sábado, marzo 6

Siempre hay algo bueno.

Me sentía tan llena de ira... Había decidido olvidar todo lo que nos había sucedido, todo el llanto, el dolor... la traición. Y había podido convivir con Rodrigo sin arrojarme de un puente por la desesperación, pero esto era distinto. Hacía ya varios meses, Rodrigo me había quitado a mi amiga, me había alejado de Jonathan, y lo que era peor: había hecho que él se sintiera como si no valiera nada, a pesar de que yo era quien tenía que sentirme así... bueno, de hecho sí me había sentido como si no valiera nada.

Lo miré a los ojos por unos instantes y me pregunté cómo había podido estar enamorada de él. Me pregunté cómo diablos Casandra había podido perdonarlo después de lo que nos había hecho a ella, a Jonathan y a mí. Me pregunté si a ella le importaba el hecho de que yo había sido la persona más infeliz en el planeta cuando decidió ignorarme, y si le preocupaba en lo más mínimo qué tan mal se había sentido Jonathan con lo que ella le había dicho.

--¿Por qué? --pregunté en un susurro.
--¿Por qué, qué?
--¿Por qué Jonathan tiene que sufrir con todo esto y Rodrigo siempre sale bien librado? --me encogí de hombros.
--Vio, dijimos que...
--Sé lo que dijimos --interrumpí en voz baja--. Pero ¿sabes? La realidad nunca me había golpeado tan fuerte como ahora.
--¿De qué hablas? --frunció el ceño y me miró confundida, igual que Rodrigo.

Mis piernas se congelaron en su lugar. De pronto la brisa que jugueteaba con mi cabello me pareció lo suficientemente molesta como para querer apartarla de mi persona, pero me vería realmente ridícula tratando de alejar al viento ¿verdad? Sentí un sabor amargo en la boca y un dolor punzante en el estómago. Quería gritar. Quería gritarle a ella que era muy estúpida y que no tenía derecho de jugar así conmigo. Que no tenía derecho de jugar así con Jonathan.

Miré en otra dirección y esbocé una sonrisa incrédula. Mi cabello revoloteaba al rededor de mi rostro y mis ojos se entrecerraban para evitar así que una mota de polvo entrara en ellos. Rodrigo me miró con esos ojos negros y profundos que una vez me habían robado el aliento, me miró como queriendo decirme algo, pero no abrió la boca porque tal vez estaba consciente de que si lo hacía le tiraría un diente de un sólo golpe.

--¿De qué hablo? --dije, con el tono de voz más relajado que pude encontrar dentro de mí. Aparté de nuevo el cabello que quería entrar a mis ojos y a mi boca y luego continué--. Cass, eres mi mejor amiga. Prometí olvidar lo que sucedió porque es lo mejor para las dos, pero... ¿Cómo quieres que te lo explique sin parecer una bruja maldita? No podemos seguir como si nada hubiese pasado, Cass... tenemos qué hablarlo. Tenemos qué averiguar por qué demonios Jonathan y yo sufrimos tanto mientras Rodrigo gozaba de inmunidad. Porque quiero decirte que no sólo me afectó a mí lo que pasó, Casandra. ¿Tienes una idea de cómo se sintió él? ¿Te has puesto a pensar qué tanto le dolió a Jonathan lo que sucedió? Y no estoy diciendo que haya sido tu culpa tanto sufrimiento... fue culpa de él.

Miré a Rodrigo con la misma sonrisilla burlona e incrédula, a pesar de que el coraje me nublaba la vista y el nudo en mi garganta buscaba la puerta de escape.

--Fue culpa de todos --dijo Casandra--. Todos nos equivocamos.
--Claro que no --reí--. Nada de esto habría pasado si él no me hubiese besado.
--Tú estás enamorada de mí --aseguró Rodrigo con voz fiera. Casandra lo miró con recelo.
--No. Yo estaba enamorada de ti --corregí--. Y hasta hace un tiempo creía que aún eras todo mi mundo... pero ¿sabes qué? Si tú fueras todo mi mundo no me enojaría tanto que gracias a ti Jonathan y Casandra ya no se hablen, ni que debido a eso Jonathan tenga que ir a otro lado porque no se soportan, y por lo tanto yo me quede sin él... ¿Y ustedes? Siempre felices. Siempre sonrientes. ¿No les parece injusto que Jonathan y yo tengamos que pasar tantas pruebas, mientras ustedes andan por la vida abrazándose y fingiendo que se aman con pasión?
--No vuelvas a decir eso, Violeta --urgió Casandra--. Vamos a olvidarlo. Fue un error, sea de quien haya sido.
--Soy la primera en apoyar eso, créeme... pero si Jonathan tiene que irse, Rodrigo también se va.
--No es justo, Vio --aseguró ella, mientras apretujaba la mano de Rodrigo para probar su punto.
--¿Quieres que vuelva a hablar de justicia? ¿No te sirvió mi sermón anterior?
--Bien --dijo ella--. Si él no está, yo tampoco. Y vuelve a hablarme cuando estés dispuesta a disculparte.

Luego de eso ella se fue con Rodrigo pegado a sus faldas.

--Es bueno saber que entre nosotras siempre soy yo la que tiene que sacrificar algo --dije, lo suficientemente alto como para que ambos pudiesen oírme.

Me quede parada en mi lugar unos segundos, cosciente de que acababa de cometer un error, pero, sólo tal vez, éste había sido el error más acertado del planeta entero, como cuando le dije a Jonathan que quería ser su novia, o cuando seguí a Diego el día que nos fugamos de casa. A veces errar es lo mejor que podemos hacer, porque lo vemos como un error al principio, pero después nos damos cuenta de que ese error nos trajo muchas cosas buenas. Lo que acababa de suceder, por lo tanto, no encajaba en la categoría de "error", si es que había hecho lo correcto, pero ¿cómo saber si has hecho lo correcto cuando alejas a las personas que quieres? No lo sabía, pero estaba segura de que algún día la respuesta vendría y me golpearía la cara para que le pusiera atención... si lo que había hecho estaba bien o mal, el destino lo decidiría, y con el destino nunca se sabe: un día te abraza y te dice que te ama, y al siguiente te ignora y te pone enfrente un cuchillo para que te mates de una vez y dejes de molestar.

La primer gota de lluvia cayó en mi mejilla, como una lágrima que aparece de la nada cuando una se niega a sentirse mal pero no lo puede evitar. Miré al cielo, como si estuviese pidiéndole a ese ser en el que no creía que dejara de jugar con mi vida de una buena vez. Quería subir hasta la nube más alta para presentar una queja contra aquel a quien nunca le había rezado, para que supiera que ya me estaba hartando eso de que jamás dejara que mi vida siguiera un curso tranquilo y sin disgustos. Ciertamente, me caería de la nube antes de encontrarlo.

Saqué el suéter de mi mochila y me lo puse antes de colocarme una cinta en el cabello para que dejara de picarme los ojos. Camino a la cafetería, deseé con toda mi alma que Walter, Jonathan y las chicas siguieran ahí. Conforme la lluvia comenzaba a caer en gotas cada vez más gruesas, a mi nariz llegaban notas de diferentes aromas: tierra mojada, hojas húmedas, rocas resistiendo al agua y albergando a uno que otro pequeño insecto que no quería sucumbir ante la tormenta que estaba a punto de caer... esto último no podía olerlo, por supuesto, pero siempre me gustó imaginar qué sucedía en el pequeño mundo cuando gotas de agua comienzan a caer del cielo, amenazando a todas esas mini vidas.

Decidí de pronto que no quería encontrarme con ninguno de mis amigos. Lo que necesitaba era alguien con quien hablar y para eso sólo tenía tres candidatos: Jonathan, mi hermano Diego, y por más impresionante que sonara, Sebastián. No podría ir con Jonathan porque entonces todos comenzarían a hacer preguntas y era lo que menos necesitaba, Diego estaba trabajando y yo no me sentía tan mal como para salirme de la escuela antes de la segunda clase, y Sebastián estaría en su colegio de niños ricos besuqueándose con alguna de esas chicas rubias y delgadas que truenan los dedos y tienen a sus cincuenta guardaespaldas pateando al canalla que las haya tratado mal.

Me senté en una banqueta, colocando dentro de mi suéter la mochila para que no se mojaran mis cuadernos. Metí la cabeza entre las rodillas y me puse a pensar. Bien, había enfrentado a mi amiga y le había dicho cosas que nunca antes había pensado decir. Había confesado por primera vez que algún día Rodrigo fue todo para mí. Genial.

--¿Qué no ibas a estar con tu amiga y su cachorro? ¿Y Casandra?

Alcé la cabeza para ver quién venía a interrumpir mis pensamientos auto-flagelatorios y por primera vez en mucho tiempo le agradecía al creador que hubiese escuchado mis no pronunciadas plegarias. ¿Quién sabe? Tal vez vio venir un suicidio o un ataque de ansiedad y por eso hizo su buena obra del día. Qué divertido.

--Ella... digamos que me aplicó la ley del hielo otra vez --escurrí mi cabello y me hice a un lado para que él se sentara junto a mí. Tomó mi mano y la frotó entre las suyas.
--Estás muy fría --dijo.
--Hoy el mundo está en mi contra --aseguré, colocando mi cabeza en su hombro.
--¿Qué pasó con Casandra? --preguntó él, mientras ponía su chamarra sobre mis hombros.
--Pues... creo que le dije cosas que no debería haberle dicho... no quiero hablar de eso --mentí.

Jonathan pasó su brazo al rededor de mis hombros y me atrajo hacia él para ayudar a calentarme. Nos recargamos en una pared y estuvimos en silencio un largo rato. Entonces me pregunté cómo sabía él que yo estaba sentada debajo de la lluvia a unos pasos de donde me había dejado hacía apenas unos cuantos minutos.

--¿Cómo supiste que estaba aquí? --pregunté.
--Vi a Casandra en la cafetería y no estabas con ella. Iba a ir a la biblioteca porque siempre te escondes en los estantes de arte cuando estás enojada, pero pasé por aquí y te vi disfrutando de la lluvia.
--¿No tienes frío?
--No... soy hombre ¿recuerdas? Toleramos el frío mejor que ustedes.
--Eso suena tan machista...
--Suéltalo --dijo de pronto--. Ya sé que no quieres hablarlo, pero tienes una cara que da lástima. No sé si hablar te vaya a ayudar, pero lo voy a intentar con tal de que sonrías un poco.
--No es para tanto --aseguré--. Es que Rodrigo estaba ahí cuando se suponía que íbamos a estar Cass y yo nada más. Ya sé que es una tontería, y sé que vas a decir que soy una niñita berrinchuda, pero no se me hizo lo más justo que tú y Walter tuvieran que irse mientras él andaba con nosotras para todos lados...
--¿Qué le dijiste?
--Que... ya no me acuerdo muy bien, pero sé que le dije algo como "siempre me sacrifico por ti y tú no das nada".
--¿Y ella qué hizo?
--Se fue. ¿Por qué crees que estoy aquí, entonces? Y por si eso no fuera poco, en cuanto ella desapareció de mi vista, comenzó a llover. Vaya día ¿no?
--Te dije que era una bruja --bormeó--. Está enojada y hace que las nubes te hagan pagar.
--¿Cómo puedes hacer eso?
--¿Hacer qué?
--Bromear cuando todo va mal... yo a veces quisiera ser así, pero... parece que no soy muy buena en ello.
--No lo sé... creo que fue cuando mamá se enfermó --miró en otra dirección y frotó mi brazo con su mano derecha--. Estaba muy deprimido ¿recuerdas? Y me harté de estar triste todo el tiempo, así que comencé a bromear con las desgracias y ya ves lo que pasó... ahora soy el que cuenta los chistes en los funerales.

Ambos reímos y luego yo hablé.

--¿Qué voy a hacer? --pregunté--. Últimamente hago todo mal. Todo me sale mal. Siento como si ya no fuera yo.
--Deja de ver lo malo de las cosas. Ve lo bueno de todo.
--¿Qué puede tener de bueno lo que me pasa?
--¿No te parece algo bueno que ella ya no vaya a estar cuando estudiemos después de clases? Porque a mí sí.
--No digas tonterías.
--Oye, si no te pasaran cosas malas, nunca valorarías las buenas ¿verdad?
--A veces creo que me pasan más cosas malas que buenas.
--Ya te dije. Ve lo bueno de todo --repitió y besó mi coronilla.

Ver lo bueno. Cuando comenzara a hacer eso seguramente mi vida se arreglaría... o por lo menos yo sería más feliz. ¿Y saben? Lo bueno de esto es que siempre había alguien que me levantaba cuando creía que estaba a punto de caer. Lo bueno de esto es que tenía gente a mi alrededor que siempre me haría ver que después de todo mi vida no era tan repugnante como a veces me aferraba a pensar.



3 encontraron un motivo para comentar:

mlle.Chen dijo...

Jonathan es tan... tan perfecto. Ojalá existieran más chicos como él.
Y en cambio, debería de haber menos chicas como Cass, cegadas por el amor.

Unbeso:)

andrea!! dijo...

por supuesto que no,
su vida ni siquiera se acerca a lo repuganante,
tal vez no sea perfecta, pero todo lo arregla que
tenga al mejor niño del universo con ella♥

como siempre, me encanto♥

Anónimo dijo...

Casandra es estupida o que?
pff...¿Quien pierde una amiga por un hombre? Peor aun ¿quin comete el mismo error dos veces?

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