras un poco más de inteligencia, pero eso tampoco pasará --contraataqué.</span></span><br /><span style="color: rgb(0, 0, 0);"><span style="font-size:85%;">--¿Sabes qué? Me caías mejor cuando estabas dormida en el hospital --aseguró--. <span class="blsp-spelling-error" id="SPELLING_ERROR_53">Ah</span>, olvidé decirte que llamé a mamá para decirle lo que pasó.</span></span><br /><span style="color: rgb(0, 0, 0);"><span style="font-size:85%;">--¿Y vas a decirme por qué diablos hiciste eso?</span></span><br /><span style="color: rgb(0, 0, 0);"><span style="font-size:85%;">--Porque si te morías, yo no iba a pagar los gastos funerarios --se echó a reír y <span class="blsp-spelling-error" id="SPELLING_ERROR_54">Sebastián</span> le arrojó un cojín en la cabeza.</span></span><br /><span style="color: rgb(0, 0, 0);"><span style="font-size:85%;">--Yo... --titubeó <span class="blsp-spelling-error" id="SPELLING_ERROR_55">Jonathan</span>--. Yo le avisé a <span class="blsp-spelling-error" id="SPELLING_ERROR_56">Casandra</span>.</span></span><br /><span style="color: rgb(0, 0, 0);"><span style="font-size:85%;">--¿Quién es esa? --preguntó <span class="blsp-spelling-error" id="SPELLING_ERROR_57">Sebas</span>.</span></span><br /><span style="color: rgb(0, 0, 0);"><span style="font-size:85%;">--¿¡Por qué diablos!? --grité.</span></span><br /><span style="color: rgb(0, 0, 0);"><span style="font-size:85%;">--Porque si te morías, tal vez tu mejor amiga debería estar enterada --contestó.</span></span><br /><span style="color: rgb(0, 0, 0);"><span style="font-size:85%;">--Oye, ¿quieres golpearlo y venir a sentarte en mis piernas para hacerlo rabiar? --preguntó <span class="blsp-spelling-error" id="SPELLING_ERROR_58">Sebastián</span>, con una sonrisa enorme en los labios.</span></span><br /><span style="color: rgb(0, 0, 0);"><span style="font-size:85%;">--No creo que tengas tanta suerte --dije.</span></span><br /><span style="color: rgb(0, 0, 0);"><span style="font-size:85%;">--Y yo no creo que el <span class="blsp-spelling-error" id="SPELLING_ERROR_59">niñito</span> investigador se vaya a quedar con los brazos cruzados, <span class="blsp-spelling-error" id="SPELLING_ERROR_60">Sebas</span> --apuntó mi hermano.</span></span><br /><span style="color: rgb(0, 0, 0);"><span style="font-size:85%;">--¿Qué te dijo <span class="blsp-spelling-error" id="SPELLING_ERROR_61">Casandra</span>? --pregunté.</span></span><br /><span style="color: rgb(0, 0, 0);"><span style="font-size:85%;">--Dijo <span class="blsp-spelling-corrected" id="SPELLING_ERROR_62">que iría</span> a buscarte a tu casa cuando salieras... luego me llamó para <span class="blsp-spelling-error" id="SPELLING_ERROR_63">gritarme</span> obscenidades porque, según ella, había llamado a tu casa cuando colgó conmigo y ¿adivinas? Tu papá le dijo que tú y Diego ya no vivían ahí... Esa chica está un poquito loca --aseguró--. Me gritó durante veinte minutos que le dijera la nueva dirección, pero se rindió y colgó...</span></span><br /><span style="color: rgb(0, 0, 0);"><span style="font-size:85%;">--¿Por qué no se la diste? --susurré.</span></span><br /><span style="color: rgb(0, 0, 0);"><span style="font-size:85%;">--Porque está loca --repitió.</span></span><br /><span style="color: rgb(0, 0, 0);"><span style="font-size:85%;">--<span class="blsp-spelling-error" id="SPELLING_ERROR_64">Sebas</span>, ¿me pasas el teléfono que está junto a ti, por favor?</span></span><br /><span style="color: rgb(0, 0, 0);"><span style="font-size:85%;">--<span class="blsp-spelling-error" id="SPELLING_ERROR_65">Párate</span> por él --dijo--. Seguro a <span style="font-style: italic;" class="blsp-spelling-error" id="SPELLING_ERROR_66">ricitos</span><span style="font-style: italic;"> de lodo</span> ya se le <span class="blsp-spelling-error" id="SPELLING_ERROR_67">adormecieron</span> las piernas.</span></span><br /><span style="color: rgb(0, 0, 0);"><span style="font-size:85%;">--<span class="blsp-spelling-error" id="SPELLING_ERROR_68">Dale</span> el maldito teléfono y deja de molestarme, <span class="blsp-spelling-error" id="SPELLING_ERROR_69">Sebastián</span> --dijo <span class="blsp-spelling-error" id="SPELLING_ERROR_70">Jonathan</span>. <span class="blsp-spelling-error" id="SPELLING_ERROR_71">Sebas</span> sonrió y me dio el aparato.</span></span><br /><span style="color: rgb(0, 0, 0);"></span><br /><span style="color: rgb(0, 0, 0);"><span style="font-size:85%;">Marqué el número que me sabía de memoria, a pesar de que hacía ya algún tiempo que no lo marcaba, y por algunos segundos deseé que estuviera fuera de servicio o algo parecido. Jonathan pareció haber percibido la ansiedad en mi rostro, porque besó de nuevo mi mejilla y me dio un apretón en la cintura, donde su mano descansaba. Lo miré y le di un beso rápido en los labios. Yo en su lugar, ya habría terminado conmigo. </span></span><br /><span style="color: rgb(0, 0, 0);"></span><br /><span style="color: rgb(0, 0, 0);"><span style="font-size:85%;">--¿Hola? --contestó una voz dulce, con un tono de preocupación.</span></span><br /><span style="color: rgb(0, 0, 0);"><span style="font-size:85%;">--¿Casandra?</span></span><br /><span style="color: rgb(0, 0, 0);"><span style="font-size:85%;">--¡Violeta! ¡¿Cómo estás?! ¡¿Dónde estás?! Vio... estaba muy preocupada.</span></span><br /><span style="color: rgb(0, 0, 0);"></span><br /><span style="color: rgb(0, 0, 0);"><span style="font-size:85%;">Era mi amiga. Estaba preocupada por mí. Tal vez después de esto volveríamos a ser Vio y Cass, las mejores amigas, y no Violeta y Casandra, las peores enemigas. Hasta yo pude notar la emoción grabada en mi rostro cuando la sola idea de volver a ser nosotras pasó por mi cabeza.</span></span><br /><span style="color: rgb(0, 0, 0);"></span><br /><span style="color: rgb(0, 0, 0);"><span style="font-size:85%;">--Pues yo opino que sigue medio drogada --aseguró Sebastián.</span></span><br /><span style="color: rgb(0, 0, 0);"></span></div><span style="color: rgb(0, 0, 0);"><span style="font-size:85%;"><br /><br /><br /><br /><br /><br />----------------------------------------------<br /><br /><span style="font-size:78%;"><span style="font-style: italic;">Hola! Lo siento, otra vez escribí una entrada enorme, pero últimamente sentía unas ganas locas de escribir y ya saben como soy... </span><br /><br /><span style="font-style: italic;">Abril: obviamente! No tienes qué pedir permiso para poner el banner, mujer, para mí es mejor xD. </span><br /><br /><span style="font-style: italic;">Prometo controlar mis impulsos para el próximo capítulo ¿sale? Si sigo escribiéndolos tan enormes, ya nadie me va a querer leer :D<br /><br /></span></span></span></span><div style="text-align: center;"><span style="font-size:78%;"><span style="color: rgb(0, 0, 0); font-style: italic;">Betzabé</span></span><br /><span style="color: rgb(0, 0, 0);"><span style="font-size:85%;"><span style="font-size:78%;"><span style="font-style: italic;"></span></span></span></span></div>Betzabéhttp://www.blogger.com/profile/14814676873361906568noreply@blogger.com6tag:blogger.com,1999:blog-4821936189807601894.post-51952710140036195382010-01-10T12:10:00.001-08:002010-01-10T13:39:15.579-08:00Episodio desafortunado y un chico lleno de miedo [[[Jonathan]]]<div style="text-align: justify;"><span style="font-size:85%;"><span style="color: rgb(0, 0, 0);">--¿Y esto? --preguntó Violeta cuando le abrí la puerta del auto.</span><br /><span style="color: rgb(0, 0, 0);">--Se le dice caballerosidad --contesté, sabiendo que no se refería a eso.</span><br /><span style="color: rgb(0, 0, 0);">--Estoy hablando del auto, tonto.</span><br /><span style="color: rgb(0, 0, 0);">--Mis papás salieron de viaje esta mañana y mi padre dijo que podía usarlo mientras él estaba fuera.</span><br /><span style="color: rgb(0, 0, 0);">--Tu mamá... ¿está en condiciones de salir? --preguntó.</span><br /><span style="color: rgb(0, 0, 0);">--Claro que sí --contesté--. Sólo que ésta mañana salió de casa repitiendo una y otra vez <span style="font-style: italic;">"creo que se me olvida algo"</span>. ¿En serio, mamá? Yo creo que eso ya lo habíamos notado todos.</span><br /><span style="color: rgb(0, 0, 0);">--Qué malo eres.</span><br /><span style="color: rgb(0, 0, 0);"></span><br /><span style="color: rgb(0, 0, 0);">Cuando entramos al pequeño pero acogedor restaurante de Teo, llamado <span style="font-style: italic;">"Teo's house"</span> (qué original), Violeta se apresuró a gritar su nombre hasta que, tres segundos después, Teo apareció del otro lado de la barra.</span><br /><span style="color: rgb(0, 0, 0);"></span><br /><span style="color: rgb(0, 0, 0);">--¡Violeta, Jonathan! --exclamó él--. ¡Hace tiempo que no los veo!</span><br /><span style="color: rgb(0, 0, 0);">--Mis papás murieron, Diego y yo nos mudamos y nuestra nueva casa está algo lejos de aquí --aseguraba Violeta mientras abrazaba a Teo con suma emoción.</span><br /><span style="color: rgb(0, 0, 0);">--¿Murieron? ¿Y por eso tienes una gran sonrisa en la cara? </span><br /><span style="color: rgb(0, 0, 0);">--No murieron --dije yo, al tiempo que le daba un fuerte abrazo al hombre--. Violeta y su hermano se salieron y ahora ella está empeñada en convencer al mundo entero de que se fueron a dar un paseo al otro mundo.</span><br /><span style="color: rgb(0, 0, 0);">--Eso no está bien, Violeta --aseguró Teo.</span><br /><span style="color: rgb(0, 0, 0);">--Sí, como sea... ¿qué tienes hoy de comer?</span><br /><span style="color: rgb(0, 0, 0);"></span><br /><span style="color: rgb(0, 0, 0);">Teo era un hombre de unos treinta y muchos o cuarenta y pocos. Tenía una barriga del tamaño de un globo aerostático y un bigote tan abundante como escaso era su cabello. Siempre, desde que lo conocí (unos meses antes que Violeta), había usado un delantal blanco que la mitad del tiempo tenía manchas de jitomate, salsa o aceite, y de hecho no podía imaginármelo sin ese delantal o sin el pedazo de tela medio mugroso que siempre usaba para limpiarse las manos. Al final de un día de trabajo, Teo se quedaba a limpiar las mesas y a lavar su trapo y delantal.</span><br /><span style="color: rgb(0, 0, 0);"></span><br /><span style="color: rgb(0, 0, 0);">--Pues lo de siempre, preciosura.</span><br /><span style="color: rgb(0, 0, 0);">--Dame lo de siempre, entonces.</span><br /><span style="color: rgb(0, 0, 0);">--Dos de lo de siempre --dije yo.</span><br /><span style="color: rgb(0, 0, 0);"></span><br /><span style="color: rgb(0, 0, 0);">Nos sentamos en una de las mesas junto a la gran ventana del fondo que normalmente era la única desocupada, pero como era temprano, aún no llegaba la clientela hambrienta a alborotar el lugar. Unos minutos después Teo apareció con dos platos servidos con lo de siempre: filete de pescado empanizado, ensalada de verduras y arroz. Violeta me miró de una forma extraña y luego empezó a comer como si Zeus hubiese preparado el platillo y ella estuviese a punto de entrar al Olimpo a visitar a los mismísimos Dioses.</span><br /><span style="color: rgb(0, 0, 0);"></span><br /><span style="color: rgb(0, 0, 0);">--Sí que te gusta el pescado eh... --advertí.</span><br /><span style="color: rgb(0, 0, 0);">--Hace siglos que no como algo que no sea chatarra. </span><br /><span style="color: rgb(0, 0, 0);"></span><br /><span style="color: rgb(0, 0, 0);">Era cierto. Siempre que iba a casa de Violeta, comíamos hot-dogs, pizza, hamburguesas y refresco. Creo que si yo viviera solo, también pasaría mi tiempo comiendo porquerías, porque a pesar de que adoraba cocinar, odiaba ir al supermercado y preguntarme cuál harina sería mejor: la de maíz o la de trigo. </span><br /><span style="color: rgb(0, 0, 0);"></span><br /><span style="color: rgb(0, 0, 0);">Teo nos sirvió un trozo de pastel a cada uno, a pesar de que Violeta alegó estar llena y no querer postre. Ella y yo seguimos platicando un rato, hasta que ella comenzó a toser como si tuviese pulmonía.</span><br /><span style="color: rgb(0, 0, 0);"></span><br /><span style="color: rgb(0, 0, 0);">--¿Y bien? --pregunté--. ¿Quién es ese supuesto nuevo integrante que ya tienes en mente?</span><br /><span style="color: rgb(0, 0, 0);">--Sebastián --susurró. </span><br /><span style="color: rgb(0, 0, 0);">--¿Ese idiota? </span><br /><span style="color: rgb(0, 0, 0);">--Oye, él te ha llamado espagueti y no se lo permití, así que tú le vas a decir Sebastián o sabrás cuánto dolor puedo ser capaz de provocar en tu cuerpo, Jonathan.</span><br /><span style="color: rgb(0, 0, 0);">--Ya, ya, está bien... --tragué saliva y ella se echó a reír, aunque parecía un graznido, por la tos--. Pero... ¿él?</span><br /><span style="color: rgb(0, 0, 0);">--Es un poco fanfarrón, pero vamos a necesitar ese cuerpo enorme para entrar a la casa del militarcillo cuando....</span><br /><span style="color: rgb(0, 0, 0);">--Wow, ¿entrar? </span><br /><span style="color: rgb(0, 0, 0);">--Sí, tenemos qué.</span><br /><span style="color: rgb(0, 0, 0);">--Está bien, pero no le vayas a decir nada hasta que tengamos un equipo extenso, una estrategia y muchos testigos por si quiere matarme algún día --ella comenzó a reírse y depués empezó a jalar aire como si se estuviera ahogando.</span><br /><span style="color: rgb(0, 0, 0);">--¿Estás bien? Vio...</span><br /><span style="color: rgb(0, 0, 0);">--No es nada, sólo iré por un vaso de agua y...</span><br /><span style="color: rgb(0, 0, 0);"></span><br /><span style="color: rgb(0, 0, 0);">Violeta se llevó la mano a la garganta y tosía estruendosamente. Se levantó de la silla y caminó exactamente tres pasos en dirección a la barra del restaurante antes de desplomarse a medio piso. Teo salió de la barra y vino hacia nosotros, queriendo ayudarla de alguna forma, aunque yo ya estaba tratando de hacer eso.</span><br /><span style="color: rgb(0, 0, 0);"></span><br /><span style="color: rgb(0, 0, 0);">--Puede que se le haya atorado un pedazo de pastel --sugirió Teo.</span><br /><span style="color: rgb(0, 0, 0);">--Tal vez... aunque... ¿de qué era?</span><br /><span style="color: rgb(0, 0, 0);">--Pues de chocolate, tú mismo lo probaste.</span><br /><span style="color: rgb(0, 0, 0);"></span><br /><span style="color: rgb(0, 0, 0);">Violeta había dejado de toser, pero intentaba hacer que el aire entrara a su cuerpo a como diera lugar. Cuando acomodé su cabeza hacia arriba, pude sentir su piel ardiendo; sudaba y algunos mechones de cabello se pegaban a su frente y a su cuello. Tomé su plato y revolví el contenido con el tenedor, hasta que un pequeño trozo de color café apareció por ahí. Claro. Maldita sea.</span><br /><span style="color: rgb(0, 0, 0);"></span><br /><span style="color: rgb(0, 0, 0);">--¡¿Qué diablos es esta cosa?! --pregunté, sólo para asegurarme de que mi teoría era la correcta y no la de Teo.</span><br /><span style="color: rgb(0, 0, 0);">--Almendras, por supuesto --dijo él, que usaba un mantel para echar aire al rostro de Vio.</span><br /><span style="color: rgb(0, 0, 0);">--¿Eres idiota, Teo? ¡Violeta es alérgica a las almendras!</span><br /><span style="color: rgb(0, 0, 0);">--Eso ya lo sabía, por eso te di a ti el pastel con almendras y a ella el que no las tiene.</span><br /><span style="color: rgb(0, 0, 0);">--Te equivocaste de comensal, grandísimo imbécil.</span><br /><span style="color: rgb(0, 0, 0);"></span><br /><span style="color: rgb(0, 0, 0);">Violeta había cerrado los ojos y su respiración era casi imperceptible. Sus labios estaban rojos, igual que el resto de su rostro y cuello. Coloqué mi brazo debajo del pliegue de sus rodillas y el otro en su cintura, la levanté y eché a correr al auto.</span><br /><span style="color: rgb(0, 0, 0);"></span><br /><span style="color: rgb(0, 0, 0);">--Violeta, despiértate --repetía--. Vio, por favor. Te prometo que no volveremos a venir a este lugar si no te mueres ¿está bien? Sólo bromeaba... Violeta, despierta.</span><br /><span style="color: rgb(0, 0, 0);"></span><br /><span style="color: rgb(0, 0, 0);">Tenía una mano aferrada al volante y con la otra le daba golpecitos en las mejillas. Sabía que eso no la despertaría, pero estaba asustado, nervioso y mi mente estaba algo bloqueada. Pensé en llevarla a casa, para que Diego la viera, pero ella no tenía mucho aire a su disposición -o mejor dicho, su garganta no dejaba entrar todo el aire que ella necesitaba--, así que conduje lo más rápido que pude hasta el hospital más cercano, que para mi mala suerte, estaba a veinte minutos de distancia, aún con la velocidad ilegal a la que iba. </span><br /><span style="color: rgb(0, 0, 0);"></span><br /><span style="color: rgb(0, 0, 0);">Cuando llegamos al Médica Sur, ni siquiera estacioné el auto. Salí con ella en brazos y entré por la puerta de emergencias. Probablemente una alergia no era algo de mucho cuidado, pero yo estaba demasiado asustado para pensar coherentemente. Una doctora nos vio entrar y corrió hacia nosotros, gritando para que alguien trajera una camilla. No sabía si así de efectivo era el personal o ella sólo se dio cuenta de mi presencia histérica por la expresión apanicada en mi rostro.</span><br /><span style="color: rgb(0, 0, 0);"></span><br /><span style="color: rgb(0, 0, 0);">--¿Qué le pasó? --preguntó ella, con voz tranquilizadora.</span><br /><span style="color: rgb(0, 0, 0);">--Ella es alérgica a las almendras y...</span><br /><span style="color: rgb(0, 0, 0);">--¿Hace cuánto tiempo las comió?</span><br /><span style="color: rgb(0, 0, 0);">--No sé... tal vez veinte o veinticinco minutos... puede que sea media hora, si contamos el tiempo que llevábamos comiendo el pastel y...</span><br /><span style="color: rgb(0, 0, 0);">--De acuerdo --dijo mientras un individuo con bata a blanca la colocaba en la camilla y echaba a correr por un largo pasillo--. Vamos a ver qué podemos hacer ¿sí? Relájese y siéntese. ¿Es usted familiar de la chica? </span><br /><span style="color: rgb(0, 0, 0);">--No yo... yo soy su novio, nada más.</span><br /><span style="color: rgb(0, 0, 0);">--¿Es ella mayor de edad?</span><br /><span style="color: rgb(0, 0, 0);">--Sí, acaba de cumplir dieciocho hace unas semanas.</span><br /><span style="color: rgb(0, 0, 0);">--¿Es usted mayor de edad?</span><br /><span style="color: rgb(0, 0, 0);">--Tengo diecinueve... --saqué mi credencial de la billetera y se la mostré. A pesar de que era mucho más alto que ella, podía ser que no me creyera eso de la edad por la forma en que balbuceaba.</span><br /><span style="color: rgb(0, 0, 0);">--¿Sus padres...?</span><br /><span style="color: rgb(0, 0, 0);">--Murieron --interrumpí. Me arrepentiría, pero respiraba tan agitadamente que me concentraba más en no desmayarme que en decir la verdad--. Pero su hermano vive a una hora de aquí y...</span><br /><span style="color: rgb(0, 0, 0);">--Está bien, llámelo y pídale que venga, por favor.</span><br /><span style="color: rgb(0, 0, 0);">--Oiga, ¿a dónde se llevaron a Violeta?</span><br /><span style="color: rgb(0, 0, 0);">--Van a entubarla para que pueda respirar, luego van a inyectarle una serie de antialérgicos para que se recupere y tal vez se quede a observación. No se preocupe, su novia estará bien.</span><br /><span style="color: rgb(0, 0, 0);">--Más le vale --sentencié. Ella se echó a reír... como si fuera tan gracioso--. ¿Puedo ir... a donde la llevaron?</span><br /><span style="color: rgb(0, 0, 0);">--Claro, pero tendrá que relajarse primero ¿está bien?</span></span><span style="font-size:85%;"><br /><span style="color: rgb(0, 0, 0);">--No es su novia quien está muriendose ¿verdad?</span><br /><span style="color: rgb(0, 0, 0);">--Entiendo, pero no podemos pasarlo si sólo se va a dedicar a alterar a los otros pacientes.</span><br /><span style="color: rgb(0, 0, 0);">--Voy a llamar a su hermano y después iré ¿sí?</span><br /><span style="color: rgb(0, 0, 0);">--Claro, voy a mandar una enfermera para que lo revise, porque se ve algo alterado. Luego ella lo llevará con su novia. Todo va a estar bien.</span><br /><span style="color: rgb(0, 0, 0);"></span><br /><span style="color: rgb(0, 0, 0);">Asentí y saqué el celular del bolsillo derecho de mi pantalón. Marqué el número de la casa de Violeta, deseando que ese tal Sebastián no estuviera ahí. </span><br /><span style="color: rgb(0, 0, 0);"></span><br /><span style="color: rgb(0, 0, 0);">--¿Bueno? --contestó Diego.</span><br /><span style="color: rgb(0, 0, 0);">--Oye, ya sé que me vas a matar y lo entiendo, yo mismo te ayudaré a hacerlo ¿sí? Pero justo ahora necestio que...</span><br /><span style="color: rgb(0, 0, 0);">--¿Qué pasa, Jonathan? --preguntó.</span><br /><span style="color: rgb(0, 0, 0);">--Es que... Violeta...</span><br /><span style="color: rgb(0, 0, 0);">--¿Qué pasó? --preguntó, esta vez más alerta--. ¿Qué diablos le hiciste?</span><br /><span style="color: rgb(0, 0, 0);">--Fuimos con Teo y ella es alérgica a las almendras... yo... eh... nosotros...</span><br /><span style="color: rgb(0, 0, 0);">--¿Dónde está? --preguntó él, mientras una pequeña mujer de uniforme blanco me pedía permiso para medir mi pulso.</span><br /><span style="color: rgb(0, 0, 0);">--Estamos en el Médica Sur, creo que tienes que venir para llenar formas y todo eso...</span><br /><span style="color: rgb(0, 0, 0);">--¿Está bien? --interrumpió.</span><br /><span style="color: rgb(0, 0, 0);">--Yo... no lo sé... se la llevaron y la doctora dice que no le va a pasar nada.</span><br /><span style="color: rgb(0, 0, 0);">--Voy para allá.</span><br /><span style="color: rgb(0, 0, 0);"></span><br /><span style="color: rgb(0, 0, 0);">La mujercita me miró y negó con la cabeza en símbolo de desaprobación.</span><br /><span style="color: rgb(0, 0, 0);"></span><br /><span style="color: rgb(0, 0, 0);">--Tiene la presión peligrosamente alta, señor, va a tener que acompañarme a...</span><br /><span style="color: rgb(0, 0, 0);">--Espere un momento, ¿y Violeta? Dijo esa mujer que usted me llevaría y...</span><br /><span style="color: rgb(0, 0, 0);"></span><br /><span style="color: rgb(0, 0, 0);">Luego mis rodillas se doblaron y caí con un golpe sordo al piso. La mujer pidió ayuda y comenzó a hablarme para que abriera los ojos, pero no podía. <span style="font-style: italic;">Qué débil eres, Jonathan, </span>me repetía, <span style="font-style: italic;">tu chica está en algún lugar siendo entubada y picoteada y tú te desmayas del pánico. Qué risa me das.</span></span></span><br /><span style="color: rgb(0, 0, 0);"><span style="font-style: italic;"></span></span></div><span style="color: rgb(0, 0, 0);"><span style="font-style: italic;"><br /><br /><span style="font-size:85%;"><br /><br />----------------------------------------------------</span><br /><br /></span> <span style="font-size:78%;">Ustedes perdonarán el capítulo tan enorme, pero no me fijé que estaba demasiado grande hasta ahora, así que éste capítulo continuará en la próxima entrada.<br /><br /></span></span><div style="text-align: center;"><span style="font-style: italic;font-size:78%;" ><span style="color: rgb(0, 0, 0);">Betzabé</span></span><br /><span style="color: rgb(0, 0, 0);"></span></div>Betzabéhttp://www.blogger.com/profile/14814676873361906568noreply@blogger.com6tag:blogger.com,1999:blog-4821936189807601894.post-89848270942972065282010-01-05T17:18:00.000-08:002010-01-05T17:20:03.323-08:00Hombres.<div style="text-align: justify;"><span style="color: rgb(0, 0, 0);"><span style="font-size:85%;">--Violeta, Walter acaba de hablar conmigo y me dijo que quieres... ¿reclutar?</span></span><br /><span style="color: rgb(0, 0, 0);"><span style="font-size:85%;">--Maldita sea... sabía que te enojarías. Por eso le dije a Walter que cerrara la maldita boca.</span></span><br /><span style="color: rgb(0, 0, 0);"><span style="font-size:85%;">--¡¿Cómo puedes creer que me enojaría por algo así?!</span></span><br /><span style="color: rgb(0, 0, 0);"><span style="font-size:85%;">--Jonathan, ¡estás gritándome! --dije. Sebastián me miraba desde la cocina con los ojos entrecerrados--. Obviamente estás enojado y es lo que no quería.</span></span><br /><span style="color: rgb(0, 0, 0);"><span style="font-size:85%;">--No estoy enojado por eso --dijo, con un tono de voz más relajado, aunque forzado.</span></span><br /><span style="color: rgb(0, 0, 0);"><span style="font-size:85%;">--¿Entonces? --pregunté.</span></span><br /><span style="color: rgb(0, 0, 0);"><span style="font-size:85%;">--¿Por qué no me lo dijiste primero a mí, Violeta...?</span></span><br /><span style="color: rgb(0, 0, 0);"><span style="font-size:85%;">--Bueno... el plan era que yo te lo diría --aseguré--. Hablé con Walter y decidimos que yo era la indicada, pero ya veo que el muy traidor no puede guardar un maldito secreto ni por diez minutos.</span></span><br /><span style="color: rgb(0, 0, 0);"><span style="font-size:85%;">--Ese no es el punto, cariño... tú... ¿por qué hablaste antes con Walter? ¿Alguna vez te he dado motivos para... desconfiar?</span></span><br /><br /><span style="color: rgb(0, 0, 0);"><span style="font-size:85%;">No. Jamás. Ni una sola vez. Entendía su enojo, porque, aunque al principio me había parecido una tontería que se enojara por algo tan sencillo, también era capaz de comprender que había hecho mal dos cosas: la primera, pensar que Jonathan se enojaría por algo así... tal vez lo haría, pero lo hablaríamos y ya. Y la segunda, hablar con Boca Floja </span></span><span style="color: rgb(0, 0, 0);"><span style="font-size:85%;">Walter</span></span><span style="color: rgb(0, 0, 0);"><span style="font-size:85%;">.</span></span><br /><br /><span style="color: rgb(0, 0, 0);"><span style="font-size:85%;">--Claro que no...</span></span><br /><span style="color: rgb(0, 0, 0);"><span style="font-size:85%;">--Oye, ya sé que es un berrinchazo, pero debiste decírmelo ¿sí?</span></span><br /><span style="color: rgb(0, 0, 0);"><span style="font-size:85%;">--Por supuesto. Lo siento.</span></span><br /><span style="color: rgb(0, 0, 0);"><span style="font-size:85%;">--¿Estás sola en casa?</span></span><br /><span style="color: rgb(0, 0, 0);"><span style="font-size:85%;">--Estoy con Diego y Sebastián vino a robarse nuestra comida.</span></span><br /><span style="color: rgb(0, 0, 0);"><span style="font-size:85%;">--Ese Sebastián pasa mucho tiempo en tu casa últimamente ¿no? --apuntó--. ¿Acaso no le gusta la suya?</span></span><br /><span style="color: rgb(0, 0, 0);"><span style="font-size:85%;">--Oye, es amigo de mi hermano... ¿estás celoso, Jonathan?</span></span><br /><span style="color: rgb(0, 0, 0);"><span style="font-size:85%;">--Pues claro que no --bufó--. Es sólo curiosidad.</span></span><br /><span style="color: rgb(0, 0, 0);"><span style="font-size:85%;">--Curiosidad, claro. Anda sin cuidado, Jonathan, no voy a llevármelo a la cama --me eché a reír cuando se quedó callado--. Era broma, curioso.</span></span><br /><span style="color: rgb(0, 0, 0);"><span style="font-size:85%;">--Vaya bromas --contestó--. ¿Quieres salir a algún lado?</span></span><br /><span style="color: rgb(0, 0, 0);"><span style="font-size:85%;">--¿A dónde?</span></span><br /><span style="color: rgb(0, 0, 0);"><span style="font-size:85%;">--No sé... ¿helados, tal vez?</span></span><br /><span style="color: rgb(0, 0, 0);"><span style="font-size:85%;">--Jonathan, ¿eso se te ocurrió porque Sebastián está aquí o en serio quieres salir?</span></span><br /><span style="color: rgb(0, 0, 0);"><span style="font-size:85%;">--No seas boba...</span></span><br /><span style="color: rgb(0, 0, 0);"><span style="font-size:85%;">--¿Vienes por mí?</span></span><br /><span style="color: rgb(0, 0, 0);"><span style="font-size:85%;">--Voy para allá.</span></span><br /><span style="color: rgb(0, 0, 0);"><span style="font-size:85%;">--Adiós.</span></span><br /><span style="color: rgb(0, 0, 0);"><span style="font-size:85%;">--Te quiero.</span></span><br /><br /><span style="color: rgb(0, 0, 0);"><span style="font-size:85%;">Suspiré. Pff. Que tontería de mi parte haber confiado en Walter, quien veía los secretos como algo que se debe imprimir en un periódico para que todo el mundo se entere de que es un secreto y de que no lo pueden contar. Ingenua de mí.</span></span><br /><br /><span style="color: rgb(0, 0, 0);"><span style="font-size:85%;">--¿Problemas con el espa... Jonathan? --preguntó Sebastián, quien ponía un poco de mostaza en su pizza. Asqueroso.</span></span><br /><span style="color: rgb(0, 0, 0);"><span style="font-size:85%;">--¿Problemas? Para nada.</span></span><br /><span style="color: rgb(0, 0, 0);"><span style="font-size:85%;">--¿No dijiste que estaba gritándote?</span></span><br /><span style="color: rgb(0, 0, 0);"><span style="font-size:85%;">--¿No te dijo tu mamá que es de mala educación escuchar las conversaciones ajenas?</span></span><br /><span style="color: rgb(0, 0, 0);"><span style="font-size:85%;">--Oye, escuche sin querer...</span></span><br /><span style="color: rgb(0, 0, 0);"><span style="font-size:85%;">--Sí, claro --puse los ojos en blanco--. Voy a peinarme, no te termines mi comida, grandulón.</span></span><br /><span style="color: rgb(0, 0, 0);"><span style="font-size:85%;">--¿Peinarte? Así luces bien --rió--. Las chicas desgreñadas y en pijama lucen sexys.</span></span><br /><span style="color: rgb(0, 0, 0);"><span style="font-size:85%;">--Cierra la boca --me eché a reír y me metí a mi cuarto.</span></span><br /><br /><span style="color: rgb(0, 0, 0);"><span style="font-size:85%;">Sebastián era de la edad de mi hermano, tres años mayor que yo. A veces, cuando él y Diego se ponían a hablar de deportes y esas cosas, yo deseaba más que nunca hablar de nuevo con Casandra, porque últimamente sólo hablaba con chicos: Jonathan, Diego, Sebastián, Walter, e incluso Oliver Carter, el tipo que si pudiera me asesinaría y colgaría mi cadáver en la rectoría de la Universidad con un letrero que dijera: <span style="font-style: italic;">eso le pasó por idiota</span>. O algo por el estilo. Me hacía mucha falta hablar con alguna chica, y por si fuera poco, las de la escuela me odiaban porque yo era <span style="font-style: italic;">la zorra que quiso engatuzar al novio de su mejor amiga. </span>Aceptémoslo: luego de lo que había pasado y la fama que Casandra y Rodrigo me habían hecho en la escuela, no volvería a tener una amiga mujer jamás en la vida.</span></span><br /><br /><span style="color: rgb(0, 0, 0);"><span style="font-size:85%;">Luego de bañarme y ponerme ropa decente salí a la sala en busca de algo para comer, aunque, debido a que Jonathan sólo quería sacarme de ahí a como diera lugar, sería una buena idea proponerle ir a un restaurante o algo así. Hacía casi cinco meses que no comía algo decente y temía por mi cuerpo, que en cualquier momento comenzaría a inflarse como una pelota de pilates. Sí. Sería una buena idea salir a comer algo cocinado por un experto y de preferencia sin postre.</span></span><br /><br /><span style="color: rgb(0, 0, 0);"><span style="font-size:85%;">--¿Vas a comer? --preguntó mi hermano, quien estaba recargado en uno de los brazos del sillón más grande.</span></span><br /><span style="color: rgb(0, 0, 0);"><span style="font-size:85%;">--No. Jonathan y yo vamos a salir y además ya me estoy hartando de comer como norteamericana todos los días, querido hermano.</span></span><br /><span style="color: rgb(0, 0, 0);"><span style="font-size:85%;">--Pues no tengo tiempo para hacer de comer, Violeta, alguien tiene que trabajar ¿no crees?</span></span><br /><span style="color: rgb(0, 0, 0);"><span style="font-size:85%;">--Sí bueno, podrías contratar a una sirvienta, o por lo menos llenar el refrigerador cuando esté agonizando --sugerí--. Así por lo menos yo podría cocinar cuando llegue de la escuela.</span></span><br /><span style="color: rgb(0, 0, 0);"><span style="font-size:85%;">--Lindo peinado, Violeta --apuntó Sebastián, que apareció de pronto junto a la puerta del baño.</span></span><br /><span style="color: rgb(0, 0, 0);"><span style="font-size:85%;">--Oye, Diego ¿sabes dónde diablos está mi secadora de cabello? --pregunté, ignorando a Sebastián.</span></span><br /><span style="color: rgb(0, 0, 0);"><span style="font-size:85%;">--La usé para secar mi corbata el otro día... debe estar en mi recámara.</span></span><br /><span style="color: rgb(0, 0, 0);"><span style="font-size:85%;">--Para eso tenemos secadora de ropa, Diego.</span></span><br /><span style="color: rgb(0, 0, 0);"><span style="font-size:85%;">--No iba a encender esa cosa ruidosa sólo para una corbata.</span></span><br /><span style="color: rgb(0, 0, 0);"><span style="font-size:85%;">--¿Y mi cabello qué? Tu recámara es una vergüenza últimamente y yo voy a tener nietos para cuando encuentres esa secadora.</span></span><br /><span style="color: rgb(0, 0, 0);"><span style="font-size:85%;">--Ya vas a estar calva.</span></span><br /><span style="color: rgb(0, 0, 0);"><span style="font-size:85%;">--¡Ese es el punto!</span></span><br /><span style="color: rgb(0, 0, 0);"><span style="font-size:85%;">--Oye tú, pequeña cabeza de león, yo te puedo prestar la secadora de mamá si quieres --intervino Sebastián.</span></span><br /><span style="color: rgb(0, 0, 0);"><span style="font-size:85%;">--Claro, ve por ella mientras me maquillo ¿quieres?</span></span><br /><span style="color: rgb(0, 0, 0);"><span style="font-size:85%;">--Nope... tú vienes conmigo o no hay trato.</span></span><br /><span style="color: rgb(0, 0, 0);"><span style="font-size:85%;">--Pero ¡estoy toda desgreñada, Sebastián! --reí.</span></span><br /><span style="color: rgb(0, 0, 0);"><span style="font-size:85%;">--Ya te dije, las chicas así lucen sexys... pero puedes usar esto si te avergüenza... aunque absolutamente nadie sube hasta acá.</span></span><br /><br /><span style="color: rgb(0, 0, 0);"><span style="font-size:85%;">Sebas se quitó su gorro de estambre gris y me lo puso en un sólo movimiento.</span></span><br /><br /><span style="color: rgb(0, 0, 0);"><span style="font-size:85%;">--Vamos.</span></span><br /><span style="color: rgb(0, 0, 0);"><span style="font-size:85%;">--Genial --bufé--. Ahora parezco una vagabunda.</span></span><br /><br /><br /><br /><br /><br /><span style="color: rgb(0, 0, 0);"><span style="font-size:85%;">--Tu casa es bonita --dije.</span></span><br /><span style="color: rgb(0, 0, 0);"><span style="font-size:85%;">--Sí, bueno... mi mamá es decoradora, así que algo tiene que ver eso ¿no crees?</span></span><br /><span style="color: rgb(0, 0, 0);"><span style="font-size:85%;">--¿Y tu padre?</span></span><br /><span style="color: rgb(0, 0, 0);"><span style="font-size:85%;">--No tengo.</span></span><br /><span style="color: rgb(0, 0, 0);"><span style="font-size:85%;">--Yo tampoco.</span></span><br /><span style="color: rgb(0, 0, 0);"><span style="font-size:85%;">--Sí, creo que eso ya lo había notado antes --ambos nos echamos a reír.</span></span><br /><br /><span style="color: rgb(0, 0, 0);"><span style="font-size:85%;">Cuando Sebastián me dio la secadora y ambos regresamos a mi departamento, encontramos a Jonathan ahí dentro, platicando con mi hermano.</span></span><br /><br /><span style="color: rgb(0, 0, 0);"><span style="font-size:85%;">--Hola, Jonathan --me quité ese ridículo y sucio gorro y se lo devolví a su dueño antes de arrojarme al cuello de mi novio.</span></span><br /><span style="color: rgb(0, 0, 0);"><span style="font-size:85%;">--Violeta --Jonathan me besó y luego me apartó cuando escuchamos un carraspeo, que no supe bien a quién pertenecía.</span></span><br /><span style="color: rgb(0, 0, 0);"><span style="font-size:85%;">--¿Qué te parece si vamos a comer hoy? Tengo hambre y sinceramente un helado no se me antoja mucho que digamos.</span></span><br /><span style="color: rgb(0, 0, 0);"><span style="font-size:85%;">--Buena idea. Podemos ir al restaurente de Teo.</span></span><br /><span style="color: rgb(0, 0, 0);"><span style="font-size:85%;">--Sí... hace mucho que no vamos por allá. Sería bueno saludarlo.</span></span><br /><span style="color: rgb(0, 0, 0);"><span style="font-size:85%;">--Yo creo que tienes que peinarte primero...</span></span><br /><span style="color: rgb(0, 0, 0);"><span style="font-size:85%;">--Ah, cierto --inconscientemente alcé la mano con la secadora--. Para eso quería esto.</span></span><br /><br /><span style="color: rgb(0, 0, 0);"><span style="font-size:85%;">Teo era quein nos alimentaba cuando ninguno de los dos quería volver a casa, antes de que mi vida se convirtiera en una novela de mala muerte.</span></span><br /><br /><span style="color: rgb(0, 0, 0);"><span style="font-size:85%;">--Hola --dijo Sebastián, sacándome de mi burbuja.</span></span><br /><br /><span style="color: rgb(0, 0, 0);"><span style="font-size:85%;">Me paré junto aJonathan y rodeé su brazo con el mío. Sebas se acercó a él y le tendió una mano, que Jonathan estrechó a regañadientes.</span></span><br /><br /><span style="color: rgb(0, 0, 0);"><span style="font-size:85%;">--Él es Jonathan, mi...</span></span><br /><span style="color: rgb(0, 0, 0);"><span style="font-size:85%;">--Novio, lo sé --interrumpió él--. Ya nos habías presentado antes.</span></span><br /><br /><span style="color: rgb(0, 0, 0);"><span style="font-size:85%;">Sebastián sonrió y apartó su mano, mientras Jonathan permanecía serio y tenso a mi lado. ¿Estaría celoso? Qué idiota de su parte pensar que podría llegar a gustarme Sebastián. Era guapo, pero le faltaba algo de cerebro.</span></span><br /><br /><span style="color: rgb(0, 0, 0);"><span style="font-size:85%;">--¿No tienes casa, Sebastián? --preguntó Jonathan.</span></span><br /><span style="color: rgb(0, 0, 0);"><span style="font-size:85%;">--Sí, claro. Pero vine a visitar a Violeta porque estaba muy solita... --su voz comenzó a tornarse burlona, igual que su semblante.</span></span><br /><span style="color: rgb(0, 0, 0);"><span style="font-size:85%;">--Bueno, ya no está <span style="font-style: italic;">solita --</span>pude percibir las comillas cuando él pronunció la última palabra--. Así que... adiós.</span></span><br /><span style="color: rgb(0, 0, 0);"><span style="font-size:85%;">--Oye amigo, no vas a decirme qué hacer ¿estamos? --Sebastián dio un paso hacia delante. Jonathan soltó mi cintura y se adelantó unos pasos también, hasta que ambos quedaron a menos de cinco centímetros de distancia.</span></span><br /><span style="color: rgb(0, 0, 0);"><span style="font-size:85%;">--Oigan, oigan, oigan --intervine, jalando a Jonathan de la camiseta para que retrocediera--. Ni yo soy una cosa para que ustedes estén hablando de mí como si lo fuera, ni tienen derecho a hablarse así dentro de mi casa. Es la segunda vez que se ven y más les vale ser amigos de una vez por todas, porque todos sabemos de qué lado me pondría yo si ustedes pelean ¿no?</span></span><br /><br /><span style="color: rgb(0, 0, 0);"><span style="font-size:85%;">Sebastián me miró, sonrió y luego salió por la puerta principal.</span></span><br /><br /><span style="color: rgb(0, 0, 0);"><span style="font-size:85%;">--Así se hace --dijo triunfante Jonathan.</span></span><br /><span style="color: rgb(0, 0, 0);"><span style="font-size:85%;">--Me sorprende qué tan imbécil puedes ser cuando te lo propones, Jonathan --me alejé de él y me metí a mi habitación para terminar de arreglarme.</span></span><br /><br /><br /><span style="color: rgb(0, 0, 0);"><span style="font-size:85%;">Estaba enojada, pero no aguantaría un día más de pizza y soda.</span></span><br /><br /><br /></div><span style="color: rgb(0, 0, 0);"><span style="font-size:85%;"><br /></span></span>Betzabéhttp://www.blogger.com/profile/14814676873361906568noreply@blogger.com4tag:blogger.com,1999:blog-4821936189807601894.post-91348001992264684012010-01-02T17:00:00.000-08:002010-01-02T18:42:31.598-08:00Gracias por cerrar la boca, Walter.<div style="text-align: justify;"><span style="font-size:85%;"><span style="color: rgb(0, 0, 0);">--¿Y qué se siente?</span></span><br /><span style="font-size:85%;"><span style="color: rgb(0, 0, 0);">--Como si una bala de cañón te atravesara el pecho... o peor. No sé. Me da algo de vómito sólo de pensarlo.</span></span><br /><span style="font-size:85%;"><span style="color: rgb(0, 0, 0);">--Eres muy chica para vivir esas cosas --aseguró mi hermano, mientras se pasaba la mano por el cabello--. Yo tengo veinte y nunca me he enamorado.</span></span><br /><span style="font-size:85%;"><span style="color: rgb(0, 0, 0);">--Oye, ya sé que nunca nos hemos llevado bien... hasta ahora ¿sí? Pero no soy estúpida.</span></span><br /><span style="font-size:85%;"><span style="color: rgb(0, 0, 0);">--¿De qué hablas?</span></span><br /><span style="font-size:85%;"><span style="color: rgb(0, 0, 0);">--¿En sílabas? Ma-ri-ssa.</span></span><br /><span style="font-size:85%;"><span style="color: rgb(0, 0, 0);">--Oh... Ma... oye, espera un momento... ¿cómo supiste de ella?</span></span><br /><span style="font-size:85%;"><span style="color: rgb(0, 0, 0);">--Un día me llamaste Marissa mientras te quejabas porque papá y mamá pelaban de nuevo. Otro día dijiste que si me pareciera un poco más a "Marissa" te caería mejor, y el día que cumplí quince años no estuviste en casa porque ibas a ver a una tal Marissa...</span></span><br /><span style="font-size:85%;"><span style="color: rgb(0, 0, 0);">--Uhh...</span></span><br /><span style="font-size:85%;"><span style="color: rgb(0, 0, 0);">--Y tenías mi edad en ese entonces.</span></span><br /><span style="font-size:85%;"><span style="color: rgb(0, 0, 0);">--Está bien --cedió--. Pero déjame infrmarte que eso pasó hace mucho y...</span></span><br /><br /><span style="font-size:85%;"><span style="color: rgb(0, 0, 0);">El timbre. Bueno, cada vez que mi hermano y yo comenzábamos a hablar de nuestras vidas algo nos interrumpía. Típico. Pero no importaba, porque a pesar de que hasta hacía un tiempo ambos nos ignorábamos mutuamente, los dos sabíamos los básicos de la vida del otro.</span></span><br /><br /><span style="font-size:85%;"><span style="color: rgb(0, 0, 0);">--Abre tú, yo iré a mi cuarto. Tengo cosas qué hacer.</span></span><br /><span style="font-size:85%;"><span style="color: rgb(0, 0, 0);">--Oye, hermanita no irás a meter a ese chico Jonathan por la ventana ¿o sí? --dijo con una sonrisa en el rostro.</span></span><br /><span style="font-size:85%;"><span style="color: rgb(0, 0, 0);">--Claro que lo voy a hacer, porque meter a tu novio por la ventana es algo de lo más fácil cuando tu departamento está en el quinto piso, cabeza de chorlito.</span></span><br /><span style="font-size:85%;"><span style="color: rgb(0, 0, 0);">--Era una broma...</span></span><br /><span style="font-size:85%;"><span style="color: rgb(0, 0, 0);">--Eres un imbécil.</span></span><br /><br /><span style="font-size:85%;"><span style="color: rgb(0, 0, 0);">Fui a mi cuarto, con la sonrisa en el rostro todavía. Por alguna razón el sarcasmo se me daba mejor cuando estaba con mi hermano... ¿sería que me ponía todo en bandeja de plata? De cada diez palabras que decía, nueve eran estupideces y la otra una maldición.</span></span><br /><br /><span style="font-size:85%;"><span style="color: rgb(0, 0, 0);">Tomé la laptop de mi cama y me senté en la mesedora. Jonathan me había enviado las bases de un caso hacía tres o cuatro días, e incluso habíamos hablado con Walter para darle una solución coherente... Pero no la había. Era algo muy difícil. Los estudiantes normales no resolvían casos de estado sólo por el capricho de un niño rico. Para eso tenían a los policías... aunque claro, ¿quién puede confiar en policías cuando el hijo de uno de ellos es a quien quieres encarcelar? Y, sin duda, nosotros tres nos estaríamos metiendo en un problema marca diablo si nos descubrían. Además de que, de hecho, no podríamos mover un sólo dedo si sólo éramos nosotros tres. No se podía. No había manera alguna.</span></span><br /><br /><span style="font-size:85%;"><span style="color: rgb(0, 0, 0);">--Violeta ¿quieres venir a saludar, por favor? --gritó mi hermano desde algún lugar del apartamento.</span></span><br /><span style="font-size:85%;"><span style="color: rgb(0, 0, 0);">--Mmm... ya voy --contesté, algo distraída.</span></span><br /><br /><span style="font-size:85%;"><span style="color: rgb(0, 0, 0);">Podría llamar a Walter para proponerle algo. Tenía una idea que tal vez podría ayudarnos, pero no estaba segura de que a Jonathan pudiera parecerle algo viable y era por eso que tenía que hablar primero con Walt, porque él siempre le metía cosas en la cabeza a Jonathan para que tomara decisiones, fueran buenas o malas.</span></span><br /><br /><span style="font-size:85%;"><span style="color: rgb(0, 0, 0);">Me levanté de la mesedora, dejé la laptop en la mesita y tomé el teléfono sólo porque el celular no tenía batería. No me gustaba usar la línea de la casa, porque a veces Diego escuchaba por el teléfono que había en su cuarto o en la sala y después se burlaba de mis conversaciones "ridículas y pretenciosas". Marqué el número de la casa de Walt, rezando para que no contestara ese hermano suyo a quien no se le entendía nada, gracias a su precario dominio del idioma español.</span></span><br /><br /><span style="font-size:85%;"><span style="color: rgb(0, 0, 0);">--¿Hola? --una voz femenina contestó.</span></span><br /><span style="font-size:85%;"><span style="color: rgb(0, 0, 0);">--Hola, ¿podría comunicarme con Walter, por favor?</span></span><br /><span style="font-size:85%;"><span style="color: rgb(0, 0, 0);">--Claro, espera un momento.</span></span><br /><br /><span style="font-size:85%;"><span style="color: rgb(0, 0, 0);">Salí de mi habitación, con el único propósito de ver quién había llegado a visitarnos. Pude ver al chico corpulento detrás de un sillón, tomando el control de la televisión y sonreí.</span></span><br /><br /><span style="font-size:85%;"><span style="color: rgb(0, 0, 0);">--Walter al habla --contestó el amigo de Sherlock.</span></span><br /><span style="font-size:85%;"><span style="color: rgb(0, 0, 0);">--Violeta.</span></span><br /><span style="font-size:85%;"><span style="color: rgb(0, 0, 0);">--¡Hola Vio! ¿Qué de nuevo?</span></span><br /><span style="font-size:85%;"><span style="color: rgb(0, 0, 0);">--Nada, Walter --me reí--. Quería... hablar acerca de... tú sabes... el asunto Ricky Ricón.</span></span><br /><span style="font-size:85%;"><span style="color: rgb(0, 0, 0);">--¿Ricky Ricón, dices?</span></span><br /><span style="font-size:85%;"><span style="color: rgb(0, 0, 0);">--Tú sabes, el niño que quiere la ayuda de Jonathan.</span></span><br /><span style="font-size:85%;"><span style="color: rgb(0, 0, 0);">--Su nombre es Aaron, Violeta.</span></span><br /><span style="font-size:85%;"><span style="color: rgb(0, 0, 0);">--Pues no me importa su maldito nombre ¿sí? Es Ricky Ricón y ya.</span></span><br /><span style="font-size:85%;"><span style="color: rgb(0, 0, 0);">--Ricky Ricón, entonces --rió el, cediendo--. ¿Qué hay con él?</span></span><br /><span style="font-size:85%;"><span style="color: rgb(0, 0, 0);">--Tengo una idea...</span></span><br /><span style="font-size:85%;"><span style="color: rgb(0, 0, 0);">--¿Idea? Genial, cuenta conmigo.</span></span><br /><span style="font-size:85%;"><span style="color: rgb(0, 0, 0);">--Oye, aun no he dicho nada, Walter, espera a que te cuente todo ¿sí?</span></span><br /><span style="font-size:85%;"><span style="color: rgb(0, 0, 0);">--Ah... claro, habla.</span></span><br /><span style="font-size:85%;"><span style="color: rgb(0, 0, 0);">--No podemos nosotros tres, ¿cierto?</span></span><br /><span style="font-size:85%;"><span style="color: rgb(0, 0, 0);">--Ni en un millón de años --afirmó.</span></span><br /><span style="font-size:85%;"><span style="color: rgb(0, 0, 0);">--¿Y qué tal si... reclutamos?</span></span><br /><span style="font-size:85%;"><span style="color: rgb(0, 0, 0);">--¿Reclutar? ¿De qué hablas? No somos el ejército, mujer --rió--. Además nosotros somos unos locos ¿sí? A nadie le interesa hacer lo que hacemos, Violetilla.</span></span><br /><span style="font-size:85%;"><span style="color: rgb(0, 0, 0);">--Atrévete a llamarme Violetilla otra vez, Walter...</span></span><br /><span style="font-size:85%;"><span style="color: rgb(0, 0, 0);">--Lo siento.</span></span><br /><span style="font-size:85%;"><span style="color: rgb(0, 0, 0);">--Bueno, ya sé que será algo difícil, pero también puede ser divertido ¿no crees? Como audiciones escolares, pero con gente que conozcamos y que tenga potencial... además de que deben ser muy inteligentes.</span></span><br /><span style="font-size:85%;"><span style="color: rgb(0, 0, 0);">--Continúa...</span></span><br /><span style="font-size:85%;"><span style="color: rgb(0, 0, 0);">--Yo ya tengo un posible integrante... pero necesitamos hablarlo con Jonathan, primero.</span></span><br /><span style="font-size:85%;"><span style="color: rgb(0, 0, 0);">--Oh...</span></span><br /><span style="font-size:85%;"><span style="color: rgb(0, 0, 0);">--Exacto. Es un maldito mezquino, jamás lo va a aceptar ¿estás de acuerdo? Por eso necesito que tú le digas, eres su mejor amigo y...</span></span><br /><span style="font-size:85%;"><span style="color: rgb(0, 0, 0);">--Pero tú eres su novia... y eres mujer. A tí no te pega y a mí me deja moretones.</span></span><br /><span style="font-size:85%;"><span style="color: rgb(0, 0, 0);">--Humm... bueno, está bien... luego te llamo ¿sí? No vayas a decirle nada de nada, Walt, ¿estamos en esto?</span></span><br /><span style="font-size:85%;"><span style="color: rgb(0, 0, 0);">--Juntos en esto --aseguró--.</span></span><br /><br /><span style="font-size:85%;"><span style="color: rgb(0, 0, 0);">Colgué y me senté junto a Sebastián. Mi hermano estaba haciendo no se qué en la terraza (tal vez regando esas plantas suyas que hacían parecer nuestra casa una jungla citadina) y su amiguito se había adueñado del control. Él me miró y sonrió.</span></span><br /><br /><span style="font-size:85%;"><span style="color: rgb(0, 0, 0);">--Hola, Vio, ¿qué hay?</span></span><br /><span style="font-size:85%;"><span style="color: rgb(0, 0, 0);">--Nada nuevo. ¿A qué se debe tu visita hoy?</span></span><br /><span style="font-size:85%;"><span style="color: rgb(0, 0, 0);">--Pues... Vi a un chico con uniforme del Domino's Pizza y lo seguí cuando oprimió el número cinco en el elevador.</span></span><br /><span style="font-size:85%;"><span style="color: rgb(0, 0, 0);">--¿Vienes de gorrón?</span></span><br /><span style="font-size:85%;"><span style="color: rgb(0, 0, 0);">--Sí --admitió con una sonrisa en el rostro--. Mamá no está y me da pereza preparar comida.</span></span><br /><br /><span style="font-size:85%;"><span style="color: rgb(0, 0, 0);">Sebastián era mi vecino del sexto piso. Había conocido a Diego en la recepción del edificio y desde entonces se veían una vez a la semana para jugar tenis o golf. Luego de mi cumpleaños él comenzó a venir más a casa, ya que a mí me parecía un chico agradable y nos estábamos haciéndo buenos amigos. Sebas era un tipo alto, sólo unos cuántos centímetros más bajo que mi hermano, quien medía unos 185 centímetros, más o menos. Su piel era blanca y tenía mejillas rojas que se encendían cada vez que se avergonzaba por algo y cuando tenía mucho calor. Sus ojos eran algo pequeños y cafés, sus labios lucían como si alguien se los hubiese mordido, gracias a su color rojizo... El rostro de Sebastián, que parecía de niño, contrastaba con su cuerpo alto y bien trabajado, de tal manera que en sus brazos se notaba cada pequeño esfuerzo que hacía al contraerse sus lindos y deseables músculos. Tenía cabello castaño oscuro y lacio, despeinado a veces, pero lucía muy bien.</span></span><br /><br /><span style="font-size:85%;"><span style="color: rgb(0, 0, 0);">--¿Hoy va a venir tu noviecito? --preguntó, con la burla en el tono de voz.</span></span><br /><span style="font-size:85%;"><span style="color: rgb(0, 0, 0);">--No se llama <span style="font-style: italic;">noviecito, </span>se llama Jonathan y así le vas a decir aunque te cueste trabajo.</span></span><br /><span style="font-size:85%;"><span style="color: rgb(0, 0, 0);">--Bah, ¿cómo puedes salir con alguien así? Ese niño da pena.</span></span><br /><span style="font-size:85%;"><span style="color: rgb(0, 0, 0);">--¿Pena?</span></span><br /><span style="font-size:85%;"><span style="color: rgb(0, 0, 0);">--Oye, ¿lo has visto? Es tan flaco como un espaguetti, además sus ricitos no combinan con sus ojos... ni contigo.</span></span><br /><span style="font-size:85%;"><span style="color: rgb(0, 0, 0);">--No está flaco, jamás lo has visto sin ropa... además, prefiero a mi Jonathan inteligente que un obsesivo-compulsivo fan del gimnasio ¿sabes?</span></span><br /><span style="font-size:85%;"><span style="color: rgb(0, 0, 0);">--Espera un momento... ¿lo has visto sin ropa? Oh...</span></span><br /><span style="font-size:85%;"><span style="color: rgb(0, 0, 0);">--No seas idiota. Las vacaciones pasadas fuimos a la playa y te juro que de flaco no tiene nada.</span></span><br /><span style="font-size:85%;"><span style="color: rgb(0, 0, 0);">--Está bien --rió, queriendo calmar los ánimos--. Pero tú eres... ¿cómo te explico?</span></span><br /><span style="font-size:85%;"><span style="color: rgb(0, 0, 0);">--¿Antisocial? ¿Enojona? ¿Gritona?</span></span><br /><span style="font-size:85%;"><span style="color: rgb(0, 0, 0);">--Además de eso...</span></span><br /><span style="font-size:85%;"><span style="color: rgb(0, 0, 0);">--¿Qué?</span></span><br /><span style="font-size:85%;"><span style="color: rgb(0, 0, 0);">--Demasiado bonita para él.</span></span><br /><span style="font-size:85%;"><span style="color: rgb(0, 0, 0);">--Sí, eso ya lo sabía... mi club de fans me lo repite cada dos segundos, pero siempre digo que los feos también tienen su derecho --y ahí estaba de nuevo el sarcasmo--. Pedazo de imbécil.</span></span><br /><span style="font-size:85%;"><span style="color: rgb(0, 0, 0);">--¿Comemos? --preguntó.</span></span><br /><span style="font-size:85%;"><span style="color: rgb(0, 0, 0);">--Está bien, Sebas, termínate<span style="font-style: italic;"> nuestra</span> comida.</span></span><br /><br /><span style="font-size:85%;"><span style="color: rgb(0, 0, 0);">Sebastián se levantó y yo di un respingo cuando sonaron los teléfonos que había en la sala: el mío y el principal. Contesté y cuando escuché la primera frase, quise colgar a Walter del poste más alto.</span></span><br /><br /><span style="font-size:85%;"><span style="color: rgb(0, 0, 0);">--Violeta.</span></span><br /><span style="font-size:85%;"><span style="color: rgb(0, 0, 0);">--¡¿Que quieres hacer qué?!</span></span><br /><span style="font-size:85%;"><span style="color: rgb(0, 0, 0);">--¿Jonathan?</span></span><br /><br /></div><span style="font-size:85%;"><span style="color: rgb(0, 0, 0);"><br /></span></span>Betzabéhttp://www.blogger.com/profile/14814676873361906568noreply@blogger.com2