jueves, agosto 6

¿Carter? Prefiero al asesino...

Rodrigo, Casandra y yo caminábamos por uno de los jardines de la escuela, mientras él intentaba quedar de acuerdo conmigo para sus "clases particulares de biología", las cuales le serían impartidas por mí.

--Por eso te digo --alegaba él--, mañana en la mañana voy a tu casa y estudiamos ahí.

La orden había quedado clara: nadie, absolutamente nadie, puede saber la nueva dirección. Diego nos había hecho jurar a Jonathan y a mí que no soltaríamos la sopa ni aunque nos aplicaran la tortura china.

--Mejor estudiamos aquí, cuando tengamos tiempo libre --decía yo.
--Pero, Vio, no vamos a tener mucho tiempo.
--Ya verás que sí.

Seguimos discutiendo cuando llegamos a la cafetería y luego de pedir nuestra comida, Casandra se disculpó para ir al sanitario.

--Ah sí --dijo Rodrigo, mientras sacaba un sobre negro de su mochila--. Un tipo me pidió que te diera esto.

Miré el sobre durante unos segundos y luego estiré la mano para tomarlo. Era la respuesta. Con eso de que mi papá había resultado un maniaco golpeador y gracias a eso habíamos tenido que cambiar de casa, yo olvidé que el tipo existía.

--¿Quién te la dio? --pregunté.
--Ni idea... el chico me dijo que otro le pidió a él que me la diera y que yo te la diera a ti.
--¿Eh?
--Ay, Violeta, no me hagas repetirlo y ponte a comer ¿sí?
--Tengo que irme...--me levanté de la silla y eché a correr hacia la biblioteca.

No la leería sola. Jonathan me había pedido las cartas del hombre que intentó asesinarme antes y también se quedó con la primera que me había mandado el chico de la fuente. Se suponía que iba a asegurarse de que no fueran el mismo, gracias a la caligrafía de los textos.

A veces, tener un amigo genio de la tecnología tenía sus ventajas.

--¡Jonathan! --grité en cuanto lo vi, y la bibliotecaria me miró enojada-- ¡Es la carta! ¡El chico de la fuente... me contestó!

Varios de los alumnos que se dedicaban a estudiar ahí dentro se echaron a reír, otros me miraron como si estuviera loca y unos más me dirigieron la misma mirada furiosa de la bibliotecaria.

Jonathan abrió los ojos de par en par y me arrebató el sobre de las manos.

Luego de tanto grito, la boca me dolía demasiado, de hecho me ardía, pero eso no me importaba.

--¿La lees o mejor yo?--preguntó.
--Oye, chico, es de mala educación leer la correspondencia de los demás ¿sabías? Además es ilegal.
--Sí bueno, lo legal nunca ha sido mi estilo.

Abrió el sobre y sacó la hoja membretada que había dentro, la desdobló y comenzó a leer:

"Mi preciosa Violeta:

Guau, no tardaste mucho en contestar mi anterior carta ¿verdad? Me alegra que estés interesada en mí tanto como yo en ti.

He visto a ese chico Rodrigo demasiado cerca de ti estos días y debo decir que no me gusta para nada. Siento que le inteeresas para algo más que "estudiar", pero le tiene tanto miedo a su novia que no se atreve a decírcelo a ninguna de las dos. También me enteré de que tu amigo Jonathan te convenció de regresar a esa tontería de la investigación y debo decir que eso tampoco me agrada mucho.

¿Por qué no entiendes, mi preciosa Violeta, que no me gusta que te pongas en peligro? Estoy seguro de que ese chico de cabello rizado también quiere algo más contigo que "investigar". Pero no diré nada acerca de él, porque sé que tiene tu confianza entera, y lo sé porque es la única persona a quien decidiste llamar cuando tu hermano y tú llegaron a aquel edificio. Si supieras quién soy, estoy seguro de que te sorprenderías, y aún más sorprendido quedaría ese pequeño renacuajo que tanto te adora y que se cree Sherlock Holmes.

Hoy estás triste, la relación con tu familia no está bien y eso me duele porque a ti te duele. Quisiera estar contigo en estos momentos, ayudarte de alguna manera o poder darte palabras de aliento, pero como te dije la vez anterior, no me daré a conocer hasta que tú lo quieras.

Debes saber que puedes confiar en mi.

Te amo, mi preciosa Violeta, y te ruego que no caigas en las redes de los chicos que andan detrás de ti, porque entonces me lastimarás demasiado.

Ah, y he convenido que la fuente de la facultad no es el mejor sitio para contestar mis cartas, cariño, así que buscaré tu próximo remitente en el jardín del arte, debajo de la lona amarilla que está donde el conserje deja el mobiliario roto.

Atentamente: El chico de la fuente."



--¡Este tipo está demente! --gritó Jonathan en cuanto terminó de leer la carta.
--Señor Pazos, tal vez usted y su amiga quieran charlar fuera de la biblioteca.
--Lo siento, señorita Reyes --contestó mi amigo en voz baja y se acercó más a mí.

Me quedé callada y él habló.

--¿¡De dónde saca que me gustas?!
--¡Jonathan! --le di un codazo en las costillas-- El tipo sabe todo de mi vida ¿y a ti te preocupa qué piensa sobre nosotros?
--Ah sí... bueno, claro que me refería a eso... espera un poco... el único que me dice "pequeño renacuajo"...
--¿Aja? ¿Quién?
--¡Carter!
--¿Carter?
--¡Ay, nanita, tu admirador secreto es Oliver Carter!
--Claro que no...--dije yo-- Ni si quiera estoy segura de que Carter sepa escribir, además es un bruto y no tiene idea de cómo elaborar un texto de este estilo...
--Violeta y Oliver, debajo de un árbol, la acosa, la besa a fuerzas, investiga su vida... --se puso a canturrear y a mover la cabeza de un lado a otro, pareciendo un idiota retrasado.

Le arrebaté la carta de la mano y eché a andar fuera de la biblioteca. Pobre imbécil.





Cuando entré al aula (tarde, por cierto), Oliver Carter me miraba desde una esquina y luego siguió platicando con otro de los chicos que gustaban de molestar a Jonathan.

--¡Dios santo! --de pronto Casandra entró en mi campo de visión, bloqueando todo lo demás.
--¿Dónde estabas? --inquirió Rodrigo.
--Fui a hablar con Jonathan y...
--¿Decidió darte una paliza? --preguntó él.
--¿Paliza?
--Violeta, te está sangrando el labio... --dijo Casandra.

Inconscientemente me llevé la mano a la boca... Claro, la herida que todavía no formaba una costra gracias al maquillaje, se había abierto cuando corría por la biblioteca gritando como una loca.

--Ah no... en la mañana Diego me arrojó una silla y no la pude esquivar... esto sólo se abrió otra vez.

Casandra y Rodrigo me miraron con cara de incredulidad. Era obvio que mi estúpida excusa no había sido ni de cerca convincente... yo tenía buenos reflejos, en primer lugar, y en segundo, si Diego y yo hubiesemos peleado esta mañana, yo se los habría contado.

Y Carter se reía en una de las esquinas del aula.

2 encontraron un motivo para comentar:

Anónimo dijo...

OMG!
O_o

Anónimo dijo...

esperare las siguientes lineas .Ufffffffffff que cansado estoy.
un abrazo^^

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