jueves, abril 1
Te odio, bruja malvada.
0:08 |
Publicado por
Betzabé
Estábamos en mi casa. No sabía qué tantos arreglos se tenían que hacer antes de que nos entregaran a mamá y pudiésemos sepultarla como su religión mandaba, pero por lo pronto podíamos tomarnos un tiempo para asimilar lo sucedido y para decir todo lo que queríamos decir. Sebastián había faltado a la escuela igual que yo. En su colegio a los profesores no les importaba si los alumnos asistían o no, ya que con que pagaran la costosa colegiatura todo estaba arreglado, pero en mi escuela la falta contaría y mucho, ya que me había tomado demasiados días libres éste año: cuando nos fuimos de casa, cuando tuve depresión, cuando falté por la estúpida alergia y ahora que mamá había muerto... si me graduaba ese año lo consideraría un verdadero milagro. Aunque claro, una cosa era que me graduara y otra muy diferente que con semejante historial de faltas me aceptaran en la facultad.
--¿Qué vamos a hacer? --pregunté.
Diego estaba recostado en el sillón, con la cabeza colocada en las piernas de la mujer a quien aún no me habían presentado y que seguía dirigiendo su odio hacia mí, sólo que ahora no lo expresaba abiertamente porque yo tenía a mi guardián bromista cuidando que su bocaza no me agrediera de ninguna forma posible. Yo estaba sentada en el otro sillón y Sebastián se había despatarrado en el piso junto a mí. Acabábamos de comer, pero con los ánimos que teníamos, solamente Sebastián y la chica histérica comieron como la gente manda, aunque por razones de tamaño y capacidad, Sebastián ingirió tal vez diez kilos más de comida que la mujer.
--Por ahora vamos a arreglar esto... --musitó mi hermano--. Luego tendremos que arreglar... lo otro.
--Acciones legales --dijo la chica con voz dura. Pasaba su mano por el cabello de Diego y eso realmente me ponía de mal humor--. Contra tu papá. Eso fue algo parecido al homicidio, si no es que fue asesinato puro.
--¿Querrías no hablar así por un segundo? --pidió Sebastián al darse cuenta de que mi rostro reflejaba completamente la ira que sentía contra ella--. ¿Nadie nunca te enseñó que cuando alguien muere lo más normal es que sus familiares se sientan pistaches?
--Me gusta decir las cosas como son.
--Y a mí me gusta que respeten a la gente que quiero, y tú no estás respetando a Violeta hablándole así --Sebastián se irguió un poco y colocó su peso en los codos--. Por favor, Úrsula, tranquilízate y ten un poco más de tacto a la hora de hablar.
Sonreí. Me defendía. Había dicho que me quería sin siquiera darse cuenta. Estaba poniendo en su lugar a una chica a la que jamás en su vida había visto... y aún así estaba de humor para poner apodos. Era más que obvio que aquella belleza no se parecía nada a la malvada bruja de la Sirenita, pero tal vez por dentro era tan horrible como ella. Sebastián siempre daba en el clavo con sus apodos.
Me extrañó que mi hermano ni siquiera se inmutara ante tal agresión hacia su acompañante. Ahora que recordaba, él no había intervenido por mí ni por nadie en todo el día. De pronto me sentí mal. Por estar sonriendo, por alegrarme de que el chico que siempre me llamaba "pequeña salvaje" me hubiese defendido por primera vez desde que lo conocía, por no estar llorando la muerte de mi madre... Me sentía culpable porque Diego parecía un muerto viviente con ojos hinchados y yo no.
Tal vez ahora entendía por qué la chica Úrsula me odiaba tanto: la primera impresión que se había llevado de mí era la de una chica orgullosa, insensible, berrinchuda y grosera. Genial.
Me levanté del sillón y fui a mi habitación. Ni mi hermano ni la bruja malévola me miraron si quiera, pero Sebastián tardó menos de un segundo en levantarse y venir conmigo. Me senté en la mesedora y comencé a llorar.
--Vamos, Vio --dijo él--. Es una loca ¿sí? ¿Cuántas locas no has conocido ya? Tú misma eres una de ellas, pequeña salvaje.
Lo miré unos segundos y luego regresé hacia la nada. No hacía una de esas muecas dramáticas que las actrices hacen en todas las películas para niñas cursis, más bien lloraba sin mueca alguna. Ésta era una de esas veces en que los ojos se niegan a contener todo lo que llevan dentro y mientras tu rostro sigue igual, las lágrimas corren unas tras otras como queriendo formar un lindo y despreciable río de depresión. Sebastián sonrió y luego se hincó junto a la mesedora. Tomó mi mano derecha y comenzó a juguetear con ella antes de lograr que lo mirara de nuevo.
-- ¿Sabes algo? --preguntó, sin borrar la falsa sonrisa de sus labios. Tal vez era uno de esos chicos que no saben cómo actuar cuando una mujer llora frente a ellos... o tal vez las situaciones serias lo ponían nervioso.
--¿Qué? --susurré al notar que de verdad esperaba una respuesta.
--Es la primera vez que te veo llorar.
--¿Y? ¿Quieres que te traiga mariachis para celebrar?
--No... es sólo que... creí que el día en que te viera llorar me divertiría y me burlaría de ti hasta más no poder.
--Gracias por tu sinceridad --volví a mirar por la ventana y luego él tomó mi barbilla con sus dedos para que le prestara atención.
--El punto es que no me estoy divirtiendo. Me haces sentir mal, Violeta. No llores. No me gusta verte así. ¿Por qué no sales a golpear personas y a llamarlas imbéciles, retrasadas, faltas de personalidad, y todas esas cosas que te salen tan bien? Eres la pequeña salvaje y no sólo gracias a que tu cabello luce como la melena de un león cuando te acabas de levantar... ¿Dónde está la pequeña salvaje ahora, Vio?
--A la pequeña salvaje se le están extinguiendo las razones para ser la chica divertida, Sebas.
--Pues te voy a decir algo --sonrió de nuevo, pero ésta vez era aquella sonrisa pícara que le conocía tan bien--. Si sigues así vas a perder mucho.
--¿Ah sí? ¿Qué?
--A mí --alzó las cejas, como si no fuera obvia la respuesta--. ¿Qué sería de ti sin mí? Yo creo que tienes el gran privilegio de ser mi amiga y no queremos... no quieres que eso cambie ¿verdad?
--Creo que no --reí y él hizo lo mismo. ¿Cómo podía lograr eso?
Llamaron a la puerta y ambos nos sorprendimos. Me levanté a abrir y vi a Diego del otro lado.
--¿Puedes venir? --su voz era monocorde y demasiado baja--. Te voy a presentar a alguien.
--La hora de las brujas --susrró Sebastián tan bajo que sólo yo pude oírlo.
Salí de la habitación y los tres caminamos hasta la sala, donde la chica esperaba recargada junto al librero. Mi hermano caminó hasta ella y rodeó su cintura con un brazo, acto seguido ella lo besó en la mejilla como si fuese un niño pequeñito a quien debía proteger. Bueno, mi hermano ahora lucía como alguien que definitivamente necesitaba protección. Sebastián a pasó su brazo sobre mis hombros y adoptó una posición desenfadada, como si estuviésemos en alguna fiesta donde disfrutábamos de la buena vida y del alcohol.
--Ella es Amanda... es mi... --Diego me miró como disculpándose y luego continuó--. Es mi novia.
Escuché un siseo por parte de Sebastián, quien aferró un poco más fuerte su brazo a mi alrededor. Tal vez su pose no era la de un retrasado universitario, sino la de alguien que teme que su amiga mate a la única familia que le queda.
--No sé por qué no me sorprende --susurré. Todos se relajaron, incluyendo a Sebas que dejó caer su brazo y metió la mano a su bolsillo.
--Oye, Violeta, ya sé que no te traté muy bien que digamos pero... --la voz de la chica me hizo rabiar.
--Cállate --interrumpí. Todos me miraron extrañados y Sebas volvió a temer que cometiera homicidio, así que tomó mi brazo y lo apretó con fuerza.
--¿Qué...? --preguntó ella, confundida.
--Ésta es una charla de familia y creo que ya te metiste mucho en nuestras charlas. Dije que no me sorprendía que fueras su novia, ya que es más que obvio porque lo miras como toda una imbécil... además, al parecer Diego me ha ocultado más de una cosa en los últimos días...
--No empieces, Violeta --musitó mi hermano.
--Está bien --cedí--. Decía que no me sorprende que seas su novia, pero jamás dije que perdonaba todas tus groserías ni que me caías bien. Me doy por enterada, ahora si me disculpan, iré a maldecir un rato.
Regresé a mi habitación y Sebas vino conmigo. La chica me había mirado con toda la sorpresa del mundo, ya que tal vez esperaba que le dijera que era bienvenida en mi familia y que me portaría bien con ella, ignorando el hecho de que me había tratado como a una basura. No me importaba, se podía ir al infierno si se le daba la gana.
--Creo que voy a llamar a ricitos y tú le cuentas tus problemas cuando venga --Sebas tomó el teléfono y luego de informarme que tenía seis mensajes de voz, marcó un número--. Yo me considero valiente, pero no tanto como para aguantar tu furia cuando de veras eres salvaje.
Bien hecho. Ahora no sólo estaba triste y deprimida, sino que me sentía traicionada porque Diego no me había dicho nada acerca de la tal Amanda y además tenía la repentina urgencia de arrojarle una granada activa a alguien. Sí. Definitivamente era mejor que Sebas se alejara de mí por unas horas, por lo menos hasta que mi persona no representara un peligro potencial para su integridad física.
___________________
Hola, criaturas del Señor.
Espero que les haya gustado el capítulo. Les quería decir que justo encima de la foto de Violeta (en la barra lateral) puse un link que dice "personajes" que es donde ustedes pueden leer una pequeña descripción de cada uno de los individuos que forman esta historia.
Las veo luego, niñas xD ¿Ven cómo prefiero perder mi tiempo que hacer tarea? Bah, la escuela puede esperar.
--¿Qué vamos a hacer? --pregunté.
Diego estaba recostado en el sillón, con la cabeza colocada en las piernas de la mujer a quien aún no me habían presentado y que seguía dirigiendo su odio hacia mí, sólo que ahora no lo expresaba abiertamente porque yo tenía a mi guardián bromista cuidando que su bocaza no me agrediera de ninguna forma posible. Yo estaba sentada en el otro sillón y Sebastián se había despatarrado en el piso junto a mí. Acabábamos de comer, pero con los ánimos que teníamos, solamente Sebastián y la chica histérica comieron como la gente manda, aunque por razones de tamaño y capacidad, Sebastián ingirió tal vez diez kilos más de comida que la mujer.
--Por ahora vamos a arreglar esto... --musitó mi hermano--. Luego tendremos que arreglar... lo otro.
--Acciones legales --dijo la chica con voz dura. Pasaba su mano por el cabello de Diego y eso realmente me ponía de mal humor--. Contra tu papá. Eso fue algo parecido al homicidio, si no es que fue asesinato puro.
--¿Querrías no hablar así por un segundo? --pidió Sebastián al darse cuenta de que mi rostro reflejaba completamente la ira que sentía contra ella--. ¿Nadie nunca te enseñó que cuando alguien muere lo más normal es que sus familiares se sientan pistaches?
--Me gusta decir las cosas como son.
--Y a mí me gusta que respeten a la gente que quiero, y tú no estás respetando a Violeta hablándole así --Sebastián se irguió un poco y colocó su peso en los codos--. Por favor, Úrsula, tranquilízate y ten un poco más de tacto a la hora de hablar.
Sonreí. Me defendía. Había dicho que me quería sin siquiera darse cuenta. Estaba poniendo en su lugar a una chica a la que jamás en su vida había visto... y aún así estaba de humor para poner apodos. Era más que obvio que aquella belleza no se parecía nada a la malvada bruja de la Sirenita, pero tal vez por dentro era tan horrible como ella. Sebastián siempre daba en el clavo con sus apodos.
Me extrañó que mi hermano ni siquiera se inmutara ante tal agresión hacia su acompañante. Ahora que recordaba, él no había intervenido por mí ni por nadie en todo el día. De pronto me sentí mal. Por estar sonriendo, por alegrarme de que el chico que siempre me llamaba "pequeña salvaje" me hubiese defendido por primera vez desde que lo conocía, por no estar llorando la muerte de mi madre... Me sentía culpable porque Diego parecía un muerto viviente con ojos hinchados y yo no.
Tal vez ahora entendía por qué la chica Úrsula me odiaba tanto: la primera impresión que se había llevado de mí era la de una chica orgullosa, insensible, berrinchuda y grosera. Genial.
Me levanté del sillón y fui a mi habitación. Ni mi hermano ni la bruja malévola me miraron si quiera, pero Sebastián tardó menos de un segundo en levantarse y venir conmigo. Me senté en la mesedora y comencé a llorar.
--Vamos, Vio --dijo él--. Es una loca ¿sí? ¿Cuántas locas no has conocido ya? Tú misma eres una de ellas, pequeña salvaje.
Lo miré unos segundos y luego regresé hacia la nada. No hacía una de esas muecas dramáticas que las actrices hacen en todas las películas para niñas cursis, más bien lloraba sin mueca alguna. Ésta era una de esas veces en que los ojos se niegan a contener todo lo que llevan dentro y mientras tu rostro sigue igual, las lágrimas corren unas tras otras como queriendo formar un lindo y despreciable río de depresión. Sebastián sonrió y luego se hincó junto a la mesedora. Tomó mi mano derecha y comenzó a juguetear con ella antes de lograr que lo mirara de nuevo.
-- ¿Sabes algo? --preguntó, sin borrar la falsa sonrisa de sus labios. Tal vez era uno de esos chicos que no saben cómo actuar cuando una mujer llora frente a ellos... o tal vez las situaciones serias lo ponían nervioso.
--¿Qué? --susurré al notar que de verdad esperaba una respuesta.
--Es la primera vez que te veo llorar.
--¿Y? ¿Quieres que te traiga mariachis para celebrar?
--No... es sólo que... creí que el día en que te viera llorar me divertiría y me burlaría de ti hasta más no poder.
--Gracias por tu sinceridad --volví a mirar por la ventana y luego él tomó mi barbilla con sus dedos para que le prestara atención.
--El punto es que no me estoy divirtiendo. Me haces sentir mal, Violeta. No llores. No me gusta verte así. ¿Por qué no sales a golpear personas y a llamarlas imbéciles, retrasadas, faltas de personalidad, y todas esas cosas que te salen tan bien? Eres la pequeña salvaje y no sólo gracias a que tu cabello luce como la melena de un león cuando te acabas de levantar... ¿Dónde está la pequeña salvaje ahora, Vio?
--A la pequeña salvaje se le están extinguiendo las razones para ser la chica divertida, Sebas.
--Pues te voy a decir algo --sonrió de nuevo, pero ésta vez era aquella sonrisa pícara que le conocía tan bien--. Si sigues así vas a perder mucho.
--¿Ah sí? ¿Qué?
--A mí --alzó las cejas, como si no fuera obvia la respuesta--. ¿Qué sería de ti sin mí? Yo creo que tienes el gran privilegio de ser mi amiga y no queremos... no quieres que eso cambie ¿verdad?
--Creo que no --reí y él hizo lo mismo. ¿Cómo podía lograr eso?
Llamaron a la puerta y ambos nos sorprendimos. Me levanté a abrir y vi a Diego del otro lado.
--¿Puedes venir? --su voz era monocorde y demasiado baja--. Te voy a presentar a alguien.
--La hora de las brujas --susrró Sebastián tan bajo que sólo yo pude oírlo.
Salí de la habitación y los tres caminamos hasta la sala, donde la chica esperaba recargada junto al librero. Mi hermano caminó hasta ella y rodeó su cintura con un brazo, acto seguido ella lo besó en la mejilla como si fuese un niño pequeñito a quien debía proteger. Bueno, mi hermano ahora lucía como alguien que definitivamente necesitaba protección. Sebastián a pasó su brazo sobre mis hombros y adoptó una posición desenfadada, como si estuviésemos en alguna fiesta donde disfrutábamos de la buena vida y del alcohol.
--Ella es Amanda... es mi... --Diego me miró como disculpándose y luego continuó--. Es mi novia.
Escuché un siseo por parte de Sebastián, quien aferró un poco más fuerte su brazo a mi alrededor. Tal vez su pose no era la de un retrasado universitario, sino la de alguien que teme que su amiga mate a la única familia que le queda.
--No sé por qué no me sorprende --susurré. Todos se relajaron, incluyendo a Sebas que dejó caer su brazo y metió la mano a su bolsillo.
--Oye, Violeta, ya sé que no te traté muy bien que digamos pero... --la voz de la chica me hizo rabiar.
--Cállate --interrumpí. Todos me miraron extrañados y Sebas volvió a temer que cometiera homicidio, así que tomó mi brazo y lo apretó con fuerza.
--¿Qué...? --preguntó ella, confundida.
--Ésta es una charla de familia y creo que ya te metiste mucho en nuestras charlas. Dije que no me sorprendía que fueras su novia, ya que es más que obvio porque lo miras como toda una imbécil... además, al parecer Diego me ha ocultado más de una cosa en los últimos días...
--No empieces, Violeta --musitó mi hermano.
--Está bien --cedí--. Decía que no me sorprende que seas su novia, pero jamás dije que perdonaba todas tus groserías ni que me caías bien. Me doy por enterada, ahora si me disculpan, iré a maldecir un rato.
Regresé a mi habitación y Sebas vino conmigo. La chica me había mirado con toda la sorpresa del mundo, ya que tal vez esperaba que le dijera que era bienvenida en mi familia y que me portaría bien con ella, ignorando el hecho de que me había tratado como a una basura. No me importaba, se podía ir al infierno si se le daba la gana.
--Creo que voy a llamar a ricitos y tú le cuentas tus problemas cuando venga --Sebas tomó el teléfono y luego de informarme que tenía seis mensajes de voz, marcó un número--. Yo me considero valiente, pero no tanto como para aguantar tu furia cuando de veras eres salvaje.
Tenía que contarle a Jonathan que durante su ausencia había muerto mi madre, mi hermano lucía como un títere del diablo y que Sebas me había defendido de la maldita bruja que había engatuzado a Diego de alguna forma... Tal vez él también tendría algo que contarme, como por ejemlplo, que sacó un diez en algún examen.
Bien hecho. Ahora no sólo estaba triste y deprimida, sino que me sentía traicionada porque Diego no me había dicho nada acerca de la tal Amanda y además tenía la repentina urgencia de arrojarle una granada activa a alguien. Sí. Definitivamente era mejor que Sebas se alejara de mí por unas horas, por lo menos hasta que mi persona no representara un peligro potencial para su integridad física.
___________________
Hola, criaturas del Señor.
Espero que les haya gustado el capítulo. Les quería decir que justo encima de la foto de Violeta (en la barra lateral) puse un link que dice "personajes" que es donde ustedes pueden leer una pequeña descripción de cada uno de los individuos que forman esta historia.
Las veo luego, niñas xD ¿Ven cómo prefiero perder mi tiempo que hacer tarea? Bah, la escuela puede esperar.
Betzabé.
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La autora
- Betzabé
- Una cosa es cierta: Sea lo que sea que estés pensando de mí, estás equivocado.
4 encontraron un motivo para comentar:
waaaaa yo no esperaba que muerier, ni que ocultara tantas cosas :S waaaaaaaaaaaaaa quien es la tipa waaa :S
puf por instantes me senti fuera de esto cuento he estdo al pendiente waaaa
Eso es de lo
que mas me gusta
de Violeta,
que sea asi
de sincera, sin
importarle nada.
me quede como que O_o
y no tengo idea de el porque.
Bueno, talvez fue por la bruja de Úrsula8-)
o por lo siego que esta diego (fue mi imaginación, o eso rimo)
en fin, me voe,
adios♥
O, y como siempre, me encanto y escribe pronto
Betzabé, por estos días te ganaste una nueva lectora también por aquí :)
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