miércoles, septiembre 9

Ni Katia ni Karina

Estaba a punto de aventarme por la ventana. Era insoportable. ¿Qué clase de chico andaba por ahí consiguiendo mujeres cuando su padre psicópata lo buscaba por cielo mar y tierra? Me faltaba muy poco para ir y gritarles que hicieran un poco menos de ruido. Yo tenía un examen a las once de la mañana y Diego y su "amiguita" no me dejaban dormir con los extraños ruidos que salían de su recámara. ¡Qué mala suerte que estas paredes no fueran a prueba de sonidos! Y lo peor era que cuando Diego tenía encuentros cercanos del tercer tipo con alguien, al día siguiente no paraba de decirme lo buena o mala que había sido su noche con esta o la otra chica, mientras yo intentaba no vomitar y no prestar atención a sus comparaciones absurdas.

Tomé la almohada y la aplasté contra mi cara. En un principio fue para no escuchar, pero luego pensé: "Ey, Violeta, si te mueres o te desmayas por lo menos ya no vas a escuchar las porquerías de Diego el irresponsable". Entonces apreté más la almohada hasta que no pude más y solté una carcajada. Tod en mi vida era tan absurdo que no sabía por qué no me había causado gracia hasta entonces.

Sí bueno, por más risa que me diera el asunto, tenía que dormir o me dormiría a medio examen.

Me levanté, y con almohada en mano caminé hasta la habitación de mi hermano. Respiré hondo y cerré los ojos antes de girar la perilla: obviamente la puerta no tenía el seguro puesto.

--¡Violeta! --gritó mi hermano mientras la chica que había traído a casa esa noche hacía unos ruidos extraños. -- ¿Querrías darnos un poco de privacidad?
-- Voy a abrir los ojos, así que cubre tus miserias.

Cuando quité mi mano de la cara pude ver que la chica se cubría con lo que podía y mi hermano con uno de los cojines azules que servían como adorno para su cama. La escena me pareció graciosa, pero no fui capaz de echarme a reír, así que simplemente hablé:

--Oigan, lamento interrumpir su momento de excitación, pero mañana tengo examen y están haciendo el suficiente ruido como para que me quede traumada y para no dormir.
-- Yo me largo-- dijo la chica mientras tomaba su ropa y se metía al baño de la habitación.
--Oye, Katia, espera... --dijo Diego, y en el instante la chica so volvió y lo miró furiosa.
--¡¿Katia?!
--Ay, lo siento... Karina...
--¡Eres un imbécil!
--¡Espera! --dio él, mientras yo moría por soltar una buena carcajada-- ¡Juro que sé cómo te llamas, es sólo que la situación hace que se me borre la memoria!
--Pues espero que también borres mi nombre de tu celular, porque no quiero que me vuelvas a llamar.

Yo caminé hacia la cocina y tomé un poco de agua, luego decidí que tenía hambre y me serví cereal con leche y azúcar. Mientras tanto, Diego trataba deseperadamente de recordar el nombre de la chica con quien había tenido un encuentro hasta que yo los interrumpí, pero desgraciadamente la chica salió por la puerta principal antes de que él lograra su objetivo.

Coloqué la almohada en uno de los bancos de la gran cocina y comencé a comer mi delicioso cereal. En cuanto se resignó a la pérdida, Diego vino y se sentó a mi lado.

--Siento haber arruinado tu cita de hoy --dije mientras una sonrisa comenzaba a formarse en mi rostro.
--Bah, la verdad es que ni siquiera tengo idea de cómo se llama.
--Mmm...
--Oye, perdón por esto, pero creo que mi manera de liberar el estrés y de deshacerme de tanta depresión acumulada en los últimos días es teniendo toneladas de sexo.
--Ay, Diego, tú ya tenías toneladas de sexo antes de que todo esto pasara.
--Sí.. pero creí que si te mantenía enojada conmigo por lo menos tú te librarías de pensar en eso.

Mi hermano puso una mano en mi hombro y bajó la mirada...

--Ya sé que no eres una niña, Violeta, pero aún eres joven --dijo, aún sin mirarme--, yo mismo soy demasiado joven para hacerme cargo de ti, pero no me importa, porque prefiero eso a vivir como antes lo hacía... Mi punto es que tú deberías estar preocupada por atender la escuela, a tus amigos y tal vez por conseguir algún novio... no me parece bueno que estés estresada todo el tiempo por lo que nos sucedió y menos aún por ese admirado secreto que te persigue para todos lados.
--Oye...
--No, Violeta, entiende que no me importa cuán fuerte creas ser, soy tu hermano mayor y mi deber es cuidarte...
--No creo que sea tu deber.
--Lo es. Y no porque yo haya nacido tres años antes que tú, sino porque te quiero lo suficiente como para odiar a quien te haga daño --Diego pasó su dedo índice por mi mejilla, justo debajo de la bola morada que ahora no podía ocultar con maquillaje--, incluyendo a mi papá.

Me quedé tan muda como me qudaba cuando alguien me decía que me quería, así fuera mi hermano o cualquier extraño. Yo solía decir lo que sentía, pero me parecía extraño que otras personas me dijeran lo que sentían por mí.

Terminé mi cereal y me fui a acostar, siempre con la almohada en la mano. Me tiré en la cama y estuve dando vueltas mínimo una hora, pensando en lo que me había dicho Diego. Él tenía razón, sin importar qué tan tonto fuera o qué tan irresponsable quisiera ser... yo le estaba dando mucha importancia a todo este asunto que no merecía mi atención.

A partir de ese momento no volvería a lamentarme por el pasado.

3 encontraron un motivo para comentar:

Anónimo dijo...

interesante, entretenido.
un abrazo, mucha suerte.^^

I. Pichel dijo...

La historia va bien de momento, es entretenida.
Un saludo y un canto de ballena. =)

Anónimo dijo...

Me ha encantado como lo describes.

Sonríe, betzabel!!!Que sabios somos los hermanos mayores y cúanto amor llevamos dentro.

Saludos!!

La autora

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Una cosa es cierta: Sea lo que sea que estés pensando de mí, estás equivocado.
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