viernes, abril 23
El pasado
22:24 |
Publicado por
Betzabé
--No debe ser algo tan agradable de escuchar si tu ricitos huyó como una comadreja asustada --Sebastián trató de relajar el ambiente con una de sus sonrisas pícaras, pero lo que yo estaba a punto de contar era demasiado denso como para que una sorisita animosa pudiese aligerarlo un poco.
--Bueno, digamos que no fue fácil de vivir y puedo ponerme mal cuando lo cuento...
--Sí, y supongo que el nene también se desmaya si se imagina que estás en peligro, ¿no?
--¿Sabes qué? Ya no te voy a contar nada. Perdiste tu oportunidad.
--Sólo bromeaba --atrapó mi mejilla entre sus dedos y sonrió de nuevo--. Cuéntame.
--Tienes que prometerme que jamás le vas a contar a nadie.
--Te lo juro --aseguró con voz fiera.
Siempre era difícil regresar a aquel tiempo. En mi memoria, quiero decir. Me costaba mucho trabajo recordar y narrar sin que se me quebrara la voz o sin sentir que lo estaba viviendo de nuevo. Había visto a un psicólogo durante un año completo, pero nunca había conseguido eliminar aquella extraña situación. Era como si estuviese ahí, con quince años y muchas ganas de importarle a alguien... Respiré profundamente y comencé a hablar.
--Ya sabes que siempre me he llevado mal con mi familia, ¿no? Digo, antes de que todo esto pasara.
--Algo de eso sabía...
--Bueno, antes vivíamos en provincia. Nuestra casa era linda y disfrutaba mucho el tiempo ahí aunque mis papás nunca estaban y Diego siempre me ignoraba.
--¿Diego? ¿Alguna vez te llevaste mal con él? --el rostro de Sebastián dibujaba perfectamente el desconcierto y la incredulidad.
--No nos soportábamos --aseguré--. Tenía catorce años y comencé a recibir cartas de un admirador secreto, que me aseguró siempre que estaba perdidamente enamorado de mí y que yo era la persona que más quería en el mundo. Yo ignoré las cartas al principio, pero mientras más llegaban más crecía mi curiosidad y un buen día le contesté... resultó ser alguien muy agradable, de hecho, y como nadie en mi casa parecía notar mi existencia comencé a sentirme feliz de que alguien sí lo hiciera. Él me escribía cosas que jamás había leído en ninguna otra parte y para ser franca debo decir que juré estar enamorada de él...
--¿De un tipo que ni conocías? --yo miraba el pasto cuando Sebastián habló, pero pude imaginar que fruncía el ceño.
--Entiende que yo estaba muy sola... no tenía amigos en la escuela y mi familia jamás me hablaba, así que cuando alguien me trató bien por primera vez juré que estaba enamorada porque confundí la gratitud con algo más.
--Cierto... eras una pequeña tortuga solitaria --sonrió y no pude evitar hacer lo mismo.
--Cuando cumplí quince el único que se acordó fue él. Yo le había contado todo sobre mí, sobre cómo me sentía y le dije también que mis padres nunca se habían preocupado por mí, gracias a que pasaban todo su tiempo peleando. Sabía que mi hermano a penas sabía de mi existencia y que nunca estaba en casa...
--¿Nunca te dijeron que no debías contarle tu depresiva vida a un extraño?
--Era alguien de mi edad. Tenía que entenderme, porque se supone que todos los adolescentes se sienten solos e incomprendidos...
--Entiendo. Continúa --dijo después de unos segundos de silencio ensordecedor.
--El día de mi cumpleaños Diego se fue con su novia Melissa y mis papás se quedaron en casa peleando como siempre. Él me dijo que era hora de que lo conociera en persona y yo tardé medio segundo en aceptar. Esa noche tomé las llaves de la fuente, que siempre estaban ahí precisamente porque Diego odiaba que las pusiera en ese lugar...
--Siempre has sido una necia, ¿no? --su comentario pasó desapercibido y continué hablando.
--Me puse la mejor ropa que tenía y fui al club donde me citó. Dijo que era un chico de quince que medía como un metro setenta y tantos, que llevaría una camiseta roja a cuadros y pantalones de mezclilla... Esa noche había muchos con su descripción, pero ninguno de ellos parecía un chico de quince años. Esperé por lo menos media hora hasta que noté que un tipo me miraba de lejos. Seguí sus movimientos durante unos minutos más y noté que me vigilaba; no era como cuando alguien te llama la atención y lo miras sin que se de cuenta, más bien él se estaba asegurando de que yo notara su presencia, de que me fijara que había estado viéndome todo ese rato.
"Me asusté y quise regresar a casa de inmediato, pero el hombre caminó hacia mí y me empujó a un callejón que había junto al club. Fue algo muy ingenioso de su parte, ya que la música era tan fuerte y la iluminación tan escasa, que nadie vería ni escucharía nada aunque estuviese muy cerca de nosotros... No sé por qué, pero en vez de sentir las extremidades hechas gelatina como cada vez que me asusto, me sentí más fuerte que nunca. Me urgía correr, alejarme de él y buscar a alguien que pudiese ayudarme y llevarme de vuelta a casa, pero nada de eso sucedió porque él apretó mi cuello con sus dedos y lo hizo tan fuerte que sentí como si me deshiciera los huesos y me triturara los músculos.
La expresión en el rostro de Sebastián me dejó saber que no estaba disfrutando la historia, y que ahora entendía por qué Jonathan había decidido retirare para no escucharla otra vez. Durante unos segundos pensé en dejar todo por la paz y cambiar el tema, pero él recompuso su semblante y me animó a continuar.
--No podría... --ahí estaba de nuevo el nudo en la garganta que por estos días me era tan familiar-- No sería capaz de describirte exactamente cómo me sentí en ese momento. Tenía más miedo del que nunca he tenido en mi vida, porque estaba segura de que todo para mí había terminado y de que además sería muy doloroso. El hombre me miraba directo a los ojos y sonreía levemente. Fue ahí cuando lo escuché decir: "esperé mucho para que llegara este día" y luego de eso me alzó en el aire como en las películas, mi espalda sufrió una raspadura gracias al roce con la pared de ladrillo y podría jurar que escuché un 'clic' en mi cuello cuando él apretó un poco más.
"Recuerdo que comencé con una oración en mi cabeza. Nunca he creído en Dios, pero en esos momentos estaba tan desesperada que habría realizado un ritual maya para que el individuo (que quince años no tenía) dejara de estrujar mi cuello como si fuese una barra de plastilina. Me pregunté mil veces por qué me hacía eso. Me pregunté por qué me había hecho quererlo si lo único que quería hacer conmigo era asesinarme. Él no paraba de decir que desde la primera vez que me vio había soñado con aquel instante y besaba una de las manos con las que le arañaba la cara y el cuello para que me soltara... ¿Por qué a mí? Fue lo último que me pregunté antes de verlo todo negro y sentir como si mis extremidades se desconectaran del resto de mi cuerpo.
"El hombre se echó a reír y después escuché un golpe sordo seguido de una exclamación. Mi cuello fue liberado y yo caí al suelo como un títere al que le han cortado los hilos. Mi cabeza se golpeó con un bote de desperdicios que había en ese callejón y la voz que escuché antes de que la inconsciencia me arrastrara hasta el fondo de mi cabeza fue la de Diego.
--¿Fue por ti? ¿Diego te salvó? --preguntó él, tan emocionado como un niño al que le leen un cómic de Superman.
--Sí --contesté--. Él llamó a la policía y a una ambulancia. Dice que vió la última carta en mi recámara y que fue inmediatamente a buscarme. Desperté dos días después en un hospital cercano con una contusión, un brazo fracturado y un collarín para inmovilizar el cuello. Fue horrible ver que mis padres no estaban ahí. Me sentí mal porque Diego no había dormido por estar a mi lado y fue peor saber que todo el hospital sabía que una niña tarada y soñadora había sido medio asesinada por su admirador secreto de treinta años con complejo de Jack el Destripador.
"Las noticias corren como la espuma y el periódico local cubrió la noticia como si se hubiese tratado del asesinato del presidente municipal. La escuela estaba dividida en dos bandos: los que me tenían lástima, y los que se burlaban porque la única persona que se había interesado en mí había querido matarme.
--Estúpidos --susurró Sebastián con los ojos entrecerrados.
--Tuvimos que mudarnos aquí porque el tipo que provocó todo aquello salió de la cárcel luego de tres meses y mis padres fingieron que temían por mi seguridad. Fue ahí cuando Diego dejó de hablarme y me quedé sola de verdad... hasta que entré a la escuela y conocí a Jonathan. Dice mi psicólogo que le tuve tanta confianza desde el primer instante porque fue la primer persona en mostrar interés real por mí... Yo digo que él tiene un encanto natural --sonreí y Sebastián puso los ojos en blanco.
--Espera... --dijo--. ¿Por qué te dejó de hablar Diego?
--Porque él amaba a Melissa y gracias a mí tuvo que alejarse de ella... supongo que hubo días en que se arrepintió de haberme salvado, porque su vida sería más divertida y feliz si no lo hubiese hecho... Tal vez tendría una hermosa familia justo ahora.
Lo miré pensativa. Me preguntaba qué estaría pensando de mí. Si aseguraba que era una chica con muy mala suerte o una chiflada mentirosa con bipolaridad. Pasaron unos minutos antes de que él pasara sus dedos por mi cabello y sonriera un poquito.
--¿Es la historia? --preguntó.
--Es la historia --aseguré.
--Eso no cambia nada --dijo.
--¿Eh?
--Sigues siendo una pequeña salvaje... la pequeña salvaje más valiente de todas. Ya no llores.
Fue hasta entonces que me di cuenta de que mis mejillas estaban húmedas. Odiaba el llanto silencioso. Puedes estar creando un mar de lágrimas sin darte cuenta, y cuando menos te lo esperas tienes que usar una cubeta para sacar tanto líquido del lugar. Lo bueno era que estábamos en un espacio abierto y la tierra absorbe muy bien el agua, venga de donde venga.
--¿Sebas? --siseé.
--¿Mmm?
--Más vale que te olvides de todas las veces que me has visto llorar, porque te arrancaré la cabeza si alguna vez te burlas de mí.
--Tú puedes renegar todo lo que quieras, pero jamás voy a dejar de recordarte que eres una leoncilla chillona que no aguanta nada.
Me eché a reír y le propiné un buen golpe en el abdomen. Me tronaron todos los dedos y él soltó una carcajada bastante audible. Comenzamos a correr por el césped tratando de alcanzar al otro... Tal vez eso de mi bipolaridad no era pura broma.
--Bueno, digamos que no fue fácil de vivir y puedo ponerme mal cuando lo cuento...
--Sí, y supongo que el nene también se desmaya si se imagina que estás en peligro, ¿no?
--¿Sabes qué? Ya no te voy a contar nada. Perdiste tu oportunidad.
--Sólo bromeaba --atrapó mi mejilla entre sus dedos y sonrió de nuevo--. Cuéntame.
--Tienes que prometerme que jamás le vas a contar a nadie.
--Te lo juro --aseguró con voz fiera.
Siempre era difícil regresar a aquel tiempo. En mi memoria, quiero decir. Me costaba mucho trabajo recordar y narrar sin que se me quebrara la voz o sin sentir que lo estaba viviendo de nuevo. Había visto a un psicólogo durante un año completo, pero nunca había conseguido eliminar aquella extraña situación. Era como si estuviese ahí, con quince años y muchas ganas de importarle a alguien... Respiré profundamente y comencé a hablar.
--Ya sabes que siempre me he llevado mal con mi familia, ¿no? Digo, antes de que todo esto pasara.
--Algo de eso sabía...
--Bueno, antes vivíamos en provincia. Nuestra casa era linda y disfrutaba mucho el tiempo ahí aunque mis papás nunca estaban y Diego siempre me ignoraba.
--¿Diego? ¿Alguna vez te llevaste mal con él? --el rostro de Sebastián dibujaba perfectamente el desconcierto y la incredulidad.
--No nos soportábamos --aseguré--. Tenía catorce años y comencé a recibir cartas de un admirador secreto, que me aseguró siempre que estaba perdidamente enamorado de mí y que yo era la persona que más quería en el mundo. Yo ignoré las cartas al principio, pero mientras más llegaban más crecía mi curiosidad y un buen día le contesté... resultó ser alguien muy agradable, de hecho, y como nadie en mi casa parecía notar mi existencia comencé a sentirme feliz de que alguien sí lo hiciera. Él me escribía cosas que jamás había leído en ninguna otra parte y para ser franca debo decir que juré estar enamorada de él...
--¿De un tipo que ni conocías? --yo miraba el pasto cuando Sebastián habló, pero pude imaginar que fruncía el ceño.
--Entiende que yo estaba muy sola... no tenía amigos en la escuela y mi familia jamás me hablaba, así que cuando alguien me trató bien por primera vez juré que estaba enamorada porque confundí la gratitud con algo más.
--Cierto... eras una pequeña tortuga solitaria --sonrió y no pude evitar hacer lo mismo.
--Cuando cumplí quince el único que se acordó fue él. Yo le había contado todo sobre mí, sobre cómo me sentía y le dije también que mis padres nunca se habían preocupado por mí, gracias a que pasaban todo su tiempo peleando. Sabía que mi hermano a penas sabía de mi existencia y que nunca estaba en casa...
--¿Nunca te dijeron que no debías contarle tu depresiva vida a un extraño?
--Era alguien de mi edad. Tenía que entenderme, porque se supone que todos los adolescentes se sienten solos e incomprendidos...
--Entiendo. Continúa --dijo después de unos segundos de silencio ensordecedor.
--El día de mi cumpleaños Diego se fue con su novia Melissa y mis papás se quedaron en casa peleando como siempre. Él me dijo que era hora de que lo conociera en persona y yo tardé medio segundo en aceptar. Esa noche tomé las llaves de la fuente, que siempre estaban ahí precisamente porque Diego odiaba que las pusiera en ese lugar...
--Siempre has sido una necia, ¿no? --su comentario pasó desapercibido y continué hablando.
--Me puse la mejor ropa que tenía y fui al club donde me citó. Dijo que era un chico de quince que medía como un metro setenta y tantos, que llevaría una camiseta roja a cuadros y pantalones de mezclilla... Esa noche había muchos con su descripción, pero ninguno de ellos parecía un chico de quince años. Esperé por lo menos media hora hasta que noté que un tipo me miraba de lejos. Seguí sus movimientos durante unos minutos más y noté que me vigilaba; no era como cuando alguien te llama la atención y lo miras sin que se de cuenta, más bien él se estaba asegurando de que yo notara su presencia, de que me fijara que había estado viéndome todo ese rato.
"Me asusté y quise regresar a casa de inmediato, pero el hombre caminó hacia mí y me empujó a un callejón que había junto al club. Fue algo muy ingenioso de su parte, ya que la música era tan fuerte y la iluminación tan escasa, que nadie vería ni escucharía nada aunque estuviese muy cerca de nosotros... No sé por qué, pero en vez de sentir las extremidades hechas gelatina como cada vez que me asusto, me sentí más fuerte que nunca. Me urgía correr, alejarme de él y buscar a alguien que pudiese ayudarme y llevarme de vuelta a casa, pero nada de eso sucedió porque él apretó mi cuello con sus dedos y lo hizo tan fuerte que sentí como si me deshiciera los huesos y me triturara los músculos.
La expresión en el rostro de Sebastián me dejó saber que no estaba disfrutando la historia, y que ahora entendía por qué Jonathan había decidido retirare para no escucharla otra vez. Durante unos segundos pensé en dejar todo por la paz y cambiar el tema, pero él recompuso su semblante y me animó a continuar.
--No podría... --ahí estaba de nuevo el nudo en la garganta que por estos días me era tan familiar-- No sería capaz de describirte exactamente cómo me sentí en ese momento. Tenía más miedo del que nunca he tenido en mi vida, porque estaba segura de que todo para mí había terminado y de que además sería muy doloroso. El hombre me miraba directo a los ojos y sonreía levemente. Fue ahí cuando lo escuché decir: "esperé mucho para que llegara este día" y luego de eso me alzó en el aire como en las películas, mi espalda sufrió una raspadura gracias al roce con la pared de ladrillo y podría jurar que escuché un 'clic' en mi cuello cuando él apretó un poco más.
"Recuerdo que comencé con una oración en mi cabeza. Nunca he creído en Dios, pero en esos momentos estaba tan desesperada que habría realizado un ritual maya para que el individuo (que quince años no tenía) dejara de estrujar mi cuello como si fuese una barra de plastilina. Me pregunté mil veces por qué me hacía eso. Me pregunté por qué me había hecho quererlo si lo único que quería hacer conmigo era asesinarme. Él no paraba de decir que desde la primera vez que me vio había soñado con aquel instante y besaba una de las manos con las que le arañaba la cara y el cuello para que me soltara... ¿Por qué a mí? Fue lo último que me pregunté antes de verlo todo negro y sentir como si mis extremidades se desconectaran del resto de mi cuerpo.
"El hombre se echó a reír y después escuché un golpe sordo seguido de una exclamación. Mi cuello fue liberado y yo caí al suelo como un títere al que le han cortado los hilos. Mi cabeza se golpeó con un bote de desperdicios que había en ese callejón y la voz que escuché antes de que la inconsciencia me arrastrara hasta el fondo de mi cabeza fue la de Diego.
--¿Fue por ti? ¿Diego te salvó? --preguntó él, tan emocionado como un niño al que le leen un cómic de Superman.
--Sí --contesté--. Él llamó a la policía y a una ambulancia. Dice que vió la última carta en mi recámara y que fue inmediatamente a buscarme. Desperté dos días después en un hospital cercano con una contusión, un brazo fracturado y un collarín para inmovilizar el cuello. Fue horrible ver que mis padres no estaban ahí. Me sentí mal porque Diego no había dormido por estar a mi lado y fue peor saber que todo el hospital sabía que una niña tarada y soñadora había sido medio asesinada por su admirador secreto de treinta años con complejo de Jack el Destripador.
"Las noticias corren como la espuma y el periódico local cubrió la noticia como si se hubiese tratado del asesinato del presidente municipal. La escuela estaba dividida en dos bandos: los que me tenían lástima, y los que se burlaban porque la única persona que se había interesado en mí había querido matarme.
--Estúpidos --susurró Sebastián con los ojos entrecerrados.
--Tuvimos que mudarnos aquí porque el tipo que provocó todo aquello salió de la cárcel luego de tres meses y mis padres fingieron que temían por mi seguridad. Fue ahí cuando Diego dejó de hablarme y me quedé sola de verdad... hasta que entré a la escuela y conocí a Jonathan. Dice mi psicólogo que le tuve tanta confianza desde el primer instante porque fue la primer persona en mostrar interés real por mí... Yo digo que él tiene un encanto natural --sonreí y Sebastián puso los ojos en blanco.
--Espera... --dijo--. ¿Por qué te dejó de hablar Diego?
--Porque él amaba a Melissa y gracias a mí tuvo que alejarse de ella... supongo que hubo días en que se arrepintió de haberme salvado, porque su vida sería más divertida y feliz si no lo hubiese hecho... Tal vez tendría una hermosa familia justo ahora.
Lo miré pensativa. Me preguntaba qué estaría pensando de mí. Si aseguraba que era una chica con muy mala suerte o una chiflada mentirosa con bipolaridad. Pasaron unos minutos antes de que él pasara sus dedos por mi cabello y sonriera un poquito.
--¿Es la historia? --preguntó.
--Es la historia --aseguré.
--Eso no cambia nada --dijo.
--¿Eh?
--Sigues siendo una pequeña salvaje... la pequeña salvaje más valiente de todas. Ya no llores.
Fue hasta entonces que me di cuenta de que mis mejillas estaban húmedas. Odiaba el llanto silencioso. Puedes estar creando un mar de lágrimas sin darte cuenta, y cuando menos te lo esperas tienes que usar una cubeta para sacar tanto líquido del lugar. Lo bueno era que estábamos en un espacio abierto y la tierra absorbe muy bien el agua, venga de donde venga.
--¿Sebas? --siseé.
--¿Mmm?
--Más vale que te olvides de todas las veces que me has visto llorar, porque te arrancaré la cabeza si alguna vez te burlas de mí.
--Tú puedes renegar todo lo que quieras, pero jamás voy a dejar de recordarte que eres una leoncilla chillona que no aguanta nada.
Me eché a reír y le propiné un buen golpe en el abdomen. Me tronaron todos los dedos y él soltó una carcajada bastante audible. Comenzamos a correr por el césped tratando de alcanzar al otro... Tal vez eso de mi bipolaridad no era pura broma.
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La autora
- Betzabé
- Una cosa es cierta: Sea lo que sea que estés pensando de mí, estás equivocado.
9 encontraron un motivo para comentar:
waaaaaaaa que bonito más confianza wiii espero el siguite capitulo :D cuidate
Pregunto: la historia, ¿realidad o ficción?
Esa experiencia ha debido de ser devastadora, sin duda lo suficiente para generar un trauma muy profundo. Si hay una moraleja esa sería, creo yo, que hay que mantener el contacto con la gente cercana porque uno no sabe en qué momento aparecerá un desgraciado como el que contacto con la niña; y que lo mejor hubiera sido que ella hubiera tenido alguien a quien contarle de ese tipo... alguien que le aconseje un poco, o no sé, alguien que le acompañe.
saluos!
(pero la culpa también puede causar un trauma severo; no hay que sentirse culpable por toda la vida. Digo, ¿y si habla con Diego?, mejor. Para que se digan las verdades y se aclaren las dudas.)
wow...
que gran historia
siempre me habia
preguntado que era lo
que le habia pasado.
Con que eso fue lo que paso... pobre!! tan peque y casi la matan!!! ya quiero saber que pasara!!
besos!!
Hola!! Tienes premios en mi blog!!
Yo también me lo había preguntado jeje
aaaay hasta apenas me paso por aquí (:, han sido unas semanas muy pesadas u.u
pero bueno, ya que vuelvo a retomar la historia te diré que "Equilibrio" me encantó, los otros también, claro, pero en ese capítulo no sé jaja, reí mucho.
Qué triste que la gente te diga esas cosas, creeme que a mí nunca me pasaron por la cabeza jaja, y eso que he leído alguito n.n
Tu historia me parece original y divertida, creo que ya lo había dicho, atrapa por completo.
Ahora... tomando en cuenta el comentario de @actvservidor, considerando que a una persona real le ocurrieran esas cosas, no lo había pensado pero sí es un trauma enorme.
Me alegro que sea Violeta quien lo enfrente, eso garantiza una demostración viable de lo que es superar los problemas.
Saluditos n.n
Betzabéeeeeeeeeee!!!
Contesta, mujer... =)
saluos!
Jaja, o.k, @actvservidor, la historia es ficción, porque si a mí me pasara algo parecido... bueno, digamos que yo siempre he sido media cobardona y viviría dentro de un caparazón llorando a diario y por nada del mundo volvería a confiar en nadie.
Así que yo quisiera ser como Vio algún día.
¿Por? ¿Está muy cruel esto? Porque ya me han dicho que muchos de mis escritos son demasiado crueles... no sé, tal vez tengo complejo de Tim Burton o algo parecido.
Gracias a todos por darse un tiemp de leer mi historia
ji! gracias!
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