sábado, agosto 22
Siempre no...
21:23 |
Publicado por
Betzabé
Y bueno, esto no era tan divertido como parecía. ¿Oliver Carter? Y si él fuera el chico de la fuente, ¿esto era una broma, o era enserio? No podía ser que Carter estuviera enamorado de mí ni mucho menos que fuera capaz de escribir algo así, entonces, le había pagado a alguien para que las escribiera y luego me las mandaba para ver mi reacción y botarse de risa.
Junté las cejas y me ardió el ojo. ¿Carter? ¿Enserio?
¡Qué coraje ser la burla de Oliver Carter!
--Señorita Lazcano ¿me está escuchando?.
Alcé la mirada y la profesora se paró delante de mí.
--¿Me puede decir cómo se desdobla esta proteína?
Me quedé mirándola fijamente a los ojos, mientras sentía cómo mi rostro se sonrojaba... no tenía idea de qué maldita proteína me estaba hablando.
--Está castigada, Violeta, quiero un reporte acerca del desdoblamiento de proteínas y carbohidratos para mañana.
La profesora me dirigió una mirada desdeñosa y dio media vuelta, antes de dirigirse a su escritorio y tomar su bolso.
--Hemos terminado por hoy --dijo.
Autómaticamente todos se levantaron de sus asientos y yo hice lo mismo unos segundos después. Rodrigo y Casandra entraron en mi campo de visión y él me miró incrédulo.
--¿Cómo es posible que no hayas desdoblado esa proteína? ¡Eres una experta en eso!
--Oye, Vio --dijo Casandra--, ¿te encuentras bien?
Tomé la hoja que había estado observando toda la clase y caminé hacia la esquina donde estaba Oliver Carter.
--Te crees muy gracioso, ¿no?--le grité, y todos los presentes centraron su atención en nosotros.
--Hola, linda... ¿qué te trae por aquí?
--Escúchame, Carter, esto del admirador secreto fue divertido al principio, pero no me gusta que me estés investigando todo el día.
--¿De que diablos hablas, Violeta?--el chico se hizo para atrás y me miró con las cejas enarcadas.
--Es sólo una advertencia, Carter--amenacé--, si me vuelves a mandar cartas donde me confiesas que me amas y me dejas ver que eres un psicópata que se la pasa investigándome...
--Violeta, cálmate --dijo Rodrigo que estaba parado detrás de mí.
Entonces, vibró mi celular. No miré el número antes de contestar, sólo oprimí esa tecla verde y me puse el aparato en el oído.
--Violeta --contesté.
--¡Hijos de perra! --gritó un hombre del otro lado de la línea-- ¡Los voy a encontrar y los voy a matar a los dos! ¿Dónde diablos están metidos, malditos bastardos?
--Claro, papá, enseguida te digo --contesté--, anótalo en un papel y luego ve por tu guillotina, que la espero ansiosamente.
--No estoy jugando, o me dices dónde están o voy a...
--¿Golpearnos? --pregunté-- ¿No te bastó con lo que me hiciste? Papá, si tú te atreves a buscarnos, voy a decirle a una trabajadora social cómo me golpeaste hoy y créeme cuando te digo que no voy a ir a visitarte a la cárcel.
--No te atreverías...
--¿Ah no?
--Pues aunque lo hicieras, no tienes pruebas de que lo hice --dijo triunfante.
--¡Oh, papá!, ¿que no tengo pruebas, dices? --reí--. Yo creo que un ojo morado, un labio y ceja abiertos y todos los moretones que ya aparecieron en mi cuerpo serán lo suficientemente convincentes ante cualquier clase de juez.
Escuché una maldición y luego el "bip bip" que anunciaba que el cobarde de mi padre había colgado el teléfono.
Oh, oh... Al parecer mi gran bocota me había hecho caer de nuevo... todos y cada uno de los presentes me miraban sorprendidos. Casandra se acercó a mí y puso su mano en mi hombro.
--Lárguense --dijo--. No hay nada que ver aquí.
Todos se fueron al instante, excepto Rodrigo, Casandra y Jonathan, que acababa de entrar al aula.
--Vio, ¿por qué no me dijiste? --preguntó ella, con una expresión de lástima que me dio asco.
--Porque no tenía ganas de anunciarle a todo el mundo que mi familia es una porquería, pero gracias por preguntar.
--Pero yo...
--No me importa, Casandra --dije bruscamente, aunque sabía que ella no me había hecho o dicho nada malo.
--Violeta...
--Vámonos, Jonathan --caminé frente a él, que enseguida vino detrás de mí.
--No debiste hacer eso... --dijo Jonathan, cuando nos sentamos en aquella roca enorme que absolutamente nadie (salvo los conserjes, tal vez) conocía.
--¿De qué hablas? ¿De cuando casi golpeo a Carter, o de cuando amenacé a mi padre mientras todos escucharon?
--De cuando dejaste a Casandra hablando sola...
--Ah, olvidé esa parte.
--Oye Vio, relájate...
--¡¿Relájate?! --grité-- ¿Eres idiota? ¿Y tú por qué estás aquí? ¿No te preocupaba tanto que el imbécil de Carter pensara que sientes algo por mí? Vamos, Jonathan, no me vengas con...
--Es que sí siento algo por ti --interrumpió.
--¿Eh?
--Bueno... no tanto así como sentir algo... pero tal vez... sólo algo muy leve... ¿Sabes qué? Sólo olvida eso.
--Está bien...
--En cuanto a lo de Carter...
--¿Qué?
--Lamento decirte que hiciste un gran ridículo hoy... --sonrió-- Comparé las cartas hace un rato y supe que tu admirador no es el asesino loco... Luego tomé una de las amenazas que Carter me manda y también supe que tu "chico de la fuente" no es él.
--¿Enserio?
--Sí...
--Ay no...
--Lo sé --contestó--, el ridículo que hiciste hace un rato no va a ser difícil de olvidar.
--Ay, Jonathan, no seas idiota... eso no es lo que me preocupa.
--¿Entonces?
--¡Hay otro loco por ahí que sabe todo acerca de mi vida!
--Ah, eso...
--Sí, eso.
--Bueno, olvida tus problemas por un rato y métete en los de otros --metió la mano en su mochila y sacó un gordo fólder negro con un águila dorada--. Éste es el caso que tenemos qué resolver, linda.
--Oye, espera --dije cuando depositó los papeles en mi mano.
--¿Qué?
--¿Y entonces sí voy a contestar la carta?
Nos miramos un largo rato, mientras yo dejaba que él decidiera lo que se suponía que yo tenía que saber de antemano: Obviamente contestaría la maldita carta.
Junté las cejas y me ardió el ojo. ¿Carter? ¿Enserio?
¡Qué coraje ser la burla de Oliver Carter!
--Señorita Lazcano ¿me está escuchando?.
Alcé la mirada y la profesora se paró delante de mí.
--¿Me puede decir cómo se desdobla esta proteína?
Me quedé mirándola fijamente a los ojos, mientras sentía cómo mi rostro se sonrojaba... no tenía idea de qué maldita proteína me estaba hablando.
--Está castigada, Violeta, quiero un reporte acerca del desdoblamiento de proteínas y carbohidratos para mañana.
La profesora me dirigió una mirada desdeñosa y dio media vuelta, antes de dirigirse a su escritorio y tomar su bolso.
--Hemos terminado por hoy --dijo.
Autómaticamente todos se levantaron de sus asientos y yo hice lo mismo unos segundos después. Rodrigo y Casandra entraron en mi campo de visión y él me miró incrédulo.
--¿Cómo es posible que no hayas desdoblado esa proteína? ¡Eres una experta en eso!
--Oye, Vio --dijo Casandra--, ¿te encuentras bien?
Tomé la hoja que había estado observando toda la clase y caminé hacia la esquina donde estaba Oliver Carter.
--Te crees muy gracioso, ¿no?--le grité, y todos los presentes centraron su atención en nosotros.
--Hola, linda... ¿qué te trae por aquí?
--Escúchame, Carter, esto del admirador secreto fue divertido al principio, pero no me gusta que me estés investigando todo el día.
--¿De que diablos hablas, Violeta?--el chico se hizo para atrás y me miró con las cejas enarcadas.
--Es sólo una advertencia, Carter--amenacé--, si me vuelves a mandar cartas donde me confiesas que me amas y me dejas ver que eres un psicópata que se la pasa investigándome...
--Violeta, cálmate --dijo Rodrigo que estaba parado detrás de mí.
Entonces, vibró mi celular. No miré el número antes de contestar, sólo oprimí esa tecla verde y me puse el aparato en el oído.
--Violeta --contesté.
--¡Hijos de perra! --gritó un hombre del otro lado de la línea-- ¡Los voy a encontrar y los voy a matar a los dos! ¿Dónde diablos están metidos, malditos bastardos?
--Claro, papá, enseguida te digo --contesté--, anótalo en un papel y luego ve por tu guillotina, que la espero ansiosamente.
--No estoy jugando, o me dices dónde están o voy a...
--¿Golpearnos? --pregunté-- ¿No te bastó con lo que me hiciste? Papá, si tú te atreves a buscarnos, voy a decirle a una trabajadora social cómo me golpeaste hoy y créeme cuando te digo que no voy a ir a visitarte a la cárcel.
--No te atreverías...
--¿Ah no?
--Pues aunque lo hicieras, no tienes pruebas de que lo hice --dijo triunfante.
--¡Oh, papá!, ¿que no tengo pruebas, dices? --reí--. Yo creo que un ojo morado, un labio y ceja abiertos y todos los moretones que ya aparecieron en mi cuerpo serán lo suficientemente convincentes ante cualquier clase de juez.
Escuché una maldición y luego el "bip bip" que anunciaba que el cobarde de mi padre había colgado el teléfono.
Oh, oh... Al parecer mi gran bocota me había hecho caer de nuevo... todos y cada uno de los presentes me miraban sorprendidos. Casandra se acercó a mí y puso su mano en mi hombro.
--Lárguense --dijo--. No hay nada que ver aquí.
Todos se fueron al instante, excepto Rodrigo, Casandra y Jonathan, que acababa de entrar al aula.
--Vio, ¿por qué no me dijiste? --preguntó ella, con una expresión de lástima que me dio asco.
--Porque no tenía ganas de anunciarle a todo el mundo que mi familia es una porquería, pero gracias por preguntar.
--Pero yo...
--No me importa, Casandra --dije bruscamente, aunque sabía que ella no me había hecho o dicho nada malo.
--Violeta...
--Vámonos, Jonathan --caminé frente a él, que enseguida vino detrás de mí.
--No debiste hacer eso... --dijo Jonathan, cuando nos sentamos en aquella roca enorme que absolutamente nadie (salvo los conserjes, tal vez) conocía.
--¿De qué hablas? ¿De cuando casi golpeo a Carter, o de cuando amenacé a mi padre mientras todos escucharon?
--De cuando dejaste a Casandra hablando sola...
--Ah, olvidé esa parte.
--Oye Vio, relájate...
--¡¿Relájate?! --grité-- ¿Eres idiota? ¿Y tú por qué estás aquí? ¿No te preocupaba tanto que el imbécil de Carter pensara que sientes algo por mí? Vamos, Jonathan, no me vengas con...
--Es que sí siento algo por ti --interrumpió.
--¿Eh?
--Bueno... no tanto así como sentir algo... pero tal vez... sólo algo muy leve... ¿Sabes qué? Sólo olvida eso.
--Está bien...
--En cuanto a lo de Carter...
--¿Qué?
--Lamento decirte que hiciste un gran ridículo hoy... --sonrió-- Comparé las cartas hace un rato y supe que tu admirador no es el asesino loco... Luego tomé una de las amenazas que Carter me manda y también supe que tu "chico de la fuente" no es él.
--¿Enserio?
--Sí...
--Ay no...
--Lo sé --contestó--, el ridículo que hiciste hace un rato no va a ser difícil de olvidar.
--Ay, Jonathan, no seas idiota... eso no es lo que me preocupa.
--¿Entonces?
--¡Hay otro loco por ahí que sabe todo acerca de mi vida!
--Ah, eso...
--Sí, eso.
--Bueno, olvida tus problemas por un rato y métete en los de otros --metió la mano en su mochila y sacó un gordo fólder negro con un águila dorada--. Éste es el caso que tenemos qué resolver, linda.
--Oye, espera --dije cuando depositó los papeles en mi mano.
--¿Qué?
--¿Y entonces sí voy a contestar la carta?
Nos miramos un largo rato, mientras yo dejaba que él decidiera lo que se suponía que yo tenía que saber de antemano: Obviamente contestaría la maldita carta.
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La autora
- Betzabé
- Una cosa es cierta: Sea lo que sea que estés pensando de mí, estás equivocado.
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...............
un abrazo^^
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