domingo, marzo 21

Apoyo inesperado y una chica misteriosa.

--Maldición --musitó Jonathan antes de colocarse frente a mí, tapando de mi vista a mi hermano.

Me miró justo a los ojos, me puso las manos sobre los hombros y suspiró antes de hablar.

--Respira --dijo.
--¿Qué? --pregunté, confundida.

Sentía todo el cuerpo esponjoso. Desafortunadamente, mi consistencia gelatinosa no era tan absurdamente agradable como hacía apenas unos cuantos minutos, no era provocada por ninguna caricia ni beso de Jonathan... me sentía completamente incorpórea, como si mis pies estuviesen a punto de desprenderse del piso en cualquier momento. Me sentía ligera, muy ligera. Mi cabeza estaba fría y no podía pensar muy claro que digamos, pero estaba consciente de que algo malo había pasado y de que me sentía terriblemente culpable por ello.

--Vamos a ir al hospital ¿está bien? --continuó Jonathan, ignorando mi nube mental--. Pero necesito que quites esa cara y que respires.

¿Y por qué me hablaba como si fuera una retrasada mental? No era tarada, solamente estaba asustada porque, ahora que recordaba, mi madre estaba medio muerta gracias a que la bestia que yo tenía por padre la había golpeado de nuevo. Jonathan me miró un buen rato, hasta que se aseguró de que no iba a desmayarme, gritar, golpear a alguien, ni nada por el estilo. Asentí y luego él fue con mi hermano.

--¿Qué sucedió? --preguntó. Parecía como si Jonathan fuera la máxima autoridad en mi casa y estuviese cuidando de dos pequeñines sin uso de razón.
--Veo a mamá desde hace unas semanas --comenzó Diego--. Me sentía mal porque ella no tenía mucha culpa por lo que nos hizo papá, y después de todo ella lo odia tanto o más que nosotros. Ya sabía que Violeta me aborrecería si se enteraba, así que no le dije nada y comencé a visitarla cuando mi papá estaba en el trabajo y ella no... Hoy no sé qué pasó... él sólo entró por la puerta y comenzó a gritarle por no sé qué cosa... segundos después ya estaba golpeándola como si le pagaran por ello.
--¿Y tú? --Jonathan se sentó junto a Diego y lo miró como si fuera un niño pequeño con un trauma muy grande--. ¿Cómo te hicieron eso?
--No iba a dejar que le pegara frente a mí... quise defenderla pero hice algo muy estúpido y él aprovechó la oportunidad. Luego pude hacerlo a un lado y saqué a mi mamá de la casa... la llevé al hospital antes de venir por Vio... no sé si vaya a salir de esto ¿ajá? Así que Vio tiene que despedirse de ella, decirle que no la odia, que la perdona por todo... --Diego miraba a la nada igual que yo, y su voz se quebró cuando dijo la última palabra.
--Está bien --dijo Jonathan--. Vamos.

Se levantó del sillón y caminó hasta mi habitación. Unos segundos más tarde estaba junto a mí con un suéter mío en la mano y las llaves del apartamento en la otra. Diego se limpió la cara con un pañuelo y salió por la puerta principal, yo iba a hacer lo mismo cuando Jonathan me tomó por el brazo y me hizo mirarlo a la cara.

--Escucha, tu hermano te necesita hoy.
--Es mi mamá la que se está muriendo --refunfuñé--. Es mi hermano el que me ocultó que estaba viéndola periódicamente y soy yo la que tiene que ir a ver qué sucede en ese maldito hospital porque no entiendo absolutamente nada. No me trates como si tuviera el coeficiente intelectual de un perro.

Bajé las escaleras con paso firme y pude escuchar que Jonathan decía algo, pero también pude notar que había sacado el celular y que sus palabras no se dirigían hacia mí, así que no puse atención a lo que salía de su boca y entré al auto de Diego en cuanto lo tuve enfrente. El hospital más cercano a la casa de mis padres estaba a cuarenta minutos de nuestro hogar, pero no había tráfico y Diego tenía ese complejo de "rápido y furioso" que lo invadía cada vez que se proponía llegar a un lugar en determinado tiempo, así que llegamos en menos de media hora. Gracias al cielo no nos topamos con ninguna patrulla, porque de lo contrario Diego tendría muchas multas por pagar.

Entramos al hospital y Diego habló con una mujercita que reconocí de inmediato: era la enfermera enana que me había obligado a comer aquella gelatina verde y sin sabor la vez que tuve un vergonzoso accidente que involucraba un pastel y varios trozos de almendras. Y pensar que había pasado tan poco tiempo desde aquel día...

--Dice que podremos entrar en un rato más --dijo mi hermano cuando la mujer se alejó de él.
--¿Va a estar despierta? --pregunté.
--No creo... Lo más seguro es que le hayan administrado sedantes... por... tú sabes...
--Sí, por los bonitos tatuajes que le hizo mi papá, ¿no? Genial.
--Creo que va a estar bien... dice la enfermera que los doctores están haciendo lo que pueden, pero no me asegura nada. Espero que podamos hablar con ella...
--¿Y qué se supone que voy a decirle? "¿Discúlpame por haberte dejado con ese salvaje y por haberte dicho tantas cosas horribles?" No creo que eso sea lo más adecuado, porque ¿sabes? No me parece justo que ella no haya dicho nada para que mi papá dejara de golpearme aquella vez, y sí, ya sé que hace un poco más de medio año que eso ocurrió, pero las imágenes de su rostro idiota que me mira tontamente mientras papá me muele a golpes no son nada agradables y créeme cuando te digo que todavía las tengo frescas en la memoria.
--Pero es nuestra mamá.
--¿Y eso a ella cuándo le preocupó? Lo más inteligente que ha hecho por mí fue pedirle a mi padre que nos mudáramos para que ese maldito loco no me siguiera acosando.
--Violeta...
--Déjame pensar --susurré--. Deja que procese el hecho de que me ocultaste algo cuando comenzaba a creer que nos queríamos en serio.

Le di la espalda y caminé hasta la sala de espera. Me senté en una de las sillas más incómodas que he visto en mi vida entera y a los pocos minutos comencé a quedarme dormida. Abracé mi cuerpo y eché mi cabeza hacia atrás. Dormir en la sala de espera de un hospital es la cosa menos satisfactoria que alguien puede experimentar, pero por el momento no tenía nada mejor qué hacer. Diego se sentó en la hilera de sillas que se encontraba del lado opuesto a donde yo estaba, así que no tuve que preocuparme por el hecho de que él fuera a exigirme una disculpa por lo que acababa de decirle.

--Oye, pequeña salvaje, la espalda te va a doler como el infierno si sigues en esa posición.

Sentí una suave tela en mi piel y abrí los ojos, repentinamente alerta. Podía esperar que fuese un ladrón dispuesto a quitarme lo poco que tenía en el bolsillo del pantalón, incluso estaba preparada para encontrarme cara a cara con Pie Grande, pero jamás habría esperado que Sebastián estuviese ahí.

Se sentó a mi lado y me pasó un brazo por los hombros, de manera que mi cabeza se acomodó perfectamente en el hueco que se formó. La tela suave que había sentido era el suéter que Jonathan había sacado de mi habitación. Fue hasta entonces que noté su ausencia. No sabía muy bien por qué, pero este día me había estado comportando como una perra desdichada.

--¿Qué haces aquí? --pregunté, enroscando uno de mis brazos alrededor de su cuerpo y colocando el otro debajo de mi cabeza para estar más cómoda. Estaba al borde de la inconsciencia, así que actuaba estúpidamente con tal de dormir bien.
--Me llamó un pajarito y me dijo que estabas de malas.
--¿Dónde está?
--¿El pajarito? Pues quería venir a estar contigo, pero la manera en que le hablaste le dijo que no querías estar con él, y como no quería que estuvieras sola me llamó para que viniera a interpretar el bonito papel de colchón y almohada.
--No estoy enojada con él --musité. Sebastián me acunó con ambos brazos, lo cual ayudó mucho a que mi espalda no pidiera clemencia.
--Yo le digo cuando lo vea. ¿Ya viste a tu madre?
--No... y no quiero hablar de ella por ahora... sólo quiero... dormir.
--Pues ya duérmete, pequeña salvaje --rió--. Cuando el brazo se me adormezca tanto que tengan que amputármelo, te aviso.

Empezaba a quedarme dormida cuando hablé de nuevo.

--¿Sebas?
--¿Mhhm?
--Dile que lo siento.

Justo antes de cerrar los ojos pude ver a una chica que se acercaba a mi hermano y lo abrazaba fuertemente. Pude ver cómo Diego hundía su rostro en el cabello de ella y luego su cuerpo comenzó a temblar levemente. ¿Estaba llorando? ¿Y quién era ella?

Me quedé dormida antes de que el interés me inundara por completo.

2 encontraron un motivo para comentar:

Anónimo dijo...

No me habia
dado cuenta de
lo orgullosa que era...
se esta muriendo su madre
y se hace la victima...

Unknown dijo...

waaaaaa quien es la chica, pero porq se duerme yo no podria dormir si mi mama tiene el alma en un hilo quiza no esq sea valla a dormir quiza esq se este desmallando del dolor wow puf. que extraño y que loko que malvado el papa waaaa

La autora

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