martes, diciembre 15
Sherlock enamorado. [[[Jonathan]]]
21:28 |
Publicado por
Betzabé
Miré los papeles que hacían lucir el escritorio del despacho de papá como el más desordenado del mundo, porque tal vez lo era. Mi padre me había donado su despacho luego de que el doctor le anunciara que tenía que pasar más tiempo con mamá, porque si no ella olvidaría todo más rápido.
Mi madre tenía momentos de lucidez. A veces, cuando estaba en la cocina con la empleada y yo pasaba por ahí para beber un poco de jugo o leche, ella decía cosas como "y mi pequeño Jonathan te lo puede decir mejor, Bertha" o "¿verdad, Jonathan? Dile a Bertha cómo tiraste a la basura tu disfraz de Spiderman". Cuando eso ocurría, a mí me daban ganas de besar a mi madre hasta que se me cayeran los labios. Siempre le había dedicado más tiempo a mis investigaciones que a ella, y cuando su mente le permitía albergar algún recuerdo de mí -o traerlo a la luz-, yo quería decirle que lo lamentaba, que sentí el hecho de no haber estado con ella tanto como hubiese deseado, pero ¿cómo iba a saber que se iba a enfermar? A una mujer normal de su edad no le da Alzheimer...
Yo pasaba más tiempo en el despacho que en mi habitación, desde que Violeta y yo peleamos, o mejor dicho, desde que ella besó a Rodrigo y yo decidí retirarle la palabra. Me dedicaba a investigar cosas raras que ocurrían en la escuela, aunque la mayoría de ellas tenían una solución tan estúpida y lógica, que no merecía la pena todo mi esfuerzo. Recuerdo que Violeta acababa de huir de casa cuando teníamos un nuevo plan en mente... lo resolví yo solo en una noche, sin siquiera investigar más de la cuenta. Ella era mi mejor amiga y pasábamos demasiado tiempo juntos, al grado de conocerla más a ella que a mi propio padre, quien vivía preocupado por darle a mamá la vida más feliz que pudiese. Cuando dejé de hablarle me dediqué a hacer cosas tan tontas que me avergüenza recordarlo: estaba seguro de que había hallado la verdadera identidad de Jack el Destripador. Me pasaba toda la noche comparando evidencias, escuchando entrevistas que a veces no estaban completas, viendo fotografías de las escenas del crimen y los cadáveres de las prostitutas una y otra vez... El pobre Sherlock creía haber resuelto el más grande misterio en la historia de la criminología con cintas medio borradas, fotos viejas e imágenes de Google.
Tomé el fólder verde. Era un asunto peliagudo que ni siquiera yo me atrevía a tomar. Violeta había estado muy ocupada con sus problemas familiares cuando yo había pensado en mostrarle el caso y preguntarle si seríamos un equipo de nuevo, pero esta vez sin depresiones de por medio que la hicieran ignorar el asunto por completo.
Hacía dos semanas me había reconciliado con ella. Por una parte, no había querido desperdiciar el dinero invertido en aquel anillo hecho especialmente para ella, pero por otra, necesitaba saber que se encontraba bien, que no la estaba pasando tan mal luego de lo sucedido y que estaba aunque sea un poquito feliz. Ya sé que es una estupidez pensarlo, ya que sus padres habían dejado de pelear entre ellos para atormentar a sus hijos en equipo, además de que su mejor amiga, el tipo al que amaba y su novio-amigo no le hablaban... Digamos que me sentía culpable y decidí compensar mis errores el día de su cumpleaños.
--Jo, es hora de dormir --gritó papá desde algún lugar de la casa, donde seguramente también se encontraría mi madre.
--En un momento, pá' --dije yo, escrutando los bordes del fólder como si fueran verdaderas obras de arte.
--Mañana tienes escuela, hijo, estoy seguro de que nada es tan importante como eso. Ahora, a dormir.
--Pero papá, estoy a la mitad de algo importante de veras...
--Tienes cinco minutos antes de que corte la luz --amenazó.
No lo haría. A mi mamá le daba un ataque de nervios cuando se iba la luz y él no iba a cortar la energía sólo para enviarme a la cama. Nunca haría algo que pudiese incomodar a mamá.
Era cuando observaba a mi familia que me preguntaba cómo había sido posible que la de Violeta se desintegrara. Mi madre estaba enferma, mis hermanas se habían ido de la casa hacía más de cinco años y papá y yo casi no hablábamos... aún así, las gemelas llamaban cada mes, mi madre se mostraba contenta de conocer todos los días a un hombre y un joven que la mimaban, así como a una chica que le ayudaba con los quehaceres de la casa y que encima hacía la comida; mi padre y yo charlábamos acerca de nuestras vidas y nos queríamos mucho... La familia de Violeta estaba en perfectas condiciones, pero se odiaban tanto los unos a los otros que pasaban el noventa por ciento de su tiempo peleando, hasta que ocurrió lo que ocurrió, claro.
Me levanté y fui a mi habitación. Encendí la lámpara y me tiré en la cama con ropa y zapatos. Estaba molido. Me encontraba a dos segundos de caer inconsciente cuando escuché el celular. Me dio tanta pereza recordar en dónde diablos había puesto el aparato, que decidí no contestar, pero afortunadamente se me ocurrió mirar el buró y pude verlo ahí, junto al teléfono.
--¿Hola?
--Jonathan, ¿te desperté, amigo?
--Si hubieras llamado tres segundos después, tal vez lo habrías hecho.
--Oye, estuve analizando lo que me dijiste, y creo que ni siquiera con la ayuda de Violeta lograríamos hacerlo, amigo.
Su acento era casi odioso, pero a veces daba risa. Su forma de hablar, arrastrando las erres, que parecía se le habían quedado atoradas en la garganta y su afán en pronunciar las pes y las efes con gran énfasis denotaban un acento inglés que yo muchas veces había envidiado... los extranjeros atraían a las chicas como la mermelada a las abejas.
--¿Estás bromeando? Violeta es buena --aseguré, soñoliento y mirando la fotografía de ella que tenía junto a la lámpara--. Es tres veces mejor que tú.
--Oh, yo sé que es buena, pero ha estado muy distraída ¿sabes? No creo si quiera que vaya a concentrarse en esto y estoy firmemente convencido de que su actitud no cambiará mucho en el plazo que nos hemos fijado... --Walter había aprendido español viendo películas y novelas para abuelas, así que yo me sentía como si estuviera hablando con James Bond y no con un amigo de la escuela--. Además, ya te dije que no sería suficiente, aún con ella en el equipo. No podemos hacerlo, Jo.
--Oye, Walt, ¿te parece si discutimos esto en la escuela?
--Pero sólo nos vemos en clase de cálculo y mañana tenemos examen.
--¿Examen? --oh por Dios, lo había olvidado por completo.
--No se te olvidó ¿o sí?
--No, para nada... oye, mañana lo hablamos. Además podemos decirle de una vez a Vio y tal vez después de que ella lo analice, tengamos una solución ¿está bien?
--Bueno... nos veremos, Jonathan.
--Adiós Walt, que descances.
Colgué y estuve a punto de ir a la cocina y cortarme las venas, pero estaba demasiado cansado para eso. En lugar de atentar contra mi valiosa y preciada vida, marqué aquellos ocho dígitos que me sabía de memoria.
--Violeta --contestó ella, al otro lado de la línea.
--Soy yo --dije.
--¿Jonathan? --de pronto, su voz sonó más alerta. Eso me hizo sonreír.
--¿Estabas dormida?
--Claro que no, sólo los bebés duermen a esta hora --aseguró--. Estaba viendo una película con Diego y uno de mis vecinos.
--¿Uno de tus vecinos?
--Sí, te lo presenté el otro día, ¿recuerdas? El chico de las mejillas rojas... Sebastián.
--Ah, sí, lo recuerdo.
--¿Qué necesitabas?
--Nada...
--Oh, vamos...
--Walter y yo...
--¿Nuevo caso? Complicado ¿eh? Walter revisa todos tus asuntos siempre. No me llamarías a menos que fuera algo complicado. ¿De qué se trata?
Era una bruja. Una adivina, más bien.
--No es nada que tenga qué ver con la escuela, Vio... puede ser peligroso.
--Aww, el niño defiende a su noviecita... no seas gallina, Jonathan. Peligro es mi segundo nombre y lo sabes bien.
--No, Problemas es tu segundo nombre.
Estuve explicándole todo durante unos minutos. Ella prometió que pensaría una forma de arreglarlo todo nosotros tres, si era posible. Nos despedimos y me eché a dormir.
Sherlock estaba enamorado.
No era digno de un representante del género masculino soñar con su novia. No es normal que un chico se la pase pensando en una chica y que siempre quiera estar con ella. Pero Sherlock no es alguien normal ¿o sí? Quiero decir, Violeta sabía que la quería, pero ni siquiera se imaginaba cuánto. Cuando Violeta me tocaba se me erizaba la piel, pero cuando ella me besaba... bueno, digamos que tenía que esforzarme mucho para no arrancarle la ropa a lo salvaje donde quiera que nos encontráramos. Yo sabía que lo que sentía por Violeta era algo más que un simple enamoramiento tonto, pero no se lo podía decir, porque ella se asustaría y me dejaría.
Doy risa ¿no? Un chico de diecinueve años cacheteando las banquetas por una chica. Un tipo que se encoge como una cochinilla cuando se plantea la idea de que un día ella podría hartarse y dejarlo... sí, demasiado patético para ser real.
Pero si le decía a Violeta lo que sentía... Bueno, ella ni siquiera estaba enamorada de mí. Vio se había forzado a estar conmigo porque no quería quedarse sin amigos y la muy tonta pensaba que yo me iría si terminaba conmigo... lo que no sabía es que se me agujeraría la barriga si ella se iba. Violeta estaba enamorada de ese patán con anteojos. Rodrigo era mi amigo, o más bien lo había sido. Yo aceptaba de buena gana el hecho de que Violeta estuviera perdidamente enamorada de él, y también estaba dispuesto a esperar por ella, a esperar el día en que dijera "te quiero" con la sinceridad grabada en los ojos. Pero el muy ladino la había hecho sufrir. Le había quitado a su mejor amiga, nos había hecho pelear, y él había terminado victorioso. Si algo podía yo despreciar de Violeta era su masoquismo.
Era un chico patético de diecinueve años que, como en las novelas, no podía decir lo que sentía por miedo a quedarse solo.
No podía decirle a Violeta que la amaba.
Y tampoco podía dormir pensando en ese maldito examen de cálculo... ¿Qué se suponía que iba a hacer? Deberían encarcelar a los profesores por hacer sufrir tanto a alumnos inocentes como yo.
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Sé que es raro que yo publique dos entradas tan seguidas, pero quise darles un adelanto de una pequeña parte de la historia que será narrada por Jonathan. No sé si serán entradas juntas o salteadas, pero tengan por seguro que este chiquitín va a narrar un poco más.
También les dejo el post porque no podré subir nada durante algún tiempo y como areeli y andrea, quienes he notado que están más interesadas en la historia ya han leído el anterior, me siento libre de adelantarles esto.
No sé si mis otros lectores ya hayan leído lo que publiqué hace unos días, pero si no lo han hecho pido una disculpa por adelantar tanto la publicación.
Mi madre tenía momentos de lucidez. A veces, cuando estaba en la cocina con la empleada y yo pasaba por ahí para beber un poco de jugo o leche, ella decía cosas como "y mi pequeño Jonathan te lo puede decir mejor, Bertha" o "¿verdad, Jonathan? Dile a Bertha cómo tiraste a la basura tu disfraz de Spiderman". Cuando eso ocurría, a mí me daban ganas de besar a mi madre hasta que se me cayeran los labios. Siempre le había dedicado más tiempo a mis investigaciones que a ella, y cuando su mente le permitía albergar algún recuerdo de mí -o traerlo a la luz-, yo quería decirle que lo lamentaba, que sentí el hecho de no haber estado con ella tanto como hubiese deseado, pero ¿cómo iba a saber que se iba a enfermar? A una mujer normal de su edad no le da Alzheimer...
Yo pasaba más tiempo en el despacho que en mi habitación, desde que Violeta y yo peleamos, o mejor dicho, desde que ella besó a Rodrigo y yo decidí retirarle la palabra. Me dedicaba a investigar cosas raras que ocurrían en la escuela, aunque la mayoría de ellas tenían una solución tan estúpida y lógica, que no merecía la pena todo mi esfuerzo. Recuerdo que Violeta acababa de huir de casa cuando teníamos un nuevo plan en mente... lo resolví yo solo en una noche, sin siquiera investigar más de la cuenta. Ella era mi mejor amiga y pasábamos demasiado tiempo juntos, al grado de conocerla más a ella que a mi propio padre, quien vivía preocupado por darle a mamá la vida más feliz que pudiese. Cuando dejé de hablarle me dediqué a hacer cosas tan tontas que me avergüenza recordarlo: estaba seguro de que había hallado la verdadera identidad de Jack el Destripador. Me pasaba toda la noche comparando evidencias, escuchando entrevistas que a veces no estaban completas, viendo fotografías de las escenas del crimen y los cadáveres de las prostitutas una y otra vez... El pobre Sherlock creía haber resuelto el más grande misterio en la historia de la criminología con cintas medio borradas, fotos viejas e imágenes de Google.
Tomé el fólder verde. Era un asunto peliagudo que ni siquiera yo me atrevía a tomar. Violeta había estado muy ocupada con sus problemas familiares cuando yo había pensado en mostrarle el caso y preguntarle si seríamos un equipo de nuevo, pero esta vez sin depresiones de por medio que la hicieran ignorar el asunto por completo.
Hacía dos semanas me había reconciliado con ella. Por una parte, no había querido desperdiciar el dinero invertido en aquel anillo hecho especialmente para ella, pero por otra, necesitaba saber que se encontraba bien, que no la estaba pasando tan mal luego de lo sucedido y que estaba aunque sea un poquito feliz. Ya sé que es una estupidez pensarlo, ya que sus padres habían dejado de pelear entre ellos para atormentar a sus hijos en equipo, además de que su mejor amiga, el tipo al que amaba y su novio-amigo no le hablaban... Digamos que me sentía culpable y decidí compensar mis errores el día de su cumpleaños.
--Jo, es hora de dormir --gritó papá desde algún lugar de la casa, donde seguramente también se encontraría mi madre.
--En un momento, pá' --dije yo, escrutando los bordes del fólder como si fueran verdaderas obras de arte.
--Mañana tienes escuela, hijo, estoy seguro de que nada es tan importante como eso. Ahora, a dormir.
--Pero papá, estoy a la mitad de algo importante de veras...
--Tienes cinco minutos antes de que corte la luz --amenazó.
No lo haría. A mi mamá le daba un ataque de nervios cuando se iba la luz y él no iba a cortar la energía sólo para enviarme a la cama. Nunca haría algo que pudiese incomodar a mamá.
Era cuando observaba a mi familia que me preguntaba cómo había sido posible que la de Violeta se desintegrara. Mi madre estaba enferma, mis hermanas se habían ido de la casa hacía más de cinco años y papá y yo casi no hablábamos... aún así, las gemelas llamaban cada mes, mi madre se mostraba contenta de conocer todos los días a un hombre y un joven que la mimaban, así como a una chica que le ayudaba con los quehaceres de la casa y que encima hacía la comida; mi padre y yo charlábamos acerca de nuestras vidas y nos queríamos mucho... La familia de Violeta estaba en perfectas condiciones, pero se odiaban tanto los unos a los otros que pasaban el noventa por ciento de su tiempo peleando, hasta que ocurrió lo que ocurrió, claro.
Me levanté y fui a mi habitación. Encendí la lámpara y me tiré en la cama con ropa y zapatos. Estaba molido. Me encontraba a dos segundos de caer inconsciente cuando escuché el celular. Me dio tanta pereza recordar en dónde diablos había puesto el aparato, que decidí no contestar, pero afortunadamente se me ocurrió mirar el buró y pude verlo ahí, junto al teléfono.
--¿Hola?
--Jonathan, ¿te desperté, amigo?
--Si hubieras llamado tres segundos después, tal vez lo habrías hecho.
--Oye, estuve analizando lo que me dijiste, y creo que ni siquiera con la ayuda de Violeta lograríamos hacerlo, amigo.
Su acento era casi odioso, pero a veces daba risa. Su forma de hablar, arrastrando las erres, que parecía se le habían quedado atoradas en la garganta y su afán en pronunciar las pes y las efes con gran énfasis denotaban un acento inglés que yo muchas veces había envidiado... los extranjeros atraían a las chicas como la mermelada a las abejas.
--¿Estás bromeando? Violeta es buena --aseguré, soñoliento y mirando la fotografía de ella que tenía junto a la lámpara--. Es tres veces mejor que tú.
--Oh, yo sé que es buena, pero ha estado muy distraída ¿sabes? No creo si quiera que vaya a concentrarse en esto y estoy firmemente convencido de que su actitud no cambiará mucho en el plazo que nos hemos fijado... --Walter había aprendido español viendo películas y novelas para abuelas, así que yo me sentía como si estuviera hablando con James Bond y no con un amigo de la escuela--. Además, ya te dije que no sería suficiente, aún con ella en el equipo. No podemos hacerlo, Jo.
--Oye, Walt, ¿te parece si discutimos esto en la escuela?
--Pero sólo nos vemos en clase de cálculo y mañana tenemos examen.
--¿Examen? --oh por Dios, lo había olvidado por completo.
--No se te olvidó ¿o sí?
--No, para nada... oye, mañana lo hablamos. Además podemos decirle de una vez a Vio y tal vez después de que ella lo analice, tengamos una solución ¿está bien?
--Bueno... nos veremos, Jonathan.
--Adiós Walt, que descances.
Colgué y estuve a punto de ir a la cocina y cortarme las venas, pero estaba demasiado cansado para eso. En lugar de atentar contra mi valiosa y preciada vida, marqué aquellos ocho dígitos que me sabía de memoria.
--Violeta --contestó ella, al otro lado de la línea.
--Soy yo --dije.
--¿Jonathan? --de pronto, su voz sonó más alerta. Eso me hizo sonreír.
--¿Estabas dormida?
--Claro que no, sólo los bebés duermen a esta hora --aseguró--. Estaba viendo una película con Diego y uno de mis vecinos.
--¿Uno de tus vecinos?
--Sí, te lo presenté el otro día, ¿recuerdas? El chico de las mejillas rojas... Sebastián.
--Ah, sí, lo recuerdo.
--¿Qué necesitabas?
--Nada...
--Oh, vamos...
--Walter y yo...
--¿Nuevo caso? Complicado ¿eh? Walter revisa todos tus asuntos siempre. No me llamarías a menos que fuera algo complicado. ¿De qué se trata?
Era una bruja. Una adivina, más bien.
--No es nada que tenga qué ver con la escuela, Vio... puede ser peligroso.
--Aww, el niño defiende a su noviecita... no seas gallina, Jonathan. Peligro es mi segundo nombre y lo sabes bien.
--No, Problemas es tu segundo nombre.
Estuve explicándole todo durante unos minutos. Ella prometió que pensaría una forma de arreglarlo todo nosotros tres, si era posible. Nos despedimos y me eché a dormir.
Sherlock estaba enamorado.
No era digno de un representante del género masculino soñar con su novia. No es normal que un chico se la pase pensando en una chica y que siempre quiera estar con ella. Pero Sherlock no es alguien normal ¿o sí? Quiero decir, Violeta sabía que la quería, pero ni siquiera se imaginaba cuánto. Cuando Violeta me tocaba se me erizaba la piel, pero cuando ella me besaba... bueno, digamos que tenía que esforzarme mucho para no arrancarle la ropa a lo salvaje donde quiera que nos encontráramos. Yo sabía que lo que sentía por Violeta era algo más que un simple enamoramiento tonto, pero no se lo podía decir, porque ella se asustaría y me dejaría.
Doy risa ¿no? Un chico de diecinueve años cacheteando las banquetas por una chica. Un tipo que se encoge como una cochinilla cuando se plantea la idea de que un día ella podría hartarse y dejarlo... sí, demasiado patético para ser real.
Pero si le decía a Violeta lo que sentía... Bueno, ella ni siquiera estaba enamorada de mí. Vio se había forzado a estar conmigo porque no quería quedarse sin amigos y la muy tonta pensaba que yo me iría si terminaba conmigo... lo que no sabía es que se me agujeraría la barriga si ella se iba. Violeta estaba enamorada de ese patán con anteojos. Rodrigo era mi amigo, o más bien lo había sido. Yo aceptaba de buena gana el hecho de que Violeta estuviera perdidamente enamorada de él, y también estaba dispuesto a esperar por ella, a esperar el día en que dijera "te quiero" con la sinceridad grabada en los ojos. Pero el muy ladino la había hecho sufrir. Le había quitado a su mejor amiga, nos había hecho pelear, y él había terminado victorioso. Si algo podía yo despreciar de Violeta era su masoquismo.
Era un chico patético de diecinueve años que, como en las novelas, no podía decir lo que sentía por miedo a quedarse solo.
No podía decirle a Violeta que la amaba.
Y tampoco podía dormir pensando en ese maldito examen de cálculo... ¿Qué se suponía que iba a hacer? Deberían encarcelar a los profesores por hacer sufrir tanto a alumnos inocentes como yo.
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Sé que es raro que yo publique dos entradas tan seguidas, pero quise darles un adelanto de una pequeña parte de la historia que será narrada por Jonathan. No sé si serán entradas juntas o salteadas, pero tengan por seguro que este chiquitín va a narrar un poco más.
También les dejo el post porque no podré subir nada durante algún tiempo y como areeli y andrea, quienes he notado que están más interesadas en la historia ya han leído el anterior, me siento libre de adelantarles esto.
No sé si mis otros lectores ya hayan leído lo que publiqué hace unos días, pero si no lo han hecho pido una disculpa por adelantar tanto la publicación.
Betzabé.
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La autora
- Betzabé
- Una cosa es cierta: Sea lo que sea que estés pensando de mí, estás equivocado.
3 encontraron un motivo para comentar:
bueno, bueno
cuando alguien es buena escribiendo
hay que reconocerlo ¿no?
jaja, obvio, obvio, tu historia, ahora, es la mejor.
Que lastima que no podras ecribir, pero cuando puedas, hazlo pliss
Bueno Betzabé.. ya debes saber que a mi esta historia de Violeta me tiene enganchada... (y aunque no lo creas mi mamá me pide que le la las actualizaciones porque le encanta la historia :) ! ... se que no he comentado por aqui, pero si te leo y ya me pondré al corriente con las últimas entradas...
Bueno, portate mal, disfruta de tus vacaciones, pásala bien y no te olvides de tus "fans".. jajaja... ^_^
saludos de,
.Saиđяîиε.
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