sábado, febrero 13
No tenemos un plan, pero sí un equipo. [[[Jonathan]]]
2:04 |
Publicado por
Betzabé
No me gustaba cómo lucía mi casa así de sola. Mis padres habían llamado para decir que durarían fuera más tiempo del que tenían pensado y papá se puso como una fiera cuando le conté lo que había pasado en el restaurante de Teo. Lo desagradable no era el hecho de que ellos no estuvieran aquí, lo desagradable era el hecho de que yo no tenía ganas de hablar con la chica de servicio y ella tenía una extraña y desesperante necesidad de llenar los silencios con peroratas inútiles.
Me metí a la ducha y me entretuve lo que quise debajo del agua caliente. Cuando mamá era una madre normal, solía decir que el agua demasiado caliente provocaba que la piel se aguadara y el cabello se resecara... bueno, esas son cosas que sólo les preocupan a las mujeres, así que la temperatura del agua no era una cosa que figurara en mi lista de preocupaciones. Me gustaba sentir cómo corría por mis brazos y escuchar cuando caía sobre el azulejo. Y pensar que de niño odiaba bañarme.
Un día, luego de mucho batallar, mi madre logró meterme a la ducha entre gritos y sollozos. Creo que se sintió culpable, porque ese mismo día encontré un disfraz de spiderman en el cajón de mi ropa... cuando ella quiso que lo usara para la fiesta de uno de mis primos, lo arrojé a un contenedor de basura que estaba a dos calles de mi casa para que nadie lo encontrara. Cuando mamá notó que su pequeño hijo de seis años aborrecía los cómics, optó por comprarle una gabardina beige, un sombrero café, una lupa y un bigote falso para la fiesta de disfraces... así por lo menos el pequeño yo no parecería un bicho raro cuando anduviera buscando cosas por ahí.
El problema para ella fue que desde entonces no dejé de buscar.
Al salir del baño me puse los calzoncillos y me tiré en la cama. Tenía sueño, a pesar de que me habían dormido un buen rato en el hospital. Hice una mueca de disgusto al recordar cómo me había desmayado en vez de esperar y ver qué sucedía con Violeta. De nuevo me sentí culpable al recordar el sonido de su voz... parecía como si le hubieran hecho tragar un kilo de vidrios y tornillos. Traté de convencerme de que no era mi culpa, de que sólo había sido un accidente, pero a veces lo testarudo me golpea fuerte y no puedo hacer nada para evitarlo.
Estaba comenzando a quedarme dormido cuando sonó la línea fija. ¿Acaso estaba escrito en alguna parte que todos los días de mi vida sería interrumpido antes de quedarme completamente frito? Estiré la mano a regañadientes y tomé el auricular.
--Si eres tú, Walter, te juro que cuando te vea te voy a dar una patada tan fuerte que tendrás que usar un cojín en el trasero durante un mes --sentencié en voz baja.
--Ni yo soy Walter, ni tú eres capaz de golpearme --dijo Violeta--. Te derribaría antes de que siquiera alzaras el pie.
--Que bonita forma de despertar a un guapo joven como yo --bromeé.
--Disculpa si interrumpo tu sueño reparador, cariño, pero Walter llegó desde hace media hora y él y Sebastián se pusieron a discutir sobre los pros y los contras de los colegios ingleses... dicen que debería haber más colegios mixtos por el bien psicológico de los alumnos. Hayden se está acabando todas nuestras reservas de comida y su amiga no para de mirar a Casandra como si quisiera estrangularla; eso sin mencionar que Rodrigo me observa como si yo fuera el núcleo de sus problemas...
--¿Y tú? --pregunté, esforzándome por contener una carcajada--. ¿Estás arrumbada en una esquina como la muñeca fea?
--Sí, qué gracioso --contestó, sarcástica--. Si no llegas aquí en veinte minutos me tiro por la ventana, Jonathan.
--¿Veinte? Ni volando llegaría tan rápido a tu casa...
--Dije veinte.
--Está bien --concedí--. Pero no quiero ver tu cadáver embarrado en el suelo del patio cuando llegue, ¿de acuerdo?
--De acuerdo --dijo ella--. Cuídate, te amo.
Entonces colgó. Ahí estaba de nuevo. El "te amo" que había creído escuchar en la habitación, cuando Vio y yo habíamos estado a punto de... Sí, no era una alucinación ni nada parecido. Ella lo había dicho y yo tenía ganas de pegar una pancarta en el Zócalo para que todo el mundo se enterara. Claro que luego de eso ella se pondría furiosa, yo sería el hazmereír del planeta entero y probablemente me meterían a la cárcel por uso indebido de cursilería en horario familiar. Me conformé con sonreír y mirar el teléfono como un soberano imbécil durante unos segundos, luego de eso me apresuré a vestirme y a buscar las llaves del auto.
No sabía qué era peor. Si el hecho de que Violeta me había dicho aquello que tanto esperaba y que eso me tuviera tan contento, o la repentina inseguridad provocada por eso que habíamos prometido hacer un día de estos. No me podía creer que Violeta me quisiera tanto como yo a ella, y me preocupaba lo que había dicho antes: "Prométeme que nunca vas a pensar que soy una fácil". No sabría cómo tratarla para que por su cabeza no pasara esa estupidez. ¿Fácil? Quiero decir, no es que todo lo que quisiera de ella fuera simple y sencillamente sexo; había pensado en eso alguna vez, pero lo que realmente me tenía atado a ella era algo diferente, algo por lo que no se puede luchar ni necesita lucha alguna: amor. La deseaba porque la amaba, y ella tal vez no era capaz de entender eso, tal vez no podía imaginarlo así, y era por eso que creía que tener sexo era como rendirse....
Al llegar al edificio inconscientemente miré el reloj en el tablero del coche y luego barrí con la mirada el suelo del patio. Habían pasado exactamente treinta y cinco minutos desde que salí de casa y para esta hora tal vez violeta ya era solamente una calcomanía en el piso.
Subí hasta el quinto piso y llamé a la puerta. Medio segundo después Diego apareció del otro lado y salió mientras yo caminaba al interior de su casa.
--¿Te vas? --pregunté.
--¿Bromeas? --dijo él--. Ahí dentro hay una bola de adolescentes salvajes sin correa. Yo tengo que refugiarme antes de que me coman vivo.
--Se suponía que habías ido a trabajar... --recordé, ignorando su comentario.
--Me escapé, pero créeme cuando te digo que prefiero aguantar a mi jefa que estar rodeado de bestias así.
Entré al apartamento cuando él comenzó a bajar las escaleras y casi de inmediato sentí una mano aferrar mi antebrazo como tenaza de hierro.
--Contrólalos tú --dijo Violeta.
--Bueno, ésa no es precisamente la bienvenida que esperaba --espeté.
--Contrólalos y luego hablamos. Si yo tuviera voz ya los habría puesto en su lugar.
--¡Amigo Jo! --cacareó Walter con su acentillo británico.
--Jonathan, ¿tú hiciste que tu novia loca interrumpiera mi película para que viniera?
--Hola Walter --saludé--. Sí, Sebas, quiero decirles algo, pero necesito que nos sentemos todos.
Violeta nos llevó al comedor, que tenía suficientes sillas para todos. Yo me senté a la cabeza y de mi lado derecho estaban Violeta, Sebastián, Casandra y Rodrigo, mientras que a mi mano izquierda se encontraban Walter, su hermana Hayden y la amiga de ésta, Samantha.
--Bien --dije, mientras ponía sobre la mesa un fólder verde que contenía aquel asunto peliagudo al que ninguno de nosotros tres (Violeta, Walter o yo) le había podido encontrar una solución segura--. ¿Cómo empiezo? Los... yo...
--Hay un chico llamado Ricky Ricón --dijo Violeta con su voz rasposa-- que tiene problemas en su casa. Hay dos documentos que fueron robados del despacho de su padre hace más o menos un mes y medio y que tienen que ser recuperados lo antes posible. Ricky llamó a Jonathan para que lo ayudara, pero él, Walter y yo jamás podríamos hacerlo solos... Jonathan quiere que ustedes se unan al equipo. ¿Por qué? No tengo idea.
--Guau, Jonathan, eres un valiente cuando se te necesita y además tienes el don de la palabra --dijo Sebastián mientras me miraba con esa mueca sarcástica y burlona que tanto solía usar--. Eres un hombre ejemplar, amigo.
--Bueno, lo que acaba de decir Violeta es cierto --aunque no estaba seguro de cómo había averiguado ella lo que yo tenía en mente--. Los necesito. A todos. ¿Tienen preguntas?
--¿Por qué diablos quieres que te ayude yo, si ni siquiera sabía de tu existencia? --preguntó Samatha, una chica de cabello raro, vestimenta rara y actitud rara.
--Eh... tú... bueno... eres... Necesitamos fuerza, crudeza. Y créeme que la primera que se me vino a la cabeza cuando junté los adjetivos ruda-fuerte-ruda fuiste tú. A Hayden la elegí porque es inteligente y astuta, además de que tiene su propia dotación de rudeza también.
--¿Y yo, ricitos? --preguntó Sebastián.
--Tú... digamos que tienes la fuerza bruta... eres fuerte y bruto a más no poder. Podríamos necesitar tus músculos para algo.
--Gracias por el cumplido, cabezón --renegó.
--A Casandra no la habría elegido ni en un millón de años, pero como ya estaba aquí cuando se me ocurrió la idea, pues ya no queda mucho por hacer --solté de golpe, mirándola con furia a los ojos.
--Jonathan --susurró Violeta a mi lado, mientras me daba un golpecito en la rodilla, por debajo de la mesa.
--Y bueno, a Rodrigo sólo lo pedí porque tiene cerebro de Mojojojo, y cuando digo esto me refiero a que eres un mandril muy inteligente. Tu cerebro nos serviría para hacer cálculos y esas tonterías.
--En pocas palabras, el cerebro de Hayden, Walter, Jonathan y Rodrigo, y la fuerza de Sebastián y Samantha nos servirían de mucho. Yo entro en las dos categorías, así que no intenten integrarme en algún grupo en específico --bromeó Violeta con su voz de anciano con enfisema.
--Si esos documentos son tan importantes --interrumpió Samantha secamente--, ¿por qué diablos no llama ese niño rico a la policía y se deja de tonterías?
--Porque el padre de Ricky es alguien importante, Sam --dijo Walt--; es un hombre que está metido en el gobierno y tiene mucho poder.
--Pues por eso mismo --intervino Rodrigo, por primera vez desde que llegué--. Si él es alguien importante, ¿para qué querría a un grupo de adolescentes maniáticos a su servicio? Para eso están los federales, el ejército...
--Quien robó los documentos es el jefe de los federales, Mojojojo --dije, contento de que por fin se me hubiese ocurrido un apodo acertado--. Tiene a sus pies a toda la policía y sus contactos están por todas partes, incluyendo al ejército y esas cosas. Este hombre puede mover un dedo y el papá de Ricky Ricón se va al hoyo.
--¿Y los detectives privados? --preguntó Hayden, quien tenía un acento aún más notorio que el de su hermano Walt. Su pregunta me hirió el orgullo.
--Yo soy un detective privado --aseguré.
Sebastián comenzó a reírse y murmuró algo entre dientes que no pude entender.
--Como sea, el hombre no puede acudir a nadie porque...
--Ricardo Ricón --dijo Violeta--. Es más fácil si le decimos así, y que el malo sea Octopus o algo por el estilo. Me molesta que digan todo el tiempo "el hombre", "el malo" y esas cosas.
--Bueno --concedí, con una sonrisa en el rostro--. Si Ricardo Ricón va con algún profesional, entonces Octopus lo hunde, ¿me explico? Octopus es como el dueño del universo.
--Pero Ricardo Ricón es del gobierno ¿no? --preguntó Casandra, y tuve que controlarme para no arrojarle el florero en la cabeza--. Él también tiene que tener contactos.
--A ver, Casandra --dije, buscando en mi cabeza algún apodo adecuado para ella. Tal vez luego le pediría ayuda a Sebastián con eso--, si un gobernante muy poderoso y millonario te ofreciera toda su fortuna a cambio de recuperar sus documentos, y luego viniera el jefe de la policía, que no tiene otro jefe más que el Presidente, y te dice que si tocas esos documentos te vuela la cabeza con una bazuca... ¿a quién apoyarías?
Casandra me miró con los ojos abiertos como platos, igual que todos los demás.
--Exacto --asentí.
--Entonces yo no entro a tu jueguito --dijo Rodrigo--. Y tampoco Cass lo hará. Si ese super-jefe-de-la-policía se entera de lo que tú quieres hacer, nos hará papilla a todos.
--Tiene armas --intervino Violeta, con su voz pastosa--, pero tiene cerebro de pájaro. Lo único que sabe hacer es dar órdenes y volar cráneos... nosotros podríamos despedazar a alguien usando la cabeza nada más. Si no contamos a Samantha ni a Sebastián, nosotros somos los chicos más inteligentes de la escuela. ¿No lo ven? Si planeamos todo bien, ése tipo no podrá hacernos nada y tres millones serán nuestros.
Cuando Vio terminó de decir lo último, todos la miraron como si acabara de decir con certeza qué hay después de la muerte.
--Yo estoy dentro --dijo Samantha sin pensarlo dos veces.
--Donde haya tres millones, estoy yo --aseguró Sebastián también.
--De acuerdo, pero si algo me pasa, prometan que Walter pagará las consecuencias --accedió Hayden.
--Nosotros no --dijo Rodrigo mientras se levantaba de la silla y jalaba a Casandra por el brazo.
--¿Sabes? No te necesitamos --dijo de pronto Violeta, y todos la miramos-- porque eres un gallina.
Casandra le dirigió una mirada de desconcierto y ella le guiñó un ojo. Era esa tontería de la psicología inversa... si Rodrigo caía en esa trampa, yo tendría que reevaluar mi hipótesis acerca de su grado de inteligencia.
--Está bien --dijo él de pronto--. Estamos dentro.
Tomé la mano de Violeta y la besé.
--Eres una manipuladora --susurré. Luego ella retiró su mano y me besó los labios con una emoción algo desbordada. Sebastián murmuró algo acerca de que él también quería su parte y luego todos comenzaron a reír.
--Bueno --dije, entrelazando mis dedos con los de Vio y poniendo mi otra mano en el homro de Walter--. Ya tenemos un equipo... ahora sólo nos falta un plan.
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Hola!!
Otra vez escribí el capitulote, pero me fue inevitable. Lo bueno es que a ustedes sí que les gusta leer ¿verdad? xD
Abril: ¡Ya! ¡Me come la curiosidad! Me he quebrado la cabeza pensando cuáles serán tus conjeturas. ¡Dímelas! O tú pagarás el hospital cuando me reviente la cabeza ¬¬.
Gracias por sus comentarios. Así sí me dan ganas de escribir :D
Me metí a la ducha y me entretuve lo que quise debajo del agua caliente. Cuando mamá era una madre normal, solía decir que el agua demasiado caliente provocaba que la piel se aguadara y el cabello se resecara... bueno, esas son cosas que sólo les preocupan a las mujeres, así que la temperatura del agua no era una cosa que figurara en mi lista de preocupaciones. Me gustaba sentir cómo corría por mis brazos y escuchar cuando caía sobre el azulejo. Y pensar que de niño odiaba bañarme.
Un día, luego de mucho batallar, mi madre logró meterme a la ducha entre gritos y sollozos. Creo que se sintió culpable, porque ese mismo día encontré un disfraz de spiderman en el cajón de mi ropa... cuando ella quiso que lo usara para la fiesta de uno de mis primos, lo arrojé a un contenedor de basura que estaba a dos calles de mi casa para que nadie lo encontrara. Cuando mamá notó que su pequeño hijo de seis años aborrecía los cómics, optó por comprarle una gabardina beige, un sombrero café, una lupa y un bigote falso para la fiesta de disfraces... así por lo menos el pequeño yo no parecería un bicho raro cuando anduviera buscando cosas por ahí.
El problema para ella fue que desde entonces no dejé de buscar.
Al salir del baño me puse los calzoncillos y me tiré en la cama. Tenía sueño, a pesar de que me habían dormido un buen rato en el hospital. Hice una mueca de disgusto al recordar cómo me había desmayado en vez de esperar y ver qué sucedía con Violeta. De nuevo me sentí culpable al recordar el sonido de su voz... parecía como si le hubieran hecho tragar un kilo de vidrios y tornillos. Traté de convencerme de que no era mi culpa, de que sólo había sido un accidente, pero a veces lo testarudo me golpea fuerte y no puedo hacer nada para evitarlo.
Estaba comenzando a quedarme dormido cuando sonó la línea fija. ¿Acaso estaba escrito en alguna parte que todos los días de mi vida sería interrumpido antes de quedarme completamente frito? Estiré la mano a regañadientes y tomé el auricular.
--Si eres tú, Walter, te juro que cuando te vea te voy a dar una patada tan fuerte que tendrás que usar un cojín en el trasero durante un mes --sentencié en voz baja.
--Ni yo soy Walter, ni tú eres capaz de golpearme --dijo Violeta--. Te derribaría antes de que siquiera alzaras el pie.
--Que bonita forma de despertar a un guapo joven como yo --bromeé.
--Disculpa si interrumpo tu sueño reparador, cariño, pero Walter llegó desde hace media hora y él y Sebastián se pusieron a discutir sobre los pros y los contras de los colegios ingleses... dicen que debería haber más colegios mixtos por el bien psicológico de los alumnos. Hayden se está acabando todas nuestras reservas de comida y su amiga no para de mirar a Casandra como si quisiera estrangularla; eso sin mencionar que Rodrigo me observa como si yo fuera el núcleo de sus problemas...
--¿Y tú? --pregunté, esforzándome por contener una carcajada--. ¿Estás arrumbada en una esquina como la muñeca fea?
--Sí, qué gracioso --contestó, sarcástica--. Si no llegas aquí en veinte minutos me tiro por la ventana, Jonathan.
--¿Veinte? Ni volando llegaría tan rápido a tu casa...
--Dije veinte.
--Está bien --concedí--. Pero no quiero ver tu cadáver embarrado en el suelo del patio cuando llegue, ¿de acuerdo?
--De acuerdo --dijo ella--. Cuídate, te amo.
Entonces colgó. Ahí estaba de nuevo. El "te amo" que había creído escuchar en la habitación, cuando Vio y yo habíamos estado a punto de... Sí, no era una alucinación ni nada parecido. Ella lo había dicho y yo tenía ganas de pegar una pancarta en el Zócalo para que todo el mundo se enterara. Claro que luego de eso ella se pondría furiosa, yo sería el hazmereír del planeta entero y probablemente me meterían a la cárcel por uso indebido de cursilería en horario familiar. Me conformé con sonreír y mirar el teléfono como un soberano imbécil durante unos segundos, luego de eso me apresuré a vestirme y a buscar las llaves del auto.
No sabía qué era peor. Si el hecho de que Violeta me había dicho aquello que tanto esperaba y que eso me tuviera tan contento, o la repentina inseguridad provocada por eso que habíamos prometido hacer un día de estos. No me podía creer que Violeta me quisiera tanto como yo a ella, y me preocupaba lo que había dicho antes: "Prométeme que nunca vas a pensar que soy una fácil". No sabría cómo tratarla para que por su cabeza no pasara esa estupidez. ¿Fácil? Quiero decir, no es que todo lo que quisiera de ella fuera simple y sencillamente sexo; había pensado en eso alguna vez, pero lo que realmente me tenía atado a ella era algo diferente, algo por lo que no se puede luchar ni necesita lucha alguna: amor. La deseaba porque la amaba, y ella tal vez no era capaz de entender eso, tal vez no podía imaginarlo así, y era por eso que creía que tener sexo era como rendirse....
Al llegar al edificio inconscientemente miré el reloj en el tablero del coche y luego barrí con la mirada el suelo del patio. Habían pasado exactamente treinta y cinco minutos desde que salí de casa y para esta hora tal vez violeta ya era solamente una calcomanía en el piso.
Subí hasta el quinto piso y llamé a la puerta. Medio segundo después Diego apareció del otro lado y salió mientras yo caminaba al interior de su casa.
--¿Te vas? --pregunté.
--¿Bromeas? --dijo él--. Ahí dentro hay una bola de adolescentes salvajes sin correa. Yo tengo que refugiarme antes de que me coman vivo.
--Se suponía que habías ido a trabajar... --recordé, ignorando su comentario.
--Me escapé, pero créeme cuando te digo que prefiero aguantar a mi jefa que estar rodeado de bestias así.
Entré al apartamento cuando él comenzó a bajar las escaleras y casi de inmediato sentí una mano aferrar mi antebrazo como tenaza de hierro.
--Contrólalos tú --dijo Violeta.
--Bueno, ésa no es precisamente la bienvenida que esperaba --espeté.
--Contrólalos y luego hablamos. Si yo tuviera voz ya los habría puesto en su lugar.
--¡Amigo Jo! --cacareó Walter con su acentillo británico.
--Jonathan, ¿tú hiciste que tu novia loca interrumpiera mi película para que viniera?
--Hola Walter --saludé--. Sí, Sebas, quiero decirles algo, pero necesito que nos sentemos todos.
Violeta nos llevó al comedor, que tenía suficientes sillas para todos. Yo me senté a la cabeza y de mi lado derecho estaban Violeta, Sebastián, Casandra y Rodrigo, mientras que a mi mano izquierda se encontraban Walter, su hermana Hayden y la amiga de ésta, Samantha.
--Bien --dije, mientras ponía sobre la mesa un fólder verde que contenía aquel asunto peliagudo al que ninguno de nosotros tres (Violeta, Walter o yo) le había podido encontrar una solución segura--. ¿Cómo empiezo? Los... yo...
--Hay un chico llamado Ricky Ricón --dijo Violeta con su voz rasposa-- que tiene problemas en su casa. Hay dos documentos que fueron robados del despacho de su padre hace más o menos un mes y medio y que tienen que ser recuperados lo antes posible. Ricky llamó a Jonathan para que lo ayudara, pero él, Walter y yo jamás podríamos hacerlo solos... Jonathan quiere que ustedes se unan al equipo. ¿Por qué? No tengo idea.
--Guau, Jonathan, eres un valiente cuando se te necesita y además tienes el don de la palabra --dijo Sebastián mientras me miraba con esa mueca sarcástica y burlona que tanto solía usar--. Eres un hombre ejemplar, amigo.
--Bueno, lo que acaba de decir Violeta es cierto --aunque no estaba seguro de cómo había averiguado ella lo que yo tenía en mente--. Los necesito. A todos. ¿Tienen preguntas?
--¿Por qué diablos quieres que te ayude yo, si ni siquiera sabía de tu existencia? --preguntó Samatha, una chica de cabello raro, vestimenta rara y actitud rara.
--Eh... tú... bueno... eres... Necesitamos fuerza, crudeza. Y créeme que la primera que se me vino a la cabeza cuando junté los adjetivos ruda-fuerte-ruda fuiste tú. A Hayden la elegí porque es inteligente y astuta, además de que tiene su propia dotación de rudeza también.
--¿Y yo, ricitos? --preguntó Sebastián.
--Tú... digamos que tienes la fuerza bruta... eres fuerte y bruto a más no poder. Podríamos necesitar tus músculos para algo.
--Gracias por el cumplido, cabezón --renegó.
--A Casandra no la habría elegido ni en un millón de años, pero como ya estaba aquí cuando se me ocurrió la idea, pues ya no queda mucho por hacer --solté de golpe, mirándola con furia a los ojos.
--Jonathan --susurró Violeta a mi lado, mientras me daba un golpecito en la rodilla, por debajo de la mesa.
--Y bueno, a Rodrigo sólo lo pedí porque tiene cerebro de Mojojojo, y cuando digo esto me refiero a que eres un mandril muy inteligente. Tu cerebro nos serviría para hacer cálculos y esas tonterías.
--En pocas palabras, el cerebro de Hayden, Walter, Jonathan y Rodrigo, y la fuerza de Sebastián y Samantha nos servirían de mucho. Yo entro en las dos categorías, así que no intenten integrarme en algún grupo en específico --bromeó Violeta con su voz de anciano con enfisema.
--Si esos documentos son tan importantes --interrumpió Samantha secamente--, ¿por qué diablos no llama ese niño rico a la policía y se deja de tonterías?
--Porque el padre de Ricky es alguien importante, Sam --dijo Walt--; es un hombre que está metido en el gobierno y tiene mucho poder.
--Pues por eso mismo --intervino Rodrigo, por primera vez desde que llegué--. Si él es alguien importante, ¿para qué querría a un grupo de adolescentes maniáticos a su servicio? Para eso están los federales, el ejército...
--Quien robó los documentos es el jefe de los federales, Mojojojo --dije, contento de que por fin se me hubiese ocurrido un apodo acertado--. Tiene a sus pies a toda la policía y sus contactos están por todas partes, incluyendo al ejército y esas cosas. Este hombre puede mover un dedo y el papá de Ricky Ricón se va al hoyo.
--¿Y los detectives privados? --preguntó Hayden, quien tenía un acento aún más notorio que el de su hermano Walt. Su pregunta me hirió el orgullo.
--Yo soy un detective privado --aseguré.
Sebastián comenzó a reírse y murmuró algo entre dientes que no pude entender.
--Como sea, el hombre no puede acudir a nadie porque...
--Ricardo Ricón --dijo Violeta--. Es más fácil si le decimos así, y que el malo sea Octopus o algo por el estilo. Me molesta que digan todo el tiempo "el hombre", "el malo" y esas cosas.
--Bueno --concedí, con una sonrisa en el rostro--. Si Ricardo Ricón va con algún profesional, entonces Octopus lo hunde, ¿me explico? Octopus es como el dueño del universo.
--Pero Ricardo Ricón es del gobierno ¿no? --preguntó Casandra, y tuve que controlarme para no arrojarle el florero en la cabeza--. Él también tiene que tener contactos.
--A ver, Casandra --dije, buscando en mi cabeza algún apodo adecuado para ella. Tal vez luego le pediría ayuda a Sebastián con eso--, si un gobernante muy poderoso y millonario te ofreciera toda su fortuna a cambio de recuperar sus documentos, y luego viniera el jefe de la policía, que no tiene otro jefe más que el Presidente, y te dice que si tocas esos documentos te vuela la cabeza con una bazuca... ¿a quién apoyarías?
Casandra me miró con los ojos abiertos como platos, igual que todos los demás.
--Exacto --asentí.
--Entonces yo no entro a tu jueguito --dijo Rodrigo--. Y tampoco Cass lo hará. Si ese super-jefe-de-la-policía se entera de lo que tú quieres hacer, nos hará papilla a todos.
--Tiene armas --intervino Violeta, con su voz pastosa--, pero tiene cerebro de pájaro. Lo único que sabe hacer es dar órdenes y volar cráneos... nosotros podríamos despedazar a alguien usando la cabeza nada más. Si no contamos a Samantha ni a Sebastián, nosotros somos los chicos más inteligentes de la escuela. ¿No lo ven? Si planeamos todo bien, ése tipo no podrá hacernos nada y tres millones serán nuestros.
Cuando Vio terminó de decir lo último, todos la miraron como si acabara de decir con certeza qué hay después de la muerte.
--Yo estoy dentro --dijo Samantha sin pensarlo dos veces.
--Donde haya tres millones, estoy yo --aseguró Sebastián también.
--De acuerdo, pero si algo me pasa, prometan que Walter pagará las consecuencias --accedió Hayden.
--Nosotros no --dijo Rodrigo mientras se levantaba de la silla y jalaba a Casandra por el brazo.
--¿Sabes? No te necesitamos --dijo de pronto Violeta, y todos la miramos-- porque eres un gallina.
Casandra le dirigió una mirada de desconcierto y ella le guiñó un ojo. Era esa tontería de la psicología inversa... si Rodrigo caía en esa trampa, yo tendría que reevaluar mi hipótesis acerca de su grado de inteligencia.
--Está bien --dijo él de pronto--. Estamos dentro.
Tomé la mano de Violeta y la besé.
--Eres una manipuladora --susurré. Luego ella retiró su mano y me besó los labios con una emoción algo desbordada. Sebastián murmuró algo acerca de que él también quería su parte y luego todos comenzaron a reír.
--Bueno --dije, entrelazando mis dedos con los de Vio y poniendo mi otra mano en el homro de Walter--. Ya tenemos un equipo... ahora sólo nos falta un plan.
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Hola!!
Otra vez escribí el capitulote, pero me fue inevitable. Lo bueno es que a ustedes sí que les gusta leer ¿verdad? xD
Abril: ¡Ya! ¡Me come la curiosidad! Me he quebrado la cabeza pensando cuáles serán tus conjeturas. ¡Dímelas! O tú pagarás el hospital cuando me reviente la cabeza ¬¬.
Gracias por sus comentarios. Así sí me dan ganas de escribir :D
Betzabé.
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La autora
- Betzabé
- Una cosa es cierta: Sea lo que sea que estés pensando de mí, estás equivocado.
3 encontraron un motivo para comentar:
soy la primera OwO
bueno mis conjeturas rodrigo es un babos jajaja no pue ser caer en ese juego tan viejo puf jaja
y me gusta leer siii jeje si se me hizo interesante jejej
tu escribe yo te leo
worales!
pues...
creo que comenzará otra etapa muy interesante en tu historia!
eso de mis conjeturas...
están un poco desacertadas
necesito saber un poquito más del pasado de vio jaja, quiero decir, más sobre su intento de asesinato, quizás con una frase pueda dar por sentada mi hipótesis jaja
este capítulo está bien, tu narrativa es excelente y pues ¿qué sigue??? ojalá pronto entren en acción!!
saludos!
por cierto...
todavía no te revientes la cabeza!
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