domingo, julio 12

Insegura de nuevo.

--¿Vio? --preguntó Rodrigo en cuanto tomé la bocina, mi cabello era una maraña y tenía un aliento como de perro, pero era Rodrigo y eso era lo importante, además, él no me estaba viendo ¿o sí?
--Hola Ro --contesté yo--. ¿Qué puedo hacer por ti?
--Bueno, la verdad quería pedirte un favor.
--Lo que sea --contesté con tono casi histérico y me pellizqué el brazo como para castigarme por eso.
--... Tengo un examen de biología en una semana, ¿sabes? y...
--¿Y? --pregunté cuando él interrumpió la oración a la mitad.
--Bueno, la verdad es que soy un desastre y Casandra igual, así que quería pedirte que me ayudes a estudiar y todo eso.
--Claro --contesté sin pensarlo dos veces--. Pero podías habermelo dicho en la escuela... ¿o es que no vas a ir hoy?

La sola idea dibujó una mueca en mi rostro.

--Sí voy a ir, pero, tú sabes... en la escuela no hablamos mucho.
--Sí, lo sé.
--Bueno, Vio, te veo luego ¿está bien?
--Claro, adiós.

Colgué y al girarme él estaba ahí. Su risa burlona que yo conocía tan bien hizo que me dieran ganas de reventarle la cara a golpes. Soltó una carcajada y luego meneó la cabeza en un gesto de desaprobación para aumentar su burla. Pero yo no sabía de qué diablos se reía... hasta que vi lo que había en su mano izquierda.

La hoja membretada y arrugada estaba en su puño y se reía de mí.

--¿Un admirador secreto que firma como "futuro difunto"?, guau, hermanita, esta vez te volaste la barda... sólo cerciorate de que no sea otro asesino serial, ¿esta bien?
--No tienes derecho de tomar mis cosas y leerlas así como así.
--Oye, con lo que pasó hace tres años tenemos más que suficiente, ¿sí? No estoy dispuesto a mudarme de nuevo sólo por ti, y sobre todo... No quiero que tu vida esté en risgo otra vez, Violeta.

No era justo. Me pareció una grosería que Diego se empeñara en recordarme lo sucedido tres años atrás. Era mi hermano y sabía lo mucho que me había costado recuperarme de aquello, no necesitaba que me estuviera lanzando advertencias sobre los admiradores secretos una vez más. No de nuevo. Ahora me sabía cuidar y no era tan estúpida como antes, Diego quería protegerme, pero me hería al hacerlo.

Caminé hacia él y le arrebaté el papel de la mano.

--No me importa lo que pienses, Diego --dije, al borde de las lágrimas--. ¿Por qué no puedes aceptar que de nuevo le gusto a alguien?

Tenía coraje. Las lágrimas me salen a borbotones cuando estoy enojada, es humillante, sí, pero en algún lugar leí que cuando una llora se libera una sustancia que hace que te sientas mejor, así que me solté a llorar como no lo hacía desde hacía mucho tiempo, esperando a que la condenada sustancia se liberara de una buena vez para empezar a sentirme bien.

Lloraba porque Diego tenía razón.

Me descubrí contestando la carta anónima con pulso tembloroso y humedeciendo el papel con el llanto. Me dio un poco de vergüenza saber que quien la leyera se llevaría una mala impresión de mí: una hoja mal arrancada del cuaderno de matemáticas, la letra poco legible por el temblor de mis manos y manchas rugosas en la superficie causadas por las gotas de agua que corrían por mis mejillas y terminaban ahí, diluyendo un poco la tinta y haciendo que el mensaje se entendiera cada vez menos.

Chico de la fuente:

No sé quién eres, ni quiero saberlo. Creía que sí, de hecho estaba dispuesta a esperarte para saberlo, pero hoy mi cobardía ha aumentado notoriamente y no sería capaz de verte a la cara sin tener miedo, porque incluso ahora lo tengo.

Seguro eres alguien que me conoce bien, de otro modo no sabrías lo que pasa con Rodrigo, Casandra y mi sentimiento hacia él. Sin embargo, nada sabes sobre quién soy, nada sabes sobrequién fui y no hay forma de que lo sepas. Voy a entrar en este juego contigo, pero debo advertirte que probablemente nunca te vea a la cara, porque sigo teniendo miedo.

Atentamente: Violeta.

Para cuando terminé de escribir, las lágrimas habían cesado. Metí la nota en la mochila y entré al baño, abrí la llave del agua caliente y me di una buena ducha.

Sí. Seguía teniendo miedo. Y ahora le iba a contar eso a alguien a quien probablemente nunca conocería.

Miedo.

1 encontraron un motivo para comentar:

Anónimo dijo...

leí la entrada anterior y esta, la historia es muy interesante, intrigante, de las que me agradan, las que no me aburren por que me hacen sonreír y poner caras extrañas ante lo que ven, he imagina mi mente.
Cuídate, un abrazo, me ha encantado. ^^

La autora

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Una cosa es cierta: Sea lo que sea que estés pensando de mí, estás equivocado.
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